Revista Trasversales número 41, junio 2017.
Las novedades editoriales de obras de Víctor Serge se multiplican en el mercado español. A lo largo del año 2017 han aparecido las reediciones de Medianoche en el siglo y de El nacimiento de nuestra fuerza, así como las primeras ediciones españolas de Ciudad conquistada y Resistencia. Una hoguera en el desierto (1). Para los próximos meses están previstas otras jugosas novedades que, por respeto a los tiempos de trabajo de las editoriales implicadas, no conviene desvelar, y que pueden completar, de modo espectacular, la presencia de Serge en nuestras librerías.
Teniendo en cuenta que son relativamente recientes las últimas ediciones de Memorias de un revolucionario y El caso Tuláyev, hay que congratularse de que, por fin, una parte significativa de la obra de Serge esté al alcance de los lectores de habla hispana. No siempre ha sido así, no están lejanos los días en que encontrar una edición en castellano de sus libros era una aventura sumamente difícil.
Ciudad conquistada es la tercera novela que escribió Víctor Serge. La precedieron Los hombres en la cárcel (redactada en 1926-29, primera edición, francesa, de 1930) y El nacimiento de nuestra fuerza (redactada en 1929-30, primera edición, francesa, de 1931). Ciudad conquistada fue redactada entre 1930 y 1931 y fue publicada, en Francia, en 1932.
Las dos primeras novelas de Serge aparecieron en España en el mismo año de su edición en Francia, con traducciones de Manuel Pumarega. Ciudad conquistada no corrió la misma suerte, lo cual es lamentable, porque, indudablemente, era su novela más importante hasta ese momento y una de las cumbres de su literatura. La primera traducción al castellano fue realizada por el exiliado y poeta republicano Tomás Segovia y sólo apareció en México en 1970 (Joaquín Mortiz editor). Ahora la editorial Página Indómita ha ofrecido una nueva traducción de Luis González Castro.
Con Ciudad conquistada se cierra el primer ciclo novelístico de Víctor Serge, tres testimonios del ascenso revolucionario, ambientadas en Francia, España y Rusia, que reflejan los tiempos anteriores e inmediatamente posteriores a la revolución de 1917. Aunque escribió otra novela, La tempestad, ambientada en la Rusia del año 1920, el manuscrito le fue confiscado por la GPU en 1936 y no se ha recuperado. Las siguientes novelas de Serge, más conocidas, podemos entenderlas inscritas en otro ciclo literario, marcado por el ascenso del estalinismo y la resistencia al mismo, con obras tan impactantes como Medianoche en el siglo y El caso Tuláyev.
Víctor Serge escribe Ciudad conquistada en el período posterior a su expulsión del Partido Comunista, que se produjo en el año 1928, cuando aún era uno de los dirigentes de la Oposición de Izquierdas animada por León Trotski.
La novela rememora la situación de Petrogrado en 1919. Él fue testigo presencial de la época descrita ya que llegó a Rusia, y a la ciudad, en febrero de 1919, en plena guerra civil, gracias a un intercambio de prisioneros entre las autoridades francesas y rusas, tras quince meses de internamiento en distintos campos de reclusión. En los años anteriores Serge había oscilado entre el anarquismo individualista y el anarcosindicalismo, había sufrido varios años de encarcelamiento en Francia y estado presente en la agitada Barcelona de 1917. Poco tiempo después de su llegada a Petrogrado, Serge se unió, en mayo, al partido comunista, bolchevique, desempeñando a partir de ese momento tareas y misiones tanto en el partido como en la Komintern. A pesar de esa adhesión al bolchevismo, y desde 1923 a la Oposición de Izquierdas, Serge mantuvo, incluso en esa época, un elevado espíritu crítico y un esforzado e inhabitual esfuerzo por el respeto a la autenticidad de los hechos, incluso si estos arrojaban sombras sobre el relato de exaltación de la revolución.
Sobre los sucesos del año 1919, en el año II de la revolución, Víctor Serge había publicado interesantes reportajes en los primeros años veinte. En su magnífico texto, «Petrogrado en peligro», describió la situación de la ciudad cuando en octubre de 1919 el ejército blanco rompe el frente y se declara el estado de sitio para la defensa de la ciudad. La amenaza de un ejército versallés en las puertas de Petrogrado arrastra el trágico recuerdo de la masacre de la Comuna de París, de la suerte de los revolucionarios de 1905, de la cruenta represión de la derrotada república soviética de Finlandia en 1918. Zinovivev y Trotski, presentes en Petrogrado, deciden defender la ciudad, “luchar hasta el fin”.
