La revolución rusa: cien años para aprender tan poco (Juan Manuel Vera, 2022)

Este texto forma parte del libro Contra las oligarquías (Juan Manuel Vera, 2022)

La conmemoración del centenario de la revolución rusa en 2017 planteó algunas interesantes cuestiones sobre la identidad de lo que se ha llamado izquierda a lo largo del siglo veinte.  También podría servir para comprender las razones por las que la herencia del Octubre soviético no forma parte del arsenal de instrumentos para desarrollar las nuevas prácticas sociales de lucha contra el capitalismo neoliberal, sino que, más bien, constituye una pesada losa histórica que dificulta la construcción de una alternativa al imaginario capitalista. Continuar leyendo «La revolución rusa: cien años para aprender tan poco (Juan Manuel Vera, 2022)»

El camino a Wigan Pier. Orwell, 120 aniversario (Jesús Jaén Urueña, 2023)


George Orwell ha sido y es una de las grandes referencias de la lucha contra todo tipo de totalitarismos, ya fueran regímenes capitalistas o los mal llamados comunistas. Sus novelas: Rebelión en la granja o 1984 siguen siendo leídas por millones de personas de todas las edades. Esta reseña es un pequeño homenaje a una personalidad única. Orwell nació el 25 de junio de 1903. Fue novelista, ensayista y periodista. El camino a Wigan Pier es una crónica personal que hizo en 1936 unos meses antes de marchar a España para combatir en el frente junto con otros brigadistas de las columnas del POUM. En El camino a Wigan Pier Orwell se adentra en el mundo de la clase obrera del norte de Inglaterra; en las minas, en sus hogares, en las fábricas y acaba con unas reflexiones sobre lo que él entiende por socialismo.

Orwell no era marxista, ni siquiera -creo- era un socialista racionalista como muchos intelectuales de su época. El socialismo que defendió a lo largo de toda su vida era poderosamente crítico, intuitivo, emocional y profundamente humano. Por lo tanto, no busquemos en Orwell el rigor del marxismo o el academicismo de un socialista materialista. Para él, la esencia del socialismo eran valores que en El camino a Wigan Pier sintetiza como la Justicia y la Libertad. Sus conceptos: socialismo, democracia, libertad, fraternidad e igualdad son muy personales; no están en los manuales de la época ni en la literatura marxista. Su preocupación por las condiciones de vida y trabajo de las clases obreras forma parte de la tradición de los mejores historiadores ingleses: E. P. Thompson, Eric Hobsbawm o anteriormente John Lawrence y Bárbara Hammond (Barbara Bradby).

El camino hacia el socialismo, dice Orwell, es imposible sin la rama principal sobre la que se asienta, que es la democracia. Por eso critica al comunismo (el Estado soviético) de vivir con los ojos pegados a los datos económicos, presuponiendo que el hombre no tiene alma e… instalados en una “utopía materialista”. El desencanto de Orwell con los socialistas aburguesados británicos se transforma en un alegato implacable contra el régimen de Stalin, al que compara con los fascismos en España e Italia o con el nazismo de Hitler. De esa intuición, doce años después, nacieron sus dos grandes novelas: Rebelión en la granja y 1984 pero también una cantidad importante de ensayos como ¿Qué es el socialismo? escrito en 1946.

Orwell tenía una personalidad pragmática pero no concibe el socialismo como la electrificación con soviets (como dijo Lenin), y mucho menos ¡sin soviets! (como impondría Stalin); prescindiendo de la libertad y de la democracia no se avanza al socialismo, sino a la dictadura como quedó demostrado a lo largo de todo el siglo XX.

También Orwell apunta a una reflexión importante, cuando en El camino a Wigan Pier señala que el socialismo es una doctrina nacida de la industrialización y que necesita un nivel muy alto de mecanización (al menos similar al de EEUU en esos momentos). Una reflexión muy actual, a tenor de la crisis climática que estamos viviendo en el siglo XXI. De ahí no solo la responsabilidad de EEUU, Gran Bretaña, Alemania, Japón, etc., sino también de los países que se dijeron “socialistas”, como la URSS o China. Esto nos llevaría a preguntarnos si el centro de la ruptura con el modelo capitalista es solamente la estructura económica o, por el contrario, llegar a superar una civilización material basada en la reproducción social de todos los valores precedentes.

Esa búsqueda de Orwell por un socialismo humano (de y para la humanidad), a la que hoy deberíamos agregarle la dimensión ecológica y feminista, es poderosamente auténtica y libre de esquematismos. Es verdad que en Orwell podemos encontrar errores conceptuales, desatinos, desconexiones, irreverencias o incluso groserías (como cuando insiste en el olor insoportable de todo lo que rodea a la miseria de las clases obreras del norte de Inglaterra); pero todo su ensayo (El camino a Wigan Pier) tiene el mérito impagable de la autenticidad construida por una vivencia personal. La misma con la que escribió Homenaje a Catalunya tras los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona.

En esa autenticidad vivida como sujeto, ya sea en las minas de Durham o en las trincheras de Teruel, Orwell se mueve como pez en el agua. Es un narrador excepcional, realista y en su fría apariencia, resulta más que convincente: sensible a las pasiones y sufrimientos humanos. Como cuando describe desde el vapor de un tren en marcha hasta una joven mujer obrera de tan solo veinte y cinco años, pero que por sus rasgos físicos castigados por el trabajo y los abortos realmente representaría unos cuarenta.

