Cristopher Caudwell y la cultura burguesa (Pepe Gutiérrez-Álvarez)

Autodidacta, novelista y ensayista marxista, militante comunista oscuro, el caso de Christopher St John Sprigg, más conocido como Christopher Caudwell, es sin duda uno de los más singulares de aquella brillan te hornada de intelectuales británicos que conocieron la gran experiencia de su vida en la guerra y la revolución española. Completamente desconocido en vida, Caudwell murió defendiendo una trinchera frente a los mercenarios marroquíes en la batalla del Jarama en febrero de 1937. Paradójicamente, poco antes su hermano habría logrado convencer a la dirección del Partido Comunista de la Gran Bretaña (PCGB) para que lo empleara en las tareas de retaguardia que se reservaban para los militantes ilustres. Caudwell tenía entonces solamente treinta años y se convirtió en un famoso póstumamente. Aunque muy controvertida, su obra es considerada como un instrumento muy sugestiva la interacción entre el arte y la sociedad, y su lectura constituye “un estímulo refrescante, una inyección de optimismo ente el derrotismo actual de la cultura» (Vicente Romano) . Por eso la edición de una de sus obras más importantes, La agonía de la cultura burguesa merece, a pesar del tiempo transcurrido, una atención, al menos para los interesados en la relación entre el socialismo y la cultura .
La biografía de Caudwell resulta bastante diferente a la del resto de los intelectuales británicos de izquierda, proveniente básicamente del medio universitario al que Caudwell, como Orwell, no tuvo acceso. Su formación es la de un autodidacta animado por una poderosa energía creadora que le lleva a desplegar un enorme esfuerzo por adquirir una formación permanente y de conjunto, lo que le llevó inmediatamente a estudiar los clásicos marxistas y de ahí, en la mitad de los años treinta a las filas del  en el que vio la encarnación del ideal del comunismo, la única alternativa frente a la decadencia liberal y contra el creciente auge de los fascismos. Su militancia fue igualmente diferente a la de otro intelectuales, mimados por el partido y ajenos a la lucha social. Caudwell se trasladó desde Putney -donde habia nacido- al mísero barrio de Poplar, en el famoso East End y allí fue un militante más, un miembro del ejército revolucionario que soñaba el socialismo para Inglaterra.
Pocos meses de afiliarse al PCGB viajó a París donde coincidió cori las “jornadas de junio” que siguieron a la victoria del Frente popular y volvió a Londres con el entusiasmo renovado. En noviembre su agrupación reunió el capital suficiente para comprar una ambulancia para la República española y Caudwell fue el encargado del traslado. El 11 de diciembre tras hacer el recorrido se alistaba en el Batallón británico de las Brigadas Internacionales en base a dos razones de peso, «sus sentimientos acerca de la importancia de la libertad democrática» y su convicción de que el Ejército Popular necesitaba ayuda para librar una batalla en una «lucha que será nuestra mañana»» .
Su pase al frente fue inmediato y en una de sus cartas describe que está empezando a sentirse «como un viejo soldado”. “Soy –añade- delegado del grupo y director adjunto del periódico mural, y desarrollo otras tareas políticas, por lo que puedes ver que mi tiempo libre está bien cubierto». Se mantenía en una posición con una ametralladora frente a la oleada de los mercenarios marroquíes, y cuando el comandante de la compañía ordenó la retirada Caudwell se quedó al final para cubrirla cuando los mercenarios se encontraban no más lejos de treinta metros. Sus compañeros no supieron más de él. Como señala Vicente Romano, para él son válidas estas palabras dicha en memoria de marxista inglés Ralph Fox, otro joven escritor también muerto en España:
«Lamentamos la pérdida de un revolucionario que empezaba a dar lo mejor de sí como escritor. La literatura revolucionaria de Inglaterra, que se halla en sus comienzos, ha perdido una gran esperanza. Pero esta vida truncada tan pronto no fue una vida desperdiciada. Gracias a su estrecha vinculación con las grandes tuerzas revolucionarias de la época se realizó plenamente en cada momento, como ocurre con la vida de todo verdadero revolucionario que está en el foco mismo de la vida»‘

 

Caudwell no tenía duda de que estaba asistiendo a una revolución.

La obra literaria de Caudwell es, a pesar de su juventud, muy variada. En sus comienzos abundan los trabajos sobre cuestiones técnicas como la mecánica y el automovilismo. Se ganó la vida produciendo con gran rapidez novelas policíacas hoy olvidadas, y también escribió poemas sinceros e imperfectos que apuntan a una promesa en gestación. Pero será recordado sobre todo por sus dos obras de crítica marxista, La  agonía de la cultura burguesa e Illusion and Reality. Estudy of the Sources of Poetry, publicadas después de su muerte y revalorizados a partir de 1951 tras un sondeo debate sobre su obra en la revista The Modern Cuarterly en la que intervinieron algunos de los críticos más notables de la época y de la hicieron un veredicto dispar. Para unos se trataba del primer ensayista marxista anglosajón de los años treinta, para otros de un romántico idealista que no alcanza a dominar el marxismo, pero todos coincidieron en que había en sus dos obras «una cantera de ideas» sobre las que ha pasado el tiempo pero que siguen teniendo su interés.

Es evidente que Caudwell no sobrepasa el estado de postración en que se encuentra el marxismo británico de su tiempo, de hecho apenas existente. La adopción de poetas y de escritores del ideario marxista no significa de que operen una profundización real de sus materiales teóricos, tarea en la que el PCGB  estaba muy poco interesado. Caudwell desconoce aportaciones en este terreno como las de Gramsci  o Trotsky y se encuadra sin problemas en los esquemas del estalinismo vigente, que situado en una orientación todavía con un pie en el “tercer periodo”, se mantendrá en un maniqueísmo insostenible y por una vulgar reducción de lo que el marxismo vivo nunca estableció como una orientación cerrada. No obstante, como se puede ver en esta obra que Vicente Romano ha puesto a nuestro alcance, la escritura de Caudwell tiene una atractiva vehemencia y está llena de intuición. Sus limitaciones son más de su tiempo y la de su contexto, y partiendo de aquí cabe descubrir un primer intento en adoptar una visión totalmente social y marxista del arte y en descubrir la función del arte y la poesía en la vida del hombre. Caudwell es un antecedente notorio del marxismo abierto y crítico de la New Left Review.
La edición de esta obra de Caudwell corrió a cargo en su día de Vicente Romano que dirige la colección «Conciencia y Libertad» de la Editorial Anthropos, ampliando lo que ya antaño lo hizo de la colección 70 de Grijalbo. Romano, después de haber dejado bien sentada las limitaciones del marxista británico orienta su introducción hacia un ajuste de cuentas con el derrotismo cultural de una generación que, al decir del último Eugene Ionesco, se está comprometiendo contra el compromiso a favor de los ideales emancipadores.
El argumento corriente de esta gente viene a decir : «puesto que todos estamos destinados a ser víctimas (hoy, nucleares) , y como el destino no es producto de la conciencia ni de los esfuerzos del hombre, no vale la pena integrarse en una lucha revolucionaria». Algunos dan un paso más allá y afirman que, de ocurrir, esta lucha sería peor (recuérdese a Vargas Llosa lamentando el peligro de un «Gulag»…en Sudáfrica). De ahí a firmar manifiestos a favor de la «contra» nicaragüense o cubana, no hay muchos más pasos.

 

Caudwell subestimó la capacidad del capitalismo, (hoy un muerto viviente) de sobrevivir y de desarrollar, desde su centro USA, un intento masivo de racionalizar el sistema de producción intelectual a través de sus medios de mercado y de comunicación con los que puede segregar a los que se atreven a ir más allá de la crítica y vinculan, como Caudwell, el pensamiento con la acción. El capitalismo no teme a los críticos pasivos pero si le da pánico la unión del movimiento con la verdad. Una verdad no tan sencilla como la de Caudwell, pero a la que hay que buscar con una pasión tan exigente como la suya.

