Carta de Nikolái Bujarin a Anna Larina (1938) y respuesta de Anna Larina (1992)

Carta de Nikolái Bujarin a Anna Larina (1938)

Querida, dulce Annushka, mi adorada:

Te escribo ya en la víspera del juicio y te escribo con un fin determinado, que subrayo tres veces: a pesar del0 que puedas leer o escuchar, no importa lo terribles que sean las circunstancias, a pesar de todo lo que me dirán y de lo que yo podré decir, sobrelleva todo con valor y tranquilidad.
Prepara a nuestros seres queridos, ayúdales a todos. Temo por ti y por los demás, pero especialmente por ti. No te enfurezcas por ningún motivo. Recuerda que la gran causa de la URSS está viva y esto es lo que es importante, mientras que los destinos individuales son transitorios y miserables en comparación. Una gran prueba te espera. Te ruego, querida mía, que hagas todo lo que puedas, aprieta los cordones de tu alma, pero no permitas que los rompan. .
No hables con nadie de nada. Entiende mi situación. Eres la persona más preciosa para mí, la más próxima, la única. y te ruego, en nombre de la belleza que haya habido entre nosotros, que hagas un tremendo esfuerzo y te ayudes a ti misma ya nuestros seres queridos a sobrellevar este paso terrible con almas acorazadas. No creo que sea una buena idea que leas los periódicos a tu padreo a Nadia en estos días (Ios del juicio), déjales vivir como si fuera en un sueño durante un tiempo. En cualquier caso, tú sabes mejor que yo lo que hacer: tomar decisiones, seguir tu propia opinión sobre esto a fin de evitar que ocurra un trastorno inesperado y terrible.
Si te pido esto, créeme, es porque ya he soportado todo lo que puedo padecer, incluida esta petición, y también porque todo ocurrirá como quieran los grandes y grandísimos poderes que ocurra.
Sabes lo que me está costando escribir esta carta, pero te escribo con la pro funda convicción de que no puedo comportarme de otra manera. Esto es lo más importante, decisivo, fundamental. El volumen de lo que estas líneas hablan lo entenderás por ti misma. Haz lo que te digo y contrólate: sé de piedra, como una estatua.
Estoy muy preocupado por ti y al menos me quitarían un peso de encima sí me permitieran escribirte o me dijeran unas palabras tranquilizadoras sobre lo que se ha dicho.
Te ruego esto, mi querida amiga, te lo suplico.
Tengo otro deseo, mucho más pequeño, pero muy importante para mí personalmente.
Te enviarán tres manuscritos:

a) Un gigantesco tratado filosófico de 320 páginas (Arabescos Filosóficos);
b) Un pequeño volumen de poesía;
c) Los siete primeros capítulos de una novela.

Hay que volverlos a mecanografiar en tres copias. Tu padre te echará una mano para poner en orden los poemas y la novela (se adjunta un plan a los poemas: a primera vista el manuscrito parece caótico, pero puede hacerte con él. Cada poema debe mecanografiarse en hoja separada).
Lo más importante es que el tratado filosófico no se pierda. He trabajado mucho en él y he puesto gran parte de mí mismo en él: es muy maduro en comparación a lo que he hecho en el pasado y, a diferencia de mis otros trabajos, dialéctico de principio a fin. Todavía está ese libro (La crisis de la cultura capitalista y del socialismo) cuya primera parte escribí en casa. Ayuda a salvarlo: no lo tengo y sería una pena que se perdiera.
Si recibes los manuscritos (muchos de los poemas tienen que ver contigo y al leerlos te darás cuenta de lo cerca que estoy de ti) y, si te permiten que reciba unas líneas o palabras tuyas, no olvides mencionar mis manuscritos.
No es buena idea que ahora me extienda sobre mis sentimientos. Pero estas líneas también te demostrarán lo desesperadamente que te amo. En estas horas, tan difíciles para mí, ayúdame concediéndome mi primer deseo. En cualquier caso, y cualquiera que sea el veredicto del juicio, te veré después del juicio y podré coger tus manos y besarlas.
Adiós, cariño. Tu Kolke.15-1-1938.
P.S. Tengo tu fotografía con el niño. Dale a Jurka un beso de mi parte. Es una bendición que no sepa leer. También estoy muy asustado por la niña. Por lo menos cuéntame algo del pequeñito: probablemente ha crecido, el pequeñín, y ni siquiera me conoce. Abrázale fuerte y acaríciale el cabello por mí.

