Una despedida de Sísifo (Víctor Alba)

Este texto recoge algunas reflexiones del autor, en la parte final de su libro de memorias Sísifo y su tiempo. El título es de la Fundación Andreu Nin.

La vida es absurda, de acuerdo. Pero cada uno puede tratar de darle sentido a su manera. Esto ya lo dijo, y mucho mejor, Camus. Para mi, el sentido se lo ha dado la lucha social y política, no desde arriba, sino desde dentro. y cuando el exilio me privó de ella, la sustituí por un alud de libros, de amigos, de estudiantes. Que esto era una autoestafa, lo sé y lo he sabido desde joven. Pero ha sido una autoestafa apasionante, divertida, que me ha satisfecho, y que todavía me da la sensación -falsa, claro está, pero que de todos modos experimento- de haber pasado la vida no como una simple «unidad biológica», sino como una persona, sea lo que sea eso de ser persona. En la mala novela que escribí en la Modelo decía que la vida es como un bastón que vas moviendo para que los golpes lo marquen; todo consiste en moverlo de tal modo que las marcas formen un dibujo que tú encuentres armonioso, un dibujo que para quien mueve el bastón tenga sentido. Creo que, en parte gracias a mi y en parte gracias a otros y mucho gracias al azar, he conseguido que las marcas de mi bastón sean las que hubiese querido que fueran de haber podido imaginarlas de antemano. Y esto no es poco…

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Andreu Nin, consejero de la Generalitat de Cataluña (Víctor Alba, 1975)

Reproducción del capítulo titulado «El Consejero» de la biografía de Andreu Nin contenida en el libro Dos revolucionarios: Joaquín Maurín, Andreu Nin (Madrid, Seminarios y Ediciones S.A., 1975). Con permiso del autor para la edición digital de la Fundación Andreu Nin.

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Maurín exiliado (Víctor Alba, 1975)

Este texto reproduce un capítulo de la obra de Víctor Alba Dos revolucionarios: Andreu Nin y Joaquín Maurín, (Seminarios y Ediciones S.A., 1975). La actual publicación cuenta con la autorización del autor.

Maurín tenía veinticinco años cuando fue a Rusia por primera vez. Fundó el Bloque Obrero y Campesino a los treinta y cinco, el POUM a los treinta y nueve. Cuando entró en la cárcel, en Jaca, contaba cuarenta años. Cuando salió de ella, cincuenta. Y, cuando partió de España, llegaba a los cincuenta y uno. Murió a los setenta y siete años.

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El sindicalismo a la luz de la revolución rusa (Joaquín Maurín, 1922)

El sindicalismo a la luz de la revolución rusa (Los problemas que plantea la revolución social) es una recopilación de artículos escritos por Joaquín Maurín y publicados en el periódico Lucha Social de Lérida, durante el primer semestre de 1922. Se trata de un documento muy importante para conocer la formación del pensamiento político de Maurín. Se reproduce a continuación la presentación del texto que realiza la web El Salariado donde se ha publicado originalmente esta versión Continuar leyendo «El sindicalismo a la luz de la revolución rusa (Joaquín Maurín, 1922)»

El banquete de la vida, de Anselmo Lorenzo (Manel Aisa)

Editorial Sintra  Barcelona 2006, Colección Redescubrir, 21×15 cm, 104 pág.

La Editorial Sintra en su colección Redescubrir ha publicado un texto de Anselmo Lorenzo editado ahora hace poco más o menos cien años, por la editorial de las Publicaciones de la Escuela Moderna que sin ser un libro de texto de la Escuela Moderna sí formó parte de su colección. Así tanto, en el número 8 y 9 del Boletín de la Escuela Moderna de 30 de abril y 31 de mayo de 1905 respectivamente, se reproducen dos apartados del libro para que los niños de la Escuela conozcan y evalúen sobre el “Preámbulo”  que abre el libro y el capítulo dedicado a “El derecho a vivir”.