La biografía de Christopher Caudwell resulta bastante diferente a la del resto de la intelectualidad británica de izquierda, proveniente básicamente del medio universitario al que Caudwell, como Orwell, no tuvo acceso. Su formación es la de un autodidacta animado por una poderosa energía creadora que le a desplegar un enorme esfuerzo por adquirir una formación permanente y de conjunto, lo que llevó inmediatamente al estudio de los clásicos marxistas y de ahí, en la mitad de los años treinta, a las filas del PC en el que viÓ la encarnación del ideal del comunismo, la única alternativa frente a la decadencia liberal y contra el auge del fascismo. Su militancia fue también diferente a la de otros intelectuales, mimados por el partido y ajenos a la lucha social.

  Edición digital de la Fundación Andreu Nin, 2008

Hipólito Etchebéhère, jefe militar del POUM. 1900-1936 (Mika Feldman, 1965)

Texto publicado en La Batalla n° 153, año 1965.

Para volver a pegar los trozos de su corazón, que quebró en seco la bala de Atienza ese 16 de agosto de 1936, busqué sus cuadernos. Miré su letra enhiesta como su voluntad, clara como su mirada. Hay un sumario del libro que pensábamos escribir sobre la derrota de la clase obrera alemana en 1933; páginas y más páginas con los testimonios que recogimos en 1928, en el terreno mismo de los sucesos, acerca de la huelga de los obreros ganaderos de Santa Cruz, en la Patagonia argentina; notas de lectura, apuntes para artículos.

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Natalia Sedova: una vida de revolucionaria (Marguerite Bonnet)

Marguerite Bonnet fue amiga íntima de Natalia Sedova durante muchos años y gestionó después de su muerte el legado literario de Trotsky. Especialista en el surrealismo, en particular en André Bretón del que publicó una Antología (1913-1966) (Ed. Siglo XXI, Madrid-México-Bogotá, 1973 y 1977), así como la edición de sus Obras Completas que están apareciendo en Éditions La Pleyade, París. El presente texto fue publicado en Hommage a Natalia Sedova-Trotsky ( 1882-1962), París, 1962, edición fuera de comercio propiciada por un «grupo de amigos de Natalia Sedova- Trotsky», con prólogo de Maurice Nadeau, y aportaciones de André Bretón, Margarite Bonnet, Pierre Naville, Laurent Schwartz, Isaac Deutscher, Joseph Hansen, Pierre Frank, Livio Maitán, con testimonios y recuerdos de Alfred Rosmer, Michel Pablo, Jack Weber, Laurent Orfila, Sara Weber, Raya Dunayevskaya (Rai Spielgel), Gerard Rosenthal, así como el texto de Natalia sobre el asesinato de Trotsky y las notas de éste sobre Natalia aparecidas en su Journal d’ exil.

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Adeu a Jordi Torrent Bestit (Pepe Gutiérrez-Álvarez, 2020)

La amiga Ana ya me informó de sus trágicas vicisitudes y soledades, de sus ingresos y su estado, y desde entonces he lamentado que mi problemas de movilidad me impelieran de visitarlo como era de rigor para alguien con la que tanto he coincidido en toda clase de actos y debates, buena parte de ellos organizados desde la Fundació Andreu Nin en Barcelona, pero también en Madrid.  En este último caso para tratar sobre Cornelius Castoriadis del que era un riguroso experto como demostró en el número especial que le dedicó la revista «Archipiélago». Jordi colaboró en empresas editoriales como la edición «El POUM y «el caso Nin. Una historia abierta» (Laertes), así como en los debates sobre el destino de la revolución rusa de la que me quedan los últimos recuerdos de charla, de bromas e ironías, y cómo no, de proyectos en los que ya no me era posible participar desde Ribes, donde fue reiteradamente invitado pero nunca tuvo ocasión de visitar para comer, charlar y pasear por el Garraf.

