Julián Gorkin, la vida de un luchador (Marc Ferri i Ramírez)

Este texto forma parte del bloque introductorio del libro de Julián Gorkin Contra el estalinismo (disponible en el Catálogo de Publicaciones de la Fundación Andreu Nin)

Resulta dificil resumir en pocas lineas las claves de la biografía de Julián Gorkin. Personalidad inquieta fue, antes que nada, un apasionado activista político con una singular trayectoria personal, además de activo periodista y escritor que cultivó distintos generos, casi siempre al servicio de causas políticas. Personaje que muchos pueden encontrar problemático desde el punto de vista ideológico -fue tan fervientemente probolchevique en los años veinte como antiestalinista a partir de la guerra civil-, ha pagado con el olvido su peculiar trayectoria individual. Pese a que sus escritos, deudores de una época muy determinada, han sufrido el castigo del tiempo, su figura se mantiene atractiva al revelar una evolución mucho más coherente que la de muchos de sus contemporàneos. Gorkin fue, al fin y al cabo, una personalidad individualista y romántica hasta el exceso, que pagó con el exilio, la carcel y las dificultades económicas su lucha permanente por unas ideas que, pese a sus cambios, siempre buscaron un equilibrio entre la justicia social y la defensa de las libertades individuales (1).

Un revolucionario profesional

Julián Gómez García nació en 1901 en Benifairó de les Valls (Camp de Morvedre, Valencia). Hijo de una familia aragonesa de clase trabajadora recientemente instalada en el pueblo, se crió en un entorno familiar exaltadamente republicano. Su formación cultural combinó, como era habitual en los entornos republicanos de la época, la enseñanza escolar con la lectura de prensa política y, en el caso de Gorkin, la lectura compulsiva de los clásicos franceses del siglo XIX y, sobre todo a partir de su llegada, a los 15 años, a la ciudad de Valencia, obras teóricas de inspiración republicana y socialista.
De la intensidad de su formación da fe la precocidad de su militancia política, en la que prácticamente desde el principio empezó a ocupar cargos directivos. Empezó a militar en las Juventudes Socialistas Valencianas de las que pasó a ser su Secretario General en 1918, con tan solo 17 años, al tiempo que dirigía su órgano de prensa La Revuelta, donde se mostraba fiel aprendiz del encendido lenguaje político de Blasco Ibañez. Desde las páginas de este periódico celebró esperanzado, junto a la mayoría de las juventudes del PSOE, la revolución bolchevique, uniéndose a los partidarios de que el partido ingresara en la tercera internacional. Es en este momento cuando adopta el seudónimo que le acompañó hasta la muerte, tomando el apellido de su admirado escritor Máximo Gorki, y cambiando su última sílaba por la de otro seudónimo revolucionario, Lenin.
Al igual que ocurrió en otras partes del estado, la negativa del PSOE a integrarse en la Internacional Comunista provocó la escisión de los grupos probolcheviques dentro del partido valenciano. Gorkin encabezó la creación en 1921 de la Federación Comunista de Levante, asociada al PCE, y pasó a dirigir Acción Sindicalista, semanario financiado por la Internacional Comunista que le serviría durante unos meses como portavoz en España. El semanario cerró al año siguiente, coincidiendo con la llamada a filas de Julián Gorkin quien, de acuerdo con la oposición del PCE a la guerra de Marruecos, escapó a Francia.
Afincado en París, Gorkin se adelantó en su exilio a la oleada de opositores al régimen de Primo de Rivera, que le harían coincidir en esta ciudad con personajes tan dispares como Miguel de Unamuno o el propio Blasco Ibáñez. En este momento Gorkin se transforma en lo que en los medios comunistas se conocía como un revolucionario profesional; agente de la Internacional Comunista con una dedicación completa a la causa, con tareas de propagandista y organizador que lo llevaron por varios países europeos. Fundamentalmente dirigió distintos periódicos en castellano -El Proletario, la Luz, la Verdad y Adelante- destinados a la emigración española en Europa e introducidos clandestinamente en España. Las presiones del gobierno español sobre el francés provocarían toda una serie de suspensiones, salvadas con los consiguientes cambios de cabeceras y, finalmente, con una breve estancia en Bélgica, donde se publicó el último de estos periódicos.