El Banquete de la Vida fue publicado como hemos dicho antes por la Escuela Moderna en 1905, donde un Anselmo Lorenzo ya maduro lanza un primer golpe de atención a las ideas maltusianas, poco antes de que desde el movimiento libertario avancen las ideas neomalthusianas. .

Lorenzo reflexiona sobre la vida en la Tierra, los espacios naturales, los sentidos, y las actitudes y compromiso ante la vida de las personas y los elementos naturales que les rodean, el trabajo y el Patrimonio Universal Acumulado.

A partir de ahí toma postura por las ideas kropotkinianas del apoyo mutuo y cuestiona elementos de los darwinianos que no de Darwin.

Así Lorenzo denuncia los privilegios de la burguesía que Malthus justifico en su día argumentando el derecho de éstos en detrimento de las clases populares y nos recuerda que la naturaleza tiene resuelta su existencia desde la noche de los tiempos pero no así el hombre que constantemente  legisla, a favor de los privilegios de casta de unos sobre otros.

También en el libro encontramos una reflexión sobre la demografía y el constante crecimiento de la población mundial, donde hoy, podemos entender que no tanto se trata del crecimiento natural de la especie “humana” si no también hay que tener en cuenta, otros factores como la longevidad de la vida de las  personas y lo que ello entraña, en una sociedad que a cada paso va creciendo en número y donde sin duda, la actividad humana modifica el medio ambiente. Donde la alteración se produce por el crecimiento de las ciudades, las comunicaciones y el sector agrícola hechos que avanzan destruyendo los bosques, selvas y erosionando el terreno que lleva forzosamente a la desertización.

Por ello es necesaria una reflexión desde el conocimiento de los avances de la ciencia pero sobretodo a partir del interés de toda la sociedad y no a partir de los privilegios de clase de la burguesía y el capital.

Debido a que hoy en día pocos ya recuerdan la figura de Anselmo Lorenzo también en el libro encontraremos un esbozo biográfico del abuelo del anarquismo español que nos ayudará a comprender su evolución en el campo de las ideas libertarias, y el por qué del arraigo del anarquismo en España.

Para finalizar con unos estupendos dibujos en cada  apartado del libro que se deben a la pluma de Fermín Sagristà. Colaborador incansable entre otros de las publicaciones de la Escuela Moderna y del periódico Tierra y Libertad que a la muerte de Ferrer por encargo de Tomás Herreros hizo una espléndida alegoría sobre el asesinato de Ferrer en Montjuic por la que fue detenido y paso 16 meses en los calabozos del castillo maldito.

Objetivo: liquidar al POUM (Jordi Arquer)

No viví personalmente el comienzo de “els fets de maig”. En aquellos momentos, como miembro del comité ejecutivo del POUM, yo era delegado del partido en Valencia para atender a las relaciones con el gobierno de la República. En Valencia estaba entonces la dirección de todos los partidos. El POUM tenía allí una buena sección y publicábamos un periódico: “El Comunista”.
Allí me enteré de que había habido un levantamiento en Barcelona. No sabía de qué iba. El 4 de mayo se publicaron unas vagas referencias en la prensa. Esa misma mañana fui a ver a Peiró, que estaba con Juan Manen, y le pregunté qué sucedía. Peiró respondió que no sabía nada. “Vamos al Consejo de Ministros -me dijo-. Ven más tarde”.
Decidí ir a Barcelona. En Vinaroz nos topamos con la columna que partía de Valencia para poner orden en Cataluña. No sé si fue el gobierno Largo Caballero o la Generalitat quien la mandó a Barcelona. En Vinaroz escuché un trozo del discurso, difundido por radio, del Comisario de Propaganda de la Generalitat, Miravitlles, justificando que el gobierno de la República se hiciera cargo del orden público para restablecer la situación y dominar a los incontrolados.
Como no nos interesaba ir detrás de la columna, decidimos rebasarla por carreteras interiores. Un kilómetro antes de llegar a Valderrobles, al ver que se acercaba un coche, salieron a nuestro encuentro una docena de hombres armados. Pidieron que nos identificáramos. Allí nadie conocía al POUM. Un viejo grito: “Pim, pam, pum. Primero los fusilamos, después ya veremos”. “Tened cuidado -les dijimos-. Id a Caspe a ver al presidente del Consejo de Aragón, Joaquín Ascaso, y él sabrá deciros quiénes somos”. Les convencimos, tras darles nuestra palabra de honor de que no nos escaparíamos. Nos trataron muy bien. Nos llevaron al hotel donde los dueños, gente de derechas, creyeron que éramos de los suyos al tenernos los anarquistas detenidos. Aquella noche pude asistir a la colectivización de las tierras del pueblo que se celebró en un cine. De madrugada llegó el hombre de Caspe. “Ascaso dice que sois como de los nuestros”. Nos lo devolvieron todo excepto las municiones de las que dijeron andaban escasos. Pensé que sería mejor ir a Caspe para conseguir un pase y así viajar tranquilamente por Aragón. Tuve allí la satisfacción de que me recibiera un jefe de gobierno, Ascaso, en alpargatas. Nos atendió bien y nos proporcionó un vale para comer. Almorzamos perdices.