Camarada cultivado y modesto como pocos, Jordi editó con su erudición la edición de las controversias entre Sartre y Camus que se publicaron en la colección on line “Cosecha roja” de Kaosenlared. No era muy dado a hablar de su vida, representaba el tipo de sabio modesto y extremadamente cultivado con el cual podían dar las horas de conversación como sucedió con ocasión de las jornadas sobre los escritores contra el estalinismo así como sobre Albert Camus, éste última el Palau de la Virreina en compañía de “Fito” Ruiz , también fallecido hace poco y experto en Camus, en el caso del autor teatral.

Ignoro casi todo su trayectoria sobre la cual era extremadamente discreto, de su perceptible militancia o afinidad con “Socialismo o barbarie”. Su tono era amistoso y muy reposado, situado entre el público tenía la virtud de la intervenciones modestas pero sólidamente trabadas.

Su final solitario en medio de la pandemia. Llevado de un lado para otro, fue gracias Ana que la información llegó a alguno de sus amigos, por lo que espero que no haya fallecido en una soledad inmerecida. Al parecer sus familiares eran muy pocos y mayores, y al final encontró el aliento de camaradas como Joan Tafalla y Alejandro Andreassi que son los que ahora ofrecen la noticia con un pequeño homenaje en un tiempo en el que esta exigencia tan humana no resulta viable.

Marcelino Magdalena: un minero asturiano (Mario Guzmán, 1964)

Texto publicado en La Batalla, julio de 1964.

Con algún, retraso, determinado por motivos ajenos a mi voluntad, escribo estas líneas para recordar al gran luchador obrero Marcelino Magdalena, quien desde muy joven se destacó en la cuenca minera de Asturias en las luchas mantenidas por el proletariado contra sus explotadores.
Marcelino Magdalena comenzó a militar en el Sindicato Minero de la UGT y en el Partido Socialista. Cuando se produjo la escisión de 1920, Magdalena fue uno de los fundadores del Partido Comunista en Asturias. Como tantos otros socialistas asturianos y del resto de España, Magdalena consideró que la Revolución de 1917 había abierto una nueva etapa de la lucha del proletariado europeo y que su puesto estaba entre los defensores del Octubre ruso.

Magdalena permaneció en el Partido Comunista hasta 1932, fecha en que fundó en Asturias, con otros militantes comunistas como Benjamín Escobar, el Bloque Obrero y Campesino, que era ya en Cataluña la organización política obrera más importante. En 1922, cuando se produjo la gran crisis de la industria del carbón, la patronal minera no encontró otra solución que aumentar la jornada de trabajo y rebajar los salarios. Frente a tales planes, Magdalena, Escobar y otros levantaron la bandera de la rebeldía bajo el lema «¡Ni un céntimo menos, ni un minuto más!», actitud que les valió las simpatías de todos los trabajadores. Durante la dictadura de Primo de Rivera, Magdalena fue de los que mantuvieron en condiciones muy difíciles el movimiento obrero y comunista en Asturias.

En 1935, las organizaciones del Bloque Obrero y Campesino y de la Izquierda Comunista se fusionaron para dar nacimiento al POUM Magdalena fue uno de los fundadores del nuevo partido en Asturias y fue elegido miembro del Comité Central en el congreso de unificación celebrado en Barcelona. A partir de entonces, militó también en el Sindicato Único de Mineros de la CNT, defendiendo siempre con ahínco los intereses de los trabajadores que arrancan el negro mineral de las entrañas de la tierra.

Durante la Revolución y la guerra, Magdalena fue objeto de la hostilidad encarnizada de los dirigentes estalinistas, los cuales impidieron que jugara el papel que le correspondía. Sin embargo, Magdalena defendió intransigentemente las posiciones revolucionarias. Cuando se produjo el desastre final, Magdalena no quiso salir de Asturias. Permaneció aquí, compartiendo el calvario de la clase obrera conociendo vicisitudes sin cuento. En estos largos y terribles años de acción clandestina, el viejo luchador fue une animador y un educador incansable.

En 1962, durante la gran huelga minera, Magdalena tuvo que pasar dos meses encerrado en su casa de Mieres. Una pareja de la Policía Armada tuvo como misión aislarle de los mineros en huelga. Magdalena siguió con pasión el movimiento y, en la medida de sus posibilidades, cumplió con su misión de luchador minero.

