La Juventud Comunista Ibérica en las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona (Wilebaldo Solano, 1988)

Este texto constituye un testimonio de primera mano sobre el papel de las JCI en las Jornadas de Mayo de 1937. Fue publicado anteriormente originalmente en el libro, cuya edición se encuentra agotada, Los sucesos de mayo de 1937: una revolución en la República, Barcelona, Pandora Libros, 1988, publicado por la Fundación Andreu Nin en colaboración con la Fundación Salvador Seguí. Actualmente se encuentra disponible como un capítulo del libro El POUM en la historia.
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Las Jornadas de Mayo en Barcelona (Julián Gorkin, 1974)

Este texto reproduce el final del capítulo 2 y el capítulo 3 completo del libro El proceso de Moscú en Barcelona (El sacrificio de Andreu Nin), publicado en 1974

Víctor Serge, que se había ofrecido a ser nuestro corresponsal en Bruselas -algunos valiosos textos publicados sin firma en La Batalla se debían a su pluma-, nos hizo saber poco después: «Ha estado aquí un militante responsable del PSUC y les ha anunciado fríamente a los militantes comunistas belgas que la NKVD se dispone a suprimir, en la primera ocasión propicia, a cinco militantes del POUM. Es sin duda una bravata; no la echéis, sin embargo, en saco roto. Conozco bien a Stalin y a su NKVD, y sé que son capaces de los peores crímenes si así conviene a su política. Ved lo que hace en Rusia, y no olvidéis lo que hizo en China. Cuidado, mucho cuidado, que con vosotros se propone suprimir a la vanguardia española e internacional».

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Fragmentos de Manuel Azaña sobre el POUM y Andreu Nin en sus Memorias de guerra (1936-1939)

Antología de textos realizada por Luis Alonso. Todas las citas corresponden  a la edición de Memorias de guerra (1936-1939) de Editorial Grijalbo Mondadori. Barcelona,1996
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Objetivo: liquidar al POUM (Jordi Arquer)

No viví personalmente el comienzo de “els fets de maig”. En aquellos momentos, como miembro del comité ejecutivo del POUM, yo era delegado del partido en Valencia para atender a las relaciones con el gobierno de la República. En Valencia estaba entonces la dirección de todos los partidos. El POUM tenía allí una buena sección y publicábamos un periódico: “El Comunista”.
Allí me enteré de que había habido un levantamiento en Barcelona. No sabía de qué iba. El 4 de mayo se publicaron unas vagas referencias en la prensa. Esa misma mañana fui a ver a Peiró, que estaba con Juan Manen, y le pregunté qué sucedía. Peiró respondió que no sabía nada. “Vamos al Consejo de Ministros -me dijo-. Ven más tarde”.
Decidí ir a Barcelona. En Vinaroz nos topamos con la columna que partía de Valencia para poner orden en Cataluña. No sé si fue el gobierno Largo Caballero o la Generalitat quien la mandó a Barcelona. En Vinaroz escuché un trozo del discurso, difundido por radio, del Comisario de Propaganda de la Generalitat, Miravitlles, justificando que el gobierno de la República se hiciera cargo del orden público para restablecer la situación y dominar a los incontrolados.
Como no nos interesaba ir detrás de la columna, decidimos rebasarla por carreteras interiores. Un kilómetro antes de llegar a Valderrobles, al ver que se acercaba un coche, salieron a nuestro encuentro una docena de hombres armados. Pidieron que nos identificáramos. Allí nadie conocía al POUM. Un viejo grito: “Pim, pam, pum. Primero los fusilamos, después ya veremos”. “Tened cuidado -les dijimos-. Id a Caspe a ver al presidente del Consejo de Aragón, Joaquín Ascaso, y él sabrá deciros quiénes somos”. Les convencimos, tras darles nuestra palabra de honor de que no nos escaparíamos. Nos trataron muy bien. Nos llevaron al hotel donde los dueños, gente de derechas, creyeron que éramos de los suyos al tenernos los anarquistas detenidos. Aquella noche pude asistir a la colectivización de las tierras del pueblo que se celebró en un cine. De madrugada llegó el hombre de Caspe. “Ascaso dice que sois como de los nuestros”. Nos lo devolvieron todo excepto las municiones de las que dijeron andaban escasos. Pensé que sería mejor ir a Caspe para conseguir un pase y así viajar tranquilamente por Aragón. Tuve allí la satisfacción de que me recibiera un jefe de gobierno, Ascaso, en alpargatas. Nos atendió bien y nos proporcionó un vale para comer. Almorzamos perdices.

