En las guerrillas españolas de Francia. La liberación de Juan Andrade (Wilebaldo Solano)

El 19 de julio de 1944, el grupo « Norte del Lot Nº l », unidad de guerrillas de las F.F.I., ocupó el presidio de Eysses y liberó a todos los presos políticos que quedaban. Solano era el único poumista del grupo liberado.

Cuando Solano se encontró en el «maquis» con numerosos españoles y comprobó que éstos, bajo la presión del Partido Comunista, tendían a agruparse en la organización denominada «Guerrilleros españoles», que trataba de imponerse por todos los medios al conjunto de la emigración, comprendió que era necesario defenderse. Aprovechando las amistades que había contraído en el presidio de Eysses con dirigentes de la Resistencia francesa y de acuerdo con algunos valiosos militantes de la CNT, se fijaron como objetivo constituir una unidad española autónoma.

Una vez lograda la autorización de los dirigentes militares de la resistencia, Solano y el grupo de españoles de «Norte del Lot Nº 1 » comenzaron a organizar lo que poco después se llamó el `Batallón Libertad» en Villeneuve-sur-Lot, ciudad del departamento del Lot y Garonne donde se encontraba justamente el presidio de Eysses. Era agosto de 1944, después de la liberación de Agen y cuando las tropas alemanas se iban replegando hacia Royan y la Punta de Graves.

A Villeneuve-sur-Lot comenzaron a afluir numerosos combatientes españoles que habían abandonado pequeñas unidades de «Guerrilleros Españoles» o que habían solicitado la transferencia de los grupos franceses a la unidad española en formación. Algunos de los primeros facilitaron importantes informaciones sobre el régimen interno de los grupos de guerrillas controlados por el P. C. francés o de las formaciones de «Guerrilleros españoles». Así llegó hasta nosotros la noticia de que ciertos españoles antifranquistas estaban detenidos o habían sido objeto de represalias por parte de los dirigentes stalinistas. El grupo organizador del «Batallón Libertad», que había procurado ya armas a los dirigentes de la CNT y de la UGT de Toulouse para que se protegieran frente a las tentativas de intimidación o de agresión del Partido Comunista español, decidió acudir en socorro de todos los militantes que pudieran encontrarse en situaciones difíciles.

Supimos muy pronto que Juan Farré Gassó, dirigente del POUM, había sido detenido por un grupo de «Guerrilleros Españoles» tras su liberación del campo de Mauzac. Pero, desgraciadamente, no nos dieron las informaciones necesarias para poder intervenir eficazmente en su favor. Semanas después supimos que había sido asesinado.

En el caso de Juan Andrade, uno de los principales dirigentes del POUM, las cosas se desarrollaron de otra forma. En cuanto supimos que se encontraba en la prisión de Bergerac, ciudad del departamento de la Dordoña, donde le habían dejado tras la liberación de los demás presos políticos, temimos por su vida (Bergerac estaba controlada por un Comité de liberación en el que predominaban los stalinistas). Tras reunir los informes que el caso requería, decidimos enviar un comando para liberarle. Este comando quedó formado por dos militantes de la CNT con fuerte experiencia militar, dos oficiales de prisiones que pertenecían a la resistencia francesa y a los que conocíamos desde los tiempos de nuestro encarcelamiento en Eysses, y Solano. [… ] El comando, decidido a operar deprisa y a evitar las sorpresas, se presentó directamente en la cárcel de Bergerac. El encuentro de Andrade con Solano fue particularmente emocionante. Andrade se hizo cargo en seguida de la situación cuando Solano le explicó el plan. Pero advirtió que la cosa resultaría difícil porque los stalinistas franceses controlaban la ciudad, en la que por otra parte había bastantes comunistas españoles.

El director de la cárcel, bien dispuesto en principio, vaciló en el último momento y dijo que no podía decidir sin consultar al Comité de liberación de Bergerac. Nosotros nos ofrecimos para hacer la consulta inmediatamente y salimos con Andrade… sin que nadie se opusiera. Subimos al coche y nos dirigimos a la subprefectura, sede del Comité de liberación. Andrade se quedó dentro del coche, con el chófer y Solano, ambos armados con metralletas. Un militante de la CNT y un oficial de prisiones iniciaron la negociación. Por suerte, los miembros del Comité de liberación eran franceses y no tenían una idea muy clara de lo que representaba realmente Andrade. Tras una fuerte discusión, la audacia del cenetista y el aplomo del oficial de prisiones (había tomado la precaución de ponerse el uniforme y llevaba un brazalete FFI), que dijo que, en última instancia, él trasladaba un preso a Villeneuve-sur-Lot y que allí decidiría el Comité de liberación sobre su caso, nos dieron la autorización para salir de Bergerac. Dos miembros de un grupo FTP (organización militar comunista) se acercaron mientras tanto al coche para preguntar de dónde veníamos. Andrade permaneció silencioso y Solano les explicó que éramos miembros de las guerrillas del Lot y Garonne, que dependíamos del mando regional de Toulouse y que nos estaban preparando para ir a la región de Royan, donde las tropas nazis resistían todavía. Los «negociadores» bajaron de la subprefectura y nos dijeron «hay que marcharse sin más espera’.

Por lo que pudiera pasar, sacamos las metralletas por las ventanillas. Hasta el último momento nos temíamos que apareciera un coche con miembros del FTP y nos dijeran que no podíamos llevarnos al «preso «. Entre Bergerac y Villeneuve-sur-Lot hay unos 70 kilómetros.La Primera parte del viaje se nos hizo interminable. Nos paramos a unos 24 kilómetros de Villeneuve al objeto de descansar y tomar algo.                                                                                                                                                                                                                                                        ¡Estábamos ya en nuestro sector militar! Comenzamos a respirar y a bromear. Uno de los oficiales de prisiones, (el que había llevado la «negociación» en subprefectura) le dijo, muy serio, a Andrade: «Usted no puede hablar porque está preso «. Nos echamos todos a reír y agradecimos al oficial su lealtad y la camaradería que nos había demostrado.

La llegada a Villeneuve-sur-Lot fue para todos un acontecimiento. Todos los miembros del batallón en formación se sentían tan orgullosos de lo sucedido como de los golpes de mano contra las tropas nazis semanas atrás. Para Andrade, era, al fin, la liberación tras tres años y me dio de prisión. Dos días después, se reunía en Toulouse con su compañera, María Teresa García Banús, que había pasado tan largo periodoen «residencia vigilada «en Barbazan, muy cerca de la frontera española.

NOTA DE MARIA TERESA ANDRADE

El comando que liberó a Juan Andrade de la cárcel de Bergerac realizó la evasión con gran acierto. Unos cuatro días después de que Andrade se hubiera reunido conmigo en Barbazan, recibí una carta inquietante del amigo pacifista que se había quedado libre en Bergerac en espera de que se reanudasen las comunicaciones para volver a París. En ella me decía que hiciera todas las gestiones posibles para averiguar el paradero de Andrade porque en Bergerac corría el rumor de que el comando español que le había sacado de la cárcel lo había hecho con intención de fusilarle. Gracias a este equívoco, que debieron creer a pies juntillas los comunistas de Bergerac, le dejaron salir. Afortunadamente también esta carta la recibimos cuando estábamos ya reunidos. « Recuerdos personales », Juan Andrade. Ediciones del Serbal.

Sobre el autor: Solano, Wilebaldo

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