Castoriadis, un titán del espíritu (Edgar Morin, 1997)

Texto reescrito por Edgar Morin en base a su discurso en el funeral de Cornelius Castoriadis. Traducción de Alejandro Pignato para Zona Erógena, revisada para esta copia digital.

Después de la guerra greco-turca de 1921 tanto los griegos que se habían instalado en Asia Menor como los turcos que vivían en Macedonia, desde hacía varios siglos, tuvieron que dejar su tierra natal. Unos y otros padecieron las primeras depuraciones étnicas de este siglo veinte. Así, la familia Castoriadis tuvo que abandonar Estambul para ir a Atenas poco después del nacimiento de Cornelius.

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Cristopher Caudwell y la cultura burguesa (Pepe Gutiérrez-Álvarez)

Autodidacta, novelista y ensayista marxista, militante comunista oscuro, el caso de Christopher St John Sprigg, más conocido como Christopher Caudwell, es sin duda uno de los más singulares de aquella brillan te hornada de intelectuales británicos que conocieron la gran experiencia de su vida en la guerra y la revolución española. Completamente desconocido en vida, Caudwell murió defendiendo una trinchera frente a los mercenarios marroquíes en la batalla del Jarama en febrero de 1937. Paradójicamente, poco antes su hermano habría logrado convencer a la dirección del Partido Comunista de la Gran Bretaña (PCGB) para que lo empleara en las tareas de retaguardia que se reservaban para los militantes ilustres. Caudwell tenía entonces solamente treinta años y se convirtió en un famoso póstumamente. Aunque muy controvertida, su obra es considerada como un instrumento muy sugestiva la interacción entre el arte y la sociedad, y su lectura constituye “un estímulo refrescante, una inyección de optimismo ente el derrotismo actual de la cultura» (Vicente Romano) . Por eso la edición de una de sus obras más importantes, La agonía de la cultura burguesa merece, a pesar del tiempo transcurrido, una atención, al menos para los interesados en la relación entre el socialismo y la cultura .
La biografía de Caudwell resulta bastante diferente a la del resto de los intelectuales británicos de izquierda, proveniente básicamente del medio universitario al que Caudwell, como Orwell, no tuvo acceso. Su formación es la de un autodidacta animado por una poderosa energía creadora que le lleva a desplegar un enorme esfuerzo por adquirir una formación permanente y de conjunto, lo que le llevó inmediatamente a estudiar los clásicos marxistas y de ahí, en la mitad de los años treinta a las filas del  en el que vio la encarnación del ideal del comunismo, la única alternativa frente a la decadencia liberal y contra el creciente auge de los fascismos. Su militancia fue igualmente diferente a la de otro intelectuales, mimados por el partido y ajenos a la lucha social. Caudwell se trasladó desde Putney -donde habia nacido- al mísero barrio de Poplar, en el famoso East End y allí fue un militante más, un miembro del ejército revolucionario que soñaba el socialismo para Inglaterra.
Pocos meses de afiliarse al PCGB viajó a París donde coincidió cori las “jornadas de junio” que siguieron a la victoria del Frente popular y volvió a Londres con el entusiasmo renovado. En noviembre su agrupación reunió el capital suficiente para comprar una ambulancia para la República española y Caudwell fue el encargado del traslado. El 11 de diciembre tras hacer el recorrido se alistaba en el Batallón británico de las Brigadas Internacionales en base a dos razones de peso, «sus sentimientos acerca de la importancia de la libertad democrática» y su convicción de que el Ejército Popular necesitaba ayuda para librar una batalla en una «lucha que será nuestra mañana»» .
Su pase al frente fue inmediato y en una de sus cartas describe que está empezando a sentirse «como un viejo soldado”. “Soy –añade- delegado del grupo y director adjunto del periódico mural, y desarrollo otras tareas políticas, por lo que puedes ver que mi tiempo libre está bien cubierto». Se mantenía en una posición con una ametralladora frente a la oleada de los mercenarios marroquíes, y cuando el comandante de la compañía ordenó la retirada Caudwell se quedó al final para cubrirla cuando los mercenarios se encontraban no más lejos de treinta metros. Sus compañeros no supieron más de él. Como señala Vicente Romano, para él son válidas estas palabras dicha en memoria de marxista inglés Ralph Fox, otro joven escritor también muerto en España:
«Lamentamos la pérdida de un revolucionario que empezaba a dar lo mejor de sí como escritor. La literatura revolucionaria de Inglaterra, que se halla en sus comienzos, ha perdido una gran esperanza. Pero esta vida truncada tan pronto no fue una vida desperdiciada. Gracias a su estrecha vinculación con las grandes tuerzas revolucionarias de la época se realizó plenamente en cada momento, como ocurre con la vida de todo verdadero revolucionario que está en el foco mismo de la vida»‘

 

Caudwell no tenía duda de que estaba asistiendo a una revolución.

La obra literaria de Caudwell es, a pesar de su juventud, muy variada. En sus comienzos abundan los trabajos sobre cuestiones técnicas como la mecánica y el automovilismo. Se ganó la vida produciendo con gran rapidez novelas policíacas hoy olvidadas, y también escribió poemas sinceros e imperfectos que apuntan a una promesa en gestación. Pero será recordado sobre todo por sus dos obras de crítica marxista, La  agonía de la cultura burguesa e Illusion and Reality. Estudy of the Sources of Poetry, publicadas después de su muerte y revalorizados a partir de 1951 tras un sondeo debate sobre su obra en la revista The Modern Cuarterly en la que intervinieron algunos de los críticos más notables de la época y de la hicieron un veredicto dispar. Para unos se trataba del primer ensayista marxista anglosajón de los años treinta, para otros de un romántico idealista que no alcanza a dominar el marxismo, pero todos coincidieron en que había en sus dos obras «una cantera de ideas» sobre las que ha pasado el tiempo pero que siguen teniendo su interés.

Es evidente que Caudwell no sobrepasa el estado de postración en que se encuentra el marxismo británico de su tiempo, de hecho apenas existente. La adopción de poetas y de escritores del ideario marxista no significa de que operen una profundización real de sus materiales teóricos, tarea en la que el PCGB  estaba muy poco interesado. Caudwell desconoce aportaciones en este terreno como las de Gramsci  o Trotsky y se encuadra sin problemas en los esquemas del estalinismo vigente, que situado en una orientación todavía con un pie en el “tercer periodo”, se mantendrá en un maniqueísmo insostenible y por una vulgar reducción de lo que el marxismo vivo nunca estableció como una orientación cerrada. No obstante, como se puede ver en esta obra que Vicente Romano ha puesto a nuestro alcance, la escritura de Caudwell tiene una atractiva vehemencia y está llena de intuición. Sus limitaciones son más de su tiempo y la de su contexto, y partiendo de aquí cabe descubrir un primer intento en adoptar una visión totalmente social y marxista del arte y en descubrir la función del arte y la poesía en la vida del hombre. Caudwell es un antecedente notorio del marxismo abierto y crítico de la New Left Review.
La edición de esta obra de Caudwell corrió a cargo en su día de Vicente Romano que dirige la colección «Conciencia y Libertad» de la Editorial Anthropos, ampliando lo que ya antaño lo hizo de la colección 70 de Grijalbo. Romano, después de haber dejado bien sentada las limitaciones del marxista británico orienta su introducción hacia un ajuste de cuentas con el derrotismo cultural de una generación que, al decir del último Eugene Ionesco, se está comprometiendo contra el compromiso a favor de los ideales emancipadores.
El argumento corriente de esta gente viene a decir : «puesto que todos estamos destinados a ser víctimas (hoy, nucleares) , y como el destino no es producto de la conciencia ni de los esfuerzos del hombre, no vale la pena integrarse en una lucha revolucionaria». Algunos dan un paso más allá y afirman que, de ocurrir, esta lucha sería peor (recuérdese a Vargas Llosa lamentando el peligro de un «Gulag»…en Sudáfrica). De ahí a firmar manifiestos a favor de la «contra» nicaragüense o cubana, no hay muchos más pasos.

 

Caudwell subestimó la capacidad del capitalismo, (hoy un muerto viviente) de sobrevivir y de desarrollar, desde su centro USA, un intento masivo de racionalizar el sistema de producción intelectual a través de sus medios de mercado y de comunicación con los que puede segregar a los que se atreven a ir más allá de la crítica y vinculan, como Caudwell, el pensamiento con la acción. El capitalismo no teme a los críticos pasivos pero si le da pánico la unión del movimiento con la verdad. Una verdad no tan sencilla como la de Caudwell, pero a la que hay que buscar con una pasión tan exigente como la suya.

La biografía de Christopher Caudwell resulta bastante diferente a la del resto de la intelectualidad británica de izquierda, proveniente básicamente del medio universitario al que Caudwell, como Orwell, no tuvo acceso. Su formación es la de un autodidacta animado por una poderosa energía creadora que le a desplegar un enorme esfuerzo por adquirir una formación permanente y de conjunto, lo que llevó inmediatamente al estudio de los clásicos marxistas y de ahí, en la mitad de los años treinta, a las filas del PC en el que viÓ la encarnación del ideal del comunismo, la única alternativa frente a la decadencia liberal y contra el auge del fascismo. Su militancia fue también diferente a la de otros intelectuales, mimados por el partido y ajenos a la lucha social.

  Edición digital de la Fundación Andreu Nin, 2008

Los colectivizadores, libro de Víctor Alba (reseña de Juan Manuel Vera, 2002)

Los colectivizadores, Víctor Alba, Editorial Laertes, 2001, 285 páginas.

 
El libro que reseñamos se publica con un cuarto de siglo de retraso sobre el momento en que lo concibió su autor. Problemas temporales de localización de los materiales de base del libro, y alguna vicisitud adicional, han ocasionado que sea en 2001 cuando ha visto la luz esta obra.

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La Juventud Comunista Ibérica en la revolución y la guerra de España (Wilebaldo Solano, 1985)

El presente texto fue escrito en septiembre de 1985 para presentar una visión de la Juventud Comunista Ibérica (JCI) en el coloquio que se celebró en la Universidad de Barcelona con motivo del 50º aniversario de la fundación del POUM en octubre de 1985. Es un texto incluido en el libro El POUM en la Historia. La historia de las juventudes del POUM es uno de los capítulos menos conocidos de su historia y, por tanto, resulta especialmente importante la publicación del presente trabajo de Wilebaldo Solano, que fue secretario general de la JCI durante la guerra civil y representante de la JCI en el comité ejecutivo del POUM en el mismo periodo. En este trabajo se efectúa un acercamiento al papel que desempeñó la JCI en el contexto de la revolución española y de la represión estalinista tras los sucesos de mayo de 1937. Las notas al presente texto han sido redactadas por la Fundación Andreu Nin.

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Historia de la memoria de Andreu Nin (Antonio Rubira)

Trabajo presentado en el curso de doctorado “Las izquierdas en España”


INTRODUCCIÓN

La figura política de Andreu Nin es una de las claves para comprender en toda su magnitud, el acontecimiento político y social más importante de la Historia contemporánea  de España: la Guerra Civil.

Entre los miles y miles de libros escritos sobre la guerra civil española, la figura de Andreu Nin es concebida, generalmente, como secundaria. Con la entrada del nuevo milenio, sin embargo, parece haber alguna apertura de miras, así por ejemplo, un historiador del prestigio como  Stanley G. Payne dice: “El caso Nin sigue siendo la principal causa de referencia de la Guerra Civil española” (1).

A pesar de ello, 70 años después de su muerte, la figura de Andreu Nin sigue siendo prácticamente desconocida. El tratamiento historiográfico, académico, periodístico, literario y sobre todo político,  lo ha querido así.

Teniendo en cuenta que la Historia la escriben los ganadores, esto no significa  ninguna sorpresa. Lo verdaderamente sorprendente en el caso de Nin es su olvido, también por los perdedores. Como ha escrito recientemente  un lector en cartas al director de El País: “Andrés Nin, doblemente olvidado, por el bando de los vencedores y de los vencidos (…) los hay que nos seguimos preguntándonos dónde estás” (2)

Manuel Vázquez Montalbán, intelectual de izquierdas, afiliado al PSUC (uno de los verdugos de Nin) escribió al respecto: “los dobles perdedores de la guerra los poumistas (…) El caso Nin aún no es un mero expediente histórico porque viven todavía muchos testigos y protagonistas de lo sucedido, gentes interesadas en no olvidarlo y otras tantas en no menearlo” (3)

La Historia Contemporánea, surgida de la Segunda Guerra Mundial, nos sirvió un mundo bipolar: por un lado el triunfo del capitalismo norteamericano y por otro, la consolidación del estalinismo en la URSS sobre una economía planificada.

Así pues, si la Historia se escribe desde la “certeza” de la “realidad victoriosa”, una figura como la de Andreu Nin; revolucionario, marxista y antiestalinista, no tiene cabida. Como dice Gabriel Jackson: “personalmente, cero que la Guerra Fría ha condicionado prácticamente todos los libros de historia durante el último medio siglo” (4)

Además, Andreu Nin ha cargado con la “culpa” de trotskista, algo que dejó de ser en 1934, pero que sirvió para garantizarle el odio, el rechazo y el desprecio de la burguesía (partidos de derecha liberal o conservadores), de los reformistas (partidos socialistas) y de los estalinistas (partidos comunistas), en todo el mundo. Como la práctica totalidad de los historiadores, editores, periodistas, profesores, escritores y políticos se adscriben a alguna de estas tres categorías, la figura política de Andreu Nin pasa a ser un fantasma político

Todo lo que no sea liberalismo o  reformismo socialdemócrata o estalinismo, es decir, todo lo que  sea marxismo revolucionario, es rechazado en los análisis históricos. Andreu Nin, como veremos más adelante, es por el contrario, una de las  figuras marxistas en España más relevantes del siglo XX en el contexto internacional.

No es este el lugar para ello, pero el daño que a la historiografía, por no decir al movimiento obrero internacional, ha causado la identificación de estalinismo con comunismo, merece tratamiento específico. A ese mundo bipolar, por razones contrapuestas, le ha interesado esa identificación.

En torno a la figura política de Andreu Nin hay una serie de referencias: Revolución en la Guerra Civil,  Trotsky, el POUM, las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona, que nos servirá para analizar el tratamiento sobre la Memoria de Nin.

Estos conceptos han sido marginados de la mayoría de las corrientes historiográficas hasta el derrumbamiento del estalinismo en la URSS en 1991. Sólo desde hace apenas una década se está empezando a hablar un poco más; sobre el proceso revolucionario en  la Guerra Civil, sobre el papel del estalinismo respecto a ella, a Nin y al POUM (el caso de Trotsky sigue pendiente).

Para seguir la pista de la Memoria de Nin, habremos de tener en cuenta esta circunstancia; desaparecido el “comunismo”, se puede hablar más claro de la verdad histórica.

Por ejemplo, en el documental de TVE de 1986, sobre la Guerra Civil española, a los que  no apoyan el levantamiento fascista en Madrid y Barcelona se les califica de: “personas que permanecen leales a la República, partidarios de la legalidad republicana (…) la derrota del alzamiento es debido al error de los sublevados y a las fuerzas de orden público y civiles leales a la República” (5)

Ésta será la línea argumental de todo el documental de 30 capítulos (31 horas), y eso que  hay historiadores no sólo liberales (García de Cortazar) sino de izquierdas (Tuñón de Lara). Así pues, 50 años después de la Guerra Civil, ésta fue una batalla entre la República democrática y el fascismo. No hay lugar al proceso revolucionario.

Sin embargo, un nuevo documental de TVE sobre la Historia de España, realizado en 2004, dice respecto a la Guerra Civil: “España queda rota en dos extremos políticos. En una parte del país estalla la revolución, en la otra la contrarrevolución, no hay terrenos intermedios. (…) En la zona republicana el gobierno pierde toda la autoridad y el poder pasa a manos de  las organizaciones obreras a través de los comités populares” (6)

Algunos de los asesores de ambos documentales son los mismos historiadores, caso de García de Cortázar. A nuestro juicio, no es posible entender una aproximación a la verdad histórica sobre la Guerra Civil (así como a todos los grandes temas políticos del siglo XX), sin  entender el papel del estalinismo y la reinterpretación desde su colapso.

Para ello han contribuido dos factores: uno, la apertura parcial de los archivos soviéticos, particularmente de la KGB, donde por ejemplo, nos permitirá comprobar documentalmente, que el asesinato de Nin fue cometido por los servicios secretos soviéticos en connivencia con los dirigentes del PCE en España. Y por otro, la aparente seguridad de la burguesía de  que el peligro comunista no se encuentra en el horizonte, por lo tanto, podemos presentar a las víctimas del “comunismo”, (estalinismo) que además eran unos idealistas utópicos, (léase Nin).

Si la Historia es enlazar desde el presente, la comprensión del pasado, Andreu Nin es un hilo roto pendiente de recomponer. Nos atrevemos a decir, que sin el análisis de Nin y el POUM, la comprensión sobre la Guerra Civil es imposible. No tanto por el papel jugado por este pequeño partido y uno de sus máximos dirigentes, sino porque es a través de ellos donde se expresará la tragedia política de la izquierda en el bando republicano

Para conocer a Andreu Nin y bucear en el rastro que su memoria política ha dejado en estos 70 años posteriores, se hace necesario introducirse en las entrañas de la Historia. Se precisa ir al fondo de los asuntos determinantes  y dejarse de territorios comunes y banalidades superficiales a las que ha estado, y sigue estando, gran parte de la bibliografía sobre la Guerra Civil.

Andreu Nin es uno de esos personajes que hace de la Historia algo necesario para comprender el pasado y por lo tanto el presente de la sociedad. Si la Memoria de un personaje de mide por los esfuerzos de sus seguidores (en este caso políticos) a lo largo de las últimas décadas, no cabe duda que la de Nin tiene poca propaganda.

Del bando de los perdedores de la Guerra Civil, podríamos concentrar dos grandes bloques: Los que defienden la República burguesa y los que la cuestionan. En el primero tenemos: el liberal burgués, hoy descendientes PNV-CIU-ERC, el socialdemócrata de Prieto y Besteiro, hoy PSOE (del de Largo Caballero no queda referencia) y el estalinista, hoy PCE y en parte IU. Este grupo durante la guerra planteó la defensa de la República burguesa, desmantelando los organismos de poder obreros creados el 19 de julio en las grandes ciudades, para enfrentarse a Franco bajo patrones estrictamente militares. Todos estos partidos PNV-CIU-ER-PSOE-PCE-IU, en mayor o menor medida vienen teniendo poder político en las administraciones en los últimos 30 años.

Por el otro bloque, dentro de los perdedores, se encontraban la CNT-FAI y el POUM, organizaciones abiertamente anticapitalistas que planteaban hacer la revolución, para garantizar ganar la guerra. Hoy estas organizaciones o no existen o son irrelevantes políticamente.

La Memoria se nutre de personas que la hagan visible, Nin está entre los perdedores dobles de la Guerra Civil. De los que perdieron la guerra y además ninguna organización con implantación social importante hoy en día, se dice heredera de su teoría política.

No es de extrañar por tanto, que la Memoria de Nin haya que buscarla en otros lugares que no son los políticos, ni los medios de comunicación de masas, apenas algo en la historiografía. Lo fundamental será el análisis paralelo entre la causa de Nin, esto es, la revolución en los años treinta, y los datos y análisis posteriores sobre ello.

BREVE ESBOZO BIOGRÁFICO

Andreu Nin Pérez, nació en El Vendrell (Tarragona) en 1892, murió asesinado entre junio y julio de 1937 en Madrid. Es uno de los pocos españoles con contacto directo con la revolución rusa, participando activamente en la dirección de la Internacional Comunista en la época en que ésta era dirigida por Lenin y Trotsky. Su responsabilidad fue la de secretario de la Internacional Sindical Roja.

Maestro de escuela, daba clases por las noches en el ateneo obrero de  Barcelona. En 1911 ingresa en las juventudes socialistas, en 1917 entra en el PSOE, colabora con Fabra y escribe en La Internacional por cuyos artículos será detenido. La posición ambigua del PSOE ante la revolución rusa, le hace dejar este partido por reformista y no revolucionario e ingresa en la CNT para defender en el segundo Congreso de 1919 la entrada en la III Internacional.

En 1921 es elegido Secretario del Comité Nacional de la CNT y enviado especial al III Congreso de la Internacional Comunista en Moscú, donde se reunirá con Lenin, Trotsky, Zinoviev, Radek etc. Su intervención en el Congreso de la Internacional Sindical Roja, también en Moscú, le sirve para que le nombren secretario y resida allí.

En 1921 se le envía a Alemania para ayudar al Partido Comunista alemán en asuntos sindicales. En 1923 viaja a París para ayudar al Partido Comunista español en el exilio, por lo que es arrestado y encarcelado un mes.

En 1924 es enviado a la reunión clandestina del Comité Central del partido Comunista italiano en Roma, como delegado especial de la Internacional Comunista. En plena reunión se entera de la muerte de Lenin.

Durante estos primeros años en la Rusia Soviética, Nin es elegido diputado del Soviet de Moscú y miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética. Forma parte de la dirección de la I.S.R., publica escritos sobre temas sindicales en francés, alemán y ruso, además de castellano y catalán para la lucha social de Lérida y para La Batalla de Barcelona.

En 1924 sirve de intérprete a Bullejos, entonces secretario general del PCE, en un viaje a  Moscú, consiguiéndole entrevistas con los dirigentes de la revolución de octubre.

En la lucha de fracciones desatada a la muerte de Lenin, dentro del PCUS Nin toma partido por Trotsky, considerando la Oposición de Izquierdas de éste la correcta posición bolchevique, frente a los partidarios de Stalin que representaban el inicio de degeneración burocrática, tanto en las ideas como en los métodos.

En 1927, en el décimo aniversario de la revolución, Nin participa en la manifestación de la Oposición en Moscú y apoya su plataforma política. A partir de entonces, una vez el propio Trotsky es expulsado del Comité Central, del PCUS y de la URSS, Nin queda en una situación muy debilitada, todos los que se posicionan  políticamente con Trotsky van quedando marginados ( más tarde serán asesinados).

Al no doblegarse ante la degeneración burocracia estalinista, que está consolidando su poder tanto en la URSS como en la Internacional Comunista, Nin queda aislado y recluido en el hotel Lux de Moscú, donde es controlado por la policía política.

En 1930 será expulsado del PCUS, y automáticamente del PCE, a continuación abandona la URSS regresando a España. A la llegada a Barcelona crea la Oposición de Izquierdas en España, que al igual que otros grupos seguidores de las ideas de Trotsky en todo el mundo se propone dar la batalla dentro de los PCs para conseguir que vuelvan a la línea bolchevique.

Se gana la vida traduciendo al catalán y al castellano obras literarias de Chejov, Dovstoiesky y Tolstoy , así como traduciendo  y prologando, libros de Lenin y Trotsky. Por su parte escribe dos libros de teoría marxista; publica en 1930 Las dictadura de nuestro tiempo y en 1934 Los movimientos de emancipación nacional.