Entre la euforia y la represión

Cuando llegamos a Barcelona el comité ejecutivo del POUM estaba permanentemente reunido por temor a la represión y defendido por el comité local. Antes de los sucesos el comité se reunía en el antiguo Banco de Catalunya, en las Ramblas, que era la sede del POUM, pero ahora los encontré en el Palacio de la Virreina que había sido incautado. El partido estaba eufórico. Creían que las jornadas de mayo eran lo equivalente a las de junio de la Revolución Rusa y que pronto llegaríamos al poder, que el triunfo de la revolución estaba próximo. El mimetismo respecto de la Revolución Rusa era entonces muy grande.
Todo el comité vivía en la Virreina. Había un guardia permanente y teníamos un depósito de armas para defendernos. Sin embargo, iban pasando los días y la represión no llegaba. Se estaba produciendo la campaña canalla del PSUC contra nosotros y no nos dejaban defendernos. Ya nos aburríamos allí encerrados y un día Andreu Nin salió por la mañana y fue a su despacho de la Rambla de Cataluña. Se presentó la policía y se lo llevaron. Eran policías de Madrid y dijeron que tenían orden de detener a todo el comité ejecutivo. Nos avisaron al atardecer. Nosotros fuimos trasladados a casa de un militante como cosa segura, pero la policía nos localizó. Gorkin y otros militantes quedaron en la Virreina y también fueron detenidos. Cuando pocas horas después la mujer de Nin fue a la jefatura de policía para interesarse por su marido, la policía negó que estuviera allí. Nin había desaparecido.

La iniciativa de la Telefónica

Creo que los que desencadenaron los sucesos de mayo, el consejero de Gobernación, Artemi Aiguadé (ERC) y Rodríguez Salas, jefe superior de Policía y miembro del PSUC, actuaron al margen y en contra del Gobierno de la Generalitat, pues si hubiera habido un acuerdo de los consejeros de la Generalitat, los de la CNT habrían discutido allí mismo este problema y no habría surgido el conflicto. Pero Aiguadé debió actuar por su cuenta. Por eso Aiguadé debió actuar por su cuenta. Por eso Tarradellas ahora dice que hubiera tenido que destituirle fulminantemente. La prueba es que los anarquistas, durante los hechos, exigieron la destitución del consejero de gobernación y del jefe de policía y lo lograron. En cambio, sí puede admitirse que Aiguadé actuó por su cuenta, esto no me parece posible en el caso de Rodríguez Salas, porque pertenecía a un partido muy disciplinado y las cosas allí se hacen por órdenes y no se admiten actitudes individualistas. La Esquerra Republicana no ha reivindicado nunca su parte de iniciativa en los sucesos. Rodríguez Salas fue expulsado del PSUC más tarde.
Al tomar la Telefónica de Barcelona pretendían ponerla bajo control de agentes comunistas, porque decían que el gobierno de Valencia se había quejado a la Generalitat de que sus conversaciones eran intervenidas. No creo que pretendieran nada más porque ya era una cosa muy gorda ocuparla. Si hubieran pensado que al apoderarse de la Telefónica tenían que chocar tan directamente con la CNT y que habían de tener tantas bajas no lo hubieran hecho de aquel modo. Lo hubieran preparado mejor.