Ciudad conquistada es una novela de notable fuerza. Densa y compleja, amarga y sombría por una parte, no le faltan, al mismo tiempo, hilos de vitalidad y esperanza humana. Destaca por su dinamismo, por la simultaneidad de acciones, por la precisión documental respecto a los hechos.
En esta obra, Serge se aparta de la novela decimonónica de múltiples formas. Conviene tener presente que el gusto literario de Serge es bastante sofisticado, es conocida su valoración y admiración por el Ulises de Joyce. Sus influencias más inmediatas en Ciudad conquistada remitirían a John Dos Passos y a Boris Pilniak.
En la novela encontramos dos instrumentos de expresión fundamentales: la polifonía y la elipsis. La voz del narrador se hace presente junto a las voces diversas de los personajes que recorren las distintas subtramas, el efecto es polifónico, una multiplicidad que forma parte de esa unidad contradictoria que es una ciudad, una ciudad en guerra civil. En cuanto a la elipsis es fundamental en la construcción de los efectos dramáticos, trágicos y poéticos de la novela. Los acontecimientos más importantes de la narración ocurren en un espacio abandonado a la imaginación del lector, que deberá construir por sí mismo la trabazón de las ausencias y las consecuencias. Con una capacidad artística muy notable, el autor consigue que los vínculos entre los hechos narrados arrastren una cierta idea del destino.
La creatividad de Serge llena esta novela de personajes inolvidables como Anatoli, Xenia, Olga, Ryzhik, Zvéryeva, Erchov, Fleischman, etc. La capacidad del gran escritor se demuestra en esa construcción tan brillante de unos caracteres y unos destinos y en la aparente sencillez con que consigue que se alojen con tanta fuerza en nuestro recuerdo. Algunos de estos personajes reaparecerán en obras posteriores, tanto en Medianoche del siglo, como en El caso Tuláyev.
¿Qué nos cuenta Serge? Unas historias entrecruzadas de una ciudad en revolución y en guerra. La revolución y el socialismo son las inspiraciones fundamentales que hay que tener presentes para entender su literatura. Decía, muy acertadamente, Richard Greeman que intentar comprender a Serge sin la referencia al socialismo revolucionario es como leer a Dante sin tener presente el cristianismo.
La dictadura bolchevique de Petrogrado en 1919 es la imagen de una revolución acosada, amenazada por ejércitos insurgentes, por la descomposición de la sociedad y la intervención militar de las potencias occidentales. Una dictadura revolucionaria, partidista, jacobina, que se entrega al terror rojo para hacer frente al terror blanco. Serge muestra una conciencia naciente en los defensores de Petrogrado de que las atrocidades cometidas pueden llevar a la victoria pero son, también, un peso que recae sobre las espaldas de ese héroe colectivo trágico que está presente entro los hielos de la ciudad sitiada. La idea de sacrificio colectivo se hace omnipresente. Ryzhik, uno de los personajes de la novela, le dice a otro lo siguiente: “Cada uno de nosotros, Xenia, y tu también, no es más que una gota del oleaje. Una gota que antes de disolverse refleja todo el paisaje, los cielos, las rocas, las ondulaciones de la tierra, el polvo, el arcoíris. Todo está muy claro cuando lo piensas bien. Me alegro de ser una mera gota que golpea aquí contra viejas piedras derribadas” (p.157).
La novela muestra una cierta ambivalencia y ambigüedad calculada sobre la cuestión de la violencia revolucionaria. Predomina una conciencia bolchevique, llena de metáforas sobre la construcción de la nueva sociedad y el hombre nuevo. “Renovar el hombre a fondo por medio del hierro candente” (p.17), “purificarlo todo mediante el fuego” (p.155), “los obreros están transformando el mundo del mismo modo que derriban, construyen, forjan y tienden puentes sobre los ríos” (p.155). Como había escrito, años antes, en Petrogrado en peligro, “Nosotros -los rojos- a pesar del hambre, las culpas y hasta los crímenes, nosotros vamos hacia la ciudad futura” (Editorial Ulises, 1931, p.140).
Para los bolcheviques, la defensa de la revolución se reducía, cada vez más, a la defensa de su propio poder, aislado y acosado. Y al mismo tiempo, el contrapunto, es la miseria que sólo produce miseria, la muerte que sólo produce muerte, la delgada línea que transforma a verdugos en víctimas y a víctimas en verdugos. Los personajes oscilan entre la conciencia de la inevitabilidad del terror para defender la ciudad sitiada y la fe en esa regeneración por el fuego (“Son siempre los bárbaros quienes renuevan el mundo” (p.226). Y la amargura. “Cuántos hijos perdidos tienes, Revolución, dispuestos a fusilarse unos a otros en tu nombre” (p.238). Pero todo impregnado de un cierto halo de destino histórico y de sacrificio regenerador.
