Josep Rodes Bley, una de las figuras más importantes del POUM, nació en Lérida el año 1895 y murió en París en 1968. Sus padres eran zapateros artesanos. Quedó huérfano de padre cuando tenía solamente 3 años. Después de diversos estudios escolares, a los 22 años, se puso al frente de la tienda de zapatería que había mantenido su madre en la ciudad de Lérida. Como el negocio era bastante próspero, Rodes solía decir, años más tarde, que era un «pequeño burgués revolucionario».
Su primera actividad política se desarrolló en Juventud Republicana, que era una organización de izquierda por la que pasaron entonces muchos jóvenes leridanos con inquietudes políticas. Deslumbrado por la Revolución Rusa, se incorporó al Partit Comunista catalá, un pequeño grupo de jóvenes que no se sentía atraído por el PC español. Este grupo se fusionó el 1 de Marzo de 1931 con la Federación Comunista catalanobalear del Partido Comunista de España, organización dirigida por Joaquín Maurín, que ya había manifestado importantes diferencias con Moscú, Así nació el Bloque Obrero y Campesino, que no tardó en desarrollarse y en pesar sensiblemente en el movimiento obrero.
Entre 1931 y 1935, el Bloque Obrero y Campesino hizo grandes progresos y se convirtió en la principal fuerza política de Lérida y su provincia gracias al talento y al dinamismo de militantes como Josep Rodes, Joan Farré Gassó y Sebastián Garseball. Y, en consecuencia, Lérida supuso un aporte capital para el POUM cuando, en septiembre de 1935, se fundó este partido. En Julio de 1936, al producirse el levantamiento militar franquista, los militantes del POUM hicieron frente a la situación: tomaron el poder local y provincial y constituyeron un Comité Revolucionario con todas las organizaciones obreras, incluso el PSUC, que acababa de crearse. Rodes fue designado Comisario de Orden Público y logró en seguida que los Guardias de Asalto y la Guardia civil reconocieran el nuevo poder revolucionario. Por otra parte, mientras se estaba creando el Tribunal Popular, Rodes consiguió que el orden revolucionario se mantuviera y que no se produjeran las detenciones arbitrarias y los inadmisibles «paseos» que tuvieron lugar en otras ciudades.
Uno de los episodios más curiosos de aquellos días se desarrolló en Barbastro, ciudad de la provincia de Huesca y cercana al frente aragonés. Había allí una brigada mixta del Ejército que se mantenía neutral. La mandaba el coronel Villalba. Rodes, con una escolta de guardias de Asalto, se presentó en el cuartel para preguntar al coronel Villalba si estaba con los sublevados o con la República. Ante las explicaciones equívocas de Villalba, Rodes le dijo: «Deme su bastón de mando porque yo asumo el mando de la brigada inmediatamente y usted queda detenido». Los oficiales presentes y Villalba se quedaron atónitos, pero no tardaron mucho en manifestar que obedecerían las órdenes del nuevo poder.
Del poder a la oposición
El Comité Revolucionario de Lérida ejerció todos los poderes y acometió una transformación social sin precedentes, alentando todas las tareas de los organismos de control obrero y las colectivizaciones agrícolas e industriales. Pero como Lérida era el lugar central de paso de las milicias obreras hacia el frente de Aragón, el Consejo de la Generalitat hizo todo lo posible para limitar sus poderes y restablecer una autoridad que había perdido, Sin embargo, el POUM siguió siendo la principal fuerza política de la provincia. Hasta que la detención de Andreu Nin y la ofensiva contra nuestro movimiento, ordenada por Stalin, le redujo a una situación de clandestinidad. Fue entonces cuando Rodes se incorporó al Comité Ejecutivo del POUM con Gironella, Solano y Jordi Arquer para reemplazar a los dirigentes que habían sido detenidos. En ese período difícil e ingrato, Rodes dió pruebas de su valor militante y de su talento en diversos terrenos y, sobre todo, en las relaciones con los propios ministros de Negrín que se oponían al ataque contra el POUM, como Zugazagoitia e Irujo, y con Largo Caballero, Federica Montseny y otros dirigentes de la CNT y de la Izquierda Socialista; como también con Lluis Companys, presidente de la Generalitat, que recibió siempre a las delegaciones del POUM que fueron a protestar por las medidas represivas que se tomaban contra nuestro movimiento. Yo asistí con Rodes a diversas reuniones de este tipo y puedo dar testimonio de su inteligente maestría.
