La amiga Ana ya me informó de sus trágicas vicisitudes y soledades, de sus ingresos y su estado, y desde entonces he lamentado que mi problemas de movilidad me impelieran de visitarlo como era de rigor para alguien con la que tanto he coincidido en toda clase de actos y debates, buena parte de ellos organizados desde la Fundació Andreu Nin en Barcelona, pero también en Madrid. En este último caso para tratar sobre Cornelius Castoriadis del que era un riguroso experto como demostró en el número especial que le dedicó la revista «Archipiélago». Jordi colaboró en empresas editoriales como la edición «El POUM y «el caso Nin. Una historia abierta» (Laertes), así como en los debates sobre el destino de la revolución rusa de la que me quedan los últimos recuerdos de charla, de bromas e ironías, y cómo no, de proyectos en los que ya no me era posible participar desde Ribes, donde fue reiteradamente invitado pero nunca tuvo ocasión de visitar para comer, charlar y pasear por el Garraf.
Camarada cultivado y modesto como pocos, Jordi editó con su erudición la edición de las controversias entre Sartre y Camus que se publicaron en la colección on line “Cosecha roja” de Kaosenlared. No era muy dado a hablar de su vida, representaba el tipo de sabio modesto y extremadamente cultivado con el cual podían dar las horas de conversación como sucedió con ocasión de las jornadas sobre los escritores contra el estalinismo así como sobre Albert Camus, éste última el Palau de la Virreina en compañía de “Fito” Ruiz , también fallecido hace poco y experto en Camus, en el caso del autor teatral.
Ignoro casi todo su trayectoria sobre la cual era extremadamente discreto, de su perceptible militancia o afinidad con “Socialismo o barbarie”. Su tono era amistoso y muy reposado, situado entre el público tenía la virtud de la intervenciones modestas pero sólidamente trabadas.
Su final solitario en medio de la pandemia. Llevado de un lado para otro, fue gracias Ana que la información llegó a alguno de sus amigos, por lo que espero que no haya fallecido en una soledad inmerecida. Al parecer sus familiares eran muy pocos y mayores, y al final encontró el aliento de camaradas como Joan Tafalla y Alejandro Andreassi que son los que ahora ofrecen la noticia con un pequeño homenaje en un tiempo en el que esta exigencia tan humana no resulta viable.