La alineación de Gorkin con las tesis disidentes dentro de la Internacional Comunista le valieron su expulsión en 1929. Obligado a cambiar de trabajo, se volcó en la creación literaria, combinándola con trabajos de traductor. Ya había escrito algunas obras de teatro social, consiguiendo que la primera de ellas, Una familia, se representara en París en 1928. En esta época combinó la redacción de obras de teatro social -se convertiría en uno de los referentes de este género en España- con la venta de ensayos y cuentos a algunos diarios alemanes y su trabajo como redactor en la revista francesa Monde. Asimismo escribió su primera novela, Días de bohemia, inspirada en sus vivencias en París, que se publicaría en España en 1930.
De retorno a España tras la caída de Primo de Rivera, prosiguió su actividad en Madrid entre 1931 y 1933, traduciendo y publicando volúmenes de relatos cortos españoles en Gran Bretaña y Estados Unidos, y estadounidenses en España, además de publicar dos libros propios, uno con dos obras de teatro social, La corriente y Una familia, y su primer libro de ensayo político Capitalismo y Comunismo.
Lejos de abandonar la política, según parece, su llegada a Madrid tuvo la intención de participar en la organización del trostkismo en España, aunque, según parece, su relación con Trostki se enfrió poco después de llegar a Madrid. Entró a formar parte de la Agrupación Comunista Madrileña, un colectivo comunista crítico con la línea oficial del PCE, partido al que finalmente retornaría la mayoría de su militancia, mientras el resto, con Gorkin incluído, fundaría en octubre de 1932 la sección madrileña de la Federación Comunista Ibérica. Esta estaba vinculada al Bloc Obrer i Camperol de Joaquín Maurín, el principal partido comunista independiente del PCE. Las vinculación de Gorkin con el BOC aumentó en poco tiempo, lo que facilitó que sus obras fueran representadas en Barcelona y pueblos catalanes por el grupo de teatro amateur de este partido. Afiliado en 1933 al BOC, se trasladó a Valencia y, en lo que suponía un breve retorno a la política activa, empezó a colaborar como redactor en su órgano La Batalla y asimismo participó en distintos mítines del partido, especialmente en Valencia y Castellón, donde se dio un fuerte aumento de la militancia del BOC.
Su paso por Valencia fue temporal, ya que tras la represión de la revuelta obrera de octubre de 1934 Gorkin optó por escapar de nuevo a Francia, donde permaneció hasta mediados de 1935. Sus contactos con el movimiento obrero internacional y la emigración española le situaron en una situación de liderazgo entre los exiliados. Poco después de llegar a Francia organizó un Comité de Refugiados Políticos formado por el BOC, PCE, PSOE y UGT en el que ocupó la secretaría general. Colaboró en la edición del periódico Adelante con otros bloquistas y redactó La insurrección de Asturias a partir de las notas del líder poumista asturiano Manuel Grossi, quien constó como autor del libro, que fue publicado en España en 1935.
De vuelta a Valencia, participó como orador en el gran mitin organizado para el 18 de agosto de 1935 por la Alianza Obrera valenciana -una de las pocas que no fueron ilegalizadas en 1934-, con el que el BOC intentó relanzar la formación de alianzas conjuntas socialistas, comunistas y cenetistas. Un proyecto que solo sería asumido parcialmente por los partidos obreros el año siguiente, al organizarse el Frente Popular, donde se incluían también los rpeublicanos. En esta fase, Gorkin incluso defendió la posibilidad de que el BOC entrara a formar parte del PSOE como forma de aumentar la influencia ideológica del partido.
