El Partido Comunista dueño del poder político (Juan Andrade,1986)

Este texto es un capítulo del libro de Juan Andrade Notas sobre la guerra civil (Actuación del POUM), Madrid, Ediciones Libertarias, 1986.

La guerra civil presentó el hecho, único hasta ahora en todos los países, de la presencia activa de una oposición comunista, representada por nuestro partido, el POUM, con una personalidad y una influencia específica entre los trabajadores, principalmente en Cataluña, en algunos de cuyos dirigentes sobrevivían las mejores tradiciones de la Internacional Comunista y que, basándose en las experiencias de la revolución rusa y de la contrarrevolución estalinista, luchaban por los ideales completos de socialismo, al mismo tiempo que por la democracia proletaria. El peligro internacional para el estalinismo de una corriente socialista revolucionaria independiente en España, que luchaba efectiva y consecuentemente por lo que él dice representar pero que de hecho niega, era tan grande que no encontró otro medio de combate que tratar de aniquilarnos a sangre y fuego. Nuestra presencia, nuestro desarrollo, nuestra influencia suponía quebrantar mundialmente la mentira de su “socialismo” y de su llamada “nueva civilización de productores”.

El principal de los problemas en que se manifestaba más toda la pugna política entre el Partido Comunista español y el POUM se resumía sobre todo en la organización del nuevo poder, del nuevo tipo de Estado. El proceso de revolución estaba determinado para los comunistas no para llegar a la culminación de una democracia socialista de la que debían establecer las bases, pero en la que habrían estado en minoría frente a las otras organizaciones obreras, sino para la conservación de la “legalidad republicana” mediante un compromiso con los republicanos pequeñoburgueses que habían desaparecido como factor político desde el 18 de julio, pero que el Partido Comunista valorizaba para utilizarlos como tapadera y poder desarrollar las conveniencias de la política exterior rusa.

Esta orientación estaba expresada sin ambages en la célebre carta confidencial dirigida personalmente por Stalin a Largo Caballero, entonces jefe del gobierno del Frente Popular, el 21 de diciembre de 1936:

“No hay que rechazar a los jefes del partido republicano sino por el contrario atraerlos al gobierno, hacer que participen en la responsabilidad común de la obra de gobierno. Sobre todo, es necesario asegurar al gobierno el apoyo de Azaña y de su grupo, haciendo todo lo posible para vencer sus titubeos. Esto es indispensable para impedir que los enemigos de España la consideren como una república comunista, que es lo que constituye el peligro mayor para la España republicana. Se podría encontrar ocasión para declarar en la prensa que el gobierno de España no tolerará que nadie atente contra la propiedad y los legítimos intereses de los extranjeros establecidos en España, ciudadanos de los países que no sostienen a los rebeldes.”

Cuando al hacer referencia a los actuales gobernantes estalinistas de las llamadas “democracias populares” se nos informa de que casi todos ellos estuvieron en España durante la guerra civil, se puede medir todo el peso decisivo que el estalinismo echó en la balanza de nuestro país para obtener sus objetivos de hegemonía total. Para conseguirlo, la premisa inicial y fundamental era la desaparición de nuestro partido de la escena política. La orden dada a los delegados y agentes estalinistas era terminante: acabar con el POUM y sus dirigentes. El Buró Político del PC español domesticado y servil, todos sus componentes sin excepción aunque alguno quiera ahora salvar su complicidad, aceptaba las órdenes, pero solicitaba un método más lento de aplicación. Conocía el Buró Político, mejor que los agentes extranjeros de Moscú, el clima político de España, la fuerza decisiva del movimiento libertario y del Partido Socialista, adversarios políticos nuestros ciertamente, pero deseosos también de conservar su libertad que el atentado contra la nuestra ponía a su vez en peligro para el futuro.

La preparación material de la represión contra nosotros se inició con arreglo a los métodos que ya constituyen todo un sistema. Jamás la consigna de “unidad” se ha utilizado más hábilmente para perpetrar la división que como el estalinismo la empleó en España y la utiliza internacionalmente. La acusación de “enemigos de la unidad” era lanzada para explotar el sentimiento verdaderamente unitario existente entre las masas obreras para combatir contra el franquismo. Grandes titulares en su prensa, discursos en el frente y en la retaguardia, carteles en las calles presentaban al POUM con la careta divisionista. La propaganda de preparación de la represión fue aumentando a partir de noviembre de 1936, y ya en febrero de 1937 la mentira adquiría un carácter más provocador y la infamia llegaba a su colmo. Entonces, la prensa estalinista española nos sorprendió con la noticia de que en Friburgo (ignoro por qué eligieron Friburgo para inventar la farsa) se había celebrado una reunión de dirigentes del POUM con delegados fascistas alemanes e italianos.

