Ahora que se habla ya un poco sobre la vida y el papel de los españoles refugiados en Francia en los años 40 y se exaltan la obra y las luchas de los franceses que participaron en la Resistencia contra el fascismo alemán y el singular régimen del mariscal Petain, conviene hacer un poco de luz sobre un hecho importante: la resistencia y el combate de los españoles que tuvieron que tomar la frontera y abandonar su país cuando las tropas de Franco establecieron un régimen de tipo militar fascista en España.
La verdad que se va restableciendo poco a poco es que los refugiados que pasaron la frontera y fueron internados en los campos de concentración o los que tuvieron la suerte de ser acogidos por la solidaridad de las organizaciones o simplemente de los militantes de las izquierdas, se sintieron desarmados cuando las tropas de Hitler ocuparon la mayor parte de Francia. Y muchos de los refugiados que habían logrado un trabajo o un empleo tuvieron que hacer frente a una nueva situación de perfiles inquietantes. Muchos que vivían y trabajaban en el norte se desplazaron hacia el sur y se reagruparon en la región de Perpiñán-Toulouse- Montauban. Allí hubo grandes discusiones políticas sobre la guerra y el fascismo. Y desde allí algunos lograron embarcar para Méjico, gran esperanza en medio del desastre, y otros optaron por volver a España. La mayoría se quedó en Francia, buscando nuevas posibilidades de vida y de lucha.
Como era natural, los militantes con responsabilidades políticas se reunían para discutir sobre la situación internacional y trataban de establecer contactos con las primeras organizaciones de resistencia francesas, que se encontraban ante problemas enormes. El POUM, que tenía bastantes militantes en el sur de Francia, desarrollaba una actividad limitada, principalmente con los afiliados del PSOP de Marceau Pivert y de otros grupos de izquierda. Pero eso bastó para que su actividad fuera denunciada a la policía francesa y a la Gestapo. Y así comenzó lo que podríamos llamar la caza de los rojos españoles. Puesto que la policía francesa empezó a practicar detenciones en Montauban y, luego, en otras ciudades francesas como Toulouse Perpiñán y Marsella, La cacería llevó a la cárcel de Montauban a 15 compañeros, entre los que figuraban dirigentes conocidos como Juan Andrade, Wilebaldo Solano, Josep Rodes, Ignacio Iglesias, Josep Comabella, Josep Coll. Por suerte, muchos compañeros lograron escapar a la represión y algunos de ellos fueron condenados en rebeldía en el nuevo proceso contra el POUM, lo que les permitió evitar varios años de prisión.
La época era terrible para los revolucionarios antifascistas. Pocos meses atrás, los dirigentes del POUM habían tenido que comparecer en Barcelona ante un tribunal impuesto por Stalin desde Moscú al gobierno de la República española, Los poumistas habían salido triunfantes de la escandalosa prueba. Pero eran los tiempos del terror stalinista en Moscú y fue fácil para los revolucionarios deshacer la infamia. Ahora, en el exilio francés, en un país vencido por Hitler, la policía francesa de Montauban, dominada por la Gestapo, detenía a un grupo de militantes del POUM y les llevaba a un proceso militar expeditivo y les condenaba, sin pruebas de nada, en unas horas, a largas penas de prisión o de trabajos forzados. Pero los condenados protestaron contra la absurda sentencia y defendieron su honor de revolucionarios injustamente perseguidos y protestaron contra un juicio absurdo que violaba todo mecanismo de defensa, como reconocieron sus abogados ante un Tribunal salvaje, sometido a la Gestapo.
Cuando el escritor George Orwell supo lo sucedido, propuso en Londres la creación de un comité internacional de defensa de los presos de Montauban y declaró que el POUM es la flor del proletariado internacional perseguida por todas las policías de Europa. El autor de Homenaje a Cataluña, siempre activo y audaz, logró que en Inglaterra, los Estados Unidos y Méjico se organizara el apoyo a los presos de Montauban.
Los presos del POUM, detenidos a fines de noviembre de 1941, pasaron largos años de encarcelamiento y alcanzaron la libertad en el verano de 1944. Permanecieron más de dos años en la prisión celular de Montauban y fueron trasladados al Presidio de Eysses en 1943, donde el gobierno de Petain había concentrado a los presos políticos más peligrosos del sur de Francia. Tras una serie de conflictos, fugas, rebeliones y fusilamientos, los presos fueron deportados al campo de concentración de Dachau (Alemania) el 30 de Mayo de 1944. Los 33 presos que quedaron en la enfermería fueron liberados el l9 de Julio de 1944 por una unidad de guerrilleros franceses y conducidos a un campamento de la región, donde en su mayoría decidieron libremente incorporarse a la lucha armada contra el fascismo. Algunos contribuyeron a la creación del Batallón Libertad. Todos tuvieron la suerte de participar en la liberación de varios pueblos y ciudades de la zona de Agen y de Toulouse. Y de asistir al restablecimiento de las libertades democráticas en Francia y a la reconstrucción de las organizaciones políticas y sindicales españolas.