Revolución, heterodoxia y comunismo soviético

Los hechos de mayo fueron una explosión espontánea de la clase obrera frente a la minimización y el debilitamiento de la revolución, de las conquistas revolucionarias. Esto se avenía con la política de la URSS que no quería el triunfo de la revolución. La política del Frente Popular no era hacer la revolución sino batir al fascismo. La URSS entró en el comité de no intervención, le interesaba un conflicto internacional muy lejos de sus fronteras.
Andreu Capdevilla, presidente del Consell d’Economía de Catalunya, me dijo en una ocasión, ya en el exilio, que los partidos burgueses y el PSUC querían deshacer las colectivizaciones incluso quince días antes de entrar en Barcelona los nacionales.
Ni la URSS ni su internacional comunista han podido nunca admitir la existencia en ningún lugar del mundo de partidos comunistas no oficiales, es decir, que no dependiesen o que no estuviesen adscritos a la III Internacional, ya que en los estatutos de esta, desde su fundación, figura como uno de los puntos más importantes el que a cada estado corresponderá únicamente un solo partido comunista. En el caso concreto de España, el primer partido adherido a la III Internacional, el Partido Comunista Español, surgido por una escisión de las juventudes del PSOE [se uniría con otra agrupación comunista], surgida años más tarde, a instancias de una delegación de la III Internacional que, presidida por Borodín, vino a España a tal efecto. Así se formó el Partido Comunista de España.
Pero nuestro caso, el de Cataluña, era para la dirección de la III Internacional un problema. Porque siempre, desde la creación del Partit Comunista Cátala había sido más fuerte e influyente en todos los aspectos de la vida pública (sindical, política, etcétera) que el partido oficial dependiente de Moscú. No podían admitir que hubiera un partido comunista más fuerte que el oficial y menos aún cuando en este país se había declarado una revolución.

El PCE y nuestra guerra

Tras los primeros tiempos de desorientación, al comienzo de la guerra, el PCE decide apoyar la creación de una república parlamentaria de nuevo tipo y esta será su consigna durante toda la contienda. Para ellos la guerra era un problema de antifascismo, no de revolución. Su actitud era contrarrevolucionaria, por eso iban contra las colectivizaciones y todo lo que significara un apoyo a la revolución. Eran objetivamente unos aliados de Franco porque este también iba contra la revolución social y el derecho de las nacionalidades ibéricas a su independencia.
Era alarmante para la III Internacional y el esta do soviético que en Cataluña, donde había más obreros, más tradición de luchas sindicales y políticas, hubiera un partido heterodoxo más fuerte que ellos. Por eso, tras los sucesos de mayo y pasados los primeros días de indecisión (pues con la toma de la Telefónica no habían pretendido provocar una reacción tan viva), pensaron que podía utilizarse lo sucedido para atacar al POUM y así justificar de paso la anterior campaña en su contra. El POUM, según ellos, era aparentemente revolucionario y demagógico. Ya habían conseguido que el POUM no entrara en el Consejo de Defensa de Madrid. Se habían apoderado de nuestra emisora, de nuestros locales y de nuestro semanario «El combatiente rojo» de la capital, en este afán de liquidarnos de todos los lugares decisivos, y también nos habían expulsado de la Generalitat de Cataluña con la salida del consejero de Justicia, Andreu Nin. Entonces acusaron al POUM de fascista y [a] sus miembros de agentes de Hitler y Mussolini. Pero nunca pudieron aportar pruebas porque no las tenían. La conducta de nuestros militantes fue intachable, nadie se pasó al franquismo.

