Carta redactada por Dunayevskaya el 9/8/1978 y enviada por ella a diversas mujeres feministas antes de iniciar la escritura del libro Rosa Luxemburg, Women’s Liberation, and Marx’s Philosophy of Revolution. Original en ingles en News & Letters, volumen 43, nº 4, mayo de 1988, página 4. http://newsandletters.org/PDF-ARCHIVE/1998/1998-05.pdf . Versión castellana de Trasversales nº 48, 2019 (especial Rosa Luxemburg).
«La revolución es magnífica y todo lo demás son sandeces» Rosa Luxemburg
Queridas hermanas:
Como la dialéctica siempre nos revela antes de empezar a escribir facetas en las que nunca habíamos pensado, he vacilado a la hora de decir algo sobre Rosa Luxemburg cuando ni siquiera he iniciado la escritura del libro sobre ella. Pero dado que la idea misma de una filosofía de la revolución en Marx genera polémica, me atreveré a enunciarla aunque aún no estoy satisfecha de la articulación que sobre ella me he hecho en mi cabeza. Algunas investigadoras que hoy se niegan a considerar las teorías de Rosa por pensar que no escribió sobre la Liberación de la Mujer están utilizando la magnífica cita que abre esta carta como «prueba» de que ella minimiza la singularidad de las mujeres, ¡como si la revolución y las mujeres fueran polos opuestos!
La verdad es que no se puede dar mayor prueba de la total amplitud de su concepto de la revolución como única vía para extirpar de raíz una sociedad explotadora, racista y sexista. Hace poco encontré una carta que Rosa había enviado a Hans Diefenbach desde la cárcel, en la que habla, entre otras cosas, de una reseña sobre una representación de la obra «Como gustéis», de Shakespeare, escrita por el profesor Morganstern. La reseña le gustó tanto que reproduce una larga cita de ella: «‘Este no es el único caso en el que Shakespeare dibuja este tipo de joven segura de sí misma, lo hace varias veces en sus obras. No sabemos si alguna vez conoció a una mujer como Rosalyn, Beatrice o Portia, si se inspiraba en modelos reales o si sacaba esos personajes de su propia imaginación. Pero lo que sí sabemos es que, a través de estos personajes, nos habla de su propia visión de las mujeres. Estaba convencido de que la mujer puede ser tan magnífica a causa de su naturaleza especial. Al menos en una fase de su vida, ensalzó a la mujer como pocos poetas lo hicieron, viendo en ella una fuerza de la naturaleza a la que la cultura nunca podría echar a perder». Entonces Rosa comenta: «¿No es un buen análisis? ¡Si supieras el tipo de pez insípido, seco y extraño que el profesor Morganstern es en privado! Pero su penetración psicológica es justo lo que yo desearía para el futuro creativo del ensayismo alemán».
Llamo la atención sobre esto aunque no tenga nada que ver con las teorías de la revolución y muy poco que ver con el «papel» de las mujeres, ni tampoco tenga nada que ver con el asunto del derecho a voto de las mujeres, por el que Rosa luchó y escribió aunque eso suela ser ignorado en las investigaciones sociales sobre la mujer. Y no lo hago porque Rosa hubiera hablado poco sobre las mujeres, sino porque en esa carta las mujeres de las que habla no son las mujeres obreras y las mujeres socialistas con las que ella había trabajado. Más bien, habla de las mujeres como personajes en la literatura de un dramaturgo genial que ciertamente no fue un «revolucionario proletario»; y considera «insípido» al crítico que cita. ¿Por qué, entonces, le prestó atención y por qué lo destaca? La respuesta tiene que ver con la multidimensionalidad de Rosa Luxemburg, como revolucionaria y como ser humano; al escribir desde la cárcel a un joven socialista, le preocupa que «el futuro creativo del ensayismo alemán» tenga una «profunda penetración psicológica» de lo magnificente de las mujeres.
En una palabra, cuando escribe sobre lo magnífica que es la revolución y dice que lo demás son sandeces no está menospreciando a las mujeres. Más bien, el futuro al que aspira es una totalidad. Lo que tenemos que entender, especialmente en la actualidad, es que no existe ninguna contraposición entre revolución y mujer. Todo lo contrario. Si decidí cambiar el título de mi proyectado libro sobre Rosa Luxemburg y su relación con las teorías de Marx, de «Marx’s theory of revolution» a «Marx’s PHILOSOPHY of revolution», es porque cuando sólo hablamos de teoría estamos hablando sólo de la inmediata tarea de la revolución, el derrocamiento del capitalismo, pero cuan do hablamos de filosofía de la revolución no nos referimos sólo a eso, sino a la creación de una nueva sociedad. Sólo teniendo esto en mente podrá la revolución ser verdaderamente total.
