Marcelino Magdalena: un minero asturiano (Mario Guzmán, 1964)

Texto publicado en La Batalla, julio de 1964.

Con algún, retraso, determinado por motivos ajenos a mi voluntad, escribo estas líneas para recordar al gran luchador obrero Marcelino Magdalena, quien desde muy joven se destacó en la cuenca minera de Asturias en las luchas mantenidas por el proletariado contra sus explotadores.
Marcelino Magdalena comenzó a militar en el Sindicato Minero de la UGT y en el Partido Socialista. Cuando se produjo la escisión de 1920, Magdalena fue uno de los fundadores del Partido Comunista en Asturias. Como tantos otros socialistas asturianos y del resto de España, Magdalena consideró que la Revolución de 1917 había abierto una nueva etapa de la lucha del proletariado europeo y que su puesto estaba entre los defensores del Octubre ruso.

Magdalena permaneció en el Partido Comunista hasta 1932, fecha en que fundó en Asturias, con otros militantes comunistas como Benjamín Escobar, el Bloque Obrero y Campesino, que era ya en Cataluña la organización política obrera más importante. En 1922, cuando se produjo la gran crisis de la industria del carbón, la patronal minera no encontró otra solución que aumentar la jornada de trabajo y rebajar los salarios. Frente a tales planes, Magdalena, Escobar y otros levantaron la bandera de la rebeldía bajo el lema «¡Ni un céntimo menos, ni un minuto más!», actitud que les valió las simpatías de todos los trabajadores. Durante la dictadura de Primo de Rivera, Magdalena fue de los que mantuvieron en condiciones muy difíciles el movimiento obrero y comunista en Asturias.

En 1935, las organizaciones del Bloque Obrero y Campesino y de la Izquierda Comunista se fusionaron para dar nacimiento al POUM Magdalena fue uno de los fundadores del nuevo partido en Asturias y fue elegido miembro del Comité Central en el congreso de unificación celebrado en Barcelona. A partir de entonces, militó también en el Sindicato Único de Mineros de la CNT, defendiendo siempre con ahínco los intereses de los trabajadores que arrancan el negro mineral de las entrañas de la tierra.

Durante la Revolución y la guerra, Magdalena fue objeto de la hostilidad encarnizada de los dirigentes estalinistas, los cuales impidieron que jugara el papel que le correspondía. Sin embargo, Magdalena defendió intransigentemente las posiciones revolucionarias. Cuando se produjo el desastre final, Magdalena no quiso salir de Asturias. Permaneció aquí, compartiendo el calvario de la clase obrera conociendo vicisitudes sin cuento. En estos largos y terribles años de acción clandestina, el viejo luchador fue une animador y un educador incansable.

En 1962, durante la gran huelga minera, Magdalena tuvo que pasar dos meses encerrado en su casa de Mieres. Una pareja de la Policía Armada tuvo como misión aislarle de los mineros en huelga. Magdalena siguió con pasión el movimiento y, en la medida de sus posibilidades, cumplió con su misión de luchador minero.

Su consejo y su ayuda no nos faltaