Panait Istrati, hacia la otra llama (Pepe Gutiérrez-Álvarez)

Aunque actualmente olvidado, Istrati fue en otro tiempo uno de los escritores más admirados desde la militancia obrera.

La obra de Istrati fue popular en España a principios de los años 30. Su influencia fue reconocida por autores como Camilo José Cela. Otros como el catalán Jaume Vidal Alcocer y el madrileño Juan Eduardo Zúñiga me hicieron llegaron a expresar su admiración cuando en los años ochenta preparé una edición de Los cardos del Baragán (Ed. Río Nuevo, Barcelona, 1985), y publique diversos trabajos sobre su vida algunos de estos trabajos han sido reeditados en Internet, por ejemplo en la Web de la fundación Andreu Nin.

Recordemos sus trazos biográficos Panait Istrati (Brăila, 10 de agosto de 1884 – Bucarest, 18 de abril de 1935), niño proletario, vagabundo, escritor rumano que utilizó en su obra principalmente la lengua francesa. Fue muy popular en los años veinte-treinta, cuando fue llamado por el sobrenombre de el Gorki de los Balcanes.

Hijo de una lavandera (Joiţa Istrate) y de un contrabandista griego al que nunca llegó a conocer, realizó con muchas dificultades sus estudios primarios. Lector voraz desde niño, tuvo que trabajar en oficios muy humildes, desde de camarero en una taberna hasta de buhonero.

Sus primeros escritos datan aproximadamente de 1907, cuando comenzó a enviarlos en la prensa socialista rumana en una época en la que la socialdemocracia de este país liderada por Christián Rakovsky, se mostraba especialmente activa. El primero que se publicó fue el artículo titulado «Hotel Regina», que apareció en România Muncitoare, periódico donde también se editarán sus primeros cuentos: Mântuitorul (El redentor), Calul lui Bălan (El caballo de Bălan), Familia noastră (Nuestra familia), 1 Mai (Primero de Mayo). También colaboró con otros periódicos de la izquierda de la época como Dimineaţa , Adevărul o Viaţa Socială.

Él mismo contará que en 1910 participó en la organización de una huelga en Brăila. Después, marchó fuera de la ciudad y viajó por Bucarest, Estambul, El Cairo, Nápoles, París (1913-1914) y Suiza, donde se estableció con la esperanza de sanar allí de su tuberculosis. Este periodo de vagabundeo estuvo también marcado por sus dos sucesivos matrimonios, ambos infelices. Regresó durante un breve período a Rumanía, donde trató de establecerse como granjero, pero su proyecto fracasó. Durante su estancia en un sanatorio tuberculoso suizo, Istrati conoció al escritor sionista de origen ruso Josué Jéhouda, con quien mantendrá una gran amistad y será su tutor en el conocimiento del francés.

La miseria así como su enfermedad y su depresión le empujaron al suicidio en 1921, cuando se dirigía a Niza. Su mujer logró socorrerlo a tiempo y su tentativa se frustró. Poco antes de esto, había escrito al escritor socialista y pacifista francés Romain Rolland, entonces en la cumbre de su celebridad (había logrado el Nobel en 1915) a quien admiraba mucho y con quien había tratado de establecer comunicación durante mucho tiempo. La carta de Istrati llegó a manos de Rolland gracias a la policía, e inmediatamente le respondió. Gracias a Rolland, Istrati publicó en 1923 su relato más famoso Kyra Kyralina con un prólogo del propio Rolland. Esta narración será la primera del ciclo Adrien Zograffi. Rolland estaba fascinado por la vida azarosa de Istrati y le animaba a escribir más para publicar sus relatos en la revista que él y Henri Barbusse editaban, Clarté. La siguiente obra importante de Istrati fue su novela Codine. En este tiempo, Istrati se había convertido en uno de los escritores más apreciado dentro del movimiento obrero al que sin duda, pertenecía. Por ejemplo, la militante anarquista Lola Iturbe, que luego fue una de las animadores de las “Mujeres libres”, firmaba sus artículos como Kyra Kyralina.