Entre 1931 y 1934 participa junto a Juan Andrade, también de la Oposición Trotskista, en la redacción de Comunismo, considerada como la aportación teórica más importante del marxismo español de la época (7)

En 1934, como dirigente de la Izquierda Comunista (nueva denominación de la Oposición trotskista) crea  las Alianzas Obreras, conjuntamente con el Bloque Obrero y Campesino. Es la primera experiencia en el movimiento obrero español de un Frente Único de las organizaciones proletaria contra la CEDA, posteriormente se sumarán el PSOE y el PCE.

Desoyendo a Trotsky, en vez de entrar como fracción organizada en las organizaciones socialistas (una vez desechado el trabajo dentro de los PCs por la subida de Hitler al poder en1933 sin que el PC alemán ni la III Internacional hicieran nada) y sin tener en cuenta el proceso de radicalización del sector de Largo Caballero y las JJSS,  Nin decide unirse al BOC de Maurín (muy criticado por Trotsky por su actuación pequeño burguesa) y crea el POUM en 1935.

El objetivo de Nin es que este nuevo partido dirija la revolución socialista en el estado español. Ruptura política con Trotsky, pues éste lo considera un grave error de estrategia revolucionaria.

Una vez iniciado la Guerra Civil, Nin será Consejero de Justicia de la Generalitat de Cataluña hasta que las presiones del PSUC, dejan fuera al POUM en diciembre de 1936.

Los acontecimientos de las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona, donde se enfrentan las bases del POUM y la CNT-FAI en las barricadas contra las fuerzas del orden de la Generalitat con el apoyo del PSUC, serán el desencadenante de la represión estalinista que llevara a Nin a la muerte.

El 16 de junio de 1937, Nin es arrestado, encarcelado, torturado y asesinado por el servicio secreto soviético en España, que actuando con total impunidad y con la colaboración activad de la dirección del PCE  es presentado ante la opinión pública como agente de Franco y de Hitler

EL CASO NIN

Con la trayectoria política de Andreu Nin, dedicando toda su vida a la causa revolucionaria, las acusaciones estalinistas podrían parecer una broma macabra, sin embargo, contaron con la pasividad y el silencio de todas las organizaciones del Frente Popular.

El asesinato de Nin y el Proceso contra el POUM durante 1937 y 1938 es el hecho político más vergonzoso de la Guerra Civil en el bando republicano. Salvo contadas excepciones, y sólo a título individual, nadie levantó un dedo en su defensa.

El 5 de noviembre de 1938 (después de  17 meses encarcelados y con Nin asesinado) en la sentencia sobre el POUM,  no se atendió a la solicitud del fiscal (que era del PCE) de acusar a los dirigentes del POUM de espionaje y traición. El escándalo internacional lo evitó, pero si se les condenó por Las Jornadas de Mayo a 15 años de prisión, (8)

Ese mismo día Largo Caballero, Federica Montseny, Juan Peiró, Luís Araquistaín, Luís Companys y otras siete personalidades políticas, pidieron por carta al Consejo de Ministros la revisión del Proceso contra el POUM ante el hecho de que su conciencia no les permitía aprobar la sentencia. No fueron atendidos.

Largo Caballero se negó a disolver el POUM por los “hechos de mayo” y sufrió tal acoso del PCE que tuvo que salir del Gobierno. En sus memorias hablando sobre el tema indica: “Conocí a Nin mientras pertenecía al Partido Socialista en Barcelona. Hicimos juntos campañas de propaganda (…) yo me negué a disolver el POUM (…) Nin nos salvó la vida a todos, porque sin su desaparición no nos habríamos dado cuenta de lo que nos preparaban” (9)

Cuando delegaciones extranjeras venían a España para pedir información sobre Nin y garantías en el Proceso contra el POUM, el Presidente de la República  Manuel Azaña escribía en su diario el 6 de agosto de 1937: “Le pedí al presidente (del Gobierno) noticias del asunto Nin. Creen ahora, después de las numerosas pesquisas hechas, que Nin no fue secuestrado, y que se trata de una evasión. Negrín ha recibido la visita de unos delegados de la Segunda Internacional, que venían a hablarle del caso (…) le dije  que por grande que sea la capacidad imitativa de los comunistas, aquí no podemos adoptar los métodos moscovitas, que cada tres o cuatro meses descubren un complot y fusilan a unos cuentos enemigos políticos. (10)

El Presidente de la República, que dejaba en manos de la Justicia el tema de Nin y el POUM, no movió tampoco un dedo por ellos, obviamente el tema revolucionario le era ajeno: “El POUM está mechado de extranjeros. Lo mejor es ponerlos en la frontera, sean o no combatientes, y que vayan a ensayar la revolución a su país” (11)

Pero aún así, Azaña a diferencia de Negrín, además de inteligencia tenía un mínimo sentido del decoro. Cuando le informan del espionaje de Nin y del POUM, a diferencia del  presidente del Gobierno, que  da pábulo a las mentiras estalinistas (de hecho era su rehén político) el presidente de la República sabe que no es cierto, como podemos comprobar en su diario de guerra el 22 de julio de 1937 cuando le llega por primera vez información al respecto:

“Me habló el presidente (del Gobierno) de espionaje. En Madrid han descubierto documentos importantes (…) un plano milimetrado de Madrid (…) cuenta Negrín que se consiguió revelar una líneas escritas con tinta simpática (…) de las indicaciones obtenidas así resultó la detención de Nin  y de doscientos o más individuos, casi todos del POUM, que no niegan sus inteligencias con los rebeldes (…) dice el presidente del Gobierno que una noche se presentaron en la cárcel de Alcalá unos individuos con uniforme de las Brigadas internacionales, maniataron a los guardianes y se llevaron al preso. No cree como se ha dicho, que fuese obra de los comunistas (…) Negrín cree que lo han raptado por cuenta del espionaje alemán y de la Gestapo para impedir que Nin hiciese revelaciones. ¿No es demasiado novelesco? le pregunto a Negrín, ¡no señor!, me responde” (12)

La campaña propagandística desatada por los medios de comunicación estalinista en España y a nivel internacional contra Nin y el POUM, durante la Guerra Civil no tiene precedente fuera de las fronteras de la URSS.

Pero a diferencia de los Procesos de Moscú, donde a los revolucionarios les sacaban confesiones falsas a través de la tortura, Andreu Nin resistió hasta quedar su cuerpo deforme, antes de ser asesinado. Sin haber “confesado”, por lo tanto salvó la vida de sus compañeros encarcelados del Comité Ejecutivo del POUM, a costa de la suya propia.

Posiblemente, este hecho, la tragedia de su tortura y asesinato, sin “confesar” que era un agente de Franco, por  los que en teoría eran comunistas como él, es lo que hace de Nin la víctima más ilustre del estalinismo en la España del siglo XX y de las más importantes  a nivel internacional.

Durante la Guerra Civil, excepto la propaganda estalinista, nadie creía que Nin fuese un espía de Franco, pero la fuerza del PCE (ajena a la capacidad política de sus dirigentes) debida  a la ayuda militar de la URSS, (con cuentagotas, muy bien cobrada y temporal)   daba la sensación de verdad absoluta.

Sólo  los anarquistas y los trotskistas (además de los poumistas) denunciaron que era todo un montaje político. Federica Montseny en su declaración en el juicio oral al POUM, denunció que era una campaña vergonzosa de los “comunistas”.

Trotsky, a pesar de las críticas políticas contra las actuaciones de Nin en los dos años precedentes: Su apoyo electoral al Frente Popular, la participación en el Gobierno de la Generalitat y la supeditación a la dirección de la CNT en las Jornadas de Mayo, escribe el 8 de agosto de 1937: “Cuando el dirigente del POUM, Andreu Nin, fue detenido en Barcelona, no podía existir la menor duda: los agentes de la GPU no lo dejarían vivo. Nin es un viejo revolucionario incorruptible. Defendía los intereses del pueblo español y combatía a la burocracia soviética. Precisamente por esta razón la GPU mediante una calculada operación en la prisión de Barcelona, se ha desecho de él” (13)

La falta de pruebas sobre su tortura y asesinato y la campaña permanente en los órganos del PSUC Treball y del PCE Mundo Obrero, sirvieron al estalinismo durante décadas para seguir difamando a Nin y al POUM, al tiempo que se justificaban políticamente en su defensa de la República burguesa.

Sin embargo, la apertura parcial en 1992 de los archivos de la KGB en Moscú ha permitido conocer la documentación que acredita de manera fehaciente lo que Trotsky señalaba tan categóricamente 55 años antes.

En 1992 la televisión catalana TV3 envía a dos periodistas, Mº Dolores Genovés y Luis Ferri a la URSS para investigar sobre la muerte de Andreu Nin. El resultado es el documental Operación Nikolai o el Asesinato de Nin donde se muestran los documentos secretos  que confirman las falsedades del Proceso contra el POUM así como el asesinato de Nin.

Leva Lazarevitx Feldvin, conocido como General Orlov, jefe de los servicios secretos de la URSS en España, envió el 23 de mayo de 1937 una carta a la sede de la NKVD de Moscú sobre la manera de implicar al POUM con el descubrimiento de una célula falangista en Madrid.

Escribía Orlov. “la mayoría de los implicados ha confesado (…) he decidido utilizar la importancia del asunto (…) para implicar a la dirección del POUM. Hemos redactado el documento anexo, que revela la colaboración del POUM con Falange (…)  cifraremos el contenido de este documento con el código secreto de Franco que tenemos  a nuestra disposición y los escribiremos con tinta simpática detrás del plano” (14)

De esta manera, queda demostrada la falsedad de la acusación de espionaje para Franco tanto de Nin como del POUM. Las mentiras del PCE y de Negrín, las sospechas de Azaña, las certezas de Largo Caballero y Federica Montseny así como  el análisis de trotsky,  quedan confirmados medio siglo después.

Y sobre la muerte de Nin, podemos seguir la pista a través del siniestro “comunista” Orlov en el mensaje enviado a Moscú el 24 de julio de 1937: “ N de Alcalá de Henares en dirección a Perales de Tajuña, a medio camino a unos cien metros de la carretera, en el campo, Bom, Xvied, juzik, dos españoles. El chofer de Pierre es Víctor” (15)  El nombre de los españoles ha sido tachado en negro por el KGB “para evitar perjuicios a sus descendientes” indica el funcionario del archivo.

No existe ningún documento que acredite la detención de Nin, ni un juez instructor, ni que haya permanecido detenido ni en Barcelona ni en Alcalá de Henares. Como dijo el entonces Ministro de Justicia Manuel Irujo: “Nin no había estado nunca en ninguna prisión del estado” (16). Por no constar no consta ni que este muerto.

Lo único que se conserva de Nin, desde su detención el 16 de junio en la sede del POUM en las Ramblas de Barcelona, son sus cuatro declaraciones realizadas entre el 16 y el 21 de junio ante sus torturadores. En ellas explica su trayectoria revolucionaria y denuncia como falsas una y otra vez, las acusaciones de espionaje contra él y el POUM. (17)

Es decir, Nin es detenido el 16 de junio, su última declaración es del 21 de junio y Orlov confirma su asesinato el 24 de julio. Por lo tanto Andreu Nin muere entre el 21 de junio y el 24 de julio de 1937.

No se sabe ni  la fecha  ni el lugar exacto de su enterramiento, pero una de las primeras consecuencias del Documental Operación Nikolai es la decisión en 1993 de Joaquín Leguina, entonces presidente de la Comunidad de Madrid, de buscar los restos de Nin en la carretera  de Alcalá de Henares a Perales de Tajuña. A pesar de las toneladas de tierra removida no se encontró nada.

Por otra parte está la pista de Orlov, que a diferencia de la práctica totalidad de funcionarios soviéticos que estuvieron en la Guerra Civil y que a la vuelta en Moscú fueron fusilados, éste, mucho más perspicaz no volvió.  Cuando: “ a  mediados de 1938, fue obligado por Moscú a volver para lo que probablemente sería su propia ejecución, Orlov recogió a su mujer y  a su hija junto con  cerca de 60.000 dólares en efectivo de la tesorería de la NKVD en Barcelona y huyó a Estados Unidos” (18)

Este personaje, que vivió tranquilamente en EE.UU de 1938 hasta su muerte en 1973, era tres años más joven que Nin, nunca admitió nada. Fue entrevistado por  Stanley G. Payne: “en junio de 1969 en la Universidad de Michigan, donde la CIA había logrado un puesto para él en la Facultad de Derecho como especialista en Derecho Soviético. Hasta el final de sus días negó rotundamente haber tenido un papel en el asesinato de Andreu Nin” (19)

La Historia, que se realiza a partir de documentos para a continuación interpretar los hechos, en el caso Nin se ha hecho al revés, y gracias a una paradoja. El derrumbamiento de sus asesinos, el estalinismo, ha permitido “documentar” la verdad.

No deja de ser relevante que una de las características del estalinismo, que basa su fe en la sumisión total a los que están “por encima” al tiempo que lo aplican inversamente proporcional sobre los que están “por debajo”, nieguen siempre lo evidente.

Al igual que Orlov, que nunca admitió el asesinato de Nin, veremos al estalinista español Ramón Mercader, que aún siendo visto, nunca admitió haber matado a Trotsky.

A partir de 1992, gracias a los documentos, la Historia ya “sabe” que Nin fue una víctima del estalinismo, inocente de los cargos de espionaje al servicio del fascismo. Lo que la Historia tiene aún pendiente es la acusación al estalinismo de traición a la revolución rusa y española y del asesinato masivo de revolucionarios en España y en la URSS.

Así pues, la Memoria de una figura de tanta trascendencia histórica, como la que lleva consigo Andreu Nin, no puede ser sólo el reconocimiento de víctima, que es el único que parece haber sido valorado hoy  en día.

La Memoria de Nin se hace necesario buscarla en la interpretación en estos 70 años de su legado político, del reconocimiento o no por parte del estalinismo de su crimen y de la caracterización revolucionaria de la Guerra Civil española, que lo motivó.

LA TRANSICIÓN: UNA OPORTUNIDAD PERDIDA

Después de 40 años de dictadura, la transición española la protagonizan, por razones en las que no podemos entrar en este trabajo, las organizaciones socialdemócratas y estalinistas (las bases de estos partidos y sindicatos eran honradas, de izquierdas y muchas incluso revolucionarias).

Ninguna de ellas  recupera en  sentido alguno  la figura de Nin, es un fantasma de la Historia. Las direcciones del PCE y del  PSOE aceptan  “pasar página” de la Guerra Civil, y no mirar al pasado para no “abrir las heridas”. El pacto de silencio con la burguesía “democrática” lo precisa.

“Con el Pacto de Transición, los herederos de la dictadura franquista y la oposición política decidieron ”silenciar” el pasado y así es como, consecuentemente, transcurridas más de dos décadas, se procede a la reconstrucción del pasado republicano, convenientemente depurado de connotaciones revolucionarias” (20)

Además, aquellas pequeñas organizaciones antiestalinistas, nutridas sobre todo del descontento originado por la política del PCE (de nuevo pro-burguesa, como en los años treinta), como la LCR, la ORT, el PST etc que se dicen del trotskismo, la figura de Nin es valorada sólo como revolucionario honrado, pues se le imputan errores graves.

En los años setenta, las libertades democráticas traen consigo la publicación de cientos de libros de todas las tendencias de la izquierda. Apenas se puede encontrar alguno sobre Nin. Una de las excepciones es  la publicación de La revolución española, editado por Fontamara en 1978, que consiste en una recopilación de artículos de Nin entre 1930 y 1937.

Como novedad bibliográfica y caso excepcional, se publica en 1975 la Tesis Doctoral de Pelai Pagés, Andreu Nin: su evolución política, editado por Biblioteca Promoción del Pueblo que consiste en una gran biografía política de la vida y las ideas de Nin.

También de ese mismo año, Víctor Alba, militante del POUM y colaborador de La Batalla en 1937  publica, Dos revolucionarios: Andreu Nin  y Joaquín  Maurín en Seminarios y ediciones 1975. Es una biografía genérica sin la profundidad política del trabajo de Pelai Pages.

Poco antes, el que fuera una de los máximos dirigentes del POUM, y compañero de Nin,  Julián Gorkin  había publicado: El Proceso de Moscú en Barcelona, Ayma 1973, donde hace una descripción del papel del POUM, el asesinato de Nin y la contrarrevolución estalinista muy ajustado a la verdad, posteriormente documentada.

Poco más se puede encontrar en los años setenta en España relativo a Andreu Nin en cuanto a bibliografía. De reconocimiento público nada y de búsqueda de responsabilidades menos.

LA RECUPERACIÓN DEL PERSONAJE ANDREU NIN

Será necesario esperar más de una década de democracia y cinco años de gobierno del PSOE, para sin otro fundamento que la voluntad de un grupo de personas, de manera altruista, crearse una Fundación que recupere la memoria de Nin, al margen de los grandes partidos de la izquierda.

La Fundación Andreu Nin

En 1987, es decir, antes del colapso del estalinismo, se crea en Barcelona la Fundación Andreu Nin (FAN) para salvaguardar tanto su memoria como la de todo movimiento revolucionario antiestalinista.

En la FAN colabora Wilebaldo Solano, último secretario general del POUM, que con 20 años era el dirigente de sus juventudes en 1937, (Juventud Comunista Ibérica). Solano conoció a Nin y  estuvo con él antes de  su detención y desaparición, la FAN cuenta así con parte de la memoria viva de la Barcelona revolucionaria de la Guerra Civil

A lo largo de sus 20 años de existencia la FAN, viene realizando una labor divulgativa de la vida y obra de Andreu Nin y del POUM a través, fundamentalmente, de Internet, pero también con actos, charlas, debates y propuestas a los organismos públicos para restablecer la memoria de Nin.

Uno de éstos últimos fue conseguir presentar en Moscú ante Gorbachov en 1988, un escrito firmado por 300 intelectuales españoles y catalanes para facilitar la investigación en los archivos de la URSS  y saber la verdad sobre la muerte de Nin.

Otra colaboración importante de la FAN en esta línea, fue su asesoramiento histórico para la película de Ken Loach  Tierra y libertad. La realización de esta película en 1994 volvía a poner en al POUM en la historia.

La FAN ha participado en debates sobre dicha película en casi todas las televisiones europeas en los últimos 10 años, excepto en España. Incluso en Japón, donde sindicalistas nipones entrevistaron a W. Solano en Barcelona.

En los últimos diez años la FAN no ha dejado de realizar actos, sobre todo en Barcelona y en Madrid para reivindicar la figura de Nin y el papel del POUM.

Otro aspecto a  destacar de la FAN es su página Web, donde tiene un boletín electrónico con información mensual de actividades, pero que también cuenta con  la publicación de textos de Andreu Nin, difíciles de encontrar en castellano o catalán.

La declaración de Treball

En respuesta a la FAN sobre la campaña para la apertura de los archivos soviéticos a la investigación del asesinato de Nin, el órgano de expresión del PSUC del número de diciembre de 1989 Treball dice: “Hace muchos años que el PSUC revisó críticamente los graves errores cometidos en el periodo estalinista (…) Andreu Nin forma parte del cuadro de honor de los dirigentes de la izquierda catalana de este siglo (…)  El PSUC y Treball rectifican una vez más, formal y definitivamente, cualquier calumnia contra Andreu Nin” (21)

Las disculpas del PSUC en un órgano como Treball, tienen una connotación histórica, es la primera vez, después de 62 años. Pero además tiene un valor añadido, todavía no se  conocían los documentos de Orlov.

Estos dos hechos dejan más en evidencia al PCE, que ni antes ni después de conocerse los “papeles” de Moscú, ha sido capaz no sólo de pedir perdón sino de hacer la más mínima autocrítica.

Ya Vázquez Montalbán en el artículo arriba citado planteaba el tema de la siguiente manera diez meses antes de la declaración de Treball: “Hace tiempo que a título individual, dirigentes o destacados militantes de ayer y de hoy del PSUC han reconocido públicamente la brutalidad cometida contra Nin y la injusticia generalizada contra los poumistas acusados de ser agentes franquistas (…) Pero no ha habido una reflexión del colectivo, del intelectual orgánico llamado partido y mientras no lo haya la sombra de Nin seguirá siendo (…) una zona oscura de la propia conciencia” (22)

Reconocimientos públicos

Aunque pocos, en comparación con los que se harán después de la caída  del muro de Berlín, es interesante resaltar los actos que se hacen como síntoma de cambio.

El 1 de mayo de 1987, se coloca una placa conmemorativa en la Plaza del Teatro-Las Ramblas de Barcelona con la siguiente inscripción: “Andreu Nin (1892-1937) Revolucionario marxista, catalán e internacionalista, en conmemoración del 50 aniversario de su asesinato”. En el acto homenaje participan más de mil personas.

En mayo de 1987 también, acto conmemorativo en el Ateneo de Madrid en el 50 aniversario de las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona

El 19 de agosto de 1988 aparece en El País un artículo de Wilebaldo Solano explicando la presentación y objetivos de la FAN titulado “En el nombre de Andreu Nin”

Nin desde la caída del estalinismo

Los años noventa del siglo pasado, la caída del estalinismo y la actividad de la FAN, significan un cambio en la percepción pública de Nin en Cataluña. Dos acontecimientos cinematográficos impulsan a ello.

La película Tierra y Libertad, de 1995 con la denuncia por primera vez en el cine del papel contrarrevolucionario del estalinismo en la Guerra Civil española. Gran éxito internacional. Y por otro el documental Operación Nikolai o el asesinato de Nin de TV3  de 1992 que ha recibido varios pases en la televisión pública catalana desde entonces.

Lo que resulta lamentable es que éste documental, que se ha distribuido internacionalmente en varios idiomas, nunca ha sido emitido en España y hasta hace sólo un año, en verano de 2006, ni siquiera traducido en DVD al castellano.

La película,  el documental, y  la labor de la FAN ha provocado desde entonces un reconocimiento público mucho mayor a la figura de Nin y al papel del POUM.

El 14 de febrero de 1992, en El Vendrell, localidad natal de Nin, el ayuntamiento, gobernado por el PSOE, realiza un homenaje a Andreu Nin en el centenario de su nacimiento.

También con motivo del centenario se hace un homenaje en el Ateneo de Madrid a Nin  con una mesa-debate titulada “La izquierda ayer y hoy” en la que participan entre otros, el Coordinador General de I.U. Julio Anguita, Pablo Castellanos y García Santesmases.

El 20 y 21 de marzo de 1993 de dedica una placa a Nin en los Archivos del Movimiento Obrero en Alcalá de Henares. El  acto es  presidido por el Alcalde de la localidad, y el Rector de la Universidad de Alcalá. También se desarrolla una Mesa Redonda con la participación de Joaquín Leguina, que como presidente de la CAM informa sobre la búsqueda de los restos de Nin, Javier Riaño, autor del documentar Asaltar los cielos sobre el asesinato de Trotsky, y Wilebaldo Solano, por la FAN.

El 25 de marzo de 1993 se realiza un homenaje a Nin en el Parlamento de Cataluña, donde Pascual Maragall lee una declaración pidiendo a la Generalitat hacer todo lo necesario para localizar los restos de Andreu  Nin

Placa conmemorativa a Nin en el Hotel Falcón, sede del POUM en 1937, ahora convertida en la Universidad Pompeu Fabra, donde se resalta su posición en la entrada.

En 1995 la FAN lleva a cabo una campaña de recogida de firmas para que TVE emita el documental Operación Nikolai o el asesinato de Nin. Aún sigue sin emitirlo.