Su consejo y su ayuda no nos faltaron nunca. Vivía pendiente de todo lo que ocurría en España y en el mundo y su gran pasión era discutir sobre los problemas del movimiento obrero de nuestra época. La llegada de La Batalla -y, estos últimos años, de Tribuna Socialista- era para él, como para todos nosotros, un gran acontecimiento. Magdalena se sentía fuertemente ligado a su partido, a nuestro partido, al que perteneció desde 1935 hasta su muerte.

Magdalena tenía una inmensa confianza en la clase obrera y, reconfortado por las luchas de los mineros de Asturias, estaba convencido de que se acercaba el fin del franquismo. Pero, desgraciadamente, él ya no tendrá la suerte de ver la aurora radiante de la liberación.

Hasta el último momento dio pruebas de una gran entereza. Cuando vio que se acercaba la hora de la muerte, insistió cerca de sus hijos para que le enterraran civilmente. Y sus hijos le prometieron que atenderían a sus deseos. Los mineros de Mieres y de Sama, los hombres que hacía poco habían librado una gran batalla contra la patronal y estaban preparando ya la próxima, escoltaron su cadáver hasta el cementerio y las flores rojas de los proletarios de la mina se acumularon sobre la tumba de uno de los hombres mas representativos del POUM en Asturias.

Asturias. Marzo de 1964.

El texto de homenaje y recuerdo de Mario Guzmán, que antecede, iba acompañado, en el número de julio de 1964 de La Batalla, de la siguiente nota sin firma.

ASTURIAS RINDE HOMENAJE A MARCELINO MAGDALENA

Hace unas semanas, poco antes de que se iniciara el nuevo movimiento huelguístico de los mineros y de los metalúrgicos de Asturias, falleció en Mieres, corazón de la zona minera, nuestro compañero Marcelino Magdalena, miembro del Comité Central del POUM.

En una conmovedora carta, recibida unos días después, nuestros compañeros de Asturias nos decían: «Hace solamente unas horas acudimos a acompañar por última vez a nuestro entrañable Marcelino Magdalena. El entierro fue suspendido por ser de carácter civil. Mejor dicho, se prohibió al inmenso gentío, todo el pueblo de Mieres y trabajadores de las localidades próximas, acompañar al cadáver por las calles, como es costumbre en la villa. Las autoridades sólo permitieron que se formara una larga caravana de coches. Estos coches, atestados de camaradas y amigos, siguieron la carroza fúnebre hasta el cementerio, donde se dio tierra al cadáver. El resto del público se fue alejando en pequeños grupos y haciendo las criticas que ya os podéis suponer. Con la Iglesia hemos topado, Sancho. Pese a todo, los mineros se concentraron para rendir el último homenaje a Marcelino Magdalena, dirigente del POUM y una de las figuras más destacadas del movimiento obrero astur».

En otro lugar de este mismo número [de La Batalla], el compañero Mario Guzmán, otro combatiente de Asturias, otro dirigente del POUM, habla de Magdalena, de su vida y de sus luchas. ¿Qué podemos agregar nosotros en estos momentos de dolor? Sólo una cosa, que nos parece esencial y que ahora ya podemos decir. En el curso de los últimos años, Magdalena estuvo en su puestos y no perdió el contacto con nosotros. Sus cartas fueron siempre optimistas. Como tantos otros, se sentía orgulloso de ser un proletario de Asturias y estaba seguro de que se acercaba la hora de la victoria sobre la dictadura franquista.

El POUM rinde homenaje a Marcelino Magdalena, revolucionario abnegado, militante ejemplar, educador de muchos de los jóvenes que estos días aparecen en Asturias como la gran esperanza del movimiento obrero revolucionario español.

100 años de Vlady (Claudio Albertani, 2020)

Claudio Albertani es el responsable del Centro Vlady de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

Petrogrado, 15 de junio de 1920: el ojo del huracán. Ese día nace Vladimir Kibalchich Rusakov, el futuro pintor Vlady. Rusia sale de la etapa más sangrienta de la guerra civil. Miles y miles de personas se encuentran armadas y organizadas para defender a la revolución. Petrogrado (antes San Petersburgo, después Leningrado) es una ciudad de frontera; el aire que se respira vibra más que en otras latitudes. Hay hambre, muerte y destrucción, pero también la fe inquebrantable en un mundo nuevo, libre de explotación y opresión.

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Jean van Heijenoort. De revolucionario trotskista a lógico matemático (Gabriel García Higueras)

Gabriel García Higueras (Lima, 1966), es historiador, y autor del libro Trotsky en el espejo de la historia (Lima, 2005).

Fue una radiante mañana de octubre del año 1932. Desde el puente de Gálata en Estambul, dominaba el panorama la enorme cúpula y los elevados alminares de la basílica de Santa Sofía, bajo el intenso azul del cielo. Entre las personas congregadas en el muelle, se distinguía un joven rubio, alto y delgado, de rasgos angulosos y de aspecto nórdico. En medio del barullo matutino, este viajero procedente de Francia observaba con atención y curiosidad el dinámico movimiento del concurrido puerto y a sus gentes. Su nombre era Jean van Heijenoort. Tenía 20 años.

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El origen de las ideas de Francesc Tosquelles (Manuel Periañez)

Francesc Tosquelles Llauradó (Reus, 22 de agosto de 1912- Granges sur Lot, 25 de septiembre de 1994) Psiquiatra español. Es uno de los inventores de la psicoterapia institucional, movimiento que influyó poderosamente la pedagogía y la psiquiatría de la segunda mitad del siglo XX. Tosquelles fue marxista republicano de sensibilidad libertaria, y en España tuvo ocasión de transformar la práctica médica durante la Guerra Civil. Tosquelles empleó prostitutas como personal sanitario, práctica mostrada en la película Politique de la folie. Condenado a muerte por el régimen de Franco, se refugió en Francia, en el hospital psiquiátrico de Saint-Alban-sur-Limagnole, en Lozère, con sus maletas y con dos libros: Aktivere Krankenbehandlung in der Irrenanstalt de Hermann Simon, que postula que un hospital es un organismo enfermo que constantemente atiende a los llamados enfermos que ingresan en él y la tesis de Jacques Lacan De la psychose paranoïaque dans ses rapports avec la personnalité, que imprimió, durante la guerra, en el club de los enfermos del hospital. Participa entonces en la transformación de Saint Alban. Tosquelles fue primero reconocido como psiquiatra por México, cuyo gobierno del PRI no reconocía al del general Franco. Tosquelles tuvo que revalidar en Francia su título de medicina, pues no se lo convalidaron, matriculándose de dicha carrera en el país galo, para convertirse en médico jefe del hospital de Saint Alban, en 1952. Mantuvo un fuerte apego por Saint Alban y fue uno de los fundadores de la Société du Gévaudan.
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Josep Rodes Bley, militante del POUM (Wilebaldo Solano, 1968)

Josep Rodes Bley, una de las figuras más importantes del POUM, nació en Lérida el año 1895 y murió en París en 1968. Sus padres eran zapateros artesanos. Quedó huérfano de padre cuando tenía solamente 3 años. Después de diversos estudios escolares, a los 22 años, se puso al frente de la tienda de zapatería que había mantenido su madre en la ciudad de Lérida. Como el negocio era bastante próspero, Rodes solía decir, años más tarde, que era un «pequeño burgués revolucionario».

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Vuestro y de la causa obrera. El fusilamiento de José Luis Arenillas (Juan Ramón Garai Bengoa, 2004)

Artículo publicado el 17 de diciembre de 2004 en Berriak (en euskera) y el 19 de diciembre de 2004 en Gara (en castellano) con motivo de un nuevo aniversario del fusilamiento de José Luis Arenillas,

El 18 de diciembre [de 2004] se cumple el 67 aniversario del fusilamiento de José Luis Arenillas Ojinaga, fundador -junto a su hermano José Mari- del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) en Euskal Herria. Nacido en 1904, trabajó como médico municipal en una cofradía de pescadores en su Bilbao natal hasta el comienzo de la guerra.
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