La debilidad numérica del nuevo partido de Gorkin, el POUM -Partit Obrer d’Unificació Marxista, resultado de la fusión del BOC con la Izquierda Comunista de España de Andreu Nin a finales de 1935-, se hizo evidente en el momento de la creación del Frente Popular. Si bien contaba con bastante influencia en los círculos obreros catalanes, hubo de aceptar que tan solo uno de sus miembros, Joaquín Maurín, entrara con ventaja en las listas electorales del Frente Popular. Tanto Gorkin como Nin fueron arrinconados por el resto de partidos en listas de provincias en las que el POUM no tenía ninguna implantación -Cadiz y Teruel- y optaron por renunciar a sus candidaturas.
Pese a la entrada de Maurín en el nuevo parlamento constituido tras el triunfo del Frente Popular, las esperanzas de que el POUM se consolidara como un referente de la izquierda obrera a nivel nacional se vieron truncadas por la guerra civil. El inicio del conflicto, además, obligó a reorganizar completamente la cúpula del partido. Maurín quedó atrapado en el bando nacional, Nin ocupó la secretaría política y Gorkin hubo de abandonar Valencia para desplazarse a Barcelona, donde se hizo cargo de la dirección de La Batalla. Asimismo ocupó la secretaría internacional del partido, encargándose de difundir en el extranjero las posiciones del POUM por medio de mítines y revistas como La Revolution Espagnole.
Si bien la reacción obrera en Cataluña al alzamiento del julio del 36 había incrementado notablemente la influencia del POUM, que contaba con columnas de milicianos y participación en el gobierno de la Generalitat, el PCE no dudaría en utilizar su creciente poder para actuar contra este partido. La misma persecución que los restantes partidos de la Internacional Comunista venían ejerciendo sobre los comunistas disidentes en todo el mundo se trasladó a España en 1936 aprovechando el marco de la guerra civil. El PCE, reforzado gracias al apoyo soviético al gobierno republicano, maniobró hasta provocar en mayo de 1937 una serie de incidentes armados en Barcelona que culminaron con la toma de la ciudad por las tropas gubernamentales -desde julio de 1936 los obreros controlaban la ciudad en la práctica- y la disolución del POUM, partido acusado de haber promovido los incidentes.
Julián Gorkin fue arrestado, juzgado y condenado como miembro dirigente del POUM, por lo que se le mantuvo en prisión hasta la caída de Cataluña, momento que aprovechó para escapar y atravesar la frontera francesa.

El exilio definitivo

Gorkin llega al exilio como líder circunstancial de un partido disuelto, que había perdido a sus líderes principales -Maurín se encontraba encarcelado en España y Nin había sido asesinado en mayo del 37-, escapando por poco a un probable asesinato. La experiencia de estos años de guerra, en la que la mayor parte de sus camaradas más próximos fueron asesinados o encarcelados, y en especial la persecución encarnizada de los agentes comunistas, dejaron una profunda huella en Gorkin. A partir de este momento el Gorkin revolucionario forma parte de un pasado del que se irá alejando a medida que modera cada vez más sus posiciones. Si en los años treinta había sido partidario de atraer al socialismo hacia la revolución, a partir de ahora se aproximará cada vez más a la socialdemocracia al encontrar en ella un refugio seguro frente a la expansión del estalinismo. Precisamente, su nueva lucha no se centra tanto en la consecución de un nuevo modelo social como en la necesidad de frenar la difusión del estalinismo, objetivo que se convertirá en una obsesión que le perseguirá hasta su muerte.
En la capital francesa ocupó la Secretaria General del POUM, así como la del Centro Marxista Internacional, formado por una quincena de partidos obreros independientes. Como secretario de este centro se trasladó a México a inicios de 1940 tras una breve estancia en Nueva York.
En México DF volvió al periodismo y especialmente al ensayo político. Dirigió la revista POUM, creada como órgano del partido en el exilio mejicano. Fundó asimismo las revistas Análisis -Revista de Hechos e Ideas- y Mundo – Socialismo y libertad-, al tiempo que colaboraba en revistas y diarios de la prensa local, pese a las dificultades que le provocaron las presiones en su contra del Partido Comunista Mexicano. Junto a Bertomeu Costa-Amic, también miembro del POUM, fundó distintas editoriales.