Los procesos de Moscú contra la vieja guardia bolchevique encontraron en nuestra prensa un fuerte eco de protesta. Frente a la actitud de silencio cómplice de la demás prensa antifascista española, que no quería con su protesta contra el crimen quebrantar las buenas relaciones de amistad con Rusia, nosotros denunciamos el asesinato y protestamos contra los hechos. Era demasiado para el estalinismo internacional y para su dirección en Moscú, pero era también nuestro deber político y moral, aunque sabíamos muy bien lo que nos jugábamos en la empresa.

Paralelamente con los propósitos de nuestra relación política y física, los agentes estalinistas en España proseguían la tarea de su hegemonía en la totalidad del territorio republicano y en todos sus organismos, primeramente en los de represión y después en los políticos y de administración. Era necesario también, a una cadencia más matizada de precaución, arrebatar las posiciones fundamentales ocupadas en Cataluña por el movimiento libertario. Inopinadamente el 4 de mayo de 1937, las fuerzas policíacas bajo el mando estalinista asaltaron la Telefónica de Barcelona, para acabar con el control que en ella ejercían los sindicatos confederales. La resistencia opuesta por aquellos trabajadores se extendió a toda la ciudad y a toda Cataluña. El proletariado catalán no estalinizado demostró que era más fuerte, que sabía mejor por lo que combatía y que no estaba dispuesto a dejarse vencer fácilmente. El por qué aquel movimiento de rebelión se transformó prácticamente en derrota y no en victoria no vamos a analizarlo aquí. El POUM, que no tenía ninguna responsabilidad en la iniciación de los hechos, se integró a ellos, al lado de los que combatían por la conservación de las conquistas de la revolución.

No le faltaba más a los estalinistas para atizar el fuego de la campaña contra nosotros. Sus ministros, aprovechando la campaña emprendida, falsificando los hechos, exigieron la disolución del POUM y el encarcelamiento de sus comités. La historia registra una actitud que es todo un homenaje a la memoria de Largo Caballero. Éste se negó a aceptar la propuesta, presentó su dimisión y fue sustituido por Negrín, al que se había preparado previamente para que se sometiera a todos los designios de Moscú.

Los servicios de la GPU, que actuaban autónomamente, una vez conseguido el clima político que el gobierno Negrín suponía para ellos, recurrieron a una coartada. En Madrid se había descubierto una organización falangista y en poder de uno de los encartados un plano con el emplazamiento de la artillería republicana en la capital, plano que se proponían hacer pasar a las líneas enemigas. Un agente ruso empleado en el gabinete de Cifra del Ministerio de la Guerra, escribió al dorso del plano, en tinta simpática, unas líneas como si hubieran sido escritas por Nin. A base de esta monstruosa falsificación
se obtuvo del Consejo de Ministros la autorización para proceder al aniquilamiento del POUM y a la detención de todos sus militantes caracterizados.

Un ejemplo bastante ilustrativo de la imposición de los rusos, de sus propios intereses políticos nacionales de partido en la revolución española, se evidenció en las circunstancias y los métodos con que la represión para la liquidación violenta y sangrienta del POUM se emprendió en junio de 1937. Sobre el momento en que se debía desencadenar la ofensiva, se manifestaron discrepancias que se derivaban sólo de una apreciación sobre la oportunidad, la forma y las consecuencias que podían derivarse. Los agentes de la GPU, los delegados de la Internacional Comunista en España que interpretaban las órdenes de Moscú y que eran apremiados desde allí para que se acabase lo más rápidamente posible, a sangre y fuego, con la “presencia del POUM”, cuya proyección política podía ser peligrosa y contagiosa internacionalmente, que era lo que más temían. Operaciones de este carácter y envergadura eran fáciles en la Unión Soviética. Para los agentes estalinistas extranjeros, dada su mentalidad “rusa”, la operación no ofrecía ninguna dificultad. Sin embargo, la dirección del Partido Comunista español vacilaba sobre el momento a elegir porque sabía que el clima político español no era el mismo que el de la URSS, ni tampoco el temperamento militante. Sin oponerse en principio a la gran represión, estimaba que era prematura.

El Buró Político hizo observaciones a la empresa proyectada: José Díaz al parecer, era contrario y Pasionaria pronuncio su cínica frase “es demasiado pronto para eso”.

A este respecto, tiene interés relatar lo que sucedió con la detención de los que constituíamos el Comité Ejecutivo del POUM. Fuimos detenidos en la noche del 16 de junio de 1937 por policías de Madrid procedentes de las antiguas Juventudes Socialistas, fuimos llevado a Barcelona porque no se tenía confianza en la intervención de la policía catalana que aún no estaba totalmente dominada por los estalinistas. Fuimos trasladado a la Jefatura de Policía, incomunicados, y a la madrugada del día siguiente conducidos a Valencia. Cada uno de nosotros iba en un auto vigilado por cuatro policías madrileños y delante de nuestro coche iba otro con cinco agente de la GPU, principalmente polacos y húngaros, cada uno de nuestros coches iba seguido por otro ocupado por agentes extranjeros. Cada parada era indicada por lo que ocupaban el primer coche o consultada previamente por los madrileños. Fue el testimonio más significativo de que la represión estaba dirigida directamente por funcionarios a las órdenes de Moscú.