Una derrota política

En realidad “els fets de maig” los ganamos militarmente y los perdimos políticamente. Y yo digo que si la CNT hubiera querido nos hubiéramos apoderado de la Generalitat, porque Cataluña era de la CNT y del POUM. Nosotros hubiéramos continuado la guerra con todo el entusiasmo revolucionario. ¿No cabría pensar en una hipótesis contraria a la expuesta por F. Montseny y decir que entonces era posible una coalición nacional del POUM, la CNT, la FAI, las Juventudes Comunistas Ibéricas, las Juventudes Libertarias y la fracción izquierdista del PSOE y la UGT, en la que en aquel momento era fuerte Largo Caballero, y haber dado una nueva orientación revolucionaria, a la guerra? Esta habría obtenido el apoyo de la clase obrera revolucionaria de todo el mundo y si los comunistas se hubiesen de puesto en contra habrían probado internacionalmente que no estaban por el triunfo de la revolución. Nosotros queríamos una guerra revolucionaria, ellos una guerra antifascista, nosotros queríamos un gobierno obrero, ellos una república burguesa.
Como la represión contra el POUM no se produjo inmediatamente a los sucesos, seguía apareciendo en Barcelona nuestro periódico “La Batalla” y el partido se dedicaba a preparar el I Congreso del POUM, que debía de celebrarse en junio y en el cual hubiéramos hecho un análisis de “els fets de maig”, que hubiera tenido enorme resonancia nacional e internacional. Incluso preparábamos para después un congreso de juventudes, de las Juventudes Comunistas Ibéricas al que iban a asistir delegados de las juventudes de todos los partidos relacionados con el Bureau de Londres y algunos de los cuales ya estaban entonces en Barcelona, como Willy Brandt. El comité ejecutivo del POUM tenía además el proyecto de mantener diversas reuniones con los delegados de los diversos partidos que formaban el Bureau de Londres para discutir las posibilidades de creación de una nueva internacional, auténticamente revolucionaria, al margen de la II y la III. Pero todos estos proyectos se frustraron. Se inició la represión contra todos los militantes del POUM, Andreu Nin fue eliminado y comenzaron las diligencias del proceso del POUM, en los que varios de sus dirigentes fuimos acusados de espías y contrarrevolucionarios y sin embargo, en la sentencia de l9 de octubre de 1938 se nos condenaba, no por espionaje, acusación que no pudo ser probada, sino precisamente por revolucionarios.

Balance personal

Y lo que son las cosas. En el orden personal de militante socialista revolucionario, “els fets de maig” de 1937 y el asesinato de Andreu Nin por los comunistas tuvieron como consecuencia que yo fui designado por los compañeros del comité central para ocupar el cargo de Andreu Nin, pero ahora en la clandestinidad y ¡qué clandestinidad! Tenía 30 años. Era la segunda vez que resultaba elegido secretario de un partido comunista heterodoxo y contra el partido comunista oficial reconocido por la III Internacional, como ocurrió a finales de 1928, cuando también en la clandestinidad, en Lérida, me tocó aceptar a los 21 años el cargo de secretario del Partit Comunista Català. Si bien aquella vez, mal informados, creíamos todavía que la URSS era una
sociedad donde imperaba la solidaridad y la fraternidad, mientras que en 1937 ya sabíamos que la contrarrevolución había triunfado en la URSS y que el estalinismo, bajo la bandera del Frente Popular, trabajaba para ofrecer a la burguesía liberal el cadáver torturado de la revolución de los pueblos hispánicos.

Edición digital de la Fundación Andreu Nin, noviembre 2003

Ni un intel·lectual català va alçar la veu per preguntar el seu parador On és Nin? (Víctor Alba, 1997)

Avui, 16/06/97
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Aquell 16 de juny, a migdia, Andreu Nin —camacurt, rabassut, cabells rinxolats i ulleres gruixudes—, arribà al local central del POUM, a les Rambles, al costat del cafè Moka. El milicià de guàrdia li digué que havia passat un militar i li havia advertit que hi havia ordre de detenir-lo. Però Nin no en féu cas. Potser pensà que Barcelona no era Moscou. Uns moments després, uns policies vinguts de Madrid es presentaren amb una ordre de detenció signada pel cap de policia de Barcelona, el coronel Burillo, nomenat poc abans per Negrín. Portaren Nin a la comissaria de la Via Laietana. Aquella mateixa nit se l’endugeren a Madrid. I ja mai més no se’n va saber res.

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En defensa del POUM (Camillo Berneri, 1937)

Publicado en L’adunata dei refrattari. Nueva York. 1/8 de mayo de 1937.
Traducción procedente de la selección de Carlos M. Rama, Guerra de clases en España, 1936-1937 (Tusquets, 1977).

 

La prensa de la III Internacional, siguiendo las instrucciones del gobierno de la URSS, desencadenó y continúa desencadenando una violenta campaña contra el POUM, o sea contra el Partido Obrero de Unificación Marxista de España.

La tendenciosidad y la violencia de tal campaña es inaudita.

