Publicado originalmente en Arainfo
“Su canturreo de melodías escocesas podía escucharse acompañando horas difíciles y monótonas en las trincheras, así como las proclamas políticas que gritaba a las líneas enemigas. Quizá sea casualidad, pero durante aquel periodo fueron muchos los fascistas que desertaron de las filas de Franco”.
[Bob Edwards, miembro del ILP Contingent y compañero de Smillie en el frente]
Como todas las historias llenas de idealismo y fraternidad, la mía es también una historia llena de amor por la vida y la lectura, en su sentido más amplio. Desde siempre me ha apasionado la lectura y es así como llegué a conocer la figura de Robert Ramsay “Bob” Smillie, hace ya muchos años. Fue a través de Homenaje a Cataluña de George Orwell, un libro que me fascinó desde el primer momento y que sin duda fue mi primer contacto con la experiencia de los voluntarios internacionales en la Guerra de España. El hecho de que parte de su trama se situase en Huesca, en el frente de Aragón, me hizo sentir todavía más cercana, ya que soy nieta del exilio aragonés y la guerra y el exilio marcaron profundamente a mi familia paterna.
Si bien el conocimiento e interés real sobre la Guerra Civil sigue siendo una asignatura pendiente para muchísima gente, el tema de los voluntarios internacionales es todavía más desconocido, siendo otra de las razones por las que me involucré hace muchísimo tiempo en la recuperación de su memoria.
De esta forma, fue la obra de Orwell la que me acercó a la figura de Bob Smillie, un activista y político escocés del Independent Labour Party-ILP, nieto de Robert Smillie Sr, un reconocido sindicalista minero y también fundador del ILP. El joven Bob Smillie se involucró intensamente en la lucha obrera, uniéndose oficialmente al partido de su abuelo en 1935. En 1936 y tras las noticias del golpe fascista en España, el joven Smillie decidió abandonar su prometedora carrera en la Universidad de Glasgow para venir a luchar contra el fascismo a una tierra que ni siquiera conocía, por pura solidaridad e internacionalismo. Llegó como ayudante de John McNair, delegado internacional del ILP en España, pero pronto decidió implicarse activamente en la lucha. Así, Smillie dejó las oficinas del POUM en las Ramblas de Barcelona -donde se encontraba la delegación oficial del ILP británico- para partir al frente de Huesca, junto al Contingente del ILP, en el que también se encontraba George Orwell.
La historia de Smillie es cautivadora, sobre todo el arrojo y la pasión con que Orwell lo describe, “el más valiente de los voluntarios”, así como las declaraciones de algunos de sus compañeros de trinchera, que más tarde pude leer en otras publicaciones. También la fuerza de su visión humana y poética, en medio de la barbarie de la guerra, bien sintetizada en esta cita de Christopher Hall “Cuando John McNair visitó a Smillie en las trincheras, le preguntó cuál de todas las guardias le gustaba más. Smillie contestó que prefería la de las 5.00 a 7.00 de la mañana porque así podía ver en la distancia la luz del amanecer reflejada en las montañas del Pirineo.”
Sucesos de Barcelona
Sería precisamente su carisma y su absoluta entrega a la revolución lo que marcaría su destino trágico. Tras un permiso a fines de Abril de 1937, en el que pensaba regresar a su país para una gira de propaganda apoyando la revolución española, llega a Barcelona en el momento de máxima tensión entre las fuerzas partidarias de la revolución -POUM, CNT- y las fuerzas afines a la izquierda comunista/estalinista. Los llamados Sucesos de Mayo de 1937 convirtieron a la ciudad en un auténtico campo de batalla entre los partidarios de la Revolución y las fuerzas oficiales, algo que Orwell retrata magistralmente en Homenaje a Cataluña. Precisamente el 10 de Mayo, Bob saldría de Barcelona camino a Figueres para cruzar la frontera y allí es donde sería detenido por las autoridades republicanas. La versión oficial zanjó el tema afirmando que todo se debía a un problema administrativo, pero el hecho de que fuese trasladado a Valencia, entonces capital de la República, fue la primera señal de que algo extraño ocurría.