Durante el año 1995 se realizan varios debates en las televisiones públicas europeas, con la participación de Wilebaldo Solano sobre la película Tierra y Libertad; Italia, Francia, Bélgica… excepto en España.

En Basilea se proyecta la película ese mismo año junto a un debate con organizaciones de izquierdas, asistiendo trabajadores de Suiza, Alemania, Francia y emigrados españoles. El 22 de octubre en París debate con historiadores franceses y W. Solano.

El 14 de abril de 1995 W. Solano responde en El país a Santiago Carrillo, por su crítica en ese mismo periódico a la película de Ken Loach. Carrillo había dicho, entre otras cosas, que al director de la película “se le había ido la mano”.

En 1997 el ayuntamiento de Sabadell, gobernado por el PSUC, realiza un homenaje a Andreu Nin, conjuntamente con el Museo de Historia y pone su nombre a una avenida en el nuevo parque de la ciudad.

En enero de 2000, W. solano presenta en el Círculo de Bellas Artes de Madrid el libro. El POUM en la historia. Andreu Nin y la revolución española, donde se lleva a cabo una reafirmación de la actividad del POUM y a la labor de Nin, se reivindica el papel jugado por Nin. Se reafirma en las críticas a Trotsky, que no entendía la situación.

En el año 2000, el Instituto de Enseñanza Secundaria de El Vendrell, pasa a llamarse “IES Andreu Nin”

En 2002, en el décimo aniversario de la emisión de documental Operación Nikolai, la TV3 vuelve a emitirlo, al tiempo que la FAN hace campaña con apoyo de muchos intelectuales, como Vázquez Montalbán para que lo emita TVE

En 2003 aparece un nuevo libro de Javier Marías, uno de los mejores escritores españoles en la actualidad Tu rostro mañana, sobre una trama de espías de fin de siglo, sale a colación la Guerra Civil y el tema de Nin y el POUM, es algo insólito en nuestra literatura.

Más sorprendente aún la forma de contarlo: “Pasionaria, siempre adicta a Stalin y quizá en un estallido de histeria (…) dedicó cuatro furibundas y despiadadas palabras a los depurados de aquellos días. En el acto del Monumental Cinema, dijo “levantamos la bandera del Frente popular. Los enemigos de esta unión son ciertas izquierdas y los trotskistas. Jamás serán excesivas las medidas que se tomen para liquidarlos, (19 de junio de 1937 – ABC)” (23). El autor relata con todo lujo de detalles toda la manipulación estalinista en el asesinato de Nin como el las acusaciones contra el POUM,  entre la página 114 y  127.

En abril de 2004 la cadena alemana Arte emite el documental Operación Nikolai para toda Europa, con difusión en las televisiones públicas de Francia, Alemania, Suiza, Italia, Bélgica…, salvo España.

En 2005 aparece, después de varias décadas, un libro sobre la vida de Andreu Nin a cargo del periodista José María Zabala: En busca de Andreu Nin, donde se hace un recorrido biográfico de su vida en paralelo a la actuación estalinista durante su detención, encarcelamiento, tortura y asesinato.

El libro no aporta nada nuevo sobre el Nin, excepto la reproducción de algunos documentos inéditos del AHN, el interesante prologo de Payne y la confirmación fehaciente del asesinato a manos de estalinistas españoles y rusos. Basa mucho en las averiguaciones de los periodistas catalanes en el documental Operación Nikolai.

Aunque este libro no tenga mucho valor político, también ha servido para dar a conocer algo más la figura de Nin. Así por ejemplo el diario El Mundo se hace eco el 26 de junio de 2005, indicando Luís Alemany en las páginas de cultura: “un libro recupera la “maltratada” figura marxista de Andreu Nin”.

También ha servido para que se presentase en la Feria del Libro de Madrid de ese mismo año, realizándose una mesa redonda, con participación del PSC-PSOE, el autor y la FAN.

El año 2007 ha sido declarado en el Vendrell, al Año Andreu Nin, en el 70 aniversario de su muerte. La FAN también le está dedicando homenajes tanto en España como en el extranjero

El 28 de marzo de 2007 se realizó un acto  a W. Solano en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con la asistencia de 250 personas, en homenaje al POUM y a Nin.

El 29 de marzo éste homenaje llegó a el Congreso de los Diputados, con un discurso de W. Solano y la intervención de PSC-PSOE con la diputada Teresa Cunillera y el Coordinador General de I.U. Gaspar Llamazares, que dijo le gustaría que estuvieran vivos “el espíritu” y la “lucha” de los militantes del POUM, y elogió la trayectoria de Joaquín Maurín y Andreu Nin, “que supieron resistir al estalinismo” (24)

El País recogía el acto de la siguiente manera: “Nadie en el Congreso de los Diputados recordaba un ¡viva la unidad de los trabajadores” (…) el 29 de marzo W. Solano, de 90 años, último Secretario General del POUM lo gritó con fuerza en la Sala de Columnas” (25). A continuación, el periodista le hace una entrevista.

En junio de 2007 se realizan varios actos con debates sobre Nin en la Universidad de Barcelona, con la participación de la FAN

Del 9 al 11 de julio de 2007 se realiza un curso de verano en la sede central de la UNED en Madrid titulado: “La izquierda revolucionaria y antiestalinista en la Segunda República y la Guerra Civil”. De las ocho ponencias cuatro son sobre el POUM y Nin. Los actos los organiza la UNED con la colaboración de la FAN.

Como se puede apreciar, la totalidad del reconocimiento público a Nin es, o institucional o impulsada por la FAN. Excepto la presencia puntual de algún dirigente del PSOE y de IU, que realizan una  valoración más humana que política, las grandes organizaciones obreras españolas han estado al margen de la figura de Andreu Nin en estos 30 años de democracia. De hecho a nivel sindical, de CCOO o la UGT,  no nos consta nada.

Si en las enciclopedias bajo la dictadura de Franco se habla de Nin: “Fue asesinado por los estalinistas” (26) en las actuales se dice: “Agudizada la represión antitrotskista, fomentada por el PCE y el PSUC, y tras los sucesos de mayo en Barcelona, fue detenido por la policía soviética que actuaba clandestinamente en la zona republicana (1937) y murió asesinado en circunstancias no esclarecidas (27)

Prácticamente desconocido por la mayoría de los trabajadores españoles, resulta sorprendente el número de entradas que el servidor Google tiene en Internet sobre Nin, más que ningún otro dirigente obrero español del siglo XX:

1 – Andreu Nin                     2.610.000 -Como Andrés Nin tiene 2.550.000
2 – Pablo Iglesias                  2.420.000
3 – Felipe González               2.140.000
4 – Santiago Carrillo             2.070.000
5 – Largo Caballero             1.060.000
6 – Durruti                                373.000
7 – La Pasionaria                      316.000 -Como Dolores Ibárruri tiene 204.000
8 –  Indalecio Prieto                  173.000
9 –  Julián Besteiro                    134.000
10 – Federica Montseny              89.000
11 – Joaquín Maurín                   64.900

Y no deja de llamar la atención, respecto a los partidos políticos, que el PSOE con más de 120 años de historia y en el Gobierno, tenga en Google 1.220.000 entradas, el PCE con más 80 años tenga 1.810.000 entradas, mientras el POUM, con sólo 2 años de vida en activo durante la República y la Guerra Civil en España (de 1935 a 1937) tenga la cantidad de 662.000 entradas. (28)

El número de entradas de Nin en Internet es espectacular, si quitamos a Felipe González y Carrillo, protagonistas de la Transición y hasta hace poco en activo, la comparativa con el resto es abrumadora.

La explicación bien pudiera encontrarse en la necesidad de indagar en el pensamiento político de Nin: el socialista (militó en el PSOE), el anarquista (militó en la CNT), el comunista (militó en el PCE y el PCUS) el trotskista (militó en la IC), el poumista ( en el POUM) además de profundizar en la vida y obra de  la figura política más trágica de la Guerra Civil.

Nin en 2007 sigue siendo la herida abierta de la Guerra Civil, todavía sin cerrar

NIN Y EL DEBATE SOBRE SU TROTSKISMO

Como hemos podido comprobar, la figura de Nin ha emergido de las sombras en las dos últimas décadas, en  cuanto a reconocimiento popular.  Éste se ha manifestado a través de Placas, Calles, Institutos, Documentales y Actos Institucionales, que están siendo orientados, sobre todo, a recuperar del olvido  la figura de un revolucionario, víctima de la represión estalinista

Pero con excepción  de la FAN, que además de todo lo anterior, realiza una defensa política de Nin, nadie más lo hace. Por otra parte, la valoración de la FAN es una reafirmación acrítica del Nin del POUM, es decir, de sus dos últimos años de vida.

Pero la personalidad política de Nin es mucho más compleja. En la constitución del POUM en 1935, Nin y la Izquierda Comunista (Trotskista), es una minoría respecto a la otra organización, el Bloque Obrero y Campesino de Maurín (ni trotskista ni estalinista), que se declaraba marxista, pero equidistante de ambas corrientes.

Estando en la dirección del POUM, Nin y la mayoría de los miembros de la IC (sólo una minoría siguió la táctica de Trotsky), serán a su vez minoría en el nuevo partido, copado en militancia y dirigentes por el BOC de Maurín

“Su Comité Ejecutivo estaba formado por Joaquín Maurín, Secretario General, Andreu Nin,  Bonet, Jordi Arquer, Molins, Rovira y Gironella (…) a Nin le correspondía un papel secundario pues, aunque su aportación teórica fuera superior a la de Maurín y el resto de bloquistas, numéricamente éstos eran mayoritarios” (29). Y sobre las bases “la poca sinceridad con la que la mayoría de los militantes del BOC aceptaron la unificación (…) llegando a afirmar que la unificación fue  un error (30)

Así, el líder principal del POUM era Maurín, que en el pasado siempre tuvo discrepancias políticas con Nin y Trotsky (ambos le veían tendencias pequeño burguesas conciliadoras) y al BOC como una organización a medio camino entre el reformismo y el marxismo.

Al encontrarse Maurín en Santiago de Compostela preparando una reunión del POUM el 18 de julio de 1936, es apresado y encarcelado (se creyó entonces que incluso ejecutado), por ello Nin, que era visto con ciertas reticencias por “radical trotskista” en  parte  de los antiguos “bloquistas” en el POUM, pasó a ser el líder temporal.

La versión de los defensores  de la actuación de Nin, la FAN y los libros de Pelai Pages, W. Solano y Víctor Alba, es más acorde con  el Nin poumista, más cercano a Maurín, que el Nin con reminiscencias trotskista que era el que “chocaba” en el POUM.

Por el contrario, autores ubicados en la órbita del análisis estalinista, como luego veremos con más detalle, sí hacen esa diferenciación Nin-Maurín.: “Resulta difícil pronosticar qué política hubiera desarrollado el POUM durante la guerra de no haber quedado fuera de juego desde el comienzo su secretario general, Joaquín Maurín. (…) éste coincidía con Nin en la fascinación del modelo de revolución soviética de 1917, pero siempre se había mostrado sensible hacía el problema concreto que planteaba la amenaza fascista y con menor insistencia basó su juego político en el establecimiento de alianzas, tanto con otras fuerzas obreras como con la pequeña burguesía” (31)

De hecho Nin, ahora líder del POUM, lo era debido más  a su autoridad política que a sus planteamientos, pues a diferencia del BOC y Maurín, Nin, tenía una trayectoria  más cerca al marxismo que al reformismo.

“El malestar entre los mauristas, tapado únicamente por el espíritu de protesta ante la desaparición de Nin, había dado ya lugar, tras los sucesos de mayo a intentos de resucitar el Bloque Obrero y Campesino frente al sectarismo del POUM, según reseña el soviético Stepanov en uno de sus informes” (32)

A juicio de Trotsky, que seguía muy al día la revolución española, la figura de Nin marcaba la tragedia que suponía ver el dirigente obrero español más preparado teóricamente,  sucumbir  ante el BOC, formando el POUM

En una carta a Daniel Guerin el 10 de marzo de 1939 escribe Trotsky: “Desde el inicio de la revolución española he estado en estrecho  contacto con cierto número de militantes, en particular con Andreu Nin. Hemos intercambiado centenares de cartas. Al cabo de una experiencia que duró meses llegué a la conclusión de que Nin, honrado y entregado a la causa, no era un marxista, sino un centrista, un Martov español” (…) El POUM ha buscado siempre la línea de menor resistencia, ha contemporeizado, jugado al escondite con la revolución. Empezó por encerarse en Cataluña, cerrando los ojos ante la relación de fuerzas existente en el conjunto de España (…) el POUM empezó por ignorar el peligro estalinista – a pesar de todas las advertencias-  y por doblegarse ante la burocracia anarquista” (33)

A pesar de sufrir ataques políticos muy severos por parte de Trotsky, incluso llegando a no contestar sus cartas y romperse la relación política y personal, a Nin siempre le quedó un enorme respeto por el creador del Ejército Rojo.

Cuando en septiembre de 1934 desde la revista Comunismo, Nin defiende la ruptura con la línea de Trotsky de formar una corriente en el PSOE, lo expone de la siguiente forma: “De ninguna manera, por un utilitarismo circunstancial, podemos fundirnos con un conglomerado amorfo, llamado a romperse al primer contacto con la realidad. Por triste y penoso que nos resulte, estamos dispuestos a mantenernos es estas posiciones de principio que hemos aprendido de nuestro jefe, aún a riesgo de tener que andar parte de nuestro camino hacia el triunfo separados de él” (34)

Es interesante contrastar esta opinión de Nin para no entrar en el PSOE y “bolchevizarlo” como pedían por carta las JJSS a los trotskistas, con la que tenía Largo Caballero sobre el aprovechamiento que el estalinismo hizo de ello. “La Tercera internacional quería hacer en el resto de España lo que había hecho en Cataluña y en la Juventudes Socialistas; unificar a los partidos Socialista y Comunista y meterlos en un saco; pero se encontraban con una gran dificultad, y era que el Partido Comunista no tenía hombres de autoridad y prestigio para labor tan importante, ni para dirigir después el partido Único. Los hombres que valían algo habían pasado al trotskismo” (35)

De sus “reminiscencias trotskistas” podemos apuntar que el 6 se diciembre de 1936, estando en el Gobierno de la Generalitat, y sin consultarlo en el  POUM, Nin propuso que Cataluña  acogiese a León Trotsky, perseguido internacionalmente por el estalinismo y sin “visado” de país alguno. Posteriormente se le concedió en México

Esta petición de Nin de pedir que Trotsky viniese a Barcelona, además de provocar que el PSUC dijese que si esto ocurría, rompía el Frente Popular, también sirvió como objeto de críticas en el POUM.

No podemos profundizar en las diferencias Nin-Trotsky, Nin-Maurín, por cuestión de espacio, baste señalar que el POUM no era trotskista y que la actuación de Nin desde 1933  tampoco.

LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA

Desde una  perspectiva histórica, los acontecimientos en España entre 1934 y 1937: con las Alianzas Obreras, la Insurrección de Asturias, el triunfo del Frente Popular, el levantamiento fascista, la revolución obrera contra el mismo, y las Jornadas de Mayo en Barcelona, son mucho más intensos y de mayor significación cada uno de ellos, que décadas enteras en otros momentos del siglo XX

Simplificar o enumerar los hechos de manera cuantitativa no ayudan a la comprensión de la historia. Es preciso analizarlos en toda su intensidad para valorar su importancia

La Memoria de Andreu Nin, su significación histórica como uno de los protagonistas de esos tres años tan decisivos, viene determinado por al análisis  de esos acontecimientos y el papel que juega en ellos.

El tratamiento historiográfico de Nin, pues, necesariamente tiene que ir acorde a estos hechos. Teniendo en cuenta los límites de espacio del presente trabajo, nos vamos a remitir a lo que consideremos el núcleo central, esto es, la revolución abierta el 19 de julio y su conexión con las Jornadas de Mayo, que a la postre significaran la justificación estalinista de su asesinato y la represión contra el POUM.

La Revolución del 19 de julio de 1936

Ya hemos visto más arriba, como el Documental de TVE de 1986, a lo largo de 31 horas nos relata la Guerra Civil española desde la perspectiva de la lucha entre la República democrática y el fascismo. De hecho es una de las constantes historiográficas en España

De los 1860 minutos de que consta dicho trabajo, no llega a los 30 los que dedica a la reacción contra la sublevación militar en Madrid, Barcelona, Valencia, Murcia, Alicante, Castellón… y poniendo el énfasis en el aspecto militar, no en la acción revolucionaria de los trabajadores.

Por ejemplo, comienza de la siguiente manera: “El sábado 18 de julio de 1936 en  Barcelona, era un sábado de verano, lo único que preocupa a su población es el fin de semana y las vacaciones” (36) Sobre las Jornadas de Mayo, a pesar de decir: “los hechos de mayo son uno de los momentos culminantes de la evolución político-social de la España republicana  (37) sólo le dedica 12 minutos (del 23 al 35 de ese capítulo).

A pesar de ser uno de los “momentos culminantes”, no llega a utilizar ni el 1% del tiempo del documental. El Proceso contra el POUM y la muerte de Nin ocupan 5 minutos en total, todo junto entre el minuto 43 y el 47 de ese mismo capítulo.

Es decir, entre la “Revolución” de julio, las Jornadas de Mayo, el POUM y Nin, se dedican (sin entrar en los contenidos) 47 minutos, el 2´5% de todo el tiempo.  Esta “importancia” dedicada a el proceso revolucionario, al POUM y a Nin, quizá tenga algo que ver con la negativa permanente de TVE de emitir el Documental Operación Nikolai, después de 15 de su realización.

Siguiendo la línea española, recientemente Santos Juliá ha coordinado una obra titulada República y Guerra en España 1931-1939 (Espasa Calpe – Madrid 2006) con la colaboración de varios especialistas, en la que ni siquiera son nombrados Nin ni el POUM. De las 445 páginas del libro, sólo una habla de las Jornadas de Mayo (pág. 187) y dentro de las consecuencias de la caída del Gobierno de Largo Caballero.

En el otro  documental de TVE de 2004, no se menciona ni a Nin ni al POUM, sin embargo algo se dice sobre la revolución: “El 18 de julio en Madrid los sindicatos obreros exigen al gobierno el reparto de armas, el Gobierno acaba cediendo. Miles de obreros asaltan el Cuartel de la montaña. (…) En Barcelona militantes de la CNT se echan a la calle el 19 de julio y consiguen reducir a los golpistas. (…) El ejército que ha quedado desmantelado tras la sublevación es sustituido por milicias populares de sindicatos y partidos” (38)

Por contra será, sobre todo la historiografía anglosajona la que, sin ser partidista al respecto, admita y relate el papel revolucionario de los trabajadores del campo y la ciudad contra las bases democrático-burguesas.

Hugh Thomás, en su clásico La Guerra Civil española de 1961 “A última hora de la tarde del 18 de julio, Companys se negó a dar “armas al pueblo”. A pesar de todo, la CNT tomó por asalto varios depósitos de armas, incluido el  viejo buque prisión Uruguay, fondeado en el puerto, convocó una huelga general para el día siguiente (39). “durante la noche del 19 al 20 de julio, en Madrid fueron incendiadas cincuenta iglesias. Los partidos obreros, dirigidos por unidades de milicianos (…) tenían el control efectivo de la capital” (40)

Respecto al  POUM y Nin dice: “Desde la formación del gobierno Negrín los comunistas habían centrado sus esfuerzos en  perseguir al POUM (…) persecución, detenciones, interrogatorios y torturas las llevaron a cabo principalmente comunistas extranjeros, los españoles no sabían la verdad, observaba los acontecimientos y aplaudían cobardemente (…) ¿creía el comunista español católico José Bergamin que Nin, Gorkin y Andrade eran espías? El ala prietista del socialismo e incluso los republicanos de izquierda mostraban tales actos de transigencia (…) concedían el beneficio de la duda a los acusadores, pero no a los acusados” (41)

Gabriel Jackson en su República española y Guerrea Civil de 1976 nos dice: “Los restaurantes de lujo y los hoteles de Barcelona fueron, o bien colectivizados o incautados por los empleados. Las espaciosas mansiones particulares de los ricos que habían huido a Francia fueron convertidas en escuelas, orfanatos y hospitales (…) los obreros se hicieron cargo de la mayoría de las fábricas” (42)

“En Madrid los ebanistas, zapateros y barberos sindicados colectivizaron sus talleres y establecimientos. El Hotel Palace fue convertido en orfanato (El Ritz en Hospital). En casi todas partes las rentas fueron abolidas y los registros de la propiedad incendiados” (43)

“Nin que era la personalidad más importante del POUM (…) era una figura muy conocida, tanto en España como en el extranjero. Fue uno de los fundadores de la III Internacional (…) Había sido consejero de Justicia de la Generalitat en 1936 y fue uno de los principales teóricos de la revolución colectivista catalana (…) la prensa socialista y trotskista mundial contó el relato (las torturas e interrogatorio de Orlov). Los comunistas calificaron el relato de calumnia y los dirigentes liberales del Frente Popular mantuvieron un silencio embarazoso” (44)

Pero quizás sea la obra de Stanley G. Payne La Unión Soviética, Comunismo y Revolución en España (1931-1939) de 2003 el que ofrezca datos más concluyentes del proceso revolucionario: “Edgar Malefakis, autor del principal estudio sobre la reforma agraria republicana, concluía que durante la Guerra Civil española se ocuparon (…) entre la mitad y dos tercios de todas las tierras cultivadas en la zona republicana» (45)

Según el estudio de Historia y memoria de la Guerra Civil – 1988 ed. Julio  Aróstegui, en 1937 el 39% de toda la tierra de la zona republicana había sido expropiada, aunque sólo se colectivizó oficialmente poco más de la mitad. Así, el porcentaje de tierra que cambió  de manos fue considerablemente mayor que en la Rusia de 1917-1918” (46)

“El 24 de octubre, después de que la CNT hubiera entrado en el Gobierno Catalán, el nuevo conseller de economía y miembro de dicha organización J. Fábregas, promulgó un decreto de colectividades. En el se oficializaba la colectivización de todas las plantas industriales con más  de 100 trabajadores y disponía de la colectivización de las de 50 a 100 con la aprobación del 75% de los trabajadores de la empresa” (47)

“Apenas cabe duda de que hubo una actividad revolucionaria, mucho más inmediata, directa, espontánea y también organizada por parte de los trabajadores en la sociedad española de 1936, que en la rusa de 1917, mientras que en el campo la diferencia era todavía mucho mayor” (48)

Desde el punto de vista de la burguesía republicana esto era intolerable: “desde un principio la República se debatió entre la urgencia de imponerse militarmente y la necesidad de controlar las aspiraciones revolucionarias de los anarquistas y el POUM (…) El poder del estado sufrió un desplome  casi total, Comités, Juntas, Consejos, aparecían por todos los lugares y en algunas regiones llegaron a unificarse para formar Consejos Regionales entre los que destacaron el Consejo Soberano de Asturias, el Consejo de Aragón, el Comité Ejecutivo Popular de Valencia o la Junta de defensa de Madrid” (49)

Se podrían llenar páginas y páginas ofreciendo miles de ejemplos de cómo los trabajadores de la ciudad y el campo, sin que ninguna organización lo dirigiera y organizase a nivel estatal, estaban llevando a cabo por la vía de los hechos la revolución, cuestionando tanto la República burguesa como el sistema capitalista.

