El pacto germano-soviético (agosto de 1939). Cuando Stalin brindaba por Hitler (Wilebaldo Solano, 1989)

Publicado por El Periódico de Cataluña,  19 de agosto de 1989

Hace cincuenta años, Europa y el mundo asistieron, atónitos, a uno de los acontecimientos más sorprendentes del  siglo:  la firma de un «pacto de  no agresión» germano-soviético en Moscú. Fue el 23 de Agosto de 1939. Las cámaras registraron  para la posteridad los rostros eufóricos de Stalin, Molotov, Ribentrop, Schulemburg y G. Hilger. Hitler, consultado prevíamente,  dio su visto bueno por teléfono. Stalin brindó con champán : «Sé que la nación alemana ama mucho a su Führer. Por eso me gusta beber a su salud».

Unos días después, las tropas de Hitler iniciaban el asalto a Polonia y comenzaba la segunda guerra mundial.

Tardó un cierto tiempo en saberse que el «pacto», firmado por diez años, comportaba un protocolo secreto en el que se delimitaban las «zonas de influencia» de la Alemania de Hitler y de la Rusia de Stalin, a expensas de los pueblos de  Europa oriental. Pero los hechos no tardaron en confirmar la  existencia de semejante protocolo. Sin embargo, los dirigentes de la URSS negaron siempre la existencia del documento. Hasta que, en Mayo último, varios diputados bálticos exigieron en el Congreso de la URSS que se nombrara una comisión a fin de esclarecer todo lo relativo al famoso pacto de 1939.

La comisión parlamentaria, presidida por Alejandro Iakovlev, miembro del Buró Político del PCUS, prosigue sus trabajos. Sin embargo, antes de que ésta se pronuncie claramente, restableciendo la verdad histórica, Valentin Fadin, jefe del departamento internacional del PCUS, ha confirmado en Alemania la existencia del protocolo secreto. Como asimismo «Novedades de Moscú» del 2 de agosto, en cuyas páginas puede leerse: «Hitler y Stalin suscribieron protocolos secretos cuyas copias fueron descubiertas por nuestros amigos occidentales en los archivos alemanes y publicadas después de la segunda
guerra mundial».

El semanario soviético tiene interés en precisar «que estos protocolos se referían al reparto del Estado polaco entre las dos potencias, a la división del Este y el Norte de Europa en esferas de influencia para la Unión Soviética y para Alemania (la esfera de intereses de la URSS comprendía las regiones orientales de Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Finlandia y Besarabia»). Y recuerda además que el 1° de septiembre, «al día siguiente de la ratificación del pacto de no agresión por el Soviet Supremo, las tropas alemanas atacaban a Polonia» y el 17 de septiembre unidades del Ejercito Rojo atravesaban la frontera y avanzaban hacia la línea que delimitaba la esfera de intereses soviéticos y alemanes:  Belostok, Brest Litovsk, Lyov».

En  realidad, los protocolos secretos fueron tres : el del 23 de agosto, que constituye la base de los otros dos y que atribuye a la URSS la Polonia oriental, Estonia, Letonia y Besarabia; el del 28 de septiembre, en virtud del cual Alemania cede casi toda Lituania y obtiene a cambio un nuevo trozo de Polonia (la provincia de Lublin y una parte de la provincia de Varsovia) y el protocolo del 10 de Enero de 1941, por el cual Alemania renuncia al trozo de Lituania que había obtenido en 1939 a cambio de compensaciones económicas importantes.

Porque hay que decirlo todo ( y esperamos que ahora se dirá en Moscú) : el pacto de supuesta no agresión de agosto de 1939 fue una verdadera alianza política y económica que duró cerca de dos años, desde agosto de 1939 hasta Junio de 1941. Esta alianza permitió que Hitler pudiera consagrar todas las fuerzas a la conquista y ocupación de Francia, Holanda, Bélgica, etc, y dispusiera de una ayuda económica, sobre todo en  materias primas, que fue muy útil para contrarrestar los efectos del bloqueo marítimo británico.

El viraje de Stalin fue sensacional y creó el desconcierto en el movimiento comunista internacional. Pasar en unos meses de la «alianza de las democracias para resistir a los agresores fascistas» a la alianza con el sistema más odioso que ha conocido la Europa contemporánea, fue una «proeza» que va a ser muy discutida ahora en la URSS. Quizás convenga recordar que el hombre que previó y analizó mejor este proceso fue Trotsky. El 11 de Marzo de 1939, mientras se estaba celebrando un congreso del PCUS, Trotsky denunció «la capitulación de Stalin» y anunció el viraje inminente del hombre que había exterminado a la vieja guardia de Lenin y a los jefes del Ejército Rojo tratándoles de «agentes de Hitler». Todo el mundo pensó que Trotsky exageraba. Hasta que llegó el 23 de agosto de 1939 y el cielo de Europa se nubló  mientras Stalin brindaba en Moscú por el siniestro personaje que gobernaba en Berlín.                                                     

 

Sobre el autor: Solano, Wilebaldo

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