El periodista bolchevique Michel Koltsov acusa, en bloque, de despreciables a los militantes del POUM y se complace en repetir que «los destacamentos del POUM de las brigadas internacionales fueron disueltos, y su comandante expulsado del frente de Madrid» (L ‘Humanité, París, 24-1-1937). El periódico italiano comunista centrista II Crido del Popolo de París (14-111-1937) dice en una de sus correspondencias de Barcelona:

¿Y los trotskistas del POUM? En medio del entusiasmo, en este nuevo grandioso esfuerzo que el pueblo está cumpliendo, estos agentes del fascismo organizaron durante varios días consecutivos el recorrido por la ciudad de un camión con una enorme inscripción: ¡Organizamos la lucha contra el fascismo en el frente y la lucha contra el reformismo en la retaguardia!
Estos contrarrevolucionarios llegan a tal vileza que se guardan bien de pelear en el frente Contra el fascismo, pero en cambio, en la retaguardia están prontos para combatir el reformismo, combatiendo por lo tanto los esfuerzos del Frente Popular para poner en pie de guerra a la nación. ¡Pero el pueblo de España, haciendo justicia a estos bandidos, camina derecho a la victoria!

En España la prensa y los representantes del PSUC usan un lenguaje parecido. Mundo Obrero, órgano del Partido Comunista de España, afirmó en su numero del 29-1-1937:

Debemos luchar sin tregua contra los elementos trotskistas. Son los mejores colaboradores de Franco en nuestro país… El POUM es un puesto avanzado del enemigo en nuestro propio campo…
En todo movimiento revolucionario los más peligrosos son aquellos que se disimulan bajo el manto de la amistad, para luego asesinar por la espalda. En toda guerra los más peligrosos no son los enemigos que ocupan las trincheras del frente, sino los espías y los saboteadores. y el POUM se encuentra entre éstos.

En su número del 27 de enero de 1937, Ahora, órgano de la Juventud Socialista Unificada, decía: «liquidemos de una vez para siempre esta fracción de la quinta columna. El pueblo soviético, con su implacable justicia contra el grupo de los saboteadores y asesinos trotskistas, nos señala el camino».

Juan Comorera, influyente representante del PSUC y de la UGT en el gobierno de Cataluña, dijo en su discurso del 24 de enero de 1937: «los que critican al Consejo de la Generalitat son agentes provocadores que actúan en los bajos fondos sociales». Y todavía agregó: «Muerte, no al fascismo que ya ha sido liquidado en el campo de batalla, sino a los agentes provocadores». En aquel mismo mitin, Uribe, diputado comunista, proclamó: «Para ganar la guerra es necesario extirpar el cáncer del trotskismo», y Carrillo, secretario general de la Juventud Socialista Unificada, afirmó: «la política de los trotskistas, al decir que luchan por la revolución social, es la política de los invasores, es la política de los fascistas». Hasta la prensa de la UGT ha publicado disparates de este tipo: «Las estaciones de radio de Torino y de Boizano están perfectamente sincronizadas con La Batalla, y con las estaciones de radio del POUM».
{Claridad, 26 de enero de 1937).

Las difamaciones publicadas contra el POUM son tan gigantescas que merecerían ser reunidas como documentos de la mala fe del Komintern y de sus sacerdotes centristas. Basta recordar, para citar un solo ejemplo entre tantos, que el periódico del partido comunista noruego Ny Tid {en sus números del 28 de enero y del 16 de febrero de 1937) llegó a insinuar que Maurín, fusilado por los fascistas (1), seguía vivo y saludable paseándose tranquilamente por las calles de Burgos. Que la campaña contra el POUM sea inspirada desde Moscú es una de las múltiples pruebas que tenemos a través de periodistas, oficiosos como Koltsov, que dirigió los ataques apoyado por la intervención consular del mismo tipo que aquélla del cónsul ruso en Barcelona, que denunció expresamente en una nota impresa a La Batalla de haberse «vendido al fascismo internacional».