En esta época destacan sus obras de análisis político, género en el que se centraría especialmente a partir de este momento, siempre con la intención de denunciar el estalinismo, con el que simpatizaban en estos años grandes sectores de la izquierda internacional. En 1941 publicó Caníbales políticos (Hitler y Stalin en España), donde analiza por primera vez la guerra y revolución españolas y en 1946 Europa ante el socialismo o ante la muerte. Publicó dos libros de pequeño formato en colaboración con Víctor Serge y Marceau Pivert, ambos líderes del comunismo independiente exiliados en México. Junto a Paul Chevalier publicaron en 1944 Los problemas del socialismo en nuestro tiempo. En La GPU prepara un nuevo crimen -con Gustav Regler-, de 1942 denuncian el clima de terror al que estaban sometidos. Una denuncia en absoluto retórica. En 1943, una conferencia organizada para denunciar el asesinato por Stalin de dos líderes socialistas polacos de orígen judío fue asaltada por un numeroso grupo de comunistas armados. De esta escaramuza le quedó de por vida una gran cicatriz en la frente.
Un salto cualitativo en su carrera como escritor se produjo a partir de su interés por las circunstancias del asesinato de Trotski. A pesar de que no se había relacionado con el líder político, también residente en México D.F., aprovechó sus contactos con los círculos de exiliados catalanes para descubrir la verdadera identidad del asesino, Ramón Mercader. Así, una vez corroborada su identidad con datos procedentes de España, pudo publicar sus conclusiones junto con el investigador principal del caso, el Coronel Leandro Sánchez Salazar. Así asesinaron a Trotski contó con ediciones en francés -la primera, en 1948-, inglés, italiano, sueco, alemán y holandés previas a su primera edición en castellano en 1950.
En 1948, esperanzado por la posibilidad de que los aliados provocaran la caída de Franco, volvió a París donde fundó junto a Enric Adroher, Gironella -otro antiguo poumista-, el Movimiento Socialista por los Estados Unidos de Europa. Este es un momento clave en el cambio de orientación de Gorkin. En México deja una relativa estabilidad económica, a su mujer y su hijo, a cambio de venir a Francia a esperar acontecimientos. En una Francia en reconstrucción debe subsistir como exiliado y desde círculos comunistas se empiezan a difundir noticias sobre la sospechosa procedencia de los fondos económicos que financian los proyectos de Gorkin. En 1947 ha empezado la guerra fría y el gobierno estadounidense empieza a destinar cuantiosos fondos a la propaganda anticomunista en todo el mundo. Cabe así la posible paradoja de que, a pesar de sus naturales desmentidos, el ex-revolucionario Gorkin aceptara a la propia CIA como fuente circunstancial de fondos económicos, enmascarados, eso sí, en donaciones de fundaciones americanas. El propio Gorkin se defendió repetidamente de estas acusaciones a lo largo de los años. En 1959 se justificaba ante Indalecio Prieto en una carta privada:
“En la revista que dirijo no se ha defendido nunca la política norteamericana. La dirección y los coolaboradores gozamos en ella de absoluta libertad. En mis giras de conferencias, bastante frecuentes, nadie me ha indicado previamente las conferencias que debía hacer ni me las ha criticado después. El pacto Washington-Madrid lo vengo criticando, desde 1953, en todas partes y en todos los tonos. (..) Después de una de mis conferencias en Buenos Aires en que me metí a fondo contra la ayuda suministrada a Franco, parece que Jímenez de Asúa, por no dar su brazo a torcer -y por no torcer el de usted-, hizo este comentario:»¡Qué habilidad! viajar con dinero de los Estados Unidos para atacar a los Estados Unidos» ¿que se puede hacer frente a eso? encogerse de hombros”
Precisamente en la actualidad es este hecho el que hace que esta posibilidad resulte admirable. Si Gorkin hubiese recibido fondos de la CIA habría sido para defender proyectos -en especial, Cuadernos- que combinaban el anticomunismo y la oposición al franquismo. Esta revista, según Víctor Alba, posibilitó publicar -y sobrevivir- a un grupo bastante importante de escritores republicanos exiliados, en una época en que la prensa de izquierdas latinoamericana estaba controlada por los comunistas. Una actividad complementaria a la de Joaquín Maurín quien, una vez excarcelado, pasó a residir en Nueva York donde fundó una agencia de prensa, ALA, especializada en facilitar artículos de fondo a los periódicos latinoamericanos.
