Claude Bourdet, fallecido hace unos días en París, era una de las figuras más representativas de la resistencia a la impostura de Pétain y la ocupación de Francia por los nazis. Su biografía de militante y de combatiente es impresionante. Con su amigo Henry Frenay fue uno de los primeros animadores de la lucha armada y del movimiento Combat. Y, naturalmente, ello le llevó a mantener relaciones estrechas con los antifranquistas españoles, que se incorporaron muy pronto a los maquis.
Fue miembro del Consejo Nacional de la Resistencia de Francia, donde animó la tendencia de izquierda que no quiso someterse a las manipulaciones absorcionistas de los estalinistas. Desgraciadamente, fue detenido a fines de 1943, torturado por la Gestapo y deportado a Buchenwald, donde de nuevo coincidió con los españoles deportados.
A su regreso de la deportación, rechazó los altos cargos que le proponían y sólo pasó brevemente por la dirección de la Radio. Como Albert Camus, prefirió consagrarse al periodismo para mantener un criterio independiente de la socialdemocracia y del estalinismo. Dirigió Combat un cierto tiempo y, finalmente, para mantener su posición crítica y libre fundó, con Gilles Martinet, el semanario L´Observateur (y luego France Observateur, que fue la publicación de izquierda más prestigiosa en los años cincuenta).
France Observateur se instaló en un local del boulevard Poissoniere, en el centro de París, donde funcionaba una oficina de La Batalla, órgano del POUM en el exilio, y otra de Tarradellas y Sauret. Allí convivimos durante tres o cuatro años. France Observateur era entonces un semanario modesto, pero mejor equipado que todo lo nuestro.
Claude Bourdet y Gilles Martinet fueron muy amables con nosotros y nos manifestaron constantemente su solidaridad, hasta el punto de que en ciertos momentos utilizamos sus locales y sus teléfonos con entera libertad. Cuando Bourdet escribía algo relacionado con España o con América Latina, venía a nuestra oficina con sus cuartillas y nos leía lo que acababa de redactar. En fin, teníamos una relación continua con Bourdet, Martinet y Roger Stephane. Tarradellas y Sauret, cordiales siempre con nosotros, incluso cuando nos peleábamos un poco, se mantenían a una cierta distancia de los animadores del semanario francés. Al final, Bonet y yo les presentamos a Bourdet y Martinet.
Aquella etapa de colaboración fue muy fructífera para todos hasta que tuvimos que cambiar de locales. Pero la relación con Bourdet nos llevó a una fase y a unas tareas más importantes. En 1948, varias organizaciones socialistas revolucionarias independientes (el Partido Laborista Independiente de Gran Bretaña, el POUM, la izquierda del Partido Socialista francés con Marceau Pivert, y otras formaciones de Bélgica, Holanda, Grecia, Italia, etc.) creamos el Movimiento Socialista por los Estados Unidos de Europa, la primera organización que después de la Segunda Guerra Mundial se planteó la necesidad de crear un movimiento europeísta internacional, antes del Congreso de La Haya donde nació el Movimiento Europeo.
El Movimiento por los Estados Unidos Socialistas de Europa celebró un gran congreso en Montrouge (cerca de París) al que asistieron numerosas delegaciones de diversos países de Europa, abriendo así una perspectiva europea ligada a las posiciones socialistas fundamentales. Fuimos calificados de «pioneros utopistas», lo cual no nos impresionó mucho.
Claude Bourdet y Henry Frenay asistieron al Congreso, donde fueron elegidos miembros del comité ejecutivo, junto con Marceau Pivert, el diputado laborista Bob Edwards, Gironella y yo por el POUM, así como otros dirigentes franceses, italianos, alemanes y griegos.
El desarrollo del Movimiento por los Estados Unidos Socialistas de Europa nos puso en contacto con los dirigentes de los movimientos de la revolución anticolonial, que, como se recordará, estaba en pleno apogeo. El marroquí Ben Barka, los argelinos de Messali Hajd y, de un modo general, la mayoría de los dirigentes de las luchas en las colonias de Francia, Gran Bretaña y Portugal, nos propusieron ayudarles a constituir un movimiento global por la independencia de sus países respectivos. Ese movimiento nació en París y en Londres gracias al impulso del Movimiento por los Estados Unidos Socialistas de Europa. Fue el Congreso de los Pueblos contra el Imperialismo, que, animado por Jean Rous, abogado catalán-francés que había sido colaborador de Trotsky, adquirió una fuerza formidable y facilitó la conquista de la independencia de países como Marruecos y Túnez y elevó la lucha anticolonial a niveles muy altos en África y Asia. Claude Bourdet desempeñó un papel muy importante en el Congreso de los Pueblos.
Años después, cuando estuvo en la dirección del Partido Socialista Unificado, organización independiente de la SFIO y del PCF, por la que pasaron personalidades muy diversas, desde Pierre Mendès France hasta Michel Rocard, Bourdet intervino siempre en todas las actividades antifranquistas que se desarrollaron en Francia. Recuerdo que, en una ocasión en que se trataba de salvar a condenados a muerte en España, Albert Camus nos dijo: «Los hombres de acción, los eficaces, son René Char y Claude Bourdet». La experiencia nos demostró que Camus tenía razón. Para organizar un acto de protesta, participar en un mitin, firmar un manifiesto, recoger dinero, defender a los presos y a los perseguidos por la dictadura franquista, Claude Bourdet estaba siempre disponible y en primera línea. Durante los últimos años, recluido en su casa por la enfermedad, no pudo proseguir su acción militante, pero no negó nunca su nombre cuando lo solicitaron para una causa justa. Hijo de una familia de la gran burguesía, Bourdet estuvo siempre al lado de los explotados y de los oprimidos. Y, en particular, al lado de los que luchábamos por la libertad de los pueblos de España y por el socialismo.