Moscú, que ha impedido a la España antifascista albergar a Trotski, que ha opuesto su veto a la representación del POUM en la Junta de Defensa de Madrid y en el Consejo de la Generalitat de Cataluña. Moscú, que quiere un gobierno fuerte del cual somos excluidos {«los que injurian a la URSS»). Las difamaciones y las amenazas fueron seguidas de los hechos más lamentables: en Madrid fue invadida y arrasada la sede de la juventud del POUM; los diarios del POUM fueron suspendidos y multados, y tanto en Treball como en Mundo Obrero han comenzado a solicitar la supresión del POUM. obviamente, los únicos en beneficiarse de este estado de cosas son los fascistas. La Batalla fue suspendida durante cuatro días por el consejo de la Generalitat de Cataluña, y de inmediato Radio Burgos informa que las divergencias en el seno del Frente Popular son cada vez más graves y que el director de La Batalla ha sido arrestado por la publicación de violentos artículos contra el gobierno de Valencia. y Le Temps del 18 de marzo de 1937 dio a conocer los telegramas de Burgos y de Barcelona referentes a la suspensión del cotidiano poumista, encabezándolos con el título Se agravan las divergencias políticas.

¿Qué actitud tienen los anarquistas frente a esta lucha entre el PSUC y el POUM?

El semanario procomunista parisiense Vendredi del 26 de marzo de 1937 reconoció, a través de la pluma de Marc Bernard, que los anarquistas «sirven de elemento moderador entre los dos partidos que se afrontan con la mayor aspereza: el PSUC y el POUM… Llaman la atención acerca de que la totalidad de los esfuerzos deben encauzarse en la lucha contra el enemigo común y dirigen súplicas a uno y a otro partido para que sus discusiones tengan un tono cortés» .

Y en realidad es así. Un manifiesto de las Juventudes Libertarias de Barcelona expresa:

No estamos dispuestos a solidarizarnos con aquellos que por simples apetitos políticos pretenden hundir a algunos compañeros en un vergonzoso descrédito lanzando gigantescas ondas de calumnia y de infamia contra ellos, en conocimiento de la mentira. como sucede contra la Juventud Comunista Ibérica.
Gritamos hoy con toda la fuerza de nuestros pulmones: ¡Basta!, ¡Basta! Es injusto que por malsanos apetitos se quiera eliminar una organización que combatió y continúa luchando junto con los demás. por el triunfo de la Revolución española.

En respuesta al ya citado discurso pogromista de Comorera, Solidaridad Obrera, órgano regional de la CNT, decía el 6 de febrero de 1937:

Si el compañero Comorera no lo tomase a mal, le daríamos un consejo fraternal: que sea prudente, que controle su lengua, que demuestre poseer el sentido de responsabilidad que tanto recomienda a los demás, que abandone pueriles aspiraciones y trabaje noblemente en pro de la causa común sin provocar, con sus inoportunas intervenciones, tormentas de indignación. Que piense que la vieja política es intolerable, así como son desaconsejables sus procedimientos; que tenga presente que vivimos en Cataluña, que estamos en el curso de la guerra, y que luchamos por la revolución.
Los que dicen que quienes critican al Consejo de la Generalitat son agentes provocadores que agitan los bajos fondos sociales quiebran incluso la disciplina que es nuestro deber imponer.

El alcalde de Gerona, Expedito Durán, miembro de la CNT, en su discurso pronunciado durante la sesión municipal del 12 de febrero de 1937, dijo: «Es una insensatez que nadie cree -incluso quien la escribió- decir que el POUM sirve al fascismo. El POUM ha demostrado suficientemente ser un partido netamente antifascista y auténticamente revolucionario

Tanto la CNT como la prensa anarquista en general hicieron análogas declaraciones.

Un partido que ha tenido varios representantes (Maurín, Etchebehere, José Oliver, Germinal Vidal, Pedro Villarosa, Louis Blanes, etc.) caídos en la lucha, y que en proporción ocupa con sus cuadros y sus pérdidas el segundo lugar en la lucha contra el fascismo, no puede presentarse -salvo ocultando la verdad y violando la justicia- como una amalgama de bellacos y de «agentes de Franco-Hitler-Mussolini», como continúa presentándolo la prensa del Komintern, desde Pradva a L’Humanité, y de Treball a Mundo Obrero.

Un partido que incluso predomina en algunas localidades, especialmente en Cataluña, que tiene millares de hombres en varios frentes, no es una fuerza despreciable. Hablar de suprimir aquí aquel partido, como predican algunos del PSUC, es más que un delito contra la libertad, un acto de sabotaje contra la lucha antifascista.

