En memoria de Wilebaldo Solano (Boni Ortíz, 2010)

A primera hora de la tarde del martes 7 de septiembre, nos dejaba para siempre Wilebado Solano, Presidente de Honor de la Fundación Andreu Nin y el último Secretario General del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) Durante toda su larga vida -en junio había cumplido 94 años-, luchó por hacer de este mundo un lugar amable, habitable y solidario. Quiso la naturaleza que muriera a pocos días de la conmemoración del 75 aniversario de la fundación del POUM en Barcelona, aquel 29 septiembre de 1935. Curiosamente y también este año, se cumplen 70 años del asesinato de León Trotsky. Hay veces que los astros se conjugan caprichosamente.

Hace pocas fechas, la Fundación Andreu Nin de Asturias hizo diversos actos de presentación en Gijón, Avilés y Langreo, con la proyección de un documental titulado “Doblemente olvidados”, cuyo eje fundamental era una larga entrevista a Wilebaldo Solano realizada hace un par de años. A pesar de su edad, se le veía lúcido, claro y revindicando a esa izquierda anticapitalista y antiestalinista que había representado el POUM, en la historia de la izquierda revolucionaria española, europea y mundial. En ella contaba sus primeros pasos con 16 años, como militante de las Juventudes del Bloque Obrero y Campesino y su posterior elección como Secretario General de la Juventud Comunista Ibérica. Recordaba las vicisitudes de la Guerra Civil; el papel esencial del PUOM en el primer gobierno obrero de Cataluña, tras la revolución iniciada el 19 de julio de 1936; los sucesos de mayo de 1937 y la deriva contrarrevolucionaria posterior; la represión y persecución del POUM por parte de los servicios secretos soviéticos con el beneplácito del gobierno Negrin. Al POUM no le perdonaban el haber sido el único partido que desde agosto del 36, desde su periódico La Batalla, denunciara los Procesos de Moscú contra viejos y probados dirigentes de la Revolución Rusa de 1917. Aquella digna actitud les costó soportar las acusaciones de ser agentes falangistas, la ilegalización como partido, la cárcel para algunos, y el secuestro, torturas y posterior asesinato de su secretario general Andreu Nin.

Wilebaldo fue uno más de los 700.000 españoles que cruzó la frontera francesa en febrero de 1939, y tras una breve estancia en los campos de refugiados de las playas del sur de Francia, inició las tareas para reorganizar el partido en el exilio y en España, y mantener relaciones con las organizaciones afines de Francia y otros países de Europa y América. Detenido en Montauban en febrero de 1941, fue juzgado y condenado a 20 años de trabajos forzados por un tribunal francés al servicio de los nazis. Tres años después fue liberado por un grupo de “maquís” a los que se unió, organizando una unidad de guerrilleros españoles con militantes de la CNT y del POUM: el Batallón Libertad. Desmilitarizado en abril de 1945, se consagra por entero a la reorganización del POUM y a la publicación de La Batalla…

Luchó contra el capitalismo y contra sus variantes más deformadas: el fascismo y el nazismo. Luchó política e ideológicamente contra el estalinismo, al que caracterizaba como “capitalismo de estado” y su lucha no fue en vano. El Mayo francés y la primavera de Praga pusieron en hora todo el cuerpo político, ideológico y teórico del POUM de los años treinta, generando una “nueva izquierda” que anclaba sus raíces en la Comuna de París de 1871, tendiendo un hilo rojo conector y libertario por el Octubre Ruso de 1917, pasando por la Comuna Asturiana del 34, el 19 de julio del 36, el anticolonialismo de los de los años 50 y la revolución de lo Consejos Obreros de Hungría 1956, para acabar en el “68” de Praga y París y el Otoño Italiano. Un “Hilo Rojo y Libertario” que, sin duda, tendremos que repensar y reformular.

Algunos gijoneses, que de jóvenes sufrieron el sarampión de aquella “nueva izquierda” y que ya llevan años en la senda del realismo, conocieron al “Wile” en París. En los últimos 60 y primeros 70, la casa del Wile, era una parada obligada para los que hacían turismo democrático, o los menos afortunados encaminados a un trabajo temporal con sueldo europeo, que les permitiera algún ahorro destinado a dinero de bolsillo durante el curso. Todo el que pasaba por su casa, recibía el afecto y la solidaridad del Wile, para “su gente de Asturias”. Y a veces alguna cosa más. Recuerdo una copiadora “vietnamita” que nos mandó en 1972 a la gente de CRAS y que recaló en Salamanca. Era una verdadera joya: un maletín de madera con pegatinas turísticas por fuera y que al abrirla, en su parte izquierda tenía el bastidor batiente y a la derecha cierta suerte de pizarra donde se aplicaba la tinta en el rodillo. Con ella imprimimos un documento político en el lugar más bello que nadie pueda imaginar: el amplio salón, diáfano y sin columna alguna, existente bajo la cúpula de la Universidad Pontificia de Salamanca, utilizada como desván por los jesuitas al mando.

Wilebaldo Solano dedicó su vida entera a luchar por la Libertad y por ello fue perseguido por todos los llamados “totalitarismos” del siglo XX. Hoy ya no está con nosotros y el Mundo es algo peor.

Sobre el autor: Ortiz, Boni

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