La diferencia con la Rusia de 1917 era que en España no hubo un Partido Bolchevique o similar que aglutinara esa enorme honda expansiva. Su ausencia fue ocupada por el estalinismo, que como dice Largo Caballero, aprovecha la radicalización de las organizaciones socialistas, para “engullir” las JJSS y  la sección catalana del PSOE el mismo año 36.

“La revolución en Cataluña no fue obra de ningún partido político ni de ninguna organización sindical (…) ¿cual ha sido la actitud del POUM en estos primeros momentos? Evidentemente, este partido tampoco estuvo a la altura de los acontecimientos” (50)

El potencial de Andreu Nin quedó orillado y circunscrito, como dijo Trotsky, a Cataluña y sin un plan de actuación independiente de la fuerza que tenía allí  el anarquismo. A pesar de la caracterización que hace Nin de la situación, su actuación política no estuvo a la altura.

Para ello nos remitiremos a las propias palabras de Nin, valorando la situación política en el mitin del Gran Price  en Barcelona el 6 se septiembre de 1936:

“La lucha no está entablada entre la democracia burguesa y el fascismo, sino entre el fascismo y el socialismo, entre la clase obrera y la burguesía. La clase  trabajadora, con las armas en la mano, cerró el paso al fascismo en Cataluña el 19 de julio y ha planteado crudamente el problema del poder” (51) Además entra en terrenos teóricos del marxismo sobre la caracterización de la revolución:  ¿Es que la clase trabajadora de Cataluña y España está realizando enormes sacrificios, está derramando su sangre para volver a la República del señor Azaña? (…) la revolución democrática ha sido realizada no por la burguesía liberal, que no lo había podido hacer en cinco años (1931-1936),  sino por la clase trabajadora, que los ha resuelto en pocos días con las armas en la mano” (52)

Este planteamiento político de Nin, caracterizando la revolución democrático-burguesa como superada por la acción de las masas en la calle, está en la línea de las Tesis de Abril de Lenin en 1917 y en la Teoría de la Revolución Permanente de Trotsky, pero como veremos se queda a medio camino en la práctica hacia la revolución socialista.

Lenin escribe: “La peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía  (…) a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado” (…) “El paso del poder del estado a manos de una clase a las de otra clase es el primer síntoma, el síntoma principal, el síntoma más importante de la revolución, tanto en el sentido estrictamente científico, como en el sentido político, práctico (53).

Trotsky dice: “ El hecho de que una revolución sea antifascista o proletaria, burguesa o socialista, viene determinado no por etiquetas políticas, sino por la estructura de clase de una nación dada (…) El poder está en manos de la burguesía o el proletariado (…) el poder obrero no puede ser más que el poder socialista” (54)

Sin embargo las conclusiones prácticas de Nin no van en la misma línea, a diferencia  de Lenin y Trotsky en Rusia en 1917, Nin no es capaz de desmarcarse del anarquismo y ganarse directamente a los trabajadores: “Yo afirmo, compañeros, que en las cuestiones fundamentales, en aquellas sobre las cuales existían discrepancias irreductibles con los compañeros de la CNT, sobre estas cuestiones, hoy puede haber un acuerdo perfecto” (55)

Las Jornadas de Mayo

En las Jornadas de Mayo,  las bases de la CNT-FAI y el POUM salen a luchar a las barricadas, para defender las conquistas revolucionarias de julio. Cuando la Generalitat y el PSUC intentar tomar la telefónica (en manos de la CNT desde l 19 de julio), la respuesta de la dirección de la CNT y el POUM será no caer en las provocaciones. La represión estalinista no tuvo piedad.

Entre el 3 y el 8 de mayo de 1937 el enfrentamiento entre las bases de la CNT-FAI y el POUM, por un lado y las fuerzas de seguridad de la Generalitat con el PSUC de apoyo por el otro,  se enfrentan en las calles de Barcelona Los obreros revolucionarios sin que lo convoquen los dirigentes de la CNT ni del POUM paraliza de forma absoluta la actividad en la industria, comercio y transportes. La situación  de doble poder ha llegado a su fin.

O gana la revolución (control obrero de la producción, milicias armadas, gobierno obrero) o gana la contrarrevolución (control gubernamental de la economía sin nacionalización, ejército regular y gobierno burgués). A pesar de ser diez veces más fuertes las bases cenetistas y poumistas que las estalinistas y burguesas, éstas estaban respaldadas por su dirección, aquellas no.

La burguesía precisó de los dirigentes anarquistas para aplacar a los revolucionarios, mientras el POUM mantenía una posición supeditada a lo que hiciese la CNT.

Al día siguiente el 4 de mayo de 1937,  la dirección de la CNT y su órgano de prensa Solidaridad Obrera llaman a la vuelta al trabajo a sus bases, Azaña agradecido, lo relata así: “El Gobierno envió una delegación de la CNT y la UGT, con García Oliver, para aconsejar a los revoltosos que volvieran al trabajo (…) Federica Montseny se arrancó diciendo que llevaba la representación del Gobierno y de la CNT y rogaba que depusiesen su actitud los rebeldes” (56)

Es  decir, la burguesía obtuvo  la colaboración de los dirigentes de las organizaciones revolucionarias para aplacar la revolución, pero además, el Presidente de la República, se permite llamar “revoltosos” y “rebeldes” a los mismos obreros que impidieron al General Godet el triunfo fascista en Barcelona el 18 de julio.

Aún así no era suficiente, será necesario que el Gobierno central envíe desde Valencia   5.000 Guardas de asalto con varias compañías motorizadas por carretera al tiempo que llegan al puerto de Barcelona dos destructores británicos que se ponen al servicio de la Generalitat.

¿Que hizo Nin y el POUM en estos acontecimientos?, a diferencia de los dirigentes anarquistas, la misma noche del 3 de mayo Nin con W. Solano se dirigieron a la sede de la CNT en Barcelona para plantearles la oportunidad de ir más allá con la revolución. Ante la negativa de los libertarios, que se contentan con pedir la dimisión del comisario que realizó el ataque a la telefónica, Nin y el POUM quedan paralizados.

El 6 de mayo La Batalla emite un comunicado del Comité Ejecutivo: “El POUM da orden a todos sus militantes armados para que se retiren de las barricadas y de las calles, reintegrándose al trabajo”

A pesar de los llamamientos de los dirigentes de la CNT-FAI y el POUM a la vuelta al trabajo, el instinto de clase revolucionario de sus bases les mantiene en las barricadas sin dirección alguna, hasta el 8 de mayo, que aislados y sin referencia las van abandonando  poco a poco.

A pesar que los “hechos de mayo” no son ni  promovidos ni dirigidos ni aprovechados por la CNT-FAI ni por  el POUM, al revés, en sus propios medios de expresión indican lo contrario, la represión será contundente.

Para el estalinismo, el montaje estaba en marcha. José Díaz, Secretario General del PCE dice el 9 de mayo en un mitin en Valencia: “Quién sino los trotskistas han sido los inspiradores del golpe criminal de Cataluña” y el día 10 en Mundo Obrero: “los facciosos que se levantaron en barricadas contra el Gobierno legítimo deben ser castigados implacablemente, muerte e los traidores”

Miles de guardias de asalto y carabineros patrullan la ciudad desarmando a las bases de la CNT-FAI y el POUM y rompiéndoles sus carnets a la cara. Cientos de trabajadores  de éstas organizaciones fueron encarcelados, las torturas y asesinatos en las “checas” se sucedieron hasta el punto de decir el Ministro de Justicia  Manuel Irujo. “Los revolucionarios amanecían asesinados en las cunetas de las carreteras, en mayor cantidad que en la zona franquista” (Ver la obra  Homenaje a Cataluña de George Orwell – Ariel – 1983)

Nin escribe el 12 de mayo: “La actitud provocativa de la contrarrevolución determinó el estallido. Pero ya los obreros en la calle, el partido tenía que adoptar una actitud. ¿cuál? ¿inhibirse del movimiento, condenarlo o solidarizarse con él? Nuestra opción no era difícil. Ni la primera, ni la segunda actitud cuadraban con nuestra cualidad de partido obrero y revolucionario y, sin vacilar un momento, optamos por la tercera: prestar nuestra solidaridad activa al movimiento, aún sabiendo de antemano que no podía triunfar. Si el desencadenamiento hubiera dependido de nosotros, no habríamos dado la orden de la insurrección” (57)

Es decir Nin y el POUM, en el momento en que se dilucida el “doble poder”, permanece más como observador que como protagonista. En ningún momento se plantean sumarse e intentar dirigirlo. Pocas semanas después y fruto de la derrota del “poder obrero” descabezado, la represión estalinista le asesinara a él y encarcelará y procesará al resto de la dirección del POUM.

El proceso revolucionario durante la Guerra Civil española llega a su fin en mayo de 1937.: “Los sangrientos sucesos concluyeron con la derrota anarquista y se saldaron con la disolución del POUM (…) El mes de mayo de 1937 marcó el momento de una inflexión política irreversible en el bando republicano” (58)

Ni Nin ni los dirigentes del POUM se daban cuenta de la significación de la derrota, ni siquiera la consideraban como tal: “Tenemos el orgullo de proclamar que la actitud de nuestro partido, cuyo prestigio había aumentado considerablemente entre los trabajadores revolucionarios, contribuyó eficazmente a poner término a la sangrienta lucha que se desarrollaba en las calles de Barcelona y a evitar que el movimiento obrero se viera aplastado por una represión feroz” (59)

“Los sucesos de mayo en Barcelona señalaron el fin de la revolución. A partir de entonces se pudo decir que el Estado republicano se hallaba en guerra con el Estado nacionalista y no la revolución en guerra con el fascismo” (60)

Para los seguidores de Trotsky en España, los Bolchevique-Leninista, el error del POUM fue catastrófico, primero para la clase obrera y después para ellos mismos.

Éste pequeño grupo, muy activo en las barricadas sacó una octavilla el 4 de mayo: “Viva la ofensiva revolucionaria: Nada de compromisos. Desarme de la Guardia nacional (…) huelga general de todas las industrias que no trabajen para la  guerra. ¡armamento total de la clase obrera! ¡Viva la unidad de acción CNT-FAI-POUM! En los talleres, fábricas, barricadas: Comités de defensa revolucionaria” (61)

Nin y la dirección del POUM rechazaron estos planteamientos trotskistas, a pesar de reconocer que se podía haber ganado: “La lucha armada se desarrolló en tal forma, fueron tales el ímpetu de los obreros revolucionarios y la importancia de las posiciones estratégicas alcanzadas, que se hubiera podido conquistar el poder. Pero nuestro partido, fuerza minoritaria en el movimiento obrero, no podía tomar sobre sí la responsabilidad de lanzar esta consigna, con mayor motivo cuanto que la actitud de los dirigentes de la CNT y de la FAI, que desde las emisoras barcelonesas invitaban de un modo apremiante a los obreros a abandonar la lucha” (62)

Posiblemente éste sea el párrafo más elocuente de las contradicciones de Nin. En él se concentran las principales críticas de Trotsky, recordemos: crear un pequeño partido, pudiendo condicionar y reorientar uno grande (el PSOE), falta de determinación en la lucha independiente (no colaboración con el Frente Popular en las elecciones ni entrada en el Gobierno de la Generalitat) y supeditación a la CNT en las Jornadas de Mayo.

LA SOMBRA DEL ESTALINISMO ES ALARGADA

El que en España hubo una revolución es un hecho objetivo avalado por la mayoría de los historiadores. El que no hubiese una partido revolucionario de masas con implantación estatal que lo encauzase para conseguir la victoria, no significa que no se diese la revolución.

Al margen de la controversia entre Nin y el POUM por un lado y Trotsky y los B.L. por otra dentro del campo del marxismo, ambos grupos estaban en el bando de la clase obrera. El PCE por el contrario, estuvo toda la Guerra Civil en el campo de la burguesía republicana.

Sin entender este aspecto, se hace imposible comprender la brutal represión de los revolucionarios y el asesinato de Nin a manos estalinistas.

Analizaremos lo que nos dice la historiografía, pero la mejor manera de explicarlo es escuchando a los propios estalinistas.

La versión liberal-burguesa  de la Guerra Civil española parte de la base, de que en España no se trataba de hacer la revolución socialista, sino la defensa de la República burguesa frente al fascismo.

Este argumento de la burguesía tipo Azaña no debe llevarnos a ninguna sorpresa. Lo llamativo es que el partido que en teoría representaba a la única revolución socialista victoriosa en el mundo, dijese lo mismo.

Así el PCE, con todos sus dirigentes a coro, no se cansaron de repetir durante los tres años de guerra la misma melodía. Acaba de realizarse un nuevo documental sobre imágenes de la Guerra Civil de Elias Querejeta, dando voz a los protagonistas.

En todas las intervenciones de dirigentes del PCE, tres de Dolores Ibárruri y una de José Díaz, repiten la misma idea-base: “Estamos luchando por la libertad, por la democracia y por la República” (63)

En ningún momento hablan ni de socialismo ni de tomar el poder, ni argumentos de clase, nada. Toda su argumentación es la misma que la de Azaña.

La Historiografía y el papel del PCE en la Guerra Civil

Hugh Thomas nos dice en 1961: “El partido Comunista, apoyado por la ayuda diplomática y militar de Rusia (…) es apoyado por muchos miembros de la clase media (…) en la práctica su acción se amoldaba y reflejaba los deseos de los pequeños comerciantes y granjeros, taxistas, pequeños funcionarios y oficiales jóvenes que se afiliaron al partido entre julio de 1936 y finales de año, sin haber leído a Marx ni saber gran cosa acerca de Rusia” (64)

Anthony Beevor  señala en  2005: “los mayores campeones del derecho a la propiedad no eran los republicanos liberales, como hubiera sido lógico, sino el Partido Comunista y su rama catalana, el PSUC. Ambos seguían la estrategia de la III Internacional de camuflar la revolución. Dolores Ibárruri y otros miembros de su Comité Central negaban enfáticamente que en España se estuviera produciendo una revolución y defendían vigorosamente a empresarios y pequeños propietarios rurales” (65)

Gabriel Jackson escribe en 1976: “Los comunistas, en nombre de los principios marxistas (sic), defendían los derechos de la pequeña clase media (…) en su mayoría los nuevos afiliados no eran de origen proletario (…) se convirtieron en un partido de funcionarios y pequeño burgueses” (66)

Stanley G. Payne indica en 2003: “En la industria y la agricultura, la revolución adoptó la forma inicialmente de control obrero, y más tarde de colectivización. En un informe al Comité Central del Partido Comunista francés, redactado el 16 de octubre de 1936, André Martý afirmaba que en la zona republicana se habían “hecho cargo” de unas 18.000 empresas: “el grueso de la industria española está ahora controlada por los trabajadores” (67)

“El 18 de agosto de 1936 Mundo Obrero declaraba que “la lucha entre la democracia y el fascismo” se había “transformado en una guerra santa nacional, en una guerra defensiva del pueblo” Está línea argumental se mantendría durante todo el conflicto” (68)

No es de extrañar, como dijo Largo Caballero que los mejores comunistas  se pasaran al trotskismo. Así, las bases sin ningún nivel político y la dirección, una mera burocracia disciplinada al servicio de Moscú, dependían de la URSS, de donde venían los “teóricos”.

Veinte años después de la Guerra Civil, Dolores Ibárruri en su exilio estalinista, escribe un libro de memorias, El único camino, donde hace un ejercicio de autobombo personal permanente y  se muestra muy satisfecha de sí misma, de su  labor agitadora.

Como dice Payne de “apología personal”, Ibárruri en sus 626 páginas del libro no nombra a Andréu Nin en ningún momento. Pero no deja pasar la ocasión para seguir llamando fascista al POUM. No es de extrañar, ella estaba en las reuniones con Orlov cuando el asesinato de Nin.

Dolores Ibárruri, es verdad que tuvo un protagonismo en la Guerra Civil, pero no más allá de la labor de agitación, escasa de ideas. De hecho apenas entra en temas teóricos en su autobiografía, y cuando lo es hace es para decir: “Con la guerra provocada por la sublevación militar fascista, se aceleró el desarrollo y la transformación de la revolución democrático burguesa” (69)

Sobre las Jornadas de Mayo, a las que sólo dedica 7 páginas (509-516), la  valoración  veinte años después es la misma que en 1937: “Donde el PSUC mostró su capacidad política, su fuerza y su espíritu revolucionario, fue en el aplastamiento del putsch contrarrevolucionario de mayo de 1937 en Barcelona (…) que tan grave peligro representaba para la continuación de la resistencia” (70)

Haciendo una reflexión tantos años después de los hechos hay una pregunta permanente: “En el transcurso de estos largos años de exilio, ha habido camaradas que muchas veces nos han preguntado ¿pudo el PCE haber tomado el poder en España? A esto sólo cabe una respuesta: El Partido Comunista en ningún momento se propuso tomar el poder en España en el transcurso de la guerra. Y quienes han pretendido comparar la situación de Rusia en octubre de 1917 con la de España  (…) cometen un grave error. España libraba una guerra revolucionaria contra el fascismo, en la que participaban, no sólo la clase obrera, sino, fundamentalmente,, los campesinos, la pequeña  y mediana burguesía” (71)

No es de extrañar, por tanto, que la “educación política”  en el PCE durante la Guerra Civil hiciese que explicasen a sus bases que lo que éstas  veían en la calle, no  existía.

Así, un dirigente del PCE de Valencia  explicaba: “En los primeros momentos del movimiento insurreccional muchos trabajadores cayeron en la manía de la socialización y las incautaciones, creyendo que estábamos en presencia de una revolución social (…) ¿por qué han caído los trabajadores en estos errores? En primer lugar, por desconocimiento del momento político en que vivimos, que les lleva a creer que estamos viviendo en plena revolución social” (72)

En el estalinismo, una constante es la falta de análisis crítico, la dirección y el partido tienen siempre razón. Pero tan penoso nivel elemental de marxismo debía tener alguna razón más importante.

Joan Estruch, como muchos otros autores, señala la dependencia absoluta de la política del PCE durante la guerra a las directrices de Moscú: “En el periodo estalinista, la Unión Soviética pasará  de impulsora de la revolución más allá de sus fronteras a utilizadora de los partidos comunistas como instrumentos de su reforzamiento en el terreno internacional” (73)

Pero entonces ¿Cuál era el auténtico motivo de Moscú para hacer fracasar la revolución española y asesinar a Nin? La respuesta la encontramos en la profunda degeneración burocrática en la URSS, fruto del aislamiento de la revolución en un país atrasado, cuya burocracia  necesita ahogar en sangre, tanto a  la vieja guardia bolchevique (Procesos de Moscú), como asesinar a Nin, estrangular  la revolución española y posteriormente matar a Trotsky.

Es la única manera de garantizar el dominio de casta burocrática, asentada sobre las espaldas de los trabajadores rusos sobre una economía planificada a la que habían privado de los elementos de control; los soviets (locales, provinciales y regionales)

La burocracia estalinista no necesitaba una revolución triunfante en España ni en ningún otro sitio, (ver su papel en la revolución china de 1925 apoyando a la burguesía que a su vez masacrará a la clase obrera). Stalin lo que tenía era un acuerdo con las burguesías francesa e inglesa. Daba igual, sin atender a ningún carácter de clase, en 1939 lo hará con la Alemania nazi  (Pacto Germano-soviético)

Lenin decía que la política exterior es la continuación de la política interior. El ejemplo más dramático de ello lo encontramos en una de las cartas más trágicas de la historia del movimiento obrero internacional.

Carta de Stalin, Molotov y Vorochilov el 21 de diciembre de 1936 al Presidente del Gobierno de la república española, Francisco Largo Caballero: “Convendría atraer al lado del Gobierno a la burguesía urbana (…) protegiéndola de los intentos de confiscaciones y asegurando la libertad de comercio (…) hay que atraer a los dirigentes republicanos, sobre todo a Azaña. Es necesario impedir que los enemigos de España vean en ella una república comunista” (74)

La única personalidad viva del estalinismo de los años treinta en la España de hoy es Santiago Carrillo, que además los vivió en primera línea. En sus Memorias de 1993, con 793 páginas (160 dedicadas a la Guerra civil) sólo habla de Nin dos veces para decir que murió asesinado, sólo habla de las Jornadas de Mayo en una página para decir que fue un Pusch (como Ibárruri 35 años atrás)  nada del Proceso contra el POUM

“levantamiento de la CNT y el POUM en Barcelona (…) sumamente negativo para la causa republicana. (…) el golpe de la FAI y el POUM había sido muy grave, ponía en peligro a la República” (75)

Carrillo no admite error alguno del PCE, no pide ninguna disculpa, no valora ni el estalinismo, ni al POUM ni a Nin, sus comentarios al respecto, dejando caer la versión oficial estalinista, lo explica como si no fuera nada con él, ni tuviera nada que decir:

“El putsch de mayo acabó de rellenar el dossier antitrotskista. Parecía la confirmación gráfica de la acusación de connivencia entre trotskismo y fascismo (…) Que en plena guerra contra Franco, una facción de nuestro ejército y retaguardia se levantara en armas e iniciara una guerra dentro del campo republicano era “objetivamente” una ayuda a Franco (…) Si después se ha esclarecido los hechos y se ha concluido que la muerte de Nin era un asesinato, en aquel momento la opinión pública aceptó la tesis de un levantamiento realizado de acuerdo con Franco para romper la resistencia republicana y de una fuga del jefe poumista al campo enemigo” (76)

El comentario es tan bochornoso en todos los aspectos, hasta en el conceptual, que en su siguiente libro lo que hace es obviar el tema. En 1999, Carrillo, escribe: La segunda República: Recuerdos y Reflexiones.  No trata ni las Jornadas de Mayo, ni el tema Nin ni el Proceso contra el POUM, sólo nombra a Nin al dedicar un capítulo a Zugazagoitia: “durante su gestión se entera del asesinato de Nin, uno de sus dramas personales, no podía hacer nada”(77)

Hoy prácticamente nadie defiende en la historiografía la versión del estalinismo, de hecho éste está en proceso de descomposición orgánica como fuerza política en todo el mundo. Sin embargo siempre queda alguien que lo justifique.

La mejor manera de comprobar el papel del estalinismo como comportamiento burgués en la Guerra Civil, es ver como para su justificación, algunos historiadores no tienen problemas en defender la versión liberal de la guerra, atacando a los revolucionarios y defendiendo al PCE.

En 1999 Antonio Elorza y Marta Bizcarrondo sacan el libro Queridos Camaradas para dedicarse a criticar a Nin y al POUM por sus planteamientos revolucionarios y ninguna crítica al PCE ni al PSUC ni al PCUS. Lo único que reconoce es la paranoia persecutoria del estalinismo (como si no tuviese nada que ver con su concepción política).

Hay un intento permanente de los autores de ridiculizar a Nin y al POUM respecto a querer la revolución socialista y de tener como modelo la Rusia de 1917, pero en ningún momento nos explican por qué eso era tan incorrecto ¿no lo debería de haber defendido el PCE?