Hay que reconocer que la operación fue “rentable”. La falta de comprensión y de reacción de los otros sectores obreros, unos inconscientes (CNT-FAI) “es una pugna entre marxistas autoritarios”, y otros oportunistas, como Indalecio Prieto dirigiéndose a los diputados laboristas ingleses: “Los rusos nos dan aviones y cañones y ustedes nada”.

Después de la represión contra el POUM, con el pretexto de la “unidad”, se obstaculizó la propaganda largocaballerista y el estalinismo terminó estableciendo su imperio policíaco en toda la zona republicana. Desde hacía ya meses se había preparado la represión y toda la prensa comunista propugnaba francamente el asesinato. Por ejemplo, el órgano central comunista escribía: “es necesario aniquilar a Nin y a su pequeño grupo de amigos”. Se adjudicaban al Partido Obrero de Unificación Marxista colectivamente, y a Nin personalmente, las más monstruosas traiciones a la causa de la guerra, para justificar el ataque y dejar al partido fuera de la ley.

El 25 de junio, Mundo Obrero, órgano oficial del Partido Comunista, publicó un artículo sensacionalista a toda plana: “La fuga del bandido Nin”. La infamia inventada por el diario comunista era la siguiente: como Alcalá estaba cerca del frente de guerra, un grupo de oficiales de la Falange había atravesado las líneas y llegado a la prisión, había maniatado a los carceleros y liberado a Nin, que fue conducido al lado del gobierno faccioso. Nin por lo tanto se encontraba en Burgos. El órgano sindical de la UGT, Las Noticias , publicaba el 22 de junio:

“El último asunto de espionaje. Los principales acusados son dirigentes del POUM. Nin y otras personalidades conocidas han sido detenidas… Podemos dar ahora a los lectores algunos informes sobre esta vasta organización cuyos elementos más importantes pertenecían al POUM. La policía detuvo en primer lugar a todos los dirigentes del POUM y a gran número extranjeros, hombres y mujeres, que habían desempeñado el más alto papel. Más de trescientas personas fueron detenidas. Andreu Nin, el principal dirigente del POUM, ex ministro de Justicia del gobierno de la Generalidad, después de detenido fue llevado a Valencia y después a Madrid. Entre los detenidos se encuentran Jorge Arquer, David Rey, Andrade, Ortíz, Escudé y otros. El inmueble de La Batalla ha sido cerrado y varios redactores detenidos. Durante los registros efectuados en los locales del POUM han sido encontrados importantes documentos referentes a este asunto. Los detenidos no podrán negar su culpabilidad…”

Artículos “descubriendo” las actividades del POUM aparecieron en todos los periódicos del Frente Popular:

• “El trotskismo agente de la contrarrevolución” (Treball, 22 de junio de 1937,órgano del PSUC de Cataluña).

• “Esto debe quedar claro para todo el mundo, el POUM no es un partido antifascista. El POUM es una organización extremadamente peligrosa que actúa contra la República y el pueblo” (La Voz, órgano republicano, 18 de junio de 1937).

• “Nuestra magnífica policía popular ha dado en Barcelona un nuevo golpe a nuestros enemigos de la retaguardia. Ha sido descubierta una nueva red de espionaje trotskista-fascista que facilitaba informes a Franco. De esta manera es cómo se ayuda a Bilbao y se avanza en el camino de la victoria” (Mundo Obrero, 18 de junio de 1937).

Adelante, órgano del Partido Socialista, comentaba: “Se trata de espías al servicio de un partido o de un partido al servicio de espías”. El 24 de octubre, ese mismo periódico escribía: “Espías y traidores, nosotros terminaremos con ellos o ellos terminarán con nosotros”. El periódico gubernamental caracterizaba al trotskismo como: “El enemigo que debe temer más la clase obrera porque se esconde en nuestra propia casa”. Concluía diciendo: “El POUM es un refugio de espías”.

• El Socialista escribía el 24 de octubre: “Espías y traidores. La policía ha descubierto una organización de espionaje cuyos miembros son plumistas”. Claridad, periódico de la UGT, publicaba el 25 de octubre: “La policía descubrió en Barcelona una organización de espionaje. La mayoría de sus miembros son poumistas. Preparaban el asesinato de un ministro y de dos jefes militares”.

Sobre el autor: Andrade, Juan

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