¿Qué es el POUM?

Surgió en Cataluña en el mes de setiembre de 1935, como consecuencia de la fusión del Bloque Obrero y Campesino (BOC) con la Izquierda y los elementos revolucionarios que militaban en el cuadro de la CNT. Esta organización sindical de tendencia anárquica se adhirió en el año 1919, bajo la influencia de Pestaña, a la Internacional Comunista, pero en el Congreso de Zaragoza, en 1922, retomó su propia autonomía. Un grupo de militantes de la CNT permaneció fiel, incluso criticando la táctica, a la Internacional Comunista, y se esforzó, con Maurín a la cabeza, en dar una orientación marxista al movimiento revolucionario catalán. El Partido Comunista de España, fundado en 1920 por Borodin, emisario de la Internacional, se limitó a amalgamar algunos núcleos de simpatizantes socialdemócratas con el bolchevismo. La Internacional Comunista impuso una política que provocó numerosas escisiones en el seno del partido. Un primer grupo se separó junto con Arquer, Miravitlles, Coll, Montserrat, Rodes y otros, y en 1930 la Federación Comunista Catalana en su totalidad, en desacuerdo con la directiva
moscovita, fue excluida del partido.

De la fusión de aquella federación con el grupo de la oposición que se había separado anteriormente del partido surgió en marzo de 1931 el BOC, que se consolidó en Cataluña, pero tuvo también algunos contrafuertes en Asturias, Madrid, Levante y en el sur. El BOC por oposición al peligro fascista, preconizó la «Alianza Obrera». En septiembre de 1935, como consecuencia de la fusión del BOC y de la Izquierda Comunista surgió el POUM.

El 19 de julio de 1936 el POUM estuvo junto a la FAI y a la CNT durante la heroica resistencia al putsch militar-fascista y organizó en columnas ocho mil hombres que se situaron en varios frentes.

El POUM no puede definirse como un partido trotskista, puesto que no tiene vínculos directos ni predominantes con Trotski, que lo niega, ni con sus secuaces, que lo atacan. Existe una pequeña fracción que a grosso modo puede ser considerada trotskista, pero la mayoría de los trotskistas españoles estaban fuera del POUM.

Se dice que el POUM está contra la URSS. En realidad, sin embargo, exalta la revolución rusa de octubre de 1917, declara que acudiría en defensa del proletariado ruso si éste fuese agredido por un Estado burgués, y no cesa de elogiar la ayuda aportada por el pueblo ruso a la España antifascista; pero no quema incienso a Stalin ni se solidariza con el paneslavismo bolchevique y además niega al gobierno de la URSS el derecho de imponer su propia política al pueblo español, a cambio de la ayuda que le presta.

También se dice, finalmente, que el POUM es contrario al Frente Popular. En realidad, este partido se opone a la tendencia que pretende disociar la guerra civil de la revolución social.

El programa de la Juventud Comunista Ibérica (POUM), que cuenta con una fuerza de diez mil adherentes, en febrero de 1937 es el siguiente:

Abrogación de la Constitución burguesa del 14 de abril de 1931 y disolución del Parlamento: asambleas de delegados de los comités de gestión, de los campesinos y de las milicias para elegir el gobierno obrero revolucionario; derechos políticos para todos los jóvenes de dieciocho años, sin distinción de sexos; disolución de losorganismos de justicia burguesa, y creación de una justicia obrera; lo mismo en lo referente a la policía: depuración de la burocracia.
La JCI afirma que para ganar la guerra es necesario: la disolución de los cuadros del ejército burgués; la movilización general de la juventud; la dirección militar única; la depuración de la escuela de guerra y la preparación militar de la juventud; el desarrollo de una potente industria de guerra y la organización del trabajo voluntario y obligatorio para la guerra; el empleo de los fascistas detenidos en el trabajo de fortificaciones.
La JCI no renuncia a la revolución proletaria, que en su concepto forma una unidad con la guerra civil, y que debe crear una nueva economía proletaria, caracterizada por la socialización de la gran industria, de la banca y de la tierra, del monopolio del comercio exterior y de la municipalización de los servicios públicos.