“la etiqueta colocada sobre los hombres y mujeres del POUM como “agentes de la GESTAPO “ sirvió para justificar la persecución, pero al mismo tiempo contaminó todos los argumentos políticos que hubieran podido utilizarse desde el PCE sobre el partido de Andrés Nin para justificar su oposición al mismo” (5)  Es decir, el PCE tenía razón políticamente, pero su torpeza persecutoria se la quitaba.

“Desde los primeros actos de propaganda al serenarse la situación, el leiv motiv de los voceros del POUM, fundamentalmente Andrés Nin y Julián Gorkin es la propuesta de acabar con el Frente Popular” (78)

Estos autores haciéndose eco de las argumentaciones burguesas de la acusación del PCE en el Proceso contra el POUM y olvidándose  que su objeto era la acusación de espionaje, se vuelcan en “acusarles” de revolucionarios en una situación revolucionaria: “ queda en cambio probado que hasta el 6 de mayo de 1937 el POUM se había sumado al levantamiento anarconsindicalista de Barcelona y sobre todo que los miembros del Comité Ejecutivo (…) habían desarrollado en La Batalla una campaña sistemática contra el Frente Popular y la República democrática” (79)

Por lo tanto, era lógico que la Justicia del Frente Popular (unión de partidos burgueses y de izquierda en defensa de la república democrática (Burguesa), condenasen a los revolucionarios: “Los dirigentes del POUM recibían una valoración ajustada de cuál había sido su actuación política en los primeros meses de guerra” (80)

CONCLUSION

La verdad siempre es concreta, a Andreu Nin le asesinaron porque era un revolucionario. Su figura representaba, aún con contradicciones y errores, la posición política con influencia de masas, más acorde con los postulados revolucionarios que la clase obrera estaba llevando a cabo por la vía de los hechos.

El estalinismo, que se convirtió en todas sus actuaciones prácticas, en el estilete que precisaba la  burguesía para recomponer el orden “democrático-burgués” en el bando republicano, le asesinó desde postulados burguesas (ver argumentaciones del fiscal en el Proceso contra el POUM  (81).

Pero para ello, los estalinistas rusos y españoles no podían decir que era debido a que Nin era un revolucionario. Era preciso difamarlo ante las masas, con las mentiras más burdas y groseras que se podían cometer en guerra: ser  espía de Franco. La actuación de la dirección del PCE, estalinista y contrarrevolucionaria, en modo alguno significa que sus bases lo fueran, al revés, éstas dieron la vida en la lucha contra el fascismo.

El proceso revolucionario español, iniciado el 14 de abril de 1931, con altos (La revolución de Asturias 1934) y bajos (represión y bienio negro, 1934-1935), explota el 19 de julio de 1936. Pero dentro del campo republicano, nadie orienta y dirige la toma de tierras, fábricas, transportes, bancos etc con un mando unificado.

Esta situación de “doble poder”; por arriba un gobierno que no manda y por abajo los obreros creando organismos de poder alternativo, no puede durar mucho tiempo, de hecho es una de las características de todo proceso revolucionario. Era necesario para la burguesía republicana recomponer “su”  poder.

Pero la burguesía no tenía la fuerza para hacer esto, como admite Luís Companys el 19 de julio a los dirigentes de la CNT: Hoy sois los dueños de la ciudad y de Cataluña, porque sólo vosotros habéis vencido a los militares fascistas y todo está en vuestro poder. Si no me necesitáis o n o me queréis como Presidente de Cataluña decídmelo ahora”, Así pues, la burguesía necesitaba que la dirección de las organizaciones obreras le ayudase. Contó desde el primer momento con parte del PSOE  de Prieto y  a regañadientes con el de Largo Caballero, pero sobre todo tuvo el apoyo absoluto del PCE: “paradójicamente, los comunistas se habían erigido en defensores de la pequeña propiedad, frente a las tendencias colectivizadoras de la CNT” (82).  Tampoco la CNT ni el POUM, a la hora de la verdad fueron mucho más allá contra la Generalitat,  que reconocía su impotencia el 19 de julio de 1936.

No hubo que esperar al final de la guerra para ver el final del proceso revolucionario, sino a la  represión posterior a las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona. A partir de entonces, la burguesía y sus “ayudantes” de izquierdas pudieron llevar a cabo una guerra “de verdad” entre dos ejércitos disciplinados desde un punto de vista estrictamente militar. Nada de hacer la revolución para ganar la guerra. Y perdieron.

Sólo los pequeños grupos Bolchevique-Leninista (trotskista)  y Los Amigos de Durruti (anarquista) rechazados y despreciados ambos por el POUM y la CNT-FAI respectivamente  tenían el programa de actuación revolucionaria más avanzado y acorde con el de los Bolcheviques en Octubre de 1917.

El estalinismo le asesinó, porque Nin representaba la revolución, matándole a él, de alguna manera acabó con la revolución, no sin antes reprimir a miles de poumistas , trostkistas y  anarquistas, devolver la tierra en el Frente de Aragón a sus propietarios, y aniquilar las milicias obreras, para tener un ejército regular con el que  ganar a Franco

La Historia tiene una cuenta pendiente con el estalinismo, por ahora nos basta con  remitirmos a honrar la Memoria de Andreu Nin,  revolucionario integro hasta el final. Su ejemplo sigue siendo una de las grandes referencias para el movimiento obrero.

Cuando en 1954, en uno de los muchos homenajes internacionales que Nin recibió en la posguerra europea, se reunieron en París dirigentes del POUM y organizaciones de izquierdas internacionales así como intelectuales, Albert Camus envió un mensaje, al no poder asistir: La muerte de Nin constituyó un viraje en la tragedia del siglo XX, que es el siglo de la revolución traicionada.

Agosto 2007

NOTAS

(1) – Prologo al libro de José María Zabala – En busca de Andreu Nin – De bolsillo – 2005 – pág 13
(2) – El País – 21 de enero de 2007  – Emilio García García
(3) – La sombra de Nin es alargada – El País (edición catalana) 7 de enero de 1989
(4) – Memoria de la Segunda República – A. Egido (Coor) – Biblioteca Nueva. Madrid 2006 – pág 57
(5) – España en Guerra 1936-1939 – TVE –SAV- 1986 –  Cap. 5 – La Tormenta de julio
(6) – Memoria de España – TVE  2004 – Cap. Guerra Civil – 13 minutos
(7) – Pedro Ribas – Aproximación a la Historia del marxismo español 1869-1939 – Endymión – 1990 – pag 132
(8) –  Archivo Histórico Nacional – Causa general – Fondos contemporáneos – Legajo 661 Tomo 1 Exp 1 (Sentencia
(9) –  Citado en José  María Zavala – En Busca se Andreu Nin – Op. Cit., pág 23
(10) – Manuel Azaña – Diarios de Guerra – Planeta D´agostini 2005 –pág 249-250
(11) – Ibib – Pág 304-305
(12) – Ibib – pág 219-220
(13) – León Trotsky – España 1936-1939 – Akal – 1978 – Pág 69-70
(14) – Archivo del KGB – Moscú – SRES 32476 Vol 1 – Legajo 222 – – Página Internet Fundación Andreu Nin
(15) –  Ibib
(16) –  Julián Gorkin – El Proceso de Moscú en Barcelona – Ayma – 1973 – Pág 159
(17) – AHN –  Legajo 663 – T 1
(18) – Prologo de Payne –  libro de Zabala – Op. Cit.,   Pág 19
(19) – Ibib – Pág 20
(20)– C García, H. Piotrowski, S Rosés, ed. – Barcelona, mayo 1937 – Alikornio ediciones – Barcelona 2006 – Pág 11
(21) – FAN – Boletín electrónico
(22)– Art. Vázquez Montalbán – Ibib
(23)– Javier Marías – Tu rostro mañana – Círculo de lectores –  2003 -pág 125
(24) –  FAN – Boletín electrónico nº 60 – abril 2007
(25) –  El País – 1 de abril de 2007
(26) – Diccionario enciclopédico Salvat – 4 volúmenes – Barcelona 1967
(27) –  La Enciclopedia – El PAIS – Salvat – 20 tomos – Madrid 2003
(28) – Google en Internet julio 2007
(29) – Pelai Pagés – Andreu Nin: su evolución política 1911-1937 –  Promoción del Pueblo – 1975 – Pág 193
(30) – Ibib – Pág 186
(31) – Antonio Elorza-Marta Bizcarondo – Queridos camaradas – Planeta – Barcelona Pág. 347
(32) – Ibib – Pág 361
(33) – León Trotsky – op. Cit.,  pág 177 y 179
(34) – Pelai Pagés – Op. Cit., Pág 182
(35)– Largo Caballero – Mis recuerdos  1946 –  Ediciones Unidos – México 1976 – Páa 209 -210
(36) – España en Guerra 1936-1939 – Op. Cit.,
(37) – Ibib – Cap 17 –Los Hechos de Mayo
(38) – Memoria de España – Op. Cit.,
(39) –  Hugh Thomas – La Guerra Civil española – Grijalbo – Barcelona – 1981 – Pág  258
(40) – Ibib – pág 270
(41) – Ibib – pág 756
(42) – Gabriel Jackson – la República española y la Guerra Civil – Crítica – 1976  Barcelona – pág 250
(43) – Ibib – Pág 251
(44) – Ibib – Pág 351
(45) – Santley G. Payne – La Unión Soviética, Comunismo y Revolución en España –Plaza y Janet – Barcelona  2003– Pág 153
(46) – Ibib  – pág 418
(47) – Ibib – Pág 151
(48) – Ibib – pág 154
(49) – Mº Soledad Gómez de las Heras –España desde 1936 V 1 – UNED – Madrid – 2004 – Pág 37
(50) – Pelai Pagés – Op. Cit., pág 209
(51) – Andreu Nin – las revolución española – Fontamara – – 1978 – Pág 211
(52) – Ibib – pág 212
(53)-  Lenin – las tesis de Abril – Progreso – 1981 pág 4
(54)- Trotsky – Op. Cit pág 166
(55) – Andreu Nin . Op. Cit, Pág 217
(56) – Manuel Azaña –  Op. Cit., Pág 39-40
(57) – Andreu Nin – Op. Cit.,Pág 286
(58) – Mº Soledad Gómez de las Heras – Op. Cit.,pág 40
(59) – Andreu Nin – Op. Cit.,pág  287
(60) – Hugh Thomas – Op. Cit., pág 714
(61) – G. Munis – Jalones de derrota promesas de victoria – Muñoz Moya editores – 2003 – pág 317
(62) – Andreu Nin – Op. Cit.,Pág 286-287
(63) – Elias Querejeta – Imágenes de Guerra – Canal + – 22 de agosto de 2007
(64) – Hugh Thomas – Op. Cit.,pçag 698
(65) – Anthony Beevor –  La Guerra Civil española – Crítica – Barcelona – 2005 – pág 165
(66) – Gabriel Jackson –  Op. Cit., pág  317
(67) – Stanley Payne – Op. Cit.,Pág 151
(68) – Ibib pág 159
(69) – Dolores Ibárruri – El único camino – Castalia – Madrid – 1992 – pág 597
(70) – Ibib – Pág 577
(71) – Ibib – Pág 596
(72)– Joan Estruch – Historia del PCE 1920-1939 – El Viejo Topo – Barcelona 1978 – Pág 97
(73) – Ibib – Pág 13(1) – Guerra y Revolución en España 1936-1939 Tomo II pág 101-102 – Editorial progreso- Moscú
(74) – Santiago Carrillo – Memorias – Planeta – Barcelona – 1993 – Pág 242
(75) – Ibib – pág 224
(76) – Santiago Carrillo – La Segunda república: recuerdos y reflexiones –Plaza y Janet – Barcelona – 1999 – Pág 221
(77) – Antonio Elorza – Op. Cit Pág 454
(78) – Ibib – Pág 353
(79) – Ibib – Pág 381
(80) – Ibib – pág 383
(81) – AHN – legajo 1365 – T 1 – Exp 3
(82) – Juan Avilés Farré – Historia política 1875-1939 –Istmo 2002 – pág 415

BIBLIOGRAFIA

–    Alba V –  Dos revolucionarios: Andreu Nin, Joaquín Maurín – Emisarios y Ediciones – Madrid
–    Avilés Farré J. – Historia Política de España  1985-1939 – Istmo – 2002
–    Azaña M – Diarios de  guerra – Planeta Dágostini – Barcelona -2005
–    Beevor A – La Guerra Civil española – Crítica –Barcelona – 2005
–    Largo Caballero F – Mis recuerdos – Ediciones Unidas –México – 1976
–    Carrillo S – La Segunda república: Reflexiones y recuerdos – Plaza y Janet  – Barcelona 1999
–    Carrillo S – Memorias – Planeta – Barcelona – 1993
–    Egido MªA. ed. – Memoria de la Segunda República – Biblioteca Nueva – Madrid – 2006
–    Elorza A, Bizcarrondo M – Queridos Camaradas –  Planeta – Barcelona 1999
–    Estruch J – Historia del PCE 1920-1939 – El Viejo Topo  – 1978
–    García C, Piotrowski S, Rosés S  Ed. – Barcelona, mayo 1937 – Alikornio ediciones – Barcelona 2006
–    Gómez de las Heras  Mª S – España desde 1936 V 1 – UNED – 2004
–    Gorkin J – El Proceso contra el POUM – Ayma – 1973
–    Ibárruri D – El Único camino –Castalia – Madrid – 1992
–    Jackson G – La República española y la Guerra Civil – Crítica – Barcelona 1976
–    Lenin V – Las tesis de Abril – Progreso – Moscú – 1981
–    Munis G – Jalones de derrota, promesas de victoria – Muñoz Moya editores – Badajoz – 2003
–    Nin A – La revolución española – Fontamara – Barcelona –  1978
–    Pages P – Andreu Nin: su evolución política – Zero – Bilbao – 1975
–    Payne S. – la Unión Soviética, Comunismo y revolución en España – Plaza y Janet – Barcelona 2003
–    Orwell G – Homenaje a Cataluña – Grijalbo – Barcelona  – 1983
–    Ribas P –Aproximación a la historia del marxismo español 1869-1939 – Endimión -1990
–    Trotsky L. – España 1936-1939 – Akal – Madrid – 1978
–    Zabala J. Mª – En busca de Andreu Nin – Ed De Bolsillo – Barcelona – 2005

OTRAS FUENTES

–    Archivo Histórico Nacional – Fondos Documnetales – Causa General – Madrid
–    El Mundo (diario)
–    El País (diario)
–    Documental Elias Querejeta – Imágenes de guerra –  (Canal  + – 22-08-07)
–    Documental España en Guerra – 1936-1939 – TVE-SAV – 1986
–    Documental Memoria de España – TVE – 2004
–    Documental Operación Nicokai o el asesinato de Nin – TV3 – 1992
–    Enciclopedia Salvat – 4 T. – Barcelona – 1967
–    Enciclopedia El País –Salvat – Barcelona – 2003
–    Fundación Andreu Nin – Internet
–    Google – Internet
–    Novela – Tu rostro mañana – Javier Marías – Círculo de Lectores – 2003
–    Película – Tierra y Libertad – 2004

  Edición digital de la Fundación Andreu Nin, diciembree 200
Día publicada: noviembre 4, 2020
Escrito por: Rubira, Antonio
Categoría: Andreu Nin
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Sobre el estalinismo (Manuel Sacristán Luzón, 1978)

El 23 de febrero de 1978 Sacristán participó, junto con Manuel Vázquez Montalbán, en una mesa redonda sobre el estalinismo celebrada en el salón de actos del convento de los padres Capuchinos de Sarrià (Barcelona), en el mismo lugar en el que años antes se había constituido el Sindicato Democrático de Estudiantes de Barcelona. Se presentan aquí el guión que Sacristán preparó para su conferencia y la trascripción de su intervención inicial y de una parte sustancial del coloquio posterior. No se han incluido, en cambio, las diversas intervenciones de Vázquez Montalbán.
En dicha mesa redonda también participó Wilebaldo Solano.
Otra trascripción de la inicial intervención de Sacristán fue realizada por Juan-Ramón Capella y publicada en mientras tanto, nº 49, 1990, pp. 147-157.
Esta conferencia ha aparecido publicada en: Manuel Sacristán, Seis conferencias. Sobre la tradición marxista y los nuevos problemas. El Viejo Topo, Barcelona, 2005 (prólogo de Francisco Fernández Buey, epílogo de Manuel Monereo y edición de Salvador López Arnal).
Trascripción y notas de Salvador López Arnal. Publicado con autorización de Salvador López Arnal y del editor de El Viejo Topo.

Esquema de la conferencia

1. Leninismo y estalinismo, a: rasgos comunes.
1.1. A menudo se oye hablar de estalinismo como de algo distinguible sin dificultad y situado en un tiempo bien delimitado.
1.2. Pero quienes se interesan por la cuestión saben que no es así.
1.2.1. Por ejemplo, el primer día de este ciclo alguien recordó hechos despóticos bajo Lenin: Majno, Kronstadt, X Congreso, todo en 1920, hasta la primavera de 1921.
1.2.2. Por lo demás, si se quiere buscar más lejos se encuentra la célebre frase de Engels y, sobre todo, los hechos históricos que ella recoge
1.2.2.1. Claro que se puede decir que Lenin no habría seguido así mucho tiempo.
1.3. Pero, de todos modos, todo eso debe impedir contentarse con el cuadro ingenuo de un leninismo bueno y un estalinismo malo.

2. Leninismo y estalinismo, b: diferencias muy visibles
2.1. Por otro lado, no faltan diferencias muy visibles.
2.2. La cantidad de poder acumulada en el centro del sistema estalinista: economía estatalizada fundida con poder estatal centralizado y con poder de partido único.
2.2.1. Lenin no tuvo nunca tanto poder.
2.3. La orientación fundamental del terror contra la vieja guardia bolchevique y
2.4. El apoyo en el nacionalismo ruso. Todo relacionado con
2.5. El cinismo ideológico.

3. Leninismo y estalinismo, c: la diferencia principal.
3.1. Hay que decir que también esos rasgos nuevos del período de Stalin tienen raíces, y hasta precedentes, anteriores.
3.2. No sólo ruso-zaristas, »orientales» (Lenin).
3.3. Sino también aparecidos bajo Lenin, p. e.:
3.3.1. Concentración de poder por el militarismo subsiguiente a las guerras.
3.3.2. Incluso la tendencia a la deformación ideológica, porque aquello no era lo que entendían por socialismo ni revolución socialista.
3.3.2.1. Es verdad que en Marx había otra concepción posible, pero los leninistas lo ignoraban.
3.3.2.2. Lo dijeron muchos, y con tres tendencias: Kautsky, Gramsci, Pannekoek.
3.4. Pero éste es precisamente el punto de la diferencia
3.4.1. Lenin espera la revolución mundial, ve la novedad como desfase e incluso tal vez fracaso (después de error gordo). Al final:
3.4.1.1. Intenta una nueva concepción (Bujarin?)
3.4.1.2. Y se hunde en una enfermedad (muda)
3.4.2. Stalin canoniza el estado de necesidad forzándolo en las viejas palabras, que quedan violadas
3.4.2.1. «Comunismo en un solo país» (chiste Zinoviev); el socialfascismo; el pan no-mercancía; reducción de «socialismo».
3.4.2.2. En suma, pragmatismo, falsedad como teoría.
3.4.2.3. Falta de principios que explica también la diferencia de crueldad.

4. Sobre las raíces del estalinismo.
4.1. El viejo tema del atraso: verdad sustancial que se puede precisar.
4.2. La acumulación originaria «socialista» (Preobrashenski) no es socialista en el sentido de Marx ni tradicional.
4.21. En esto llevaba razón la vieja izquierda de los veinte.
4.3. Sin embargo, la acumulación originaria no se producía bajo la vieja clase dominante, sino bajo un nuevo grupo dominante que se va constituyendo.
4.3.1. En esto se equivocaba la vieja izquierda de los veinte, y aciertan críticos contemporáneos: Bettelheim, Martinet.

5. Sobre actualidad del estalinismo.
5.1. El análisis de Martinet para países tercermundistas.
5.1.1. Somalia es un ejemplo estupendo.
5.1.2. Tiene algo débil: la estatalización.
5.2. En Occidente, sus restos son ideológicos, de dos tipos:
5.2.1. Alucinados
5.2.2. Pragmatistas. Pues el socialismo sin destrucción del poder del capital y del estado es tan ideológico como el comunismo en un solo país.
5.3. La esperanza es que la revisión crítica del estalinismo haya sido el punto de partida de una revisión crítica de toda la tradición obrera marxista, recordando el dicho de Marx y el último Lenin (1).

Transcripción de la conferencia (2)

En el rato que dedicamos al tema cada uno de nosotros es claro que es imposible intentar una caracterización muy completa de un hecho histórico tan complicado como ha sido el estalinismo porque, aunque a menudo se oye hablar de estalinismo como si fuera un hecho fácil de delimitar, fácil de definir, del que se pudieran dar con exactitud o con aproximación fechas, de todo modos a mí me parece que toda persona interesada de verdad en el tema sabe, a poco que se haya ocupado de él, que las cosas no son así, que ni es fácil una delimitación del concepto de qué fue o qué es el estalinismo ni tampoco es fácil dar fechas.

Esto, en el primer día del ciclo, ya salió a colación. Uno de los que estaban intervino para recordar, por ejemplo, hechos despóticos, hechos digamos “estalinistas”, de los que se suelen calificar de estalinistas, bajo el gobierno directo de Lenin. Y se pueden recordar otros, incluso alguien de la mesa recordó algunos: los problemas con el movimiento de Majno, si no me equivoco, los recordó Solé Barberà, y personas que estaban abajo recordaron hechos como el de Kronstadt me parece, y también, en cierto sentido, el X Congreso del partido bolchevique, es decir, la prohibición de la organización de fracciones y tendencias.

Vale la pena decir que todo esto -los tres ejemplos que salieron el otro día y que yo repito ahora- ocurrieron en un lapso de meses bastante corto: todas esas cosas habían pasado a lo largo del año 20 hasta la primavera de 21. Y, por lo demás, no es nada difícil buscar también más lejos. Cualquiera que quiera buscar incluso más lejos de estos primeros años de gobierno soviético, se puede encontrar, en la generación anterior de clásicos del marxismo, con la célebre frase de Engels según la cual no hay nada más autoritario que una revolución. Y lo que es más serio: uno encuentra los hechos que hay debajo de esta frase de Engels. No sólo es su frase sino que está bien documentada históricamente por todas las revoluciones que conocemos.

Es verdad que ante todo este complejo de hechos que caen bajo el gobierno directo de Lenin y del viejo equipo bolchevique, y que reproducen esa especie de síntesis histórica que puede ser la frase de Engels acerca de que toda revolución es un hecho sumamente autoritario, se puede argumentar: pero, de haber seguido Lenin y los viejos bolcheviques en el poder soviético, eso habrían sido sólo fenómenos de la época revolucionaria, no se habrían eternizado como se eternizaron hasta muy cerca de nuestros días bajo el gobierno de Stalin y de su equipo. Y eso es verdad. Pero, de todos modos, el recuerdo que ya se hizo ayer de todos estos hechos de tipo despótico, y hasta en algunos casos crueles, antes de lo que con cierto sentido común se puede llamar “estalinismo”, debería por lo menos enseñarnos a no dibujar un cuadro ingenuo, contraponiendo por un lado una cosa perversa que sería el estalinismo, y, por otro, una muy pura e inocente que sería el leninismo histórico.