 Carta de Anna Larina a Bujarin (1992)

¿Qué se puede decir, querido Kolka, después de que hayan pasado tantos años desde tu muerte, ahora que nuestros hijos  son mayores de lo que tú eras entonces?  Quizás sólo que has sido tan ingenuo y tan bobo durante toda tu vida (que ahora me parece tan corta). Para mí, “la gran causa de la URSS” por la que sacrificaste tu vida, si no murió ya en esos años, está muerta en cualquier caso. Pero no dices con completa sinceridad lo que acabó contigo al final. No obstante, antes del arresto, luchaste contra la calumnia con extraña perseverancia. Me puedo imaginar con cuántos falsos testimonios te hicieron frente. Ante el creciente fascismo, no quisiste comprometer al «Padre del Pueblo» (Stalin, ed.).
Sé que no has olvidado lo que tuvimos que aguantar juntos durante aquel medio año (agosto 1936-febrero 1937), cuando todavía no te habían arrestado pero ya te estaban investigando.
La campana que marcaba las horas que escuchamos desde la Torre Spasskaya del Kremlin media las horas de vida. Los nervios estaban tan tensos que cada día parecía durar un siglo. Era una ingenuidad pensar que me hubieran dejado recibir tu carta entonces: en ese momento ya llevaba bajo arresto seis meses. No sé por qué motivos humanitarios Koba (nombre de guerra de Stalin, ed.) no hizo que me fusilaran, aunque se estaba preparando para hacerlo, y me dictó una sentencia de sólo 25 años de vagar por prisiones, gulaguis y exilios. Una vez se dictó la sentencia y, mit der deutschen Ordnung (la minuciosidad alemana), llegó la nueva sentencia de la enésima resolución de la Asamblea General. Sólo en 1959 fui rehabilitada totalmente, tras una apelación personal a Nikita Jruschov. Volví a ver a nuestro hijo a la edad de 20 años, cuando vino a visitarme a Siberia. Tras mi arresto, el chico pasó de ser pilar a ser poste. Primero vivió con mi madre, después con tu hermano Volodya, luego con la hermana de mi madre y su marido. Cuando arrestaron a todos, le metieron en un orfanato. Ahora tu hijo es un artista y tu hija una historiadora.
El juicio contra ti comenzó cuando yo estaba en un gulag en la prisión de Tomsk. Normalmente no nos daban periódicos, y de repente un guardia me trajo un periódico con tu interrogatorio. Gritó: «¡Lee, mira quién eres!».
Al principio, cuando dictaron sentencia, se me partió el espíritu. Entonces era más fácil. Entendí que tus tormentos habían terminado mientras que yo tendría que seguir llevando esa pesada cruz hasta el final. Una vez volví a Moscú conseguí hacerme con el acta taquigráfica completa del juicio contra el así llamado «bloque antisoviético de la derecha trotskista». Revelaste honradamente tu concepto programático: «Si define mi postura programática en el campo económico, se encontrará con un capitalismo de Estado, una clase campesina individual fuerte, la reducción de granjas colectivas, concesiones al extranjero, un compromiso en el monopolio del comercio exterior y, como resultado, la vuelta del país al capitalismo» (acta del juicio del caso contra el bloque antisoviético de la derecha antitrotskista, Moscú 1938, página 341). Esto no es menos que la continuación de la nueva política económica, según Bujarin, el camino hacia el socialismo. Solicité repetidamente a distintas altas autoridades tu rehabilitación. En 1961 presenté por primera vez tu carta». A la futura generación de líderes del partido» ante el Comité para el Control del Partido. Tuve que esperar 50 años para conseguir la rehabilitación tras el horrible juicio. Pero lo conseguí, Kolka, ¿lo entiendes?