Entre la euforia y la represión

Cuando llegamos a Barcelona el comité ejecutivo del POUM estaba permanentemente reunido por temor a la represión y defendido por el comité local. Antes de los sucesos el comité se reunía en el antiguo Banco de Catalunya, en las Ramblas, que era la sede del POUM, pero ahora los encontré en el Palacio de la Virreina que había sido incautado. El partido estaba eufórico. Creían que las jornadas de mayo eran lo equivalente a las de junio de la Revolución Rusa y que pronto llegaríamos al poder, que el triunfo de la revolución estaba próximo. El mimetismo respecto de la Revolución Rusa era entonces muy grande.
Todo el comité vivía en la Virreina. Había un guardia permanente y teníamos un depósito de armas para defendernos. Sin embargo, iban pasando los días y la represión no llegaba. Se estaba produciendo la campaña canalla del PSUC contra nosotros y no nos dejaban defendernos. Ya nos aburríamos allí encerrados y un día Andreu Nin salió por la mañana y fue a su despacho de la Rambla de Cataluña. Se presentó la policía y se lo llevaron. Eran policías de Madrid y dijeron que tenían orden de detener a todo el comité ejecutivo. Nos avisaron al atardecer. Nosotros fuimos trasladados a casa de un militante como cosa segura, pero la policía nos localizó. Gorkin y otros militantes quedaron en la Virreina y también fueron detenidos. Cuando pocas horas después la mujer de Nin fue a la jefatura de policía para interesarse por su marido, la policía negó que estuviera allí. Nin había desaparecido.

La iniciativa de la Telefónica

Creo que los que desencadenaron los sucesos de mayo, el consejero de Gobernación, Artemi Aiguadé (ERC) y Rodríguez Salas, jefe superior de Policía y miembro del PSUC, actuaron al margen y en contra del Gobierno de la Generalitat, pues si hubiera habido un acuerdo de los consejeros de la Generalitat, los de la CNT habrían discutido allí mismo este problema y no habría surgido el conflicto. Pero Aiguadé debió actuar por su cuenta. Por eso Aiguadé debió actuar por su cuenta. Por eso Tarradellas ahora dice que hubiera tenido que destituirle fulminantemente. La prueba es que los anarquistas, durante los hechos, exigieron la destitución del consejero de gobernación y del jefe de policía y lo lograron. En cambio, sí puede admitirse que Aiguadé actuó por su cuenta, esto no me parece posible en el caso de Rodríguez Salas, porque pertenecía a un partido muy disciplinado y las cosas allí se hacen por órdenes y no se admiten actitudes individualistas. La Esquerra Republicana no ha reivindicado nunca su parte de iniciativa en los sucesos. Rodríguez Salas fue expulsado del PSUC más tarde.
Al tomar la Telefónica de Barcelona pretendían ponerla bajo control de agentes comunistas, porque decían que el gobierno de Valencia se había quejado a la Generalitat de que sus conversaciones eran intervenidas. No creo que pretendieran nada más porque ya era una cosa muy gorda ocuparla. Si hubieran pensado que al apoderarse de la Telefónica tenían que chocar tan directamente con la CNT y que habían de tener tantas bajas no lo hubieran hecho de aquel modo. Lo hubieran preparado mejor.