Cierta o no, cabe tener en cuenta que la obsesiva actividad de denuncia anticomunista de Gorkin en la próxima década alimentó las sospechas de muchos exiliados. En París tuvo noticia de la fuga de la URSS de El Campesino. El antiguo líder popular comunista, militar ensalzado por la propaganda durante la guerra civil, había chocado con los dirigentes del PCE en el exilio hasta el extremo de acabar confinado en Siberia. De allí escapó a pie, apareciendo increíblemente en Teherán. Gorkin entendió esta situación como una gran oportunidad y gestionó su asilo en Francia, donde quedó bajo su cuidado. La idea era explotar la historia de El Campesino como ejemplo vivo del estalinismo, así que preparó para 1951 un libro y una gira por Sudamérica en los cuales El Campesino explicaría sus experiencias en la Unión Soviética. El libro contó con trece traducciones a distintas lenguas. La gira, reducida finalmente a una estancia en Cuba en 1951, serviría como primera experiencia para las que realizaría en los años siguientes.
En 1953 fue uno de los fundadores del Congreso Por la Libertad de la Cultura, una organización basada en la defensa de la libertad de expresión en la que se reunían escritores, intelectuales y personalidades académicas. Gorkin pasó a ocupar la dirección de la revista de la organización, Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura, fundada ese mismo año. La dirección de esta revista sería el empleo más estable que jamás llegaría a tener. Junto a Gorkin se incorporó Ignacio Iglesias, antiguo poumista asturiano, como jefe de redacción. Cuadernos, pese a estar radicada en París, se dirigía principalmente al público sudamericano, contando con colaboradores del exilio y la oposición interior española y autores de distintos países de América Latina. En Cuadernos escribieron, entre otros, Salvador de Madariaga, Aranguren, Ferrater Mora, Américo Castro, Víctor Alba, Camilo José Cela y Dionisio Ridruejo.
Como parte de la difusión de la revista, Gorkin participó, entre 1954 y 1960, en distintas giras anuales de conferencias por América Latina. En una de estas giras, en 1958, mantuvo una fuerte polémica en la prensa chilena con Pablo Neruda, de quien admiraba su poesía pero denunciaba su colaboración, como embajador chileno en México, en el primer atentado contra Trotski. Según parece, Neruda hizo todo lo posible para boicotear las actividades de Gorkin en Chile.
Junto a la redacción de artículos para revistas, en esta etapa publicó varios libros de ensayo político. El primero, en 1954 sobre la guerra fría Destin du siècle XX. De Lenine a Malenkov. Coexistence ou Guerre Permanent?, al cual seguirian en 1956 Marx y la Rusia de ayer y de hoy y en 1961 España, primer ensayo de democracia popular. En este último analizaba la actuación soviética en la guerra civil española, en la cual veía un precedente de las democracias populares instauradas en el este de Europa a finales de los años cuarenta.
A pesar de que vivía en París con su nueva compañera, con la que tuvo un segundo hijo, y de centrar su trabajo en temas latinoamericanos, mantenía, como todos los exiliados, la atención puesta sobre la situación española. En 1956 publicó su novela La muerte en las manos imaginando la vida en una España marcada por la guerra. El prólogo lo redactó el novelista John Dos Passos, con quien mantenía una buena amistad. En 1961 publicó dos obras de teatro agrupadas en el volumen Teatro histórico-político, de nuevo con el referente de la España de posguerra como fondo.