No estamos en absoluto ante literatura de propaganda. Serge no es neutral, se siente parte de los bolcheviques, pero construye un relato alejado plenamente de cualquier hagiografía, donde predomina de una forma sorprendente lo trágico frente a lo heroico, las sombras frente a la retórica, la aspiración a reconstruir un clima moral frente a cualquier intento de idealización. Las distintas voces de la novela la llenan de matices, de antinomias, pero siempre desde el esfuerzo por comprender la atmósfera del momento histórico. Sorprende, indudablemente, la ausencia de épica para este relato de la defensa numantina de la ciudad asediada.
El corazón de esta novela es la cuestión del terror rojo, el papel de la violencia ejercida por una dictadura revolucionaria. Pero no de una forma abstracta sino en el marco de una realidad arroz, una guerra civil donde la brutalidad de ambos bandos se realimenta, donde el terror es parte fundamental de la capacidad de resistir y vencer. Donde todos los bandos realimentan su odio y su exterminismo respecto al enemigo real y al supuesto. Serge centra su mirada en el aparato de represión bolchevique, la CHEKA, y muestra los efectos de la construcción de ese aparato policial sin control en ese momento histórico. Se pregunta por lo que se hizo y como se hizo, y sus consecuencias.
Los ecos de la CHEKA van a estar presentes de una forma notable en toda su literatura posterior, donde va a analizar la conversión de la dictadura bolchevique en el sistema totalitario de Stalin. Pero en Ciudad conquistada lo que más va a interesar a Serge es mostrar los efectos morales del terror, los efectos sobre la humanidad de sus personajes, verdugos y víctimas del tiempo histórico que viven ¿Todas las armas son buenas? ¿Exige un fin determinado medios específicos? ¿Hasta dónde llega la necesidad histórica? ¿En qué se convierte un poder sin control?
En la obra posterior de Serge se combina la denuncia del estalinismo con una evaluación honesta y crítica de la etapa revolucionaria de 1917-1923. La cuestión del terror va a impregnar toda su reflexión. Su obsesión por investigar los gérmenes que estaban presentes en el bolchevismo, y que facilitaron su transformación totalitaria, no le abandonó hasta su muerte. Su distanciamiento con Trotski se profundizó enormemente tanto por el apoyo al POUM, en la España de 1936, como por el interés de Serge en la crítica de los que entiende como caminos equivocados emprendidos durante el período leninista. En conocida la polémica sobre la insurrección de Kronstadt en 1921 y su brutal represión por los bolcheviques.
Serge consideraba que en el bolchevismo estaban latentes distintas posibilidades y que, lamentablemente, de esas alternativas latentes se impuso la peor de todas, la del totalitarismo de Stalin. En 1939, en su Retrato de Stalin, señalaba lo siguiente: “…el error más incomprensible –porque fue deliberado- que estos socialistas (los bolcheviques), dotados de grandes conocimientos históricos, cometieron fue crear la Comisión Extraordinaria de Represión de la Contra-Revolución, de la Especulación, del Espionaje, de la Deserción, llamada abreviadamente CHEKA, que juzgaba a los acusados y a los simples sospechosos sin ni siquiera escucharlos o verlos, sin permitirles, en consecuencia, ninguna posibilidad de defensa (…), deteniendo en secreto y ejecutando. ¿Qué era sino una Inquisición? Sin duda, un estado de sitio o una dura guerra civil necesitan medidas extraordinarias pero, ¿les está permitido a los socialistas olvidar que la publicidad de los procesos es la única garantía contra la arbitrariedad y la corrupción (…)?”.
Esta reflexión de Serge ilumina notablemente la perspectiva histórica y política con la que leer su Ciudad conquistada. Una novela admirable, honesta y profundamente triste. Una obra magistral.
Notas
(1) Medianoche en el siglo (Alianza Editorial, noviembre 2016), la primera edición española la publicó Editorial Ayuso, colección libros Hiperión, en 1976.
El nacimiento de nuestra fuerza (Amargord, febrero 2017), la primera edición la publicó Ediciones Hoy en 1931.
Ciudad conquistada (Página Indómita, marzo 2017).
Resistencia. Una hoguera en el desierto (El Perro Malo, mayo 2017).