Evocación de Manuel Bonmati (1946-2020) fallecido el 20 de marzo de 2020.
Conocí a Manolo en los albores de los tiempos y desde entonces la corriente de confianza, complicidad y amistad no ha hecho más que crecer.
Cinco notas para sintetizar las reflexiones que me produce la figura de Manolo Bonmati
Para mi Manolo es de esos sindicalistas socialistas en los que perviven los valores y principios del viejo movimiento obrero. Esos valores que desgraciadamente se han ido diluyendo con el paso del tiempo y con una cierta “asimilación estructural” de la que hablaba. Tim Wolforth en relación a los partidos y organizaciones sindicales. Esos valores de los que en primer lugar esta “la conciencia de clase”, puede sonar a antiguo pero es algo de una rabiosa actualidad hoy que estamos en el tiempo de las categorías disolventes de las fronteras de clase: gente, personas, ciudadanía,…vivimos sin embargo en los tiempo donde la asalarización de la sociedad es mayor y la exclusión a través de trabajo indigno exige un esfuerzo sobrehumano por parte de los sindicatos y la izquierda para marcar territorio, intereses y valores.
El segundo gran valor que anida en Manolo y del que nadie puede dudar es su raigambre ideológica. ¿Cuándo no le hemos oído hablar en todo tiempo y lugar, que él es un socialista?. Y eso en boca de Manolo no hace referencia a una adscripción sentimental o de simpatía sino a un pleno compromiso con otro tipo de sociedad, lo que le ha conducido siempre a mantener una posición firme y autónoma frente a las diversas derivas de posicionamiento con el poder establecido del socialismo español.
En tercer lugar, el sindicalismo socialista para Manolo se ejemplifica en honestidad, austeridad, anti burocracia, democracia, respuesta a los trabajadores y disposición a la lucha. Eso que ha quedado tan dañado en los últimos tiempos pero que al hablar con Manolo siempre se sentía una bocanada de aire fresco, de que las cosas se podían cambiar. Pero hay en Manolo un valor que también se ha ido diluyendo en el sindicalismo y que es vital para la confianza de los trabajadores: el orgullo profesional, los dirigentes del sindicalismo histórico siempre llevaban a gala ser los mejores trabajadores, los que daban ejemplo en la profesionalidad en el día a día, no los que escurrían el bulto o hacían del trabajo sindical una pantalla para ocultar su falta de compromiso laboral. Da gusto escuchar a Manolo sobre las habilidades que se tenían en los servicios de hostelería cuando trabajaba en los hoteles sevillano, la distribución, la organización de tareas, el gusto por el trabajo bien hecho.
En cuarto lugar, la visión unitaria del movimiento obrero y la lucha por la unidad de las izquierdas. Siendo como es un militante comprometido con sus organizaciones, nunca se le ha nublado la vista como aquellos hooligans que sólo piensan en la camiseta de su equipo. Bonmati, siempre ha puesto las luces largas de la lucha pendiente, sabe perfectamente que sin alianzas, acuerdos, unidades,. No es posible avanzar en conquistas sociales y derechos, y por supuesto en el alumbramiento de una nueva sociedad sin articular y organizar una amplísima mayoría social y política frente a unos poderes cada vez más oscuros, alejados de cualquier control democrático y con una inhumanidad de la peor especie. Y él ha sido no sólo el propagandista de la unidad, sino uno de los principales tejedores de la unidad de acción CCOO-UGT y de la construcción de un sindicalismo internacional unitario en la CSI
Y por último, Manolo siempre ha sido capaz de unir la historia y la tradición con lo nuevo. Siempre le gusta el hacer el análisis de lo que pasa hoy y nos puede suceder en el futuro mediato. Manolo es de las primeras personas del sindicalismo español que entendió en profundidad lo que significaba el 15-M, como rebelión de la sociedad frente a las estructuras anquilosadas y frente al pillaje que se estaba realizando a las clases populares, desde el primer momento busco el encuentro el entendimiento y valoró la corriente profunda de cambio que anidaba en su seno y como el inmovilismo era el peor peligro para la izquierda tradiciones. Recuerdo nuestros encuentros preveraniegos donde repasábamos la situación, las perspectivas, nos recomendábamos lecturas y parajes que visitar. Esa cañita era de obligado cumplimiento.