Esta atención por la situación española le llevó, a comienzos de la década de los sesenta, a plantearse una intervención más directa en la política del país. La oportunidad surgió, según el propio Gorkin, en una cena en la que se reunió con Gil Robles y Gironella, y de la que surgió la idea de lo que acabó siendo la conferencia española de Munich de 1962. En la preparación de la conferencia Gorkin jugó un papel importante aunque siempre en la sombra. La imagen externa de la organización siempre fueron Gil Robles y Salvador de Madariaga, aunque los contactos y buena parte de las negociaciones con los grupos los realizó el propio Gorkin quien disponía de toda la infraestructura y los vínculos personales de Cuadernos. Por otra parte, la idea de reunir a todas las tendencias democráticas -de los monárquicos liberales a los socialistas- del interior y la aplastante mayoría de los sectores del exilio no dejaba de ser más que la materialización de aquello que se venía realizando en Cuadernos desde hacía casi una década. En todo caso, al tratarse de una personalidad un tanto problemática -la idea de que era un agente de la CIA se encontraba muy extendida entre el exílio- Gorkin se mantuvo siempre en un segundo plano, donde le han mantenido todos los textos que he podido consultar hasta ahora sobre la conferencia.
La exagerada reacción de Franco ante el contubernio de Munich y la amplia condena internacional que esta produjo hicieron creer a Gorkin que el final del franquismo estaba llegando ya, que la situación estaba madura. Este fallo de apreciación le hizo cometer el grave error de lanzarse a un nuevo proyecto centrado en España. En 1963 abandonó su puesto en Cuadernos, aconsejando en su lugar a un joven latinoamericano. Él se dedicaría exclusivamente a trabajar sobre España, aprovechando los contactos con la oposición en el interior. Fundó el Centro de Documentación y Estudios, presidido por Madariaga, desde donde publicaba un Boletín. Este sirvió en enero de 1965 de origen a Mañana. Tribuna Democrática Española, pensada para propugnar el acercamiento entre la oposición democrática del exilio y el interior. Contaba con Dionisio Ridruejo como responsable en el interior, de donde calculaba que provendrían el 75% de las colaboraciones. Desgraciadamente el proyecto se organizó con una escasa base económica, por lo que la implacable persecución policial a la distribución interior obligó a liquidar la revista en 1966.
El fracaso de Mañana significó la jubilación efectiva de Julián Gorkin, a pesar de que mantuvo algunas colaboraciones en la prensa sudamericana. La operación había resultado ruinosa en todos los aspectos, no solo desapareció Mañana, además Cuadernos, en nuevas manos, sufrió un cambio de orientación que le hizo perder la mayoría de sus lectores en poco tiempo, cerrando poco después. Finalmente, Gorkin perdió por pocos meses su derecho a recibir una pensión contributiva del gobierno francés.
A partir de este momento empezó a dedicarse en exclusiva a la redacción y publicación de ensayos. En 1964 había intentado publicar en España Mi fosa común al alba basada en sus experiencias en prisión.
En 1960 había fracasado un intento de llevar al cine la vida de El Campesino, al que se sumó el intento de llevar al cine en 1966 el asesinato de Trotski, abortado por el suicidio de Raoul Levy, el director de la pelicula. Finalmente la película sobre Trotski se realizó sin la ayuda de Gorkin, aunque esto permitió que en 1970 este publicara una edición completamente revisada del libro de 1948. L’assasinat de Trotski, fue de nuevo traducido a distintos idiomas, conociendo una edición de bolsillo en Francia y recibiendo el premio Voltaire este mismo año. En estos años ostentó asimismo la presidencia del Pen Club de los escritores en el exilio y empezó a militar en el PSOE.
En los primeros años de la década de los 70 empezó asimismo la redacción de sus memorias. Dos libros autobiográficos se publicaron aprovechando la oleada de interés por la historia de la República y la guerra civil que sobrevino a la muerte del dictador. En estos años un Gorkin muy envejecido y con una ceguera avanzada aparecería en varios programas de debate en TVE para explicar sus experiencias en la guerra, obsesionado por mostrar a los españoles la realidad del comunismo.