En 1927, coincidiendo con el décimo aniversario de la Revolución de Octubre, Istrati fue invitado a visitar la Unión Soviética que estaba sufriendo por entonces el ascenso de Stalin que se había deshecho de sus aliados de antes: Zinóviev, Kámenev y Bujarin. Durante la primera parte de su viaje estuvo acompañado por el embajador ruso en Francia Christian Rakovsky, que era por decirlo así, la mano de derecha de Trotsky amén de autor de algunos ensayos de gran altura intelectual como Los peligros profesionales del poder, donbde establece un paralelismo entre el Terminor de la revolución francesa y el Termidor ruso; también tuvo una relación muy estrecha con Victor Serge que dirá sobre él:

«Escribía sin tener la menor idea de la gramática y del estilo, pero como poeta nato, enamorado con toda su alma de varias cosas simples: la aventura, la amistad, la rebeldía, la carne, la sangre. Incapaz de un razonamiento teórico y por consiguiente de caer en la trampa de un sofisma bien hecho. Le decían delante de mí: “Panait, no se puede hacer una tortilla sin romper los huevos, nuestra revolución…, etc.”. Él exclamó: «Bueno, ya veo los huevos rotos. ¿Dónde está la tortilla?». Salíamos de la colonia penitenciaria modelo de Bolshevo donde grandes criminales trabajaban en libertad vigilándose ellos mismos. Istrati dijo únicamente: «Lástima que para conseguir ese bienestar y esa hermosa organización del trabajo, haya que haber asesinado por lo menos a tres personas”. A unos redactores de revistas que le pagaban cien rublos por artículo, preguntaba de repente: “¿Es cierto que un cartero gana en su país cincuenta rublos al mes?”. Y añadía: “Yo no soy teórico, pero entiendo el socialismo de otra manera”. Estallaba con cualquier propósito en indignaciones vehementes. Se necesitaba un refractario de nacimiento como él para resistir a todas las tentativas de corrupción y para salir de la URSS diciendo: “Escribiré un libro entusiasta y doloroso donde diré toda la verdad”. La prensa comunista lo acusó inmediatamente de ser un agente de la Siguranza rumana…Murió pobre, abandonado y completamente desorientado, en Rumania. Si sobrevivo es en parte gracias a él” (Memorias de un revolucionario, Ed. Veintisiete letras, 2011, p. 337).

El resultado fue una trilogía literaria titulada Vers l´autre flamme. I. Aprés seize mois en URSS. II. Soviets, 1929. III. La Rusie nue. El segundo lo escribió Víctor Serge, y el tercero Boris Souvarine,. Fue traducido al castellano por Julián Gorkin como Rusia al desnudo.. Según este último, fue gracias a su amistad con Vicente Blasco Ibáñez que editorial que este animaba comenzó a editar a Istrati, al que por cierto dedica bastante atención en sus memorias.

Estamos de un viaje de 16 meses en dos fases, en la primera Istrati había expresado a Victor Serge su deseo de obtener la nacionalidad soviética. Serge y el escritor griego Nikos Kazantzakis que también permanecía en la URSS por entonces, escribieron a Stalin expresándole esta solicitud, pero su carta no recibió contestación. Aquel estaba siendo un momento clavo en la involución de la revolución, coincidiendo con el décimo aniversario de la revolución de Octubre, momento en el que Stalin, borra personalmente la huella de Trotsky en la célebre película de Eisenstein Octubre, inspirada en la obra de John Reed que también acabó siendo prohibida.

La segunda fase tiene lugar tras una accidentada estancia en Grecia (1928-29), en la que tuvo problemas con la policía y fue invitado a abandonar el país, regresó a la Unión Soviética. Extendió sus visitas a lugares más remotos del país, como la Moldavia, Nizhni Nóvgorod, Bakú y Batumi. Istrati se decepcionó con la dictadura de Stalin y fue uno de los primeros intelectuales en mostrar públicamente sus discrepancias y críticas. Istrati denunció la persecución de los viejos bolcheviques y las purgas en masa. En diciembre de 1928 envió sus opiniones por escrito al OGPU. Sería a partir de entonces que sufrió una crisis de conciencia. Pensaba que la suya era una crítica amistosa, pero empezó a ser tachado de trotskista e incluso de fascista por sus antiguos amigos comunistas, entre otros por Henri Barbusse, luego biógrafo oficialista de Stalin, quien se mostró muy beligerante contra Istrati. Rolland, quien había elogiado las cartas de Istrati al OGPU, mantuvo sin embargo una actitud discreta en esta controversia. Prefirió no significarse publicamente. Istrati, quien se había estado tratando su tuberculosis en Niza, volvió a Rumanía desmoralizado.