Revolución, heterodoxia y comunismo soviético

Los hechos de mayo fueron una explosión espontánea de la clase obrera frente a la minimización y el debilitamiento de la revolución, de las conquistas revolucionarias. Esto se avenía con la política de la URSS que no quería el triunfo de la revolución. La política del Frente Popular no era hacer la revolución sino batir al fascismo. La URSS entró en el comité de no intervención, le interesaba un conflicto internacional muy lejos de sus fronteras.
Andreu Capdevilla, presidente del Consell d’Economía de Catalunya, me dijo en una ocasión, ya en el exilio, que los partidos burgueses y el PSUC querían deshacer las colectivizaciones incluso quince días antes de entrar en Barcelona los nacionales.
Ni la URSS ni su internacional comunista han podido nunca admitir la existencia en ningún lugar del mundo de partidos comunistas no oficiales, es decir, que no dependiesen o que no estuviesen adscritos a la III Internacional, ya que en los estatutos de esta, desde su fundación, figura como uno de los puntos más importantes el que a cada estado corresponderá únicamente un solo partido comunista. En el caso concreto de España, el primer partido adherido a la III Internacional, el Partido Comunista Español, surgido por una escisión de las juventudes del PSOE [se uniría con otra agrupación comunista], surgida años más tarde, a instancias de una delegación de la III Internacional que, presidida por Borodín, vino a España a tal efecto. Así se formó el Partido Comunista de España.
Pero nuestro caso, el de Cataluña, era para la dirección de la III Internacional un problema. Porque siempre, desde la creación del Partit Comunista Cátala había sido más fuerte e influyente en todos los aspectos de la vida pública (sindical, política, etcétera) que el partido oficial dependiente de Moscú. No podían admitir que hubiera un partido comunista más fuerte que el oficial y menos aún cuando en este país se había declarado una revolución.

El PCE y nuestra guerra

Tras los primeros tiempos de desorientación, al comienzo de la guerra, el PCE decide apoyar la creación de una república parlamentaria de nuevo tipo y esta será su consigna durante toda la contienda. Para ellos la guerra era un problema de antifascismo, no de revolución. Su actitud era contrarrevolucionaria, por eso iban contra las colectivizaciones y todo lo que significara un apoyo a la revolución. Eran objetivamente unos aliados de Franco porque este también iba contra la revolución social y el derecho de las nacionalidades ibéricas a su independencia.
Era alarmante para la III Internacional y el esta do soviético que en Cataluña, donde había más obreros, más tradición de luchas sindicales y políticas, hubiera un partido heterodoxo más fuerte que ellos. Por eso, tras los sucesos de mayo y pasados los primeros días de indecisión (pues con la toma de la Telefónica no habían pretendido provocar una reacción tan viva), pensaron que podía utilizarse lo sucedido para atacar al POUM y así justificar de paso la anterior campaña en su contra. El POUM, según ellos, era aparentemente revolucionario y demagógico. Ya habían conseguido que el POUM no entrara en el Consejo de Defensa de Madrid. Se habían apoderado de nuestra emisora, de nuestros locales y de nuestro semanario «El combatiente rojo» de la capital, en este afán de liquidarnos de todos los lugares decisivos, y también nos habían expulsado de la Generalitat de Cataluña con la salida del consejero de Justicia, Andreu Nin. Entonces acusaron al POUM de fascista y [a] sus miembros de agentes de Hitler y Mussolini. Pero nunca pudieron aportar pruebas porque no las tenían. La conducta de nuestros militantes fue intachable, nadie se pasó al franquismo.