La primera parte de sus memorias, El revolucionario profesional. Testimonio de un hombre de acción, recoge sus primeros años hasta la proclamación de la República. No pasó la censura, por lo que solo se publicó tras la muerte del dictador, en 1975. Su otro libro autobiográfico El proceso de Moscú en Barcelona. El sacrificio de Andrés Nin, publicado en 1974, explicaba la represión sufrida por el POUM durante la guerra y constituiría su último gran éxito editorial. Fue traducido al francés y al alemán. La edición alemana contó con un prólogo de Willy Brandt, con quien compartía amistad desde la guerra civil.
Una avanzada ceguera le fue restando capacidad de trabajo, por lo que fue abandonando progresivamente la escritura a partir de finales de los 70. Como proyecto inacabado quedó la segunda parte de las memorias, apenas comenzada. Sin publicar quedan una colección de cuentos y varias obras teatrales, además del guión literario de una película. Falleció en París en agosto de 1987.

Nota bibliográfica y documental
Para la elaboración de esta nota biográfica se han consultado, por una parte, los libros autobiográficos de Julián Gorkin que aparecen enumerados en el texto. Estos permiten seguir su trayectoria general hasta la guerra civil aunque, como suele ocurrir con las autobiografías, es importante el contraste con los estudios documentados para rellenar lagunas y concretar fechas. En este caso se ha consultado esencialmente el libro de Andrew Durgan B.O.C. El Bloque Obrero y Campesino (Laertes, Barcelona, 1996).
El Gorkin de posguerra, mucho menos documentado, ha demandado un estudio más pormenorizado. Además de varias entrevistas con su viuda, Rita Regnier, se consultaron los documentos que esta conserva y los que Gorkin cedió a la Fundación Pablo Iglesias de Madrid. Asimismo se ha contado con las memorias de Víctor Alba, Sísifo y su tiempo. Memorias de un cabreado (Laertes, Barcelona, 1996) que han servido para reflejar mejor el entorno del exilio español.

Notas
(1) El presente texto se basa en materiales recogidos para una exposición que se realizó en 1997 en Benifairó de les Valls con motivo del decimo aniversario de la muerte de Gorkin. Quiero dedicar estas líneas a Rita Regnier en recuerdo y agradecimiento al apoyo que dio a este proyecto.

BREVE APÉNDICE DE CITAS DE JULIÁN GORKIN

«La muy tardía muerte del general Franco ha hecho imposible la fusión creadora de las generaciones españolas. Admítase o no, es un hecho que el exilio ha quedado reducido a un saldo dramático de la historia, y otro hecho que tanto el presente como el porvenir de España está en manos de ese 80% de la población que no intervino en la guerra civil».
Carta a Sigfrido Blasco-Ibañez, agost de 1977.
«La iniciativa de convocar la conferencia española de Munich partió de una cena que nos reunió en París a Gil Robles, a Gironella y a quien esto escribe. Se apresuraron a hacerla suya el Consejo Federal, la Asociación Española de Cooperación Europea y los diversos núcleos europeístas del interior y del exilio.(…)La concurrencia de delegados españoles superó todas nuestras esperanzas: ochenta procedentes del interior, en representación de todas las tendencias democráticas -de los monárquicos liberales a los socialistas-, y treinta y ocho del exilio, representando a la aplastante mayoría de las oposiciones históricas.
(…)El primer día, y a propuesta de algunos delegados procedentes del interior se constituyeron dos asambleas, respectivamente presididas por Gil Robles y por Madariaga. Pero obedeciendo a un movimiento espontáneo poco menos que unánime, no tardaron en juntarse las dos asambleas en una sola, presidida por Salvador de Madariaga. El anhelado dialogo -el primer dialogo hispano-europeísta abierto y sincero- y la conjunción de las voluntades y de los esfuerzos pudieron más que las reservas y los prejuicios tradicionales. (…) Los cinco puntos unánimemente adoptados por la conferencia española interpretaban la aspiración profunda de superar las consecuencias de la guerra civil, la voluntad de promover la reconciliación de España consigo misma y el espíritu federalista europeo llevado a las regiones y los pueblos peninsulares(…) Puedo asegurar que la sensación del congreso de Munich la constituyó, en su sesión de clausura, la resolución española, aclamada por un millar de delegados puestos de pie.»