Dicho esto, de todas maneras hay que añadir en seguida que no faltan diferencias muy visibles entre el leninismo y el estalinismo históricos, entre el leninismo real, digamos, el que existió, y el estalinismo también real. Por limitarme también en este breve repaso a cosas que todos tenemos seguramente más o menos presentes, concentraría las diferencias más visibles en torno a éstas:

Por una parte, la cantidad de poder acumulado en el sistema estalinista. Cuando se puede considerar que el sistema estalinista está ya cuajado, es decir, al final de los años treinta, poco antes de que estalle la Segunda Guerra Mundial, el sistema estaliniano es, visto socialmente, una economía muy estatalizada, que al mismo tiempo está fundida indisolublemente con un aparato de Estado muy centralizado a su vez. Y para acabarlo de arreglar, además, ese aparato de Estado muy centralizado está prácticamente fundido con las instancias directoras del partido político único. La concentración de poder que sale de eso, cuando ya la economía está funcionando, es, desde luego, algo muy superior a lo que conoció Lenin en su vida. En la época leninista en sentido estricto, nunca se ha concentrado en manos del poder central una cantidad de fuerza semejante.

Ése sería el primer rasgo diferenciador de los muy visibles, de los que se aprecian ya a primera vista: la diferente concentración de poder.

El segundo [rasgo] que me interesaría subrayar, sin perjuicio de que se podría hacer con otros (lo que hago es abreviar, de modo que pueda recoger el mayor número posible de detalles), diría, pues, que otro rasgo diferencial es que aunque sin duda la Cheka se haya fundado bajo Lenin, aunque sin duda haya habido ya bajo Lenin, en el leninismo clásico, fenómenos tan dolorosos como el de Kronstadt, por ejemplo, y muchos otros, sin embargo, el terror bajo la época de Stalin se diferencia en que tiene como principal orientación el ser un terror contra la vieja guardia bolchevique, contra el mismo partido. No quiero decir con eso que me vaya a olvidar de los millones de simples ciudadanos soviéticos que sufrieron ese terror y que han vivido y muerto en los campos de trabajo de la época estaliniana, pero lo que sí quiero subrayar es que lo radicalmente nuevo del período estaliniano es que se puede apreciar claramente que todo ese terror tiene como punta más definida la liquidación de la vieja guardia bolchevique.

Esto los hombres de la época lo vieron muy bien. La gente que se salía asustada de alguno de los partidos comunistas en la época ha dejado recuerdos e imágenes muy impresionantes acerca de los nuevos funcionarios, de una temible joven guardia “con correajes de cuero nuevo”, según la frase de un célebre escritor de la época, cuya principal tarea en el seno del partido comunista ruso había sido el asesinato de los viejos bolcheviques, de los viejos bolcheviques o de la vieja dirección soviética, incluido Trotski (3), naturalmente y muy destacadamente.

Este sería el segundo rasgo: la represión, hasta llegar al terror, se ha ejercido además contra el mismo partido y, señaladamente, contra el equipo de los viejos bolcheviques.

El tercer rasgo sería, en mi opinión, el apoyo del estalinismo en el nacionalismo ruso. Al mismo tiempo que, en medio de una campaña de desprestigio, mueren bajo el estalinismo los miembros de la vieja guardia bolchevique, al mismo tiempo, sin embargo, el régimen busca y obtiene un apoyo en un elemento hasta entonces inverosímil en un partido marxista; a saber: en el patriotismo, en el nacionalismo de las masas no comunistas.

Todo ello está relacionado con un último rasgo que yo daría, muy diferenciador de cualesquiera que hayan podido ser las durezas y violencias de la época del poder soviético en vida de Lenin. Este cuarto rasgo se desprende un poco de los anteriores: es el cinismo ideológico, la completa despreocupación del equipo director estaliniano respecto de las cosas que dice. Esto lo detallaré un poco más adelante. Para él, la ideología y la teoría es una pura cobertura de cada momento de las necesidades prácticas, con un desprecio por la teoría que el equipo leninista jamás había sentido. Más bien el equipo leninista, si en algo había pecado en eso, era de todo lo contrario, de una costumbre, muy de intelectuales por lo demás, de estarse siempre fijando en todos los detalles de la teoría.

Hay que decir, de todas maneras, que esos rasgos diferenciadores, esos rasgos nuevos, propiamente estalinianos, tal como los he resumido hace un momento -repito que sin creerme con esto haber hecho nada ni definitivo ni completo, sino algo que pueda caber en media hora-, esos rasgos, a pesar de que los considero nuevos, reconozco, y creo que hay que reconocer, que tienen raíces y precedentes en el período anterior. No sólo precedentes zaristas, no sólo precedentes orientales, como decía Lenin, el cual él mismo ha notado ya antes de morir, en su propio período de gobierno, hasta qué punto se parecían algunas conductas de los nuevos funcionarios a las conductas de los viejos funcionarios, de los funcionarios zaristas, hasta qué punto eran los mismos en gran parte, y hasta qué punto se les parecían los que no eran los mismos.

Pero no me refiero sólo a eso. Me refiero a precedentes de esos rasgos estalinistas que no vienen de la Rusia zarista sino que han nacido bajo el gobierno de Lenin. Por de pronto, aunque antes he dado como un rasgo diferencial del estalinismo la enorme concentración de poder por comparación a lo que ha ocurrido en la época de Lenin, sin embargo, no se puede olvidar que la gran concentración de poder venía ya un poco predeterminada por la guerra civil y por la intervención extranjera. Un régimen que nace a través de una guerra civil y de una intervención extranjera tiene inevitablemente un predominio del aspecto militar del gobierno. Y ese aspecto militar, por otra parte, siempre ha sido predominante en cualquier revolución. Entonces, todo eso ha hecho que ya desde el primer momento haya habido una concentración del poder casi desconocida hasta entonces por las sociedades del Imperio ruso. Pero incluso la tendencia a la deformación ideológica -esto último a lo que me he referido, el cinismo ideológico-, a deformar la teoría, esto ya tenía si no precedentes en Lenin -creo que precedentes no- sí raíces en la situación de Lenin. ¿Por qué? Porque lo que los bolcheviques rusos, y luego todos los comunistas en la III Internacional, han vivido como revolución socialista no era en absoluto lo que hasta poco antes habían imaginado y pensado como revolución socialista.

Es verdad que en Marx mismo había otra posibilidad de entender la revolución socialista, en algunos escritos de la última época de su vida (4), pero, curiosamente, estos escritos de la última época de su vida no se han conocido hasta ya entrados los años veinte. Quiero decir que los bolcheviques de la época de la revolución no han conocido estos escritos de Marx que contemplaban otra posibilidad de paso al socialismo. Ellos no los han conocido. Por lo tanto, ellos han vivido en la incomodidad de estar llamando revolución socialista a algo que en su formación intelectual y en su juego de conceptos no era una revolución socialista.

Esto lo han dicho muchos, y lo han dicho muchos ya en la época, y lo han notado no en una sola tendencia sino miembros de muchas tendencias imaginables. Está, por una parte, la tendencia socialdemócrata, Kautsky y los socialdemócratas alemanes, que al no ver que se den en Rusia las condiciones que ellos conocían del Marx clásico, del Marx de El Capital, consideran que esa revolución no se tenía que haber hecho. Esto por una parte. Luego están, en cambio, los comunistas más de izquierda -por ejemplo, y señaladamente, Gramsci- que piensan que, efectivamente, como él ha escrito en un artículo célebre, esa es una revolución contra el Capital (éste es el título de un célebre artículo de Gramsci) (5), pero piensan que eso no importa porque ellos tienen una formación mucho más idealista que la de Marx y que con un esfuerzo de voluntad y de cultura eso se puede arreglar. Y, por último, hay toda una tercera tendencia que también piensa que esa revolución es anómala, o que se entiende mal, que es la de la extrema izquierda de la Internacional Comunista, lo que se llamó la izquierda consejista. Pero no sólo la izquierda consejista: Pannekoek, Korsch (6), autores así, de extrema izquierda, a los que Lenin consideraba izquierdistas. Estos lo que piensan es que Lenin y los bolcheviques rusos han hecho una revolución burguesa y lo que tienen que hacer es reconocerla como tal, como revolución burguesa, y, por tanto, organizar el poder y todo desde ese punto de vista aunque con una posibilidad de cambio social pero muy a la larga, dimanante de la naturaleza revolucionaria del poder político y que seguramente acarreará problemas muy nuevos.

Esta diferencia entre la teoría previa y lo que ha ocurrido allí, lo que se creía que era una revolución socialista, lo que ha ocurrido en Rusia y la teorización de eso, luego dará, en el estalinismo, lo que he llamado “el cinismo ideológico”, es decir, la falsificación abierta de la teoría y su utilización para justificar cualquier práctica, incluido -vamos a llamar a las cosas por su nombre tratándose del período estalinista- cualquier asesinato.

Pero, en este punto, aunque estuviera la raíz del vicio estaliniano, hay una diferencia importante con Lenin. Lenin sabe muy bien que la revolución que ha dirigido no cumple el esquema tradicional del marxismo de la Segunda Internacional, del marxismo procedente de una interpretación directa de El Capital. Y como la mayoría de los aquí presentes recuerdan muy bien, está esperando la intervención de un movimiento revolucionario mundial, o por lo menos europeo (al final, por lo menos centroeuropeo). Al no producirse la revolución en Occidente, hay un momento en el cual yo creo que hay que registrar en Lenin un tipo de ilusión que luego es característico del estalinismo: la ilusión que se puede cifrar en la célebre figura o frase retórica de que el comunismo serían los soviets más la electrificación. Pero esa ilusión no ha debido durar demasiado tiempo. Como es sabido, en los últimos tiempos de su vida, con muchas dificultades de salud, en esa curiosa enfermedad que los psicoanalistas de izquierda deberían analizar un poco: por qué tuvo entre sus consecuencias esa enfermedad final de Lenin la imposibilidad de comunicarse, por qué se hundió así en la enfermedad. No hago más que plantearlo, no puede uno atreverse en tan pocos minutos a decir nada sobre ello. Pero, aparte de eso, es conocido que ha intentado un replanteamiento en los últimos tiempos de su vida. Hay especialistas -yo no soy un historiador y no puedo atreverme a tener opinión al respecto, sólo lo digo como información- que piensan que, efectivamente, Bujarin (7) tenía muchos elementos del desarrollo que Lenin podía pensar ajustar.

En cualquier caso, lo que no hay, en la fase final de Lenin, es la glorificación del estado de cosas como si eso fuera lo que se había deseado y lo que se había buscado. Más bien hay una larga situación de crisis, por insuficiente que sea. No vamos a entrar en detallar si la autocrítica final de Lenin es suficiente o no lo es. En cualquier caso, la gran diferencia, desde mi punto de vista, es que en vez de tener esa consciencia final problemática, autocrítica de Lenin, el estalinismo consiste en canonizar como teoría justa lo que no es más que el estado de necesidad, el estado de necesidad del hambre, de la escasez, de la necesidad de represión, etc.

Así, en el intento de presentar la dramática situación del antiguo Imperio ruso como si fuera la realización del socialismo, y luego incluso, como veremos, del comunismo, el aparato de propaganda estalinista va forzando los viejos conceptos, las viejas ideas, hasta extremos a veces grotescos. Otras veces no, otras veces son hipótesis más o menos discutibles, seguramente con un elemento de realidad. Por ejemplo, la célebre y central tesis estaliniana -yo nunca he creído que fuera del todo falsa- según la cual a medida que avanza la construcción del socialismo se agudiza la lucha de clases. Tampoco es que la crea a pie juntillas, pero por lo menos, por lo que hace a la lucha de clases a escala mundial me parece que tiene cierta justificación. Pero otras veces la construcción de teoría para justificar la práctica -en este caso era claro que justificaba la práctica represiva interior- llega a ser casi de chiste, y si no hace el chiste se lo hacen sus colegas más directos. Por ejemplo, la idea del socialismo en un solo país, completamente ajena a la tradición marxista, luego llega a ser sustituida incluso por la frase increíble de comunismo en un solo país, la cual ya no se entiende lo que quiere decir. Es absolutamente incomprensible y parece mentira que haya aguantado durante años en la propaganda estaliniana. Zinoviev, que no sabía todavía lo que podía costar una cosa así, le hacía el chiste a Stalin de hablarle del comunismo en una sola calle, en una época en la que todavía no se sabía que esas cosas bajo Stalin se pagaban con la vida. Como lo pagó Zinoviev, desde luego.

No menos increíble era, por ejemplo, la idea del socialfascismo. Me he traído copiada la afirmación central de Stalin sobre el socialfascismo -esto es, la hipótesis de que los partidos socialdemócratas son partidos fascistas, son fascismo- porque leída hoy parece increíble, pero eso ha sido doctrina oficial. El trozo central, escrito por Stalin en la época del VI Congreso de la Internacional, dice así:

“No es verdad que el fascismo sea la organización militante de la burguesía sola. Es la organización militante de la burguesía basada en el apoyo activo de la socialdemocracia. El fascismo es la estructura política común a esos dos organismos fundamentales: la socialdemocracia y la burguesía. No son opuestos, sino gemelos”

Si se tiene presente que los muertos por el nazismo de la socialdemocracia, sin llegar probablemente a los 350.000 muertos comunistas de Alemania bajo el nazismo, deben rozar, según los cálculos más verosímiles, los 250.000, esto verdaderamente pone los pelos de punta. Aparte de que también pone los pelos de punta que entre marxistas se haya podido tolerar que el nombre de un partido -“socialdemocracia”- y el nombre de una clase social -“burguesía”- aparezcan en el mismo plano de análisis como organismos fundamentales ambos. Verdaderamente era un insulto para el cerebro de los marxistas de la época, pero es evidente que encajaron el insulto.

Incluso la noción de socialismo ha quedado falseada desde entonces. En la tradición socialista se llamaba socialismo a una determinada forma de vida. A partir del estalinismo, y durante muchos años, muchos -yo también, recuerdo cuando lo hacía- hemos usado “socialismo” para significar sólo la obtención de algunos instrumentos de lo que creíamos que era el socialismo; por ejemplo, estatalización económica, etc. La misma palabra “socialismo” ha quedado prácticamente afectada en este período.

En sustancia la gran diferencia, diría yo, entre todas las durezas que ha podido tener el período de Lenin y lo que es el sistema estaliniano es este pragmatismo, esta completa violación de las ideas, de los conceptos, usados para justificar cualquier práctica, incluso la más macabra. Ese pragmatismo ideológico explica también, en mi opinión, la diferencia de crueldad, la diferencia que hay entre la dureza política de Lenin y el asesinato de toda la vieja guardia bolchevique.

No querría terminar sin tocar un par de puntos más, aunque sea muy brevemente. Después de hacer dicho que lo que me parece esencial es ese pragmatismo, como esencia diferenciadora respecto del leninismo, querría gastar cinco minutos sobre las raíces del estalinismo y otros cinco o menos sobre posible actualidad del estalinismo (8)

[…] al equipo estaliniano yo creo que está cargado de verdad, yo creo que es substancialmente verdadero, y desde luego en Inglaterra no habría sido posible el estalinismo.

Esto se puede detallar un poco más. He cogido el ejemplo de Inglaterra con intención. Como seguramente la mayoría de los aquí presentes recuerda, el intento más serio de entender lo que estaba pasando en el antiguo Imperio ruso por parte de un viejo dirigente bolchevique es la tesis de Preobrashenski de la acumulación originaria socialista, que la primera tarea de aquel poder era obtener una acumulación de medios de producción como la que la burguesía había conseguido en la Inglaterra de los siglos XVII, XVIII y XIX. Esta acumulación originaria en Inglaterra, como es muy sabido, había acarreado a la población -principalmente, como es natural, a las poblaciones de las clases trabajadoras- una suma de dolores y de sufrimientos que, si se pudieran sumar los sufrimientos, seguramente no sería inferior, quizá todo lo contrario, a la suma de sufrimientos ocurrida en la Unión Soviética durante esa acumulación originaria socialista.

Lo que pasa es que esa acumulación originaria socialista, que decía Preobrashenski, muy probablemente no hay que verla como socialista. ¿Por qué socialista? Lo que ha conseguido es en gran parte lo mismo que consiguió la acumulación originaria burguesa, a saber, una civilización industrial. En esto -lo digo porque me parece bueno arriesgar la propia opinión- creo que llevaba razón la extrema izquierda de los años veinte, éstos a los que Lenin criticaba por izquierdistas. Yo creo que cuando Pannekoek (9) dice que lo que se estaba haciendo allí era lo mismo que en la revolución burguesa inglesa llevaba razón, una acumulación originaria de capital. Sin embargo, esa acumulación originaria se ha producido en la Unión Soviética no bajo el dominio de la vieja clase dominante sino bajo el dominio de una nueva clase, de un nuevo grupo -como se la quiera llamar- de una nueva agrupación de personas, los funcionarios del partido y del Estado, cosa en la cual no llevaban razón, creo yo, los izquierdistas de los años veinte. Es decir, esta nueva acumulación no produce exactamente una acumulación burguesa de capital al modo clásico estudiado por Marx. Es un nuevo grupo social, el de la dirección del Estado y del partido, el que domina esa acumulación, el que la dirige, como han puesto de manifiesto varios sociólogos contemporáneos. Este es un tema que, como seguramente es conocido por todos, está siendo objeto de mucho estudio actualmente (Precisamente por falta de tiempo no me dedico a recordar los precedentes de este análisis en el que ahora están empeñados sociólogos contemporáneos y cuyo primer origen está en la extrema izquierda de los años veinte y cuyo segundo eslabón teórico importantísimo es, como es sabido, Trotski) (10).

Por último -no pierdo tiempo sobre esto, no vale la pena, si no nos rebasaríamos con mucho el tiempo previsto sobre el par de minutos que quería reservar a la actualidad del estalinismo-, se suele decir también, igual que se suele creer que el estalinismo es un fenómeno muy delimitado en el tiempo, que eso es cosa del pasado y que hoy no hay estalinismo. Yo no creo lo mismo y querría sugerir un par de líneas de análisis simplemente, sin profundizar en ellas, acerca del estalinismo contemporáneo. Una se debe a un político, sociólogo y politicólogo francés muy capaz, Martinet (11), que había sido miembro de la III Internacional, y de los pocos que vieron muy pronto que aquellas historias de los años treinta tenían que ser mentira. Martinet ha hecho un análisis sociológico de mucho interés: el estalinismo, el estalinismo de Stalin quiere decir, el que existió en la Unión Soviética, se parece mucho a estos regímenes que se están produciendo hoy día en el Tercer Mundo: una cierta industrialización, una cierta acumulación de capital, no dominada por la vieja clase dominante, que era una clase colonial, que era un imperio (por ejemplo, Argelia; por ejemplo, Somalia estos días), sino dominada por una nueva élite, una nueva vanguardia, un nuevo equipo de técnicos y políticos que sin toda la ortodoxia estaliniana están recogiendo algunos elementos de esa tradición estaliniana: industrializar sobre la base de un régimen muy autoritario, apelando a lo que llaman, muy ideológicamente, “el socialismo científico”. El socialismo científico del señor Barre, o de Nasser, cuando vivía Nasser, o de los argelinos, es tan pretenciosamente ideológico como lo fue el de Stalin y se parece bastante socialmente. El punto quizá algo débil de este análisis de Martinet para considerar todo esto estalinismo contemporáneo es tal vez que la estatalización no suele ser en estos Estados tan intensa como en el caso del estado soviético, pero desde luego sí que es tan intensa como en algunas democracias populares, al menos en sus fases iniciales.

En Occidente, en los mismos países de metrópoli, yo creo que también se puede hablar de persistencia del estalinismo. Lo está por una parte en el dogmatismo alucinado de algunas personas, alucinado y poco capaz de comprender la realidad, pero lo está también en el otro lado, lo está también en mi opinión en el pragmatismo de muchos partidos obreros, porque, por decirlo brevemente y ahorrando tiempo, a mí me resulta tan pseudoteoría pragmática para falsificar una práctica del día eso de que se puede hacer el comunismo en un sólo país o de que el pan va a dejar de ser mercancía como llevaban los soldados soviéticos muertos en el bolsillo (una octavilla que decía eso durante la guerra mundial fue capturada por los alemanes y exhibida por todo el mundo), me parece tan pragmatismo pseudoteórico decir que es posible establecer el comunismo en un sólo país como decir que es posible el comunismo o el socialismo sin choque revolucionario violento con la clase dominante actual. Tan ideológico me parece una cosa como la otra, tan pragmatista y, en cierto sentido, tan estalinista, en el sentido, esto es, de la pseudoteoría para justificar la práctica. En un caso puede ser una práctica muy violenta, en otro caso puede ser una práctica parlamentaria. En los dos casos es una práctica muy poco revolucionaria, dicho sea de paso. Stalin siempre tuvo mucho cuidado de presentarse como el centro, nunca quiso jugar a izquierda.

Pero no querría terminar tampoco con una nota de poco optimismo, porque lo que resulta esperanzador, en mi opinión, es el que muchos, después de toda la larga experiencia -sin haber olvidado lo que ha sido la realidad de consciencia de clase el estalinismo, consciencia de clase ideológica, sin duda, sin duda falsa consciencia, sin duda autoengaño involuntario, pero tremenda consciencia de clase-, después de haber pasado por ello podamos decir estas cosas hoy tal vez signifique que la crisis en serio del estalinismo, la crisis un poco definitiva, puede ser el comienzo de una recuperación del pensamiento revolucionario no ideológico, no autoengañado ni por ilusiones pseudorrevolucionarias, alucinadas, como he dicho antes, ni por ilusiones de tipo parlamentarista, reformista, que son en Occidente, en este momento, las dominantes.

Ese pasado de consciencia de clase que estaba presente en la clase obrera estalinista -esto los que no han sido estalinistas ni han estado en partidos estalinistas tendrán que creerlo bajo palabra, pero los que sí han estado saben que es verdad- se traducía en reacciones seguramente muy primarias y, como he reconocido y subrayado, reacciones ideológicamente falsas, de falsa consciencia, pero muy auténticas. Por ejemplo, son historia las alusiones, las exclamaciones, el folklore obrero por el cual ante una injusticia, en algún país mediterráneo, en el sur de Italia concretamente, el hombre oprimido reaccionaba con la frase: “¡Ya vendrá el bigotudo!”, como expresión de su furia, su odio, su reacción de clase ante la injusticia sufrida. Hasta qué punto el estalinismo fue portador, con falsa consciencia, de la consciencia de clase lo sabemos todos los que hemos tenido que explicar a militantes comunistas que era verdad, que finalmente resultaba verdad lo que los burgueses habían dicho durante mucho tiempo, a saber, que el gobierno estalinista había asesinado a la vieja guardia bolchevique. Los que hemos tenido que encajar eso y contarlo, y hemos visto a los militantes llorar al oírlo, cuando no tenían más remedio que creérselo porque les dábamos los datos y les decíamos esto viene de aquí, esto pasó así y esto otro pasó así, sabemos muy bien que bajo aquella falsa consciencia hubo auténtica consciencia de clase, lucha de clase. Lo que hay que precaverse es que el resto ideológico, parlamentarista reformista, de pragmatismo, de estalinismo de extrema derecha, por así decirlo, bajo el que ahora vive una gran parte del movimiento obrero, no pierda, además de la consciencia real, como perdió el viejo estalinismo, incluso la ilusoria, pero al menos existente, consciencia de clase (12).