Una derrota política

En realidad “els fets de maig” los ganamos militarmente y los perdimos políticamente. Y yo digo que si la CNT hubiera querido nos hubiéramos apoderado de la Generalitat, porque Cataluña era de la CNT y del POUM. Nosotros hubiéramos continuado la guerra con todo el entusiasmo revolucionario. ¿No cabría pensar en una hipótesis contraria a la expuesta por F. Montseny y decir que entonces era posible una coalición nacional del POUM, la CNT, la FAI, las Juventudes Comunistas Ibéricas, las Juventudes Libertarias y la fracción izquierdista del PSOE y la UGT, en la que en aquel momento era fuerte Largo Caballero, y haber dado una nueva orientación revolucionaria, a la guerra? Esta habría obtenido el apoyo de la clase obrera revolucionaria de todo el mundo y si los comunistas se hubiesen de puesto en contra habrían probado internacionalmente que no estaban por el triunfo de la revolución. Nosotros queríamos una guerra revolucionaria, ellos una guerra antifascista, nosotros queríamos un gobierno obrero, ellos una república burguesa.
Como la represión contra el POUM no se produjo inmediatamente a los sucesos, seguía apareciendo en Barcelona nuestro periódico “La Batalla” y el partido se dedicaba a preparar el I Congreso del POUM, que debía de celebrarse en junio y en el cual hubiéramos hecho un análisis de “els fets de maig”, que hubiera tenido enorme resonancia nacional e internacional. Incluso preparábamos para después un congreso de juventudes, de las Juventudes Comunistas Ibéricas al que iban a asistir delegados de las juventudes de todos los partidos relacionados con el Bureau de Londres y algunos de los cuales ya estaban entonces en Barcelona, como Willy Brandt. El comité ejecutivo del POUM tenía además el proyecto de mantener diversas reuniones con los delegados de los diversos partidos que formaban el Bureau de Londres para discutir las posibilidades de creación de una nueva internacional, auténticamente revolucionaria, al margen de la II y la III. Pero todos estos proyectos se frustraron. Se inició la represión contra todos los militantes del POUM, Andreu Nin fue eliminado y comenzaron las diligencias del proceso del POUM, en los que varios de sus dirigentes fuimos acusados de espías y contrarrevolucionarios y sin embargo, en la sentencia de l9 de octubre de 1938 se nos condenaba, no por espionaje, acusación que no pudo ser probada, sino precisamente por revolucionarios.

Balance personal

Y lo que son las cosas. En el orden personal de militante socialista revolucionario, “els fets de maig” de 1937 y el asesinato de Andreu Nin por los comunistas tuvieron como consecuencia que yo fui designado por los compañeros del comité central para ocupar el cargo de Andreu Nin, pero ahora en la clandestinidad y ¡qué clandestinidad! Tenía 30 años. Era la segunda vez que resultaba elegido secretario de un partido comunista heterodoxo y contra el partido comunista oficial reconocido por la III Internacional, como ocurrió a finales de 1928, cuando también en la clandestinidad, en Lérida, me tocó aceptar a los 21 años el cargo de secretario del Partit Comunista Català. Si bien aquella vez, mal informados, creíamos todavía que la URSS era una
sociedad donde imperaba la solidaridad y la fraternidad, mientras que en 1937 ya sabíamos que la contrarrevolución había triunfado en la URSS y que el estalinismo, bajo la bandera del Frente Popular, trabajaba para ofrecer a la burguesía liberal el cadáver torturado de la revolución de los pueblos hispánicos.

Edición digital de la Fundación Andreu Nin, noviembre 2003

Complanta en la mort de Antònia Adroher

Llegit en l’Homenatge Popular del dia 28 de setembre de 2007
Sé que aquesta complanta monòdica que estic començant no agradaria del tot als vells militants del POUM. Ells no eren amics de les floritures estilístiques, ni de la lírica aplicada a l’exercici de la memòria. Ells sabien que la política, fins i tot la més generosa, no és una qüestió de bons sentiments. 