Orwell nunca engaña al lector. Se considera un inglés de clase media aceptado más o menos por esos obreros del norte. No idealiza a la clases trabajadoras, pero no se sitúa por encima de ellas como la mayoría de los intelectuales socialistas de su época. Hacia ellos descarga toda su ironía: “barbudos, bebedores de zumos”, que utilizan un léxico alejado del lenguaje de las clases a las que dicen representar. Haciendo gala de su fina ironía cuenta una anécdota de la Historia de la Comuna escrita por Lissagaray. Las autoridades estaban fusilando a los cabecillas, y como no sabían quienes eran los iban eliminando basándose en el principio de que los jefes de la revuelta serían los que pertenecían a las capas más altas o los más cultos: “A un hombre lo fusilaron porque llevaba un reloj. A otro porque tenía cara de inteligente. No me gustaría que me mataran por tener cara de inteligente, pero sí estoy de acuerdo en que prácticamente en todas las revueltas los líderes serían aquellos que supieran pronunciar todas las letras” (El camino a Wigan Pier).

Mayo 2023

Orwell y la revolución rusa (Pepe Gutiérrez-Álvarez, 2003)

En 1943, cuando el fin de la guerra parecía ya decidido, y Orwell perdía poco a poco sus ilusiones revolucionarias ligadas a la contienda, regresó a su añorado terreno de la novela y comenzó a escribir con rapidez y agilidad el primer libro del que se sintió plenamente satisfecho, Animal Farm (Rebelión en la granja). Continuar leyendo «Orwell y la revolución rusa (Pepe Gutiérrez-Álvarez, 2003)»

La pulverización del marxismo-leninismo (Cornelius Castoriadis, 1990)

Publicado en Le Monde, 24 y 25 de abril de 1990. La redacción cambió su título por «El hundimiento del marxismo-leninismo». Incluido en el libro El ascenso de la insignificancia (traducción de Vicente Gómez). Versión electrónica que circula por Internet.

La decadencia del Imperio romano duró tres siglos. Dos años han bastado, esta vez sin la ayuda de los bárbaros, para desarticular irreparablemente la red mundial de poder dirigida desde Moscú, sus pretensiones de hegemonía mundial, las relaciones económicas, políticas y sociales que la mantenían cohesionada. En vano se buscará un equivalente histórico a la pulverización de lo que hasta ayer parecía una fortaleza de acero. De pronto el monolito de piedra ha mostrado estar hecho de barro, mientras que los horrores, las monstruosidades, las mentiras y los absurdos revelados día a día eran aún más increíbles de lo que los más acerbos críticos de entre nosotros habíamos podido manifestar.
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Sobre Hobsbawm y el corto siglo veinte (Juan Manuel Vera, 1996)

Artículo publicado en la revista Iniciativa Socialista nº39, abril 1996.

El siglo veinte terminó en 1991. Eric Hobsbawm identifica y describe detenidamente el periodo 1914-1991, al cual llama el corto siglo veinte, como una etapa histórica coherente (Historia del siglo XX, 1914-1991 -Age of extremes. The short twentieth century-, Barcelona, Crítica, 1995). En una difícil síntesis, en algunos momentos brillante y en otros más que discutible, el historiador inglés se aproxima a la grandeza y miseria del siglo desde la consciencia de que nuestras encrucijadas actuales no son sino un producto de sus acontecimientos y sus tendencias. Desde esa perspectiva afronta nuestra capacidad o incapacidad para aprender de ese pasado.

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Comunismo, totalitarismo y terror (Juan Manuel Vera, 1998)

Artículo publicado en Iniciativa Socialista, número 49, verano 1998

«El hombre es esa fuerza que acaba siempre expulsando a los tiranos y a los dioses»   Albert Camus (1)

I. El libro negro del comunismo

La reciente publicación en castellano de El libro negro del comunismo (2), tras la intensa polémica suscitada en Francia y en otros países, resulta, al margen de las cualidades de dicha obra, un auténtico acontecimiento, por sitúa la cuestión histórica del comunismo en el centro de un debate público indudablemente histórico pero que tiene dimensiones éticas y políticas de gran importancia. Las experiencias de poder comunista en la URSS, en Europa Oriental, en China y en el Sudeste asiático, constituyen uno de los enigmas cruciales del siglo veinte, con su historia de despotismo y de utilización política del terror y de la arbitrariedad burocrática en nombre de ideales emancipatorios y del socialismo.
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Carta de Nikolái Bujarin a Anna Larina (1938) y respuesta de Anna Larina (1992)

Carta de Nikolái Bujarin a Anna Larina (1938)

Querida, dulce Annushka, mi adorada:

Te escribo ya en la víspera del juicio y te escribo con un fin determinado, que subrayo tres veces: a pesar del0 que puedas leer o escuchar, no importa lo terribles que sean las circunstancias, a pesar de todo lo que me dirán y de lo que yo podré decir, sobrelleva todo con valor y tranquilidad.
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Vorkuta: de la victoria a la masacre (Pierre Broué)

Capítulo  XXII del libro Comunistas contra Stalin, disponible en el Catálogo de Publicaciones de la Fundación Andreu Nin.
Por estas fechas, aún no había pasado nada en Vorkuta, salvo las tomas de contacto y las conversaciones exploratorias. La huelga empezó tres semanas después de la asamblea que hemos descrito [capítulo XX] y que optó por una «huelga de hambre masiva de los detenidos políticos, huelga sin precedentes y ejemplar en las condiciones de los campos soviéticos», como subraya M.B. Al amanecer, al despertar, en casi todos los barracones los detenidos se declaran en huelga. Ahí donde hay militantes opositsioneri todo el mundo está generalmente en huelga; ocurre incluso que algunos guardias se unen al movimiento.

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