Al mismo tiempo, lo que da más amplitud al libro que he proyectado es que tomar la filosofía de la revolución de Marx como punto de partida nos da la oportunidad de considerar una revolución específica, la rusa de 1905, en la que tres grandes revolucionarios, Luxemburg, Lenin y Trotsky, se involucraron, destacando cada cual lo que consideraba el mayor logro de esa revolución y tomándolo como uno de los cimientos de la preparación de la revolución futura. Lo que queremos analizar para nuestra época es precisamente la posibilidad de construir sobre tales cimientos. No hay ninguna duda de que Rosa estaba tan enamorada del proletariado en tanto que fuerza revolucionaria que parece que ella subsumía a la mujer en su concepto de lo revolucionario. Pero tampoco hay ninguna duda de que trabajó estrechamente con Clara Zetkin en todos los aspectos del movimiento de mujeres, desde el sufragio hasta el antiimperialismo. Y , de hecho, la mayoría de quienes participan en el movimiento antiguerra en centros industriales tan cruciales como Hamburgo adherían a sus teorías y actividades. No cabe duda de que las cartas que escribió a mujeres, especialmente desde la prisión, eran de una naturaleza tan profunda que revelaban toda su filosofía. Consideremos su carta a Mathilde Wurm, que ya he citado en otras ocasiones: «Os prometo que en cuanto salga de la cárcel llegaré con trompetas, látigos y lebreles para cazar y dispersar a vuestro coro de sapos -iba a decir como Pentesilea, pero, ¡por Dios!, no sois Aquiles- ¿Estáis hasta las narices de mi felicitación de Año Nuevo? Entonces procurad no dejar de ser seres humanos… Ser humanos significa poner la propia vida en la ‘balanza del destino’ si es necesario…» (nt1). Esa es la cuestión, toda la cuestión. Rosa Luxemburg no conocía los manuscritos de Marx de 1844. Pero no hay duda del hecho profundo, de que Rosa compartía ese nuevo continente de pensamiento propio de Marx que parte de la revolución. Una revolución tan total y profunda que exige una reorganización total, empezando por las básicas relaciones entre hombres y mujeres. El énfasis de Marx en la necesidad de arrancar de raíz esa opresión sobre la mujer presente en todas las sociedades clasistas (y yo añadiría que también en las anteriores a ellas) da prueba de lo completa que era la idea de Marx de transformar la sociedad desde sus raíces. Tan completamente nueva era su filosofía de la revolución respecto a esa relación que Marx detectó la esclavitud de las mujeres incluso bajo el comunismo primitivo, al que admiró mucho al descubrirlo gracias a la obra de Henry Lewis Morgan sobre la vida comunal entre los iroqueses. Ciertamente estaba impresionado por la vida comunitaria y porque las mujeres tuvieran un papel muy superior al que tenían bajo el capitalismo. Sin embargo, para crear un nuevo tipo de relación entre hombre y mujer hacía falta mucho más que una «modernización». Engels usó las extensas anotaciones de Marx para escribir, al año siguiente de la muerte se éste, su Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. Pero Engels sólo glorificaba el comunismo primitivo, como si todo lo que necesitara fuera una especie de «actualización», allá donde Marx, el genio que descubrió un nuevo continente de pensamiento al desarrollar su filosofía de la revolución, percibió en la estructura familiar nada menos que elementos de «esclavitud» y de «servidumbre». (Este no es el lugar para desarrollar la diferencia entre Marx y Engels y por qué Marx es el genio que descubrió un continente completamente nuevo de pensamiento, mientras que Engels, pese a su talento y a ser el más cercano colaborador de Marx, no tuvo ese papel. Eso no excluye que a partir de la citada obra de Engels, dado que también se basa en las relaciones entre hombres y mujeres, las mujeres puedan alcanzar resultados verdaderamente nuevos si abordan su trabajo de manera multidimensional y dialéctica.) Durante toda su vida Rosa, como revolucionaria, como teórica, como mujer multidimensional, estuvo tan interesada en la espontaneidad de la revolución que, no sólo en contra de «los ilustrados» sino también contra los teóricos revolucionarios que pensaban que necesitaban «enseñar» la revolución a las masas, puso el foco en la gran verdad de que «la revolución no puede ser enseñada». Ni la «magnificencia» de la revolución y de la espontaneidad la llevaron a descartar la necesidad de la teoría. Es cierto que puede haber minusvalorado la «filosofía» como algo «abstracto», pero nunca minimizó la teoría de la revolución. Lo que nos concierne ahora es explorar qué impulsos podemos «captar» en el actual desarrollo del Movimiento de Liberación de la Mujer, impulsos de mujeres que pueden llegar a sentirse empoderadas y colaborar escribiendo o en diversas actividades, actuando al mismo tiempo en lo más inmediato (ya sea la Enmienda de Igualdad de Derechos, una huelga o cualquier otra cosa) y también profundizando en sus experiencias y en la teoría para encontrar un terreno común para el autodesarrollo universal e individual… Seguramente hay un momento en la vida de cada cual en el que queremos lograr algo en el futuro. No dudo de que en la etapa histórica actual las mujeres quieren arrancar desde sus raíces esta sociedad sexista, racista y explotadora. Comencemos por ahí.
Vuestra, Raya
Notas de la traducción de Trasversales
nt1. Raya Dunayevska, ya en el libro Rosa Luxemburg, Women’s Liberation, and Marx’s Philosophy of Revolution, vuelve a citar esta carta y señala que la referencia de Luxemburg a la reina amazona Pentesilea no se basa en la versión de la leyenda griega en la que Aquiles mata a Pentesilea sino en la versión del dramaturgo alemán Hein rich von Kleist en la que Pentesilea mata a Aquiles.