Era el mes de Julio del año 1944, en plena guerra mundial. Los pocos presos políticos que quedábamos en el penal de Eysses (Región de Montauban Toulouse) después de la gran deportación a Alemania, realizada brutalmente por los nazis el 30 de Mayo, estábamos divididos en dos grupos: el de la enfermería y el del Quartier Cellulaire (Departamento de celdas), Habíamos sido arbitrariamente separados por el médico reaccionario que nos habían impuesto para reemplazar a Solano, que era el responsable de los 32 enfermos que quedaban. Esta división era una represalia absurda y mezquina. Todo el mundo sabía, en particular después del desembarco en Normandía, que se acercaba el fin de la guerra y la liberación de Francia.
Los presos políticos que quedábamos en Eysses (33 exactamente) teníamos cada día más información sobre lo que pasaba en el exterior y sabíamos que los grupos del maquis trataban de liberar a los resistentes que estábamos encarcelados. A comienzos de Julio supimos por una fuente segura que se pensaba en nosotros y que la dirección de la Resistencia preparaba el asalto al presidio. No sé por qué, el 18 de Julio, al acostarme después de una lectura apasionante de Balzac, pensé en que sería formidable obtener la liberación un 19 de Julio, la gran fecha de la Revolución española. Y lo curioso es que no me equivoqué. No había amanecido todavía cuando me desperté a causa de unos ruidos inhabituales en el exterior de mi celda. Eran gritos y ruido de apertura de las celdas. Salí más pronto de lo que esperaba y me encontré con un grupo armado que gritaba en francés: Cojan sus cosas y salgan, Venimos a liberarles en nombre de la Resistenci.a. La verdad es que la cosa no resultó fácil, Algunos querían recuperar sus relojes y otros efectos personales que no estaban a su alcance. Otros querían saber adonde pensaban llevarlos.
Mi primera reacción fue averiguar la tendencia política del grupo libertador. La experiencia que los presos poumistas habíamos tenido con los jefecillos estalinistas en el propio penal de Eysses había sido tan lamentable que no estaba dispuestos repetirla. Así las cosas, en medio del barullo creado por los saludos y los abrazos, me dirigí al jefe del grupo para preguntarle a que organización pertenecían. La respuesta fue clara y precisa: Somos del Ejército secreto. Increíble que un militante revolucionario se sintiera realmente liberado y temiera caer en una organización armada estalinista. Pero las cosas fueron así en aquella época en que los comunistas estalinistas querían controlarlo todo e imponer por la fuerza su estrategia de dominación.
El capitán Dollé, jefe del grupo libertador Norte del Lot Nº 1, pidió que nos alineáramos porque tenía que leer un documento. Ese documento era del Comité de liberación del departamento del Lot-et-Garonne y consistía en un decreto del gobierno provisional del general De Gaulle en Argel ordenando la liberación de todos los presos políticos de Francia y una lista con los nombres de todos los presos que quedaban en el presidio de Eysses. Después de la lectura de este texto subimos a los camiones que nos llevaron a las montañas de la región . Era un espléndido 19 de Julio de cielo azul y de sol deslumbrante y por un momento pensé que estábamos en España. El paisaje nos desconcertaba después de los años de las celdas y los patios de las prisiones. La alegría de nuestros libertadores y de los campesinos de una de las bases del grupo Dollé nos devolvía a la vida en todos los dominios. Todo nos parecía nuevo y, por primera vez, veíamos personas normales y mujeres y niños. Enseguida vinieron las `preguntas sobre nuestro encarcelamiento y las preocupaciones sobre lo que los ex-presos necesitábamos o queríamos, Todo esto confundido por las demandas sobre el curso de la guerra, la política de la Resistencia, la lucha contra Hitler y contra Franco y el porvenir de Francia y de España. No hay que olvidar que habíamos pasado meses y meses sin leer un periódico. Luego vinieron los regales puesto que habíamos, salido de Eysses con el traje penal y sin nuestra ropa y nuestros relojes, que habían sido confiscados tras el encarcelamiento.
Después de unos días de descanso, el capitán Dollé y un representante del Comité de Liberación organizaron una comida en pleno campo con todos los liberados de Eysses, que fue un acontecimiento inolvidable. Y allí se planteó la cuestión de nuestro porvenir. El capitán Dollé dijo que nos habían liberado porque lo exigía la fraternidad y la lucha, pero que éramos hombres libres y que, como le parecía natural, podíamos escoger sobre nuestro destino. Como muchos habíamos estado en la enfermería de Eysses, se planteó enseguida el problema de facilitar el retorno de los liberados a sus familias o el ingreso en clínicas seguras y protegidas. Después, Dollé dijo categóricamente: los que quieran proseguir la lucha armada contra el fascismo pueden incorporarse a nuestra unidad combatiente o pedir el traslado a otro grupo de guerrillas.
Casi todos los liberados decidieron inmediatamente mantenerse en el grupo hasta la liberación de Francia, Yo, único español del grupo, dije que me mantendría con ellos con todas las consecuencias. Por lo menos hasta que pudiera ponerme contacto con mis compañeros del POUM y las guerrillas españolas de la región, Pero como se supo enseguida yo había hecho estudios de Medicina en Barcelona y dirigido la enfermería de Eysses con el acuerdo del médico oficial, el capitán Dollé me propuso que organizara un grupo de Sanidad Militar que podría desempeñar una tarea muy importante a causa de las carencias existentes en este dominio. Este Servicio resultó muy eficaz y trabajó incluso para otros grupos de guerrillas durante varias semanas en el departamento del Lot-et-Garonne en los días que condujeron a la liberación de Agen. Por otra parte, mi labor me permitió establecer relaciones con todos los jefes de las guerrillas y enlazar con bastantes españoles que habían pasado un cierto tiempo en los grupos formados por los comunistas y deseaban otro tipo de organización y otra política, Por otra parte, no tardé en entrar en relación con militantes de la CNT y del POUM. que deseaban participar en la lucha armada. Así las cosas y después de haber conocido al comandante Santos, que tenía una experiencia militar de la guerra civil española, me puse en contacto con los dirigentes de la Resistencia que había conocido en el presidio de Eysses y obtuve todos los medios para organizar un batallón español independiente de la organización estalinista. Y así nació el Batallón Libertad, que llegó a disponer de unos 500 hombres y que participó en diversas operaciones en la región y luego incluso en el Medoc y en la Punta de Graves, uno de los últimos reductos de las tropas de Hitler en el Atlántico.