Julián Gorkin en «Mi encuentro hispano-europeísta con Dionisio Ridruejo».
Neruda vist per Gorkin: «Pablo Neruda es un poeta, un gran poeta incluso; desgraciadamente se hizo un poeta cortesano y cambiante según la evolución política. Todo lo demás es cierto. Ahora oculta que recibió el premio Stalin en 1953, precisamente cuando me encontraba yo en Santiago de Chile. Se queja de que yo «lo persigo», pero oculta una cosa que me concierne y que pudo costarme caro. El mismo día en que debía yo dar una conferencia en el Salón de Honor de la Universidad de Santiago sobre Unamuno, Blasco Ibáñez y García Lorca, publicó un artículo en «El Siglo» incitando a los estudiantes a que asaltaran la tribuna y me echaran violentamente de ella. Por la radio le reté yo a una controversia pública y no aceptó.
Fue él, en efecto, quien ocultó parte de las armas que sirvieron al primer atentado contra la casa de Trotsky. Y él quien, como cónsul de Chile en México, le dio un pasaporte falso al pintor Alfaro Siqueiros para que pudiera huir.(…) Pero todo se olvida en este mundo. Cuatro veces le negaron el Premio Nobel por todo eso y otras cosas no menos graves y por fin se lo han concedido porque… uno de sus amigos y partidarios ha entrado a formar parte del comité Nobel.»
En una carta a Ricardo Subirana. Setembre 1972.
«Al saberse en abril de 1943 que Stalin había fusilado a Alter y Ehrlig, los dos jefes del socialismo judío polaco refugiados en la URSS huyendo del Hitlerismo, organizamos un acto de protesta en el Centro Cultural Ibero-Mexicano. Constituido este por un buen número de refugiados españoles, figuraba yo como presidente de la comisión de cultura. No había dado todavía comienzo al acto, cuando un par de centenares de comunistas llegados en camiones y armados asaltaron violentamente el local. Hice ocultar a Víctor Serge, sin duda el más amenazado, y nos defendimos. Tuvieron ellos una docena de heridos leves, entre nosotros hubo dos heridos de cierta gravedad: Mi compañero Enrique Gironella y yo».
«Victor Serge en México». Artícle. Març de 1957.
«En la revista que dirijo no se ha defendido nunca la política norteamericana. La dirección y los colaboradores gozamos en ella de absoluta libertad. En mis giras de conferencias, bastante frecuentes, nadie me ha indicado previamente las conferencias que debía hacer ni me las ha criticado después. El pacto Washington-Madrid lo vengo criticando, desde 1953, en todas partes y en todos los tonos. Usted debe saber que en la conferencia intercontinental celebrada en México en septiembre de 1956, todos los delegados pudieron hacer las censuras que creyeron convenientes de la política del departamento de estado. ¿Se ha conocido alguna vez un gobierno que de fondos para que se le ataque y se le censure?, si ese gobierno existe, es que lleva la libertad democrática hasta el masoquismo. Después de una de mis conferencias en Buenos Aires en que me metí a fondo contra la ayuda suministrada a Franco, parece que Jiménez de Asúa, por no dar su brazo a torcer -y por no torcer el de usted-, hizo este comentario:»¡Qué habilidad! viajar con dinero de los Estados Unidos para atacar a los Estados Unidos» ¿que se puede hacer frente a eso? encogerse de hombros.(…) En lo que me concierne le diré que empecé ganando 30.000 francos mensuales en el Congreso y aún hoy ganaría tanto o más haciendo cuatro artículos cada mes que lo que cobro por mi doble cargo. Si puede usted aportarme la prueba de lo que dice se lo agradeceré para una de estas dos cosas: dimitir mis cargos o pedir una retribución correspondiente a los funcionarios norteamericanos».
Gorkin en carta a Indalecio Prieto. Gener 1959.

Sobre el autor: Ferri Ramírez, Marc

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