Tras este embisten, las ideas políticas de Istrati sufrieron una profunda conmoción. El 8 de abril de 1933 publicó una artículo en la revista francesa Les Nouvelles Littéraires que se titulaba “L’homme qui n’adhère à rien” (El hombre que no se adhiere a nada). Istrati estaba vigilado estrechamente por la policía secreta rumana (la Siguranţa Statului) y quizá por ello escribió para Cruciada Românismului (La cruzada rumana), periódico vinculado al grupo fascista de la Guardia de Hierro. De hecho, Istrati tuvo relación con Mihai Stelescu, quien fue elegido diputado en el Parlamento por la Guardia de Hierro en 1933 y que posteriormente abandonó el grupo. Su disidencia le acarreó la muerte a manos de una escuadra de la muerte de la Guardia de Hierro. El propio Istrati fue asaltado varias veces por grupos de la Guardia de Hierro. Aislado y desprotegido, Panait Istrati murió en el Sanatorio Filareto de Bucarest. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de Bellu. A partir de entonces, será olvidado incluso por la izquierda marxista y libertaria, y no no será hasta década más tarde que volverá a ser valorado.

A ello contribuirá de manera notable una fundación francesa de amigos de Panait Istrati liderada porlo por Alexander Talex, autor de la edición y el prólogo de Le pèlerin du coeur, obra que reúne los textos autobiográficos de Panait Istrati (Gallimard, París).» Talex fue uno de los escritores franceses que más trabajaron en los años ochenta del siglo pasado por la “rehabilitación” de Panait, un concepto equívoco porque si alguien necesitaba ser “rehabilitado” son los que lo calumniaron.

Nota cinéfila. En alguna ocasión me han preguntado sobre las adaptaciones cinematográficas de su obra, y he encontrados las siguientes pistas. Istrati escribió un guión cinematográfico en la Unión Soviética en el que adaptó su propia obra Los bandidos. Esta película nunca se llegó a rodar. En 1927 se rodó la película muda Kira Kiralina, dirigida por Boris Glagolin y basada en la novela homónima. Esta obra conoció una segunda versión cinematográfica en 1993, gracias a una producción rumano-húngara dirigida por Gyula Maár. En 1957, el veterano realizador francés Louis Daquin realizó una versión de Los cardos del Baragán (Ciulinii Bărăganului ). En 1962 se rodó otra coproducción franco-rumana basada en su novela Codine, dirigida por Henri Colpi, reconocido autor de Una larga ausencia.

Bibliografía

–Las narraciones de Adrian Zograffi. Prólogo: Vicente Blasco Ibáñez. Traducción: J. Delaville Le Roulx alias de Pere Foix amigo y autor de una biografía de Panait editada en México, Barcelona: Lux, [s.a.]
–Isaac, el alambrero. Traducción: J. Elizalde. [Barcelona?]: Editorial Cooperativa Obrera, c. 1930.
–Infancia de Adrian Zograff. Codine. Traducción de Manuel Pumarega. Madrid: Argis, 1930.
–Mijail: mocedades de Adrian Zograffi. Traducción: Enrique Díez-Canedo. Madrid : Cenit, 1930.
–El pescador de esponjas: páginas autobiográficas. Traducción: Ernesto de los Reyes. Madrid: Zeus, [1931]
–La casa Thüringer. Traducción de Luis A. de Vega, Madrid: Fénix, 1933.
–Los Aiducs. Las narraciones de Adrián Zograffi. Traducción de Joaquín Verdaguer. Barcelona : Lux, [s.a.]
–El capitán Mavromati y otros estudios. Valencia, 1949.
–Los cardos del Baragán. Presentación: Vintilă Horia. Traducido del francés por Joaquín Esteban Perruca. Madrid: Emesa, 1973.
–Mijail y otras obras. Traducción María Ginés. Barcelona: Planeta, 1974.
–Kyra Kyralina. Prólogo de Joseph Kessel. Traducción: Ramón Hervás. Barcelona: Luis de Caralt, 1977.
–Kira Kyralina. El tío Anghel. Traducción: Marian Ochoa de Eribe. Valencia: Pre-Textos, 2008.
–El pescador de esponjas: páginas autobiográficas. Traducción: Ernesto de los Reyes. Madrid: Libros de la Ballena, [2011]

Edición digital de la Fundación Andreu Nin, 2013

Sobre el autor: Gutiérrez-Álvarez, Pepe

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