No todo este programa, que mencionamos en sus puntos más destacados, coincide con nuestras actuales reivindicaciones, o con nuestras aspiraciones, pero ninguno de nosotros puede tacharlo de contrarrevolucionario.

Si el POUM fuese una fuerza política predominante en España, seguramente nuestra crítica tendría materia sobre la cual incidir. Pero hoy el POUM constituye una considerable fuerza en la lucha antifascista, así como en las filas de la resistencia a la asfixia de la revolución, y por lo tanto nuestra divergencia teórica con respecto a ese partido es poca cosa frente a las actuales y posibles convergencias en el terreno de la
acción.

Muchos motivos de la crítica, muchas fórmulas de agitación del POUM, corresponden a la realidad, y son un potencial del desarrollo de la revolución social española.

Contra la opinión hegemónica y la oblicua maniobra del PSUC, debemos afirmar, enérgica e infatigablemente, la utilidad de la libre pluralidad política en el seno de los organismos sindicales y la absoluta necesidad de la unidad de acción antifascista. Es imprescindible evitar los tonos frailunos y la práctica franciscana. Es necesario decir bien alto que cualquiera que insulte y calumnie al POUM, y solicite su supresión, es un
saboteador de la lucha antifascista que no va a ser tolerado.

Esta toma de posición nuestra, además de adecuarse a la necesidad de la gravedad de la hora, y de responder al espíritu del anarquismo constituye la mejor profilaxis contra la dictadura contrarrevolucionaria que cada vez más se perfila en el programa de restauración democrática del PSUC y en la disyuntiva entre revolución y guerra de algunos revolucionarios miopes y desorientados.

 

Notas

(1) En realidad Maurín no había sido fusilado sino que permanecía encarcelado en una prisión franquista, donde pasó diez años.

Camillo Berneri, un revolucionario

Fuente: http://www.camiloberneri.org (2007)

“Los jóvenes se sienten molestos en la estrechez dogmática de nuestro movimiento. La Anarquía es una cosa más inteligente y más seriamente hermosa que la Arcadia a lo Jean Grave, grata a la mayoría de los compañeros…. Mi revisionismo es una pequeña reforma de método, el cual, en sus líneas fundamentales me parece que debe ser confirmado por los hechos… Yo  soy un estudioso y un curioso del pensamiento de los otros, consciente de la complejidad de los problemas e insatisfecho de las soluciones simplistas….”

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George Orwell i «Homenatge a Catalunya» (Miquel Berga, 2006)

Quan el desembre de 1936, camí de Barcelona, George Orwell (pseudònim d’ Eric Blair), passa per París per recollir papers del consolat d’ Espanya aprofita la breu estada per visitar Henry Miller. Els dos escriptors es professen admiració mútua. L’americà és un entusiasta de la primera obra d’ Orwell, “Sense ni cinc per París i Londres”(1933). L’ anglès troba en la prosa de Miller la creativitat narrativa que els temps requereixen. I, tanmateix, les seves actituds polítiques no poden ser més allunyades. Els detalls de la trobada entre els dos escriptors que rememora el secretari d’ Henry Miller  il·lustren l’ intens debat entre política i literatura que la guerra espanyola posa en màxima tensió. Orwell manifesta l’ objectiu del seu viatge i declara –amb el pragmatisme propi d’un antic oficial de la policia imperial britànica- que se’n va a “matar feixistes” perquè algú o altre se n’ha d’ ocupar i perquè, en aquelles circumstàncies, el que està en joc pels escriptors és la possibilitat de seguir escrivint en llibertat. Participar en la lluita armada contra el feixisme era, segons Orwell, una necessitat objectiva i un imperatiu moral. A Miller aquestes reflexions no li fan ni fred ni calor. Li semblen idees “de boy-scout” que el porten a actuar com un idiota i procura fer-li entendre que la seva acció individual no canviarà pas el destí fatal de la història. Davant la determinació d’ Orwell, però, Miller li prega que accepti una jaqueta de vellut “com la meva contribució a la causa de la república espanyola”. No cal dir que el regal de Miller no és pas cap presa de partit sinó un detall de solidaritat gremial amb un amic escriptor.

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