Coloquio

1ª pregunta: No se ha recogido en su totalidad y no se entiende bien en algunos momentos. Por la respuesta de Sacristán, la primera persona que intervino fue W. Solano, dirigente del POUM en los años de la transición, quien realizó una prolongada intervención o sobre la negatividad del estalinismo y sobre sus raíces sociales.

Yo no creo que haya nada que contestar porque, si se prescinde de pequeños detalles de forma, pues claro, no veo que haya ningún problema en eso. Intentando decirlo de otro manera lo que él ha dicho es: que no está de acuerdo con Stalin, yo tampoco; que -no sé si voy a reproducir el mismo orden- hay causas materiales del stalinismo, he intentado analizarlas; que está mal criticar a Stalin para ponerse a buenas con la burguesía, sí me parece que está muy mal (me parece, de todas maneras, que ya no van por ahí los tiros; ahora para congraciarse con la burguesía, hay que enfadarse con mucha más gente, no sólo con Stalin), y que los votos no aumentan la inteligencia de los dirigentes: yo ni soy dirigente ni tengo votos, por un lado, él que es dirigente, aunque no tenga votos, lo sabrá mejor.

Dirigiéndose al “compañero Sacristán”, Solano, después de dar detalles biográficos, señala un error en su intervención que le parece fundamental: el estalinismo no es Stalin, el estalinismo no sólo se ha producido en la URSS y no sólo en países poco desarrollados económicamente. Pensemos, por ejemplo, en Checoslovaquia. La hipótesis que formula Solano es que no es posible hacer un análisis del fenómeno sin hacer también “un análisis del estalinismo en España, con todas sus trágicas consecuencias”.

No he mencionado eso como no he mencionado muchas otras cosas. Aparte del gran interés que tiene para la historia de España lo que este compañero acaba de decir, hay, además, una cosa de bastante interés teórico en todo esto. En la difusión del estalinismo, sobre todo a Checoslovaquia (que además es donde los ejemplos resultan mejor historiables y de más ilustración con el proceso de Slánsky, Klementi, por ejemplo; no son cosas que ignore: no las he dicho pero no porque me parezcan sin importancia, tienen incluso, creo yo, importancia teórica), en la difusión del estalinismo, decía, el factor político ha sido infinitamente superior. A partir seguramente del VI Congreso de la Internacional, ha tenido una importancia superior a lo que podían permitir los datos de tipo básico, de tipo económico-social.

Estoy de acuerdo, sí. No lo he mencionado simplemente porque, aun con lo mucho que me he dejado en el tintero, he rebasado algo el tiempo de que disponía. Y el caso español es muy destacado desde ese punto de vista claro.

2ª: Se pregunta a la mesa por los cambios de política cultural, que el interviniente cree que son notables, entre las épocas de Lenin y Stalin, mucho más represiva en caso de este último.

No sé si Lenin llegó a tener una política cultural trabajada. No estoy nada seguro. Que él, al final de su vida, tenía una preocupación de no haberla tenido suficientemente eso está claro porque lo ha dejado dicho, que no había habido un intento de revolución cultural serio, coherente. Lo que sí ha habido ha sido bastante posibilidad de iniciativas. Dicho sea de paso, si yo no he tratado el tema, y supongo que Manolo Vázquez igual, es precisamente porque los temas del oficio son los que uno no quiere tratar cuando está fuera de la mesa de trabajo.

En cambio, en el caso de Stalin, sí que me parece comprensible la política cultural tan restrictiva. Fue una política cultural, por un lado, restrictiva, es decir, muy coactiva, con mucha censura, pero también vale la pena ver los contenidos. Los contenidos eran además muy tradicionales. Por ejemplo, en los planes de estudio, no sólo se produce una gran rigidez del estudio de acuerdo con el esquema tradicional alemán de enseñanza media y enseñanza superior, candidaturas, etc., todas las cosas de la vieja Universidad alemana, aunque con la gran novedad del elemento politécnico, del elemento ingenieril introducido en todas partes (pero en sustancia el esquema es ese esquema muy conservador) sino que los contenidos mismos de la enseñanza incluso dan marcha atrás. Hay campos en los cuales se cambian hasta los programas para enseñar la misma disciplina en términos mucho más tradicionales, en términos que en un país de Occidente europeo como es éste llamaríamos bastante de la última escolástica. Por ejemplo, en materias humanísticas y filosóficas se enseña con criterios sorbidos de la tradición aristotélica.

¿Por qué esa enseñanza conservadora de contenidos y muy rígida en las formas? Me parece que es bastante coherente con la percepción por el equipo de gobierno estaliniano de que lo que ellos tienen que hacer es una acumulación de capital, que tienen que hacer algo que está muy atrasado, que ya está pasado. Para lo que ellos tienen que hacer, dar pie a una producción de acero, a una producción de cemento, a una producción de carbón, es muy coherente una cultura burguesa del siglo XIX, que es la que ellos han puesto en los sistemas de enseñanza, en todos los años veinte, treinta y hasta la II Guerra Mundial.

Esto no quiere decir que no hubiera excepciones que estaban camufladas con una característica mala fe, con esa característica falsedad ideológica del período estaliniano. Había disciplinas modernas que se condenaban en la cultura pública como ciencia burguesa degenerada, pero que se practicaban bajo otro nombre y bajo el amparo de institutos de otra especialidad. Por ejemplo, la lógica simbólica moderna no existía y era condenada como un vicio burgués, pero en cuanto murió Stalin resultó que había un verdadero ramillete de grandes lógicos que hacían lógica simbólica en la Unión Soviética; entre ellos, uno de los principales de la segunda mitad del siglo, con toda una nueva teoría. Estaban camuflados en departamentos de física, en departamentos de química. Pero eran excepciones y además era el secreto, digamos.

La cultura oficial era una cultura atrasada como atrasada era la tarea económica-cultural que estaba realizando el país. Lo que no quita que fuera grandiosa. Coger a los quirguizes y pasarlos de la prehistoria a la vacuna contra la difteria es un paso verdaderamente grandioso. Sólo que para dar ese paso no hay por qué tener una cultura del siglo XX: basta con cultura de finales del XIX. Y esto caracteriza mucho la cultura superior soviética de la época.

Me parece que, además, esto interesa relativamente. Lo podíamos dejar así. Ha sido una política cultural restrictiva y sobre la base de contenidos anticuados (13).

3ª: Se pregunta por el interés de las críticas “reaccionarias” a la tradición marxista provenientes de los entonces llamados “nuevos filósofos” franceses.

Te pediría el retoque de la pregunta porque yo no tengo nada claro que porque un movimiento o una crítica sea reaccionaria no nos pueda ser útil. Ahí está Balzac y Marx.

Señala el interlocutor que es en ese sentido en el que hace la pregunta.

Que sea reaccionaria es una cosa, que sea intelectualmente inútil es otra. Que sea dañina socialmente es una tercera cosa que también creo.

Pero a pesar de que en hipótesis es descaradamente reaccionaria, a pesar de eso, ¿hay en esas críticas elementos aprovechables con los cuales volver a empezar una investigación?

Yo diría que, para la gente con una militancia en el movimiento obrero, en general, sí ; para el conjunto de la sociedad el episodio me parece más bien desgraciado, creo, hasta ahora, porque no tiene tampoco gran calidad. Tampoco en esto he hecho una lectura a fondo, en serio, pero lo que he visto hasta ahora, tampoco es que tenga gran calidad crítica. No creo haber aprendido de lo poco que he visto hasta ahora nada, salvo muestras de caradura tan sensacionales como la declaración de Levi [Bernard Henry] que él no había leído El Capital, que eso sí que es gordo.

¿Cree entonces que no aportan elementos nuevos?

Me parece que no, salvo en páginas que yo no haya leído todavía.

4ª: El interviniente habla sobre el dogma de “la revolución de la mayoría” y sobre la lucha por las libertades y el parlamentarismo. Aun teniendo en cuenta lo que tiene de reacción, de contrastación contra el estalinismo, esta lucha por la ampliación de las libertades parece aceptar el “marco político capitalista”. ¿No hay en ello un peligro de asimilación del movimiento obrero? ¿Es realmente esa vía un sendero de transformación socialista?

A mí me parece que la pregunta llevaba dos cuestiones dentro: la de aprovechamiento de legalidad y lucha por ampliación de libertades, que es una cosa, y eso no es nada nuevo, eso es tradicional, primero, del movimiento obrero y más en general de cualquier clase dominada que intenta ampliar, como es natural, las libertades de que pueda disfrutar, y la segunda cuestión es hasta qué punto por este camino se consigue una revolución. Desde mi punto de vista, hasta ningún punto. No se consigue, sencillamente. Una revolución es el acto más autoritario que existe, según la frase de Engels que repito ahora.

De todos modos, al margen de eso, aunque no estuviera explícita una tercera cuestión me parece que queda coleando: el desprecio a las libertades formales. Creer que esto es una cosa de izquierda y revolucionaria es una de tantas deformaciones ideológicas estalinianas, viene del período de Stalin. En el período de Stalin se han recortado las libertades individuales de los ciudadanos soviéticos, no por izquierdismo sino por derechismo abierto. La primera limitación, limitación todavía visible en vida de Lenin, en el X Congreso, en marzo de 1921, es una limitación de libertades que sirve para tapar el aplastamiento de la insurrección de Kronstadt y [para] la introducción de la NEP, es decir, sin juzgar ahora que fueron buenas o malas medidas -a lo mejor eran óptimas, yo no soy ningún economista competente, a lo mejor eran necesidades indiscutibles-, pero dejando aparte su valor técnico, desde el punto de vista político, eran un enorme bandazo a la derecha. Para dar un enorme bandazo a la derecha es para lo que ha recortado el poder soviético las libertades, entendámonos, porque cuando un poder es él de izquierda no va a recortar libertades de sus propios ciudadanos para seguir su camino, el camino previsto por su propia izquierda. Las recorta para irse a la derecha.

La identificación del recorte de libertades con la izquierda es una falsedad histórica en el movimiento comunista. Esto para empezar. Y la verdad, el poso de ideología estaliniana hasta dónde tiene que haber calado para que sea posible hablar de la palabra “libertad” despectivamente. Eso es monstruoso, eso es más o menos, supongo que si yo fuera teólogo (aunque me divierta estar con teólogos no lo soy), pues diría que eso es uno de esos pecados contra el Espíritu Santo, porque eso, tratar despectivamente la libertad, es llamar mal al bien. La libertad, primero, ni es derechas ni se puede despreciar.

5ª: Se pregunta a Sacristán y a Vázquez Montalbán por las condiciones que pueden posibilitar un cambio revolucionario real y por las formas de ejercicio del poder socialista (14).

A mí me produce cierto malestar este tipo de pregunta que tiene dos defectos graves que el querido Leopoldo [Espuny] me va a permitir que critique severamente. Primero, es un tipo de pregunta hipócrita porque es evidente que Leopoldo sabe lo que yo pienso sobre el asunto, no está haciendo una pregunta auténtica, está haciendo política en el mal sentido de la palabra, es decir, me está instrumentalizando. Esto es una critica que tengo que decir de salida. La digo porque claro, al mismo tiempo, como estoy en esta mesa, tengo que pagar la servidumbre de contestar, como es obvio. La cuestión de palabras es lo de menos pero tú sabes muy bien que yo pienso que no es posible un cambio de clase dominante sin ejercicio de coerción sobre la antigua clase dominante. Eso es evidente. Si le quieres llamar de otro modo, eso es lo que siempre hemos llamado “dictadura del proletariado”.

¿Cuáles eran las otras preguntas? ¿Si el stalinismo ha sido una forma de dictadura del proletariado? Aquí discrepo de ti a pesar de que has hecho el sutil inciso salvador, para que yo pudiera agarrarme, de que ha habido muchas formas de dictadura burguesa y así yo podía decir que también ésta había sido una forma de dictadura del proletariado. Digo que no: el estalinismo ha sido una tiranía sobre la población soviética, una tiranía asesina sobre el proletariado soviético y conservar la nostalgia de eso es estúpido y criminal.

Interrupción de L. Espuny que no está bien recogida. Sea como sea, rechaza y critica fuertemente estas últimas palabras de Sacristán.

Acepto sinceramente la crítica, de verdad, porque aunque mi intención no era llamar ni estúpido ni criminal a Leopoldo, eso desde luego, aunque mi intención no era ni mucho menos esa, comprendo que el camarada se haya podido enfadar. Lleva toda la razón en la crítica y se la agradezco.

Lo que yo sí consideraría poco inteligente, y también criminal, sería intentar alimentar una nostalgia estaliniana que no fuera la nostalgia por los combatientes del estalinismo. Cuando antes he hecho la alusión a los militantes a los que yo he visto llorar, está claro que no estaba riéndome de ellos. Sé la cantidad de autenticidad de lucha comunista que hay debajo del estalinismo. Debajo de aquella época, pero debajo. Los que estaban debajo no sólo merecen todos los respetos sino admiración y a muchos los quiero profundamente. Pero a los que estaban debajo. Es decir, el sistema mismo no puede ser objeto de nostalgia. De ninguna de las maneras, ni puedo admitir que eso fuera dictadura del proletariado. En absoluto. Eso fue un sistema de acumulación de capital, con crueldades incluso innecesarias. Pero en ningún caso una acumulación de capital para empezar una industrialización es dictadura del proletariado. Si eso hay que llamarlo “dictadura del proletariado”, la revisión del marxismo que hay que hacer entonces es muchísimo más enérgica, incluso ya prescindiendo de los rasgos tiránicos, limitándome sólo a los contenidos sociales de aquello. Una acumulación de capital no se ha llamado nunca dictadura del proletariado en nuestra tradición, en nuestro vocabulario.

Y en cuanto a que los dirigentes comunistas que prescinden de la expresión o del concepto de dictadura del proletariado lo hagan por motivos innobles, eso sería verdaderamente perpetuar el estalinismo que ellos mismos perpetúan en otro sentido, dicho sea sin ningún juicio moral, sin ningún juicio de valor. Lo que tiene de estalinista su conducta es, en mi opinión, lo que tiene de pragmática, lo que tiene de utilización de los conceptos teóricos para justificar, superficialmente, práctica [política]. Pero, en cambio, nosotros, los que no creemos eso, cometeríamos estalinismo en otro sentido todavía peor, en el sentido terrible por el cual Bujarin era un traidor, Zinoviev un terrorista, Trotski un traidor, continuaríamos en ese sentido el estalinismo si pensáramos que los dirigentes eurocomunistas dicen lo que dicen no porque lo piensen sino porque quieren vender esto o vender lo otro. No, a eso tampoco me puedo apuntar, francamente. Eso no es tener una visión de las cosas como la que estamos acostumbrados, una visión materialista.

Con esto no quiero despreciar la influencia innegable de ideología burguesa. Esto es evidente. Pero no es fácil tampoco sustraerse a ella. ¿Durante cuanto tiempo tú o yo hemos creído, por ejemplo, que el crecimiento incesante de fuerzas productivas tal como ocurre en el capitalismo es inocente y hasta un factor de socialismo? Yo lo he creído hasta hace pocos años. Ya no lo creo y comprendo que eso era pensamiento bastante burgués. Tampoco es tan fácil no pensar como los burgueses. Ellos son los que tienen el poder y las ideas dominantes.

Vuelvo a reconocer autocríticamente esto y siento que con esa intemperancia por mi parte pueda haber estropeado algo el clima de la reunión. Lo siento.

6ª: Se pregunta a la mesa sobre la herencia del estalinismo, sobre su continuación en la Unión Soviética. El interlocutor finaliza su intervención preguntando: “¿aquellos alumnos son hoy otros asesinos?”.

De la Unión Soviética sé lo que cualquiera de los aquí presentes que tenga fuentes de información no internas. Yo no he estado nunca en la Unión Soviética ni leo ruso. Conozco más o menos, por tanto, lo mismo que cualquiera.

Entonces, ¿qué diría? Lo que se ve por la información que aquí hemos podido estudiar sugiere un momento muy breve, 1956 y 1957, todo lo más, de cierto atrevimiento en el intento de terminar con los aspectos más crueles, más duros, del sistema de gobierno actualmente existente en la Unión Soviética. Se aprecian bastantes cosas pero también, creo yo, que se nota muy pronto el cambio. Creo que el cambio, es decir, la marcha atrás en aquel atrevimiento, que en aquella época nos dio la impresión que no se produjo antes del XXII Congreso, hoy creo que se había producido ya antes. Me parece que la presencia combinada de la crisis de Hungría y de la crisis del Canal de Suez, que tal vez recuerden los aquí presentes, fue una ocasión combinada que dio mucho poder en el gobierno soviético, me parece a mí, esto es ya interpretación, a los partidarios de bloquear el cambio porque les permitió contraponer a su intervención en Hungría lo que estaban haciendo las potencias burguesas en Suez. En aquel momento me parece producirse, en la correlación de fuerzas internacional, una especie de pacto, que tenía por objeto Hungría y Suez, y luego, en la situación interior de la Unión Soviética, un refuerzo innegable de los duros, por así decirlo, de los estalinistas de corte más ortodoxo. O un debilitamiento de los otros, como se quiera decir.

A partir de ese momento, a mí me parece que durante bastante tiempo lo que se llamó “la desestalinización” va perdiendo impulso en dos sentidos. Por un lado, en el sentido de que pierde velocidad. Las rehabilitaciones son cada vez menos, hay una resistencia a ultranza, por ejemplo, a rehabilitar los nombres de Bujarin y Trotski, cuando parecía que estaba en buen camino incluso la rehabilitación, y luego en el sentido de que se intenta compensar la falta de libertad con técnicas que manifiestamente el gobierno soviético reproduce de los países burgueses; es decir, las técnicas a las que el camarada se refería del tabaco, la pornografía no se puede decir, pero cosas parecidas: el tabaco, los bienes de consumo no absolutamente necesarios. Tal vez recuerden los aquí presentes, al menos los que tengan mi edad, lo deslumbrado que quedó Khrushev al ver la publicidad luminosa en colores en los Estados Unidos. En este doble sentido, creo yo, que se debilitó el impulso desestalinizador. Luego, además, los intentos de base, de búsqueda de un cambio de base productiva que permitiera también cambios políticos luego, fueron o muy débiles teóricamente o no se llevaron bien a cabo. Un economista sabría opinar mejor que yo sobre eso, sobre aquellos escritos de Libermann y todo aquel grupo de economistas.

Y así yo veo que eso se ha estancado. Siento que va a ser la segunda vez que diga cosas francamente pesimistas. Si uno coge el Sammisdav hoy día, es decir, la colección de escritos de disidentes, con un par de excepciones -Mevdeved, Opliush, algunos otros- uno queda bastante asustado porque si eso es la aspiración de libertad en la Unión Soviética, hay que decir que es una extraña aspiración a la libertad indudablemente protagonizada por reaccionarios. Son muy escasos los textos comunistas en el Sammisdav. Se reducen a un poco de resto trotskista, muy poco, mucho más en Polonia que en la Unión Soviética misma, y a unos conatos de tendencias que proceden del estalinismo pero que están superándose. Este es el caso de Mevdeved claramente. Y eso se ahoga en un mar de reacción emparentado en algunos puntos, por lo menos en el irracionalismo, con los nuevos filósofos franceses y con algunas otras muestras de irracionalismo contemporáneo.

Entonces, la verdad, es que yo no veo que la evolución sea muy buena. La represión se sigue ejerciendo más selectivamente. Parece claro que ya no hay campos de la dimensión de los campos de los años cincuenta, o cuarenta, o treinta por lo demás, y en cambio hay estas nuevas formas de represión que conocemos que son la mejor ejemplificación de algunas tesis de Foucault y de filósofos de países capitalistas, respecto de tratamiento, de represión indirecta del disidente, generalmente orientado hacia los intelectuales, es decir, hacia puntas de vanguardia de la sociedad.

Pero a pesar del pesimismo de fondo que me sugiere el hecho de que no vea corrientes renovadoras sino reacciones, muy naturales, muy sanas, pero reacciones, yo diría de todos modos que incluso en los países más cultos que la misma Unión Soviética en la totalidad de su territorio -por ejemplo, en Checoslovaquia o en Alemania del Este-, la impresión algo deprimente que da la situación respecto a la resistencia a eso, la resistencia a la superación, puede también ser fruto de nuestra pésima información. Y en todo esto, en último término, somos muy juguetes de falsificaciones y deformaciones. Recientemente aquí se ha recibido un texto de Alemania Oriental que parecía un texto de disidentes comunistas y parece ya claro que se trata de una falsificación.

En definitiva, sin poderlo demostrar mucho, mi juicio por el momento no es nada optimista. No voy a negar que ya los obreros no tienen que ir con la libreta del trabajo con la que tenían que ir en los años treinta y cuarenta, ni están sometidos a aquellas prohibiciones de empleo si no tenían certificado de que habían sido autorizados a dejar el empleo anterior.

[Breve interrupción] de todas aquellas tiranías contra la clase obrera que hace completamente imposible llamar a aquello dictadura del proletariado. Eso, según toda evidencia, [según] toda la información disponible, no existe hoy ya en la Unión Soviética. Pero existe ese otro tipo de represión selectiva por un lado y, por otro lado, esa falta, por lo menos, ese carácter minoritario de la resistencia o de la disidencia de izquierda. El conjunto, por tanto, no es muy halagador en mi opinión.

7ª: Se solicita a Vázquez Montalbán y a Sacristán su opinión sobre la primavera praguense. Se señala el peligro que representaba de reinstauración del capitalismo o de histórica vuelta atrás.

La cuestión no es ésa. La cuestión es: claro que yo pienso que el experimento de Dubcek, cualquiera que hubiera sido su resultado, era lo que había que apoyar y modestísimamente lo apoyé. De las pocas cosas agradables de esos dramas es que papeles míos sobre Dubcek han circulado por Checoslovaquia entonces. Cualquiera que fuera el resultado digo, porque garantía no había ninguna.

Garantía no había ninguna lo que pasa es que si, como yo pienso, el rasgo característico malo de la tradición estalinista es precisamente la falsificación ideológica, entonces, por desgraciado que hubiera sido el resultado final de la experiencia de los comunistas checos mayoritarios, por lo menos iba a poner de manifiesto una verdad sociológica: se iba a saber de una vez qué era aquella sociedad. Es decir, se iban a ver manifestaciones de voluntad no reprimidas, de la clase obrera y de otras clases sociales claro. De modo que, aun en el supuesto de que hubiera salido mal, yo estaba a favor y creo que había que estar a favor.

8ª: Se pregunta si las nuevas generaciones siguen la política iniciada por Stalin.

Me parece que estoy obligado a decir: sí, yo creo que la Unión Soviética, el régimen que existe ahora, es un régimen, como he dicho, de naturaleza estalinista suavizado. Esto es lo que yo creo y lo que he dicho.