Tras localizar el dossier de prisión de Bob el pasado Noviembre en Valencia, algunas preguntas han dejado de ser un misterio. En este dossier se refleja claramente que Bob entró en prisión el 12 de Mayo y que su detención se llevó a cabo por la Dirección General de Seguridad. No hay ni rastro de razones ligadas a falta de papeles en regla o similar, se habla claramente de los Sucesos de Mayo. También hay constancia de que su orden de detención iba ligada a la de otro hombre, Domingo Aliaga, acusado también por los Sucesos, lo que prueba definitivamente que su detención no fue un hecho casual. Bob empezaría a ser interrogado por los Servicios Especiales que juzgaban los Hechos de Mayo el 2 de Junio de 1937. Pocos días después empezaría a quejarse de molestias abdominales, muriendo el 11 de Junio, oficialmente por peritonitis. Rápidamente los rumores empezaron a circular y muchos de sus compañeros sostuvieron que su muerte no fue un hecho casual y que algún tipo de negligencia tuvo que haber ocurrido.
En este sentido y con la información encontrada hasta ahora, está claro que efectivamente ni su detención fue casual ni su muerte puede zanjarse como un hecho circunstancial.
Homenaje necesario
Después de más de ocho años investigando sobre este tema y también por mi implicación en la recuperación de la memoria de los voluntarios internacionales, pensé que de alguna manera la memoria de Bob debía ser restaurada, más aún en la ciudad de València. En cualquier búsqueda o libro, siempre el tema fundamental aparecía centrado en las causas y sensacionalismo de su muerte, más que hablar de la vida de este joven que lo dejó todo atrás para venir a luchar contra el fascismo. Es por ello que este Homenaje, celebrado en Valencia el pasado 14 de mayo, quiso celebrar sobre todo la vida de Bob Smillie, su implicación en la causa antifascista, su confianza en la revolución como eje de la emancipación de los trabajadores y ante todo, el impacto que su fallecimiento tuvo en su familia.
Durante el homenaje, las intervenciones de Christine Wallace y Robert Smillie, familiares de Bob, fueron fundamentales para hacernos una idea del impacto que supuso en la familia la pérdida de un ser tan querido. También la intervención en la distancia de Kane Smillie. El discurso de Frank Casey, escultor escocés y autor de la placa de homenaje que ya es patrimonio de la ciudad, fue también emotiva. Seguiría David Connolly, presidente del actual ILP, ahora una fundación y no ya partido, quien hizo un retrato del Bob más político, relacionando las luchas antiguas con las actuales, en un contexto en el que el fascismo vuelve a resurgir con fuerza. También Richard Blair, hijo de George Orwell, realizó una intervención emotiva, en la que no faltaron las palabras de elogio de su padre hacia la figura de Bob.
El cierre magistral del acto fue la actuación del cantautor valenciano Ona Nua, cuya emotiva interpretación nos dejó a todos enmudecidos. Dos piezas sencillas y apropiadas, una de ellas, Hijos del pueblo, canción de profunda significación anarcosindicalista y que elegí por ser una de las preferidas de Bob. Y el poema musicado Homenatge anònim XV de Vicent Andrés Estellés, al que Josep supo poner la intensidad, cadencia y emoción necesarias para cerrar un momento tan especial.
Todavía hoy, días después del homenaje, encuentro difícil definir con palabras todas las emociones vividas en ese día. Desde luego todo esto no hubiera sido posible sin la inestimable ayuda y colaboración de mis amigos, así como de todo el personal del cementerio, a quienes estoy profundamente agradecida.
Sólo nos queda recordar y dejarnos inspirar, más aún en un contexto como el actual. El recuerdo de personas como Bob Smillie, jóvenes que lo dejaron todo atrás por pura solidaridad e idealismo, es más necesario que nunca. Tal y como McNair afirmaría tras su muerte “Su nombre y su ejemplo nunca serán olvidados. Los compañeros se dejarán inspirar por él en los años venideros. Le honraremos como alguien que dio su vida por la clase a la que pertenecía, siempre al servicio de los trabajadores del mundo”.