Todos tus libros fueron prohibidos. Por miedo a ser arrestadas, muchas personas los destruyeron. Ahora, todas tus obras más importantes han sido traducidas. No he sido capaz de cumplir dos de tus deseos.
1) No pude hacerte llegar mi fotografía con el niño. El juez encargado de tu investigación me evitaba a toda costa y no conseguí ponerme en contacto con él ni siquiera por teléfono.
Me llevé la fotografía conmigo (a la prisión) pero durante el enésimo registro un guardia la rompió, escupió sobre ella, la pisoteó con sus sucias botas y gritó: «¡Y todavía llevas uno de los hijos de Bujarin contigo!». El fotógrafo del que hablabas probablemente llegó hasta ti después de que la casa de Nadia fuera registrada.
2) Me pides que tome precauciones, sabiendo perfectamente bien que eso no va con mi carácter, y en cualquier caso la vida dio tal viraje que no tenía nada que perder. Me quitaron a ti y al niño y me robaron la libertad. Con la ayuda de confidentes reunieron un archivo completo de ‘»material comprometedor» y me enviaron a Novosibirsk para «la investigación». Allí viví en un sótano húmedo y lleno de ratas: una celda de aislamiento. Poco después de tu juicio comencé a tener alucinaciones. Te me aparecías crucificado
Es la hora de terminar. La carta es más larga de lo que yo esperaba, pero no hemos hablado desde el 27 de febrero de 1937, durante más de 55 años. Y antes de terminar me queda contarte algo importante. ¿Te acuerdas que durante los difíciles días de la investigación recibiste dos cartas de Leonid Pasternak? En una de ellas venía el comunicado de la Oficina del Fiscal según el cual «‘durante la investigación no se han descubierto hechos de naturaleza jurídica que justifiquen la apertura de una causa criminal contra Bujarín y Rykov, por lo que este caso es desestimado».
Luego, cuando comenzaron de nuevo los ataques venenosos en los periódicos, Pastemak envió otra carta que decía más o menos lo siguiente: «Es igual, porque no creo que seas culpable, y, en cualquier caso, no entiendo lo que está ocurriendo».
Alrededor del 10 de diciembre, Romain Rollad envió un telegrama de felicitación, pero luego ya no volviste a saber de él. Estabas apesadumbrado y creías que Rolland, aparentemente, había dejado de creer en ti. Pero eso no es lo que ocurrió. Rolland habló dos veces con Stalin en favor tuyo. Te cito un párrafo de su última carta: ‘»Durante el juicio de Bujarín, y sin mostrarme en absoluto de acuerdo con las acusaciones que se le hacían, apelé a su gran humanidad ya su comprensión de los más altos intereses de la URSS. Un intelecto como el de Bujarín es un recurso para este país, debe perdonársele la vida para beneficio de la ciencia soviética y el desarrollo del pensamiento teórico».
Pero mejor termino aquí. No te escribiré sobre lo que está ocurriendo hoy en nuestro país, o, mejor aún, «‘en nuestros países» (tú, de hecho, no te puedes imaginar que la URSS se haya derrumbado) pero no pierdo las esperanzas de un futuro mejor. No Condeno cómo te comportaste en el juicio: era la única salida posible dada la situación. ¡Adiós, Kolka! Debo decirte que jamás me he arrepentido de haber unido mi vida a la tuya. ¡Es imposible olvidarte!
Tu Annushka. 20 de julio de 1992.

Sobre el autor: Bujarin, Nikolái

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Sobre el autor: Larina, Anna

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