Interrupción del mismo interviniente no recogida en su totalidad. Se inicia del modo siguiente: “Un inciso. Luego entonces como se justifica que aquellos chavales…”

Puedes estar seguro, si lo piensas un rato, que el camino para la unidad del movimiento obrero consiste no en que cada cual se empeñe en defender las injusticias que él lleva a cuestas, y sus errores y sus falsedades, sino en darse cuenta de que ha cambiado la época, de que no se puede superar la división del movimiento obrero sin un baño de todo el mundo en la verdad y en la autocrítica. Es mucho más útil para la unidad del movimiento obrero que los que venimos del estalinismo examinemos qué ha sido el estalinismo y lo autocritiquemos, que sigamos empeñados en defender algo que significa, te repito, el asesinato de Bujarin, de Zinoviev, de Kamenev, de Trotski y, según los datos más modestos, de sesenta millones de rusos.

De varias personas del público asistente: “Y de Andrés Nin.”

De Andrés Nin, perdón, en este mismo país. Y de tantos otros.

9ª: Larga intervención de alguien que se define como comunista -”ni como estalinista ni como antiestalinista”-, que acaso que resumir así: a) Sobre la libertad y las formas de aproximación a una sociedad socialista b) ¿No ha criticado Sacristán más que la tiranía de Stalin la misma dictadura del proletariado en su forma no libertaria, en un país casi feudal como era la URSS en los años veinte? c) ¿Es Stalin el único responsable de las tragedias de la Unión Soviética o ha sido más bien el régimen dictatorial? Finaliza diciendo: “Quisiera que el camarada Sacristán me aclarase todo esto”.

En el supuesto de que yo sea capaz de aclarar tantas cosas, intentaré hacerlo así. Yo creo que al socialismo no se llegaba en libertad entonces ni en ningún momento. ¿Está claro? A mí, como he repetido varias veces, me resulta completamente iluminadora la frase de Engels según la cual la revolución es un acto particularmente autoritario.

Segunda cuestión, la de la dictadura del proletariado. En la Unión Soviética no podía haber dictadura del proletariado porque no había proletariado mayoritario. Esto para empezar. En segundo lugar, porque el poder se ejerció sobre el proletariado. Yo estoy por la dictadura del proletariado que considero imprescindible y estoy contra el estalinismo, fundamentalmente porque fue todo lo contrario de la dictadura del proletariado; a saber, la tiranía de una minoría burocrática, no muy inteligente por lo demás, que era una burocracia en gran parte nueva, sobre la clase obrera en particular y el pueblo en general.

No sé si había más preguntas, éstas son las dos esenciales. Hay otra cosa que quiero comentar de lo que has dicho, pero ¿preguntas había alguna más? Las preguntas son sólo éstas: si ataco al stalinismo o a la dictadura del proletariado; no, la dictadura del proletariado me parece un concepto irrenunciable.

Mismo interviniente: “Si realmente el camarada Stalin en una época determinada era un tirano, yo no comprendo qué hacia todo el comité ejecutivo y el comité central del PCUS”.

Ese es el tema que quiero comentar.

Mismo interviniente: Los comunistas, ¿qué somos? ¿Unos peleles o qué somos?

Los stalinistas, sí. Tú mismo lo has probado al decir que los que ensalzaron a Stalin lo hundieron después. ¿Qué clase de gente hizo el estalinismo qué eran capaces de eso? Otros dimitimos. Entendido.

Mismo interviniente: Yo no, jamás.

Pues ahí está.

10ª: Sugiere la conveniencia de hablar de lo positivo de la URSS. Señala que oyendo a Sacristán se acuerda de lo dicho por Angel María de Lera y lo siente. “Hay modos distintos de plantear las cosas. Fernando Díaz Plaja hablaba igual que Sacristán y lo siento”. Largo etcétera.

Dos cosas quiero decir sobre ello. Una que esto de la insistencia de la crítica positiva ha sido siempre lo que ha dicho todo hábito de poder. Todo hábito despótico quiere siempre critica positiva, nunca negativa, nunca critica de verdad. Razón por la cual, entre los stalinistas de verdad, cuando alguien dice que va a empezar una autocrítica todos los demás tiemblan. Lo primero que quería decir.

Lo segundo: que a mí, si digo la verdad, no me importa con quien coincida, como cualquiera que no tiene más objeto que decir la verdad. A mí no me importa que la doctrina de la lucha de clases de Marx le venga de un policía reaccionario prusiano, Von Stein, como le venía. Lo que importa es lo que se dice. En el momento en que se empieza a preguntar para qué sirve, quién lo inspira, en ese mismo momento, el que hace esas preguntas insidiosas es él, el que está escondiendo -muchas veces por pura defensa, sin saberlo y sin mala intención-, está intentando esconder la inseguridad de su propio ánimo porque él no se ha lanzado del todo a decir la verdad.

11ª: Propiamente es una larga intervención que discrepa del excesivo criticismo de Sacristán, pensando sobre todo en los jóvenes que le están escuchando y haciendo, a un tiempo, una valoración globalmente positiva de la URSS de aquellos años: “¿Dónde está el explotador? ¿Dónde está el que se queda con la plusvalía?¿O es que vamos a dar la imagen de que esos países son peores que los fascistas? Camarada Sacristán, dime cómo se va a construir el socialismo si no hay acumulación”. Le reprocha a Sacristán su dimisión -“Dimitiendo no vamos a ningún lado”-, aunque siente mucho que lo haya hecho. “Tenemos que estar en nuestros puestos”. Al final de la intervención se disculpa por el tono aunque cree que se ha destrozado la imagen del socialismo. La mesa, en su opinión, ha sido unilateral. “Se ha ido a un terreno que hace tiempo estoy combatiendo, se ha destruido la imagen del socialismo”. Hay que recomponerla con sus logros.

A ti, Salvadores, de verdad, pensando seriamente, concéntrate un momento que vale la pena, ¿es una elucubración mental sesenta millones de muertos en campos de concentración? Di: sí o no, di que tú estás dispuesto a…

Voces de protesta. “¿Quién venció a Hitler?”. Salvadores continúa: “Yo no estoy a favor de esos métodos, pero estoy a favor de que se diga de que el pueblo soviético también tuvo sus muertos en la lucha contra el hitlerismo y si no no estaríamos aquí.”

Pero, qué duda cabe, qué duda cabe sobre todo eso. Pero, ¿a qué has venido aquí? ¿Qué es lo que teníamos que hacer aquí? ¿Hablar e intentar aclararnos sobre el estalinismo o hacer la historia de la Unión Soviética? Si tenemos que aclararnos sobre el estalinismo, tú no puedes aducir, para entender el stalinismo, las heroicidades y los sacrificios del pueblo soviético, que en gran parte son sacrificios gratuitos impuestos por el estalinismo. Una cosa es hacer la historia de la Unión Soviética, otra cosa es intentar entender el estalinismo.

Lo que no puede ser es mecerse en una tranquilidad de puro acto de fe durante años y años, desempeñando un poder que transmite esas falsedades durante años y años, y creer que sólo hay esa forma de lucha. Una forma de lucha revolucionaria, yo diría por lo menos tan digna como ésa que haces tú, consiste, por ejemplo, en dimitir de ejercer y transmitir ese poder falsario, combatirlo e intentar aclarar entre los militantes comunistas cuáles son las falsedades de que han sido víctimas y qué tienen que hacer para intentar recomponer un movimiento revolucionario que no sea simplemente el peón de juego de una burocracia.

Salvadores: “Yo he confundido en tu intervención la crítica al estalinismo con la crítica al pueblo soviético. Hasta ahí ha llegado”. Pregunta, a continuación, sobre la línea política reformista del PSUC en la época del eurocomunismo y el resto que queda en ella, si es el caso, de tradición estalinista.

Queda y la digo: es lo que tú has dicho sobre la falta de perspectiva, sobre la política día a día, es exactamente lo que pensamos la mayoría de los no estalinistas. El estalinismo es eso: hacer cada día simplemente el reajuste de poder y por eso he considerado como una forma moderna de estalinismo lo que se está haciendo como política reformista. Eso es exactamente stalinismo: camuflar de comunismo una pura política cotidiana de poder. Es estalinismo siniestro cuando es con el número de muertos que repetidamente he citado porque no estoy dispuesto a ser amigo ni a pasar por alto nunca la adhesión a asesinatos, pero puede ser un estalinismo sin esas formas dramáticas cuando es sólo esa técnica de uso oportunista cotidiano del poder.

Creíamos que algo era bueno, tratamos de lograrlo y produjimos un desastre. ¿Deberíamos concluir, por ello, que lo que creíamos que era bueno, la igualdad y la comunidad, en realidad no era bueno? Tal conclusión, aunque es una a la cual se llega frecuentemente, es una locura. Las uvas pueden estar realmente verdes, pero el hecho de que la zorra no las alcance no nos demuestra que lo estén. ¿Deberíamos concluir, en cambio, que cualquier intento de producir este bien particular debe fracasar? Sólo si pensamos que sabemos que ésta era la única forma de hacerlo posible, o que lo que hizo fracasar este intento hará fracasar cualquier otro, o que, por alguna (s) otra (s) razón (es), cualquier intento fracasará. Creo, en cambio, que no sabemos ninguna de estas cosas. Desde mi punto de vista, la solución correcta es que lo hagamos de un modo diferente y mucho más cauteloso.
G. A. Cohen (2002), Razones para el socialismo.

Cuando a Einstein le preguntaban por qué, en su opinión, había sido posible descubrir los átomos, pero no la forma de controlarlos, respondía: “Muy sencillo, amigo mío: porque la política es más difícil que la física”.
Peter Galison, “La ecuación del sextante E=mc2“, Fórmulas elegantes. Grandes ecuaciones de la ciencia moderna, pp. 78-79.

Notas de Salvador López Arnal

(1) Como anejo a su intervención, Sacristán escribió una “Cronología de interés” en la que destacaba fechas y hechos como las siguientes: “20/12/1917: Decreto de constitución de la Cheka. 11/4/1918: Operación de la Cheka contra los anarquistas de Moscú, claro que todo en plena intervención. 30/8/1918 : Atentado de Fanny Kaplan. 4/9/1918: El Comisario del Interior Petrovsky proclama el «terror de masas» contra la burguesía”. Tiempo atrás, los días 8, 12 y 15 de noviembre de 1974, Sacristán había impartido tres conferencias con el título “Conmemoración de la revolución de octubre”. Es probable que fueran presentadas y discutidas, con militantes y próximos, en alguna organización de base del PSUC. Todos estos documentos pueden consultarse en Reserva de la Universidad de Barcelona, fondo Manuel Sacristán (RUB-FMSL).

(2) La grabación de la conferencia no es siempre la mejor de las deseables. Hay, además, algunas interrupciones que en ocasiones no parecen breves. En el coloquio, las preguntas no siempre quedaron bien grabadas y, en algunos casos, más que formulaciones de dudas, preguntas o comentarios críticos, son prolongadas intervenciones políticas a la antigua usanza. Las he resumido sucintamente. No se han recogido las respuestas de Manuel Vázquez Montalbán ni tampoco su intervención inicial.

(3) Breves referencias de Sacristán a Trotski, pueden verse en: “Checoslovaquia y la construcción del socialismo”, Acerca de Manuel Sacristán, Destino, Barcelona, 1996, p. 59; “Sobre el comunismo de Bujarin”, Sobre Marx y marxismo, Icaria, Barcelona, 1983, p. 264; El orden y el tiempo, Trotta, Madrid, 1998, p. 158 (edición de Albert Domingo Curto) y “Gramsci es un clásico, no es una moda”, Acerca de Manuel Sacristán, op. cit, p. 90. En una carpeta de apuntes de RUB-FMSL, puede verse esta anotación de Sacristán sobre el trotskismo: “La debilidad del trotskismo (ya en Trotski) respecto de la III Internacional es la de Gramsci: racionalismo y, sin embargo, permanencia en política en sentido clásico. Logicismo, dualismo, voluntarismo. Cuando reprocha senilización a Togliatti, se trata de esto. Togliatti dejó de ser “senil” cuando se supo representante de organización fuerte de clase”.

(4) En 1983, en el primer centenario del fallecimiento de Marx, Sacristán impartió una recordada conferencia en Madrid con el título: “Los últimos años de Marx en su correspondencia”. Se conserva el guión de su intervención y las numerosas fichas anotadas que la acompañaron (RUB-FMSL). Domingo Curto ha señalado la existencia de una grabación, hasta ahora no localizada, de esta intervención de Sacristán.

(5) Sobre este escrito de Gramsci, véase: Manuel Sacristán, El orden y el tiempo, op.. cit, pp. 120-124. En el cuaderno “Gramsci” de RUB-FMSL, puede verse esta anotación, probablemente elaborada durante la preparación de su Antología de Gramsci para Siglo XXI: ”Gramsci, «La rivoluzione contro il Capitale”, IGP 5-I-1918. E: SG 149-153. [Planteamiento explícito de su problema con Marx]. Es el primer artículo de Gramsci sobre “Octubre”. El mismo día (24-XI) había escrito acerca del “tercer órgano que faltaba -pero que no era aún los consejos, sino la Asociación de cultura. Desarrollo: 1) Los bolcheviques, hasta ahora fermento que ha evitado el estancamiento de la revolución rusa, se han hecho con el poder. 2) La revolución de los bolcheviques esta hecha de ideología más que de hechos. A eso sigue la frase: “Es la revolución contra El Capital de Carlos Marx” (E 150) 3) La explicación de cómo son y no son marxistas los bolcheviques. La interpretación de Marx: 1ª versión: las incrustaciones positivistas. 4) Segunda versión: Marx no podía prever la formación rápida anormal de voluntad popular ya por la guerra [Implícito: El esquema marxiano está hecho para la “normalidad”]. Luego lo dice explícitamente. La sensación es que admite la interpretación socialdemocrática de Marx, y por eso tiene el problema. 5) Tercera explicación: el pueblo ruso ha hecho la evolución “normal” con el pensamiento. Es de mucha importancia notar la oscilación de Gramsci. El tratarse de textos periodísticos es una suerte,permite verla fácilmente: en un libro habría eliminado contradicciones”.

(6) Sobre Korsch, véanse: “¿Para que sirvió el realismo de Lukács?”, Pacifismo, ecologismo y política alternativa. Icaria, Barcelona, 1987, pp. 176-177 (edición de Juan-Ramón Capella), y “Lenin y la filosofía”, Sobre Marx y marxismo, op.. cit, pp. 180-181. En una nota de su traducción de W. Abendroth, Sociedad antagónica y democracia política (p. 48), Sacristán apuntaba: ”Traduzco Betriebsverfassung por “constitución industrial” creyendo que el autor está pensando, aunque no lo diga explícitamente, en temas sugeridos en la tradición marxista alemana, por Karl Korsch a principios de los años veinte. Y el léxico histórico-teórico de éste (Arbeitsverfassung, etc.) recomienda versiones como “constitución del trabajo”, etc”. En RUB-FMSL pueden verse anotaciones de Sacristán sobre las siguientes obras de Korsch: Marxismo y filosofía; Karl Marx, texto mecanografiado del 27/10/1931, cit. apud. Rusconi; Einleitung a Das Kapital [Introducción a El Capital], 1932, y “Lenin und die Komintern, die Internationale”, Rusconi, XXX/XXXI.

(7) Sobre Bujárin, véase: M. Sacristán, “Sobre el comunismo de Bujárin”, Sobre Marx y marxismo, op.. cit, pp. 263-275. Se trata de la presentación de la traducción castellana, por él mismo realizada, de A. G. Löwy, El comunismo de Bujarin, Grijalbo, Barcelona, 1973. Al comentar la distinción entre ciencia de la ciencia y filosofía de la ciencia en sus clases de metodología de las ciencias sociales del curso 1983-1984, Sacristán hacía una referencia a Bujárin en los términos siguientes: “La expresión “ciencia de la ciencia” tiene un poco de historia y precisamente está en conexión con lo que se acaba de decir antes porque nace en conexión con el primer encuentro importante de filósofos de la ciencia occidentales y marxistas en el Congreso Internacional de la historia de la ciencia de Londres en 1931. Era un poco antes de las grandes purgas rusas, y aquí aparecieron por última vez intelectuales importantes de la revolución rusa que luego sucumbieron. Muy señaladamente Bujárin, que era quizá un personaje de los más finos intelectualmente del equipo bolchevique. Luego fue asesinado en 1938”.

Por otra parte, proseguía Sacristán, Bujárin tiene importancia en la historia de las ideas económicas. Acaso sería el viejo bolchevique de más digna lectura en una facultad de Economía. “Lo que pasa es que es uno de esos personajes malditos en la historia, porque de las tres grandes figuras sucesoras de Lenin, las otras dos han tenido su partido, sus fieles, sus continuadores que han defendido su fama. Trotski y Stalin han tenido cada uno sus seguidores y autores que han escrito sobre ellos. En cambio, Bujárin sucumbió sin dejar seguidores ni escuela y, consiguientemente, es el más enterrado de todos aquellos personajes del año 1917, el más olvidado. Pero era también el más culto y a él correspondía la presidencia de la delegación soviética de este congreso de historia de la ciencia en Londres, en 1931. Allí, él y otros soviéticos, pero principalmente él, pronunciaron un discurso que causó enorme impacto en Occidente”.

(8) La grabación presenta ahora lo que creo que es tan sólo una breve interrupción.

(9) Sobre Pannekoek, véase: M. Sacristán, “El filosofar de Lenin”,Sobre Marx y marxismo, op.. cit, pp. 141-142. En el fichero “Dialéctica” de RUB-FMSL, pueden verse anotaciones de lectura en torno a Lenin como filósofo. Entre ellas, las siguientes:

1. “El marxismo supera la religión con explicarla” (p. 45). MSL: Je.
2. “La condensación de una multitud de fenómenos en una fórmula breve, en la ley natural, es puesta por Mach como principio de la investigación con el rótulo de “economía del pensamiento”. Se podría pensar que esa reconducción de la teoría abstracta a la práctica del trabajo (científico) tendría que simpática precisamente a un marxista. Pero Lenin no ha entendido nada de ello…” (p. 93).
MSL: Yo también creo que Lenin no lo ha entendido, pero pienso además que no hay motivo para entusiasmarse con la idea de la economía del pensamiento como tesis sobre lo que es la ciencia. Es más programática que descriptiva (v. Bunge).
3. Corrige a Lenin de modo completamente injusto y con la misma sabihondería que reprocha a Lenin, pues éste no ha pensado nunca en reducir a los átomos la noción de ‘materia’, contra lo que dice P., en las páginas 99-100.

(10) En el fichero “Marxología” de RUB-FMSL, pueden consultarse anotaciones sobre Trotski y el trotskismo como las siguientes
“1. “La oposición de izquierda se propone como fin decir lo que hay” (“A la redacción de la revista Comunismo”, Comunismo 1, marzo de 1931). MSL: Es el comienzo más fundado y natural de la disidencia en un partido revolucionario. Melancólica comprobación.
2. “Sí, el fascismo avanza ahora en el mundo entero a paso de gigante ¿Pero donde está su fuerza? En la desorientación de las organizaciones obreras, en el pánico de la burocracia obrera, en la perfidia de sus dirigentes…” (Manifiesto de los comunistas al proletariado mundial. Por la IV Internacional. Comunismo, 1936). MSL: La subestimación de la causa del fascismo es aquí tan demagógica que parece provocación, en particular si se tiene en cuenta la estimación acertada del avance del fascismo.
3. “Si la organización de la III Internacional fue imposible sin antes depurar la doctrina de Marx del revisionismo, ahora la creación de partidos revolucionarios proletarios es inconcebible sin una depuración de los principios y los métodos del comunismo de las falsificaciones del centrismo burocrático” (Declaración de la Oposición Comunista de Izquierda Internacional. Comunismo, 28, 1933). MSL: La primera lectura es de risa: ¿qué revisión del marxismo habrá cometido Marx? Lo primero, naturalmente, es eliminar esta supraescolástica idealista que supone la existencia de una teoría en sí y eterna. Pero hay buen instinto: habla de las “incrustaciones positivistas” de las que habla Gramsci, del economicismo y del fatalismo: del reformismo, de la falta de alteridad suficiente. Hay algo inmutable: lo que no es ciencia. Claro que puede ser imperativos muy formales.”

(11) En RUB-FMSL, pueden verse anotaciones de lectura sobre B. Giuseppe Boffa e Gilles Martinet, Dialogo sullo stalinismo, Bari, 1976. Entre ellas, la siguiente: “1. B(offa): “Creo que en el desarrollo de la Rusia postrevolucionaria el “socialismo en un solo país” es el momento en el cual la componente nacional se impone a las demás, influyendo incluso en sentido reductivo en la significación misma de la palabra “socialismo”, que a partir de ese momento será usada en la práctica para indicar más bien la creación de algunos de los presupuestos del socialismo -la industria moderna, el progreso económico, la difusión de la instrucción- en vez del socialismo, tal como lo había concebido los pensadores marxistas” (p. 41). MSL: Quizás la mejor observación del libro”.

(12) En “Sobre el marxismo ortodoxo de György Lukács” (Sobre Marx y marxismo, op.. cit, p. 244), Sacristán comentaba: “En Lukács, como en cualquier comunista inteligente, crítica del stalinismo es autocrítica, porque no es sensato creerse insolidario de treinta años del propio pasado político, aunque uno tenga sólo veinte.”

(13) No fue recogida la siguiente pregunta y se interrumpió al poco la respuesta de Sacristán que se iniciaba del siguiente modo: “Que yo sepa, el primero que ha tenido la sospecha que se iba a plantear este problema ha sido Trotski. No es que yo sea suficiente conocedor del problema, ni mucho menos, pero me veo obligado a contestar. Lo bueno sería que alguien que fuera más conocedor del asunto lo hiciera. Yo digo lo que sé, que no es mucho, ni sobre todo es nada clarificador. Al final de su vida, Trotski parece haber admitido que si se producía la II Guerra Mundial, que él la estaba viendo venir…”

(14) En RUB-FMSL, puede verse un esquema no fechado que lleva por título “Proyecto de programa sobre el punto 7 de los discutidos. La posibilidad de cambio revolucionario en las presentes sociedades capitalistas avanzadas (= partícipes activas, en mayor o menor grado del capitalismo monopolista de Estado, o imperialismo)”. Probablemente fuera una reflexión sobre un punto -el 7º- del programa del PSUC de finales de los setenta. El punto 5º del esquema seguía el desarrollo siguiente: “5) Hipótesis conclusivas. 5.1. Acrecentada importancia de elementos revolucionario-culturales en la formación de la clase revolucionaria y su consciencia (clase o bloque revolucionario “en y para sí”). 5.2. Diferencias de la situación respecto de las sociedades capitalistas más atrasadas y de las sociedades colonizadas o de historia no-europea. 5.3. Perspectivas de las sociedades en que ha sido abolida la propiedad privada tradicional de la mayor parte de los medios de producción (los llamados “países socialistas”).”

Edición digital de la Fundación Andreu Nin, octubre 2006

Camillo Berneri (Claudio Venza, 2007)

Intervención leída el 16 de junio de 2007 en el Palacio de la Virreina en el homenaje a Nin y Berneri organizado por la Fundació Andreu Nin.

Camillo Berneri era un intelectual y un militante anarquista de gran valor. Por esas dos culpas fue asesinado por los estalinistas.

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