No s’estaven de punyetes, els agradava anar al gra, perquè tenien moltes coses a fer i tot un món per començar-lo a construir de nou. El temps corria a la contra i l’enemic, un enemic potent, nombrós i temible, els encalçava sense treva.

Però a mi, Antònia, m’has de deixar anar per les branques, m’has de permetre que m’enfili a l’olivera del teu carrer, per poder contemplar els dies clars de la teva vida i l’eterna frescor del teu somriure insubornable.

Més enllà d’un passat d’imatges en blanc i negre, m’has de deixar imaginar-te en color, m’has de deixar que m’enfili per les paraules, Antònia. Què seria de nosaltres si no existissin les paraules?

Sense paraules, per no existir, no existirien les idees, i les idees, Antònia, ens sobreviuran a tots. Tots nosaltres som fills de les idees, d’un grapat d’idees, que se’ns escolarien entre els dits, com la sorra de la platja, si no fos pel poder d’atracció dels mots.

Probablement el primer concepte que vas aprendre i el primer que ens vas ensenyar a nosaltres fou el que es sintetitza i es condensa en la paraula “fraternitat”. La teva idea d’aquest concepte no era només una intuïció brodada en una bandera, un projecte imprès en una tesi o una consigna buida.

La paraula “fraternitat” la portaves penjada de les entranyes, perquè ja se sap que la gent d’esquerres, a falta d’ànima immortal, pengen d’allà on poden els seus sentiments. La paraula “fraternitat” és un sentiment genuí de la gent d’esquerres, que tu expressaves amb els ulls i amb el gest, amb les paraules i amb els silencis. La fraternitat, per tu i pels teus, no era un concepte imputable en la columna dels drets sinó en la de les obligacions morals.

Tu sabies el que ara molts ignoren: que la fraternitat és el que ens distingeix dels animals. Ells, pobrets, només coneixen fins allà on arriba l’amor. Tu sabies que calia anar molt més enllà de l’amor.

Més enllà de l’amor hi ha la fraternitat i més enllà de la fraternitat s’estén una terra anomenada “justícia”. Hi ha gent, encara ara, que no sap ben bé el que és la justícia ni com s’ha de distribuïr. Tu, Antònia, ho tenies clar, per tu la justícia era un sinònim de la paraula “igualtat” i s’impartia a l’escola. Tu tenies fe en una justícia que s’imparteix bàsicament a través de la pedagogia.

Vas fer de mestra, però a més vas crear escoles, vas enderrocar murs i vas obrir finestres. Estaves orgullosa de les teves finestres, per on s’escolava la llum imparable del coneixement.

Hi ha països generosos on es venera eternament els pares de la pàtria, nosaltres hauríem de fer el mateix amb els mestres de la República. Ells van ser els pares de la nostra pàtria, ells van acatar les lleis i van saber impartir justícia, l’única justícia que ens pot fer sentir lliures.

Sense paraules, per no existir, no existirien ni els records, però, per sort, les paraules existeixen i les paraules persisteixen, i tu, Antònia, tu i els teus, sereu sempre presents en la nostra història quotidiana, perquè el teu nom i el teu record seran sempre sinònims de la paraula “fraternitat” i de la paraula “justícia” i del mot que encara ara ens uneix a tots, perquè la llibertat és una idea i les idees no moren mai.

Deixeu-me, amigues i amics, per acabar aquesta complanta, alçar la veu avui aquí, sota la placa d’aquest carrer que porta el teu nom, Antònia, alçar la veu amb un crit que s’ha de fer sentir des de Sant Narcís fins a Vista Alegre, de Banyuls fins a París i d’Ultramort a Barcelona, un crit que resumeix la teva lluita i les nostres vides.

Amigues i amics, conciutadans i conciutadanes, companyes i companys, en nom de l’Antònia: visca la llibertat!

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