En abril de 1938, Rodes, Jordi Arquer, yo y otros compañeros fuimos detenidos en Barcelona y encarcelados en la Prisión del Estado, donde se encontraban ya Juan Andrade, Julián Gorkin, David Rey y los demás dirigentes que habían sido detenidos en el golpe policiaco del l6 de Junio de l937. Rodes y los demás estábamos allí cuando se produjo el primer proceso contra el POUM que, como se sabe, fue un rotundo fracaso para los que lo montaron, fracaso reconocido por los propios organizadores, como se ha comprobado consultando los archivos de Moscú. En vísperas de la caída de Barcelona, los dirigentes del POUM fuimos trasladados a Cadaqués y pasamos la frontera, donde nos recogió y amparó un equipo del Partido Socialista Obrero y Campesino de Francia (Marceau Pivert), el cual nos trasladó a París, excelente episodio internacionalista relatado en diversos libros publicados en Francia.
El exilio de Rodes, como el de sus camaradas, no fue nada fácil. Sin embargo permitió a todos ponerse en contacto directo con el movimiento obrero internacional y explicar la experiencia de la Revolución Española y de la guerra civil. Pero las primeras victorias de Hitler, la ocupación de Francia y la instauración del régimen de Petain tuvieron sus inevitables consecuencias para los refugiados españoles. Rodes y algunos compañeros nos concentramos en Montauban porque dicha ciudad estaba en la llamada «zona libre», pensando que allí sería más fácil resistir al hitlerismo. Nos equivocamos. En Febrero de 1941, la policía de Petain detuvo a Rodes y otros compañeros del POUM y todos fuimos encartados en un proceso absurdo. En noviembre de l941,bajo la presión de la Gestapo, fuimos juzgados por un tribunal militar francés que nos condenó a largas penas de prisión o de trabajos forzados simplemente porque nos consideró como «rojos españoles peligrosos.» La pena impuesta a Josep Rodes se elevó a 15 años de trabajos forzados. Rodes y sus amigos permanecieron en la Maison d’Arret de Montauban hasta el 15 de Octubre de 1943, fecha en la que fueron trasladados a la Maison Centrale d’Eysses (Lot et Garonne) donde el gobierno de Petain, siempre bajo la presión de la Gestapo, había decidido concentrar a los presos políticos más «peligrosos» del sur de Francia.
Del presidio de Eysses al campo de Dachau
La llegada a Eysses se destacó porque los presos, concentrados en el «prétoire» (sala de disciplina) por el director del penal, se «sublevaron» e impusieron prácticamente un régimen político. El comunista Víctor Michaut, el trotskista Gerard Bloch y el poumista Josep Rodes exigieron un cambio del régimen penal y lo obtuvieron. Jamás se había producido una cosa así en un presidio francés. Rodes se destacó al decir que él había ocupado un cargo equivalente al de prefecto en España (en Lérida) durante la guerra civil y que sabía que «las leyes y los reglamentos pueden aplicarse con espíritu burocrático y represivo o con humanidad y generosidad». Y terminó diciendo «Somos presos políticos».
A la salida, los presos se abrazaban entusiasmados. Y, en pocos días, todo cambió. Rodes se convirtió en una personalidad muy estimada hasta que Víctor Michaut y otros, dominados por el espíritu stalinista, comenzaron a atacar al POUM con el fanatismo de aquella época. Por orden del director, Rodes, Bloch, los poumistas y algunos comunistas críticos fuimos trasladados al Quartier Celular, donde los presos habían obtenido también una modificación importante del régimen penal. El 30 de Mayo de l944. las tropas hitlerianas S.S. se presentaron en el presidio de Eysses y organizaron la brutal operación de la deportación al campo de concentración de Dachau de todos los presos del penal, salvo una treintena considerados como enfermos intransportables, detenidos en la enfermería.
Josep Rodes afrontó con mucho coraje las terribles condiciones de la deportación y, en bastantes casos, animó a resistir a los que caían en el desanimo o la depresión. Por suerte, en Dachau, las condiciones de existencia y la presencia de militantes de varios países y de diversas tendencias políticas obligó a reforzar la camaradería y la solidaridad entre los deportados. Rodes fue liberado el 30 de Abril de l994 cuando las fuerzas nazis S.S. se rindieron a las tropas norteamericanas que llegaron al campo. Los deportados celebraron la liberación con diversas festejos y un mitin internacional en el que el Dr. Josep Capella, amigo de Rodes, habló en nombre del POUM.
A su regreso a Francia, Rodes se instaló en Paris, donde le esperaban su mujer y sus camaradas y no tardó en reanudar sus actividades. Fue elegido muy pronto miembro del consejo de la Federación Española de Internados y Deportados políticos y dirigió durante varios años una organización de ayuda a los españoles refugiados y víctimas del fascismo (el IRRC). Además, durante el periodo 1950-1967 fue miembro del Comité Ejecutivo del POUM. Rodes falleció en un hospital de París en Agosto de 1968. En sus últimos días vivió con pasión el movimiento del Mayo francés y la primavera de Praga
París, 6 de diciembre de 2000
Edición digital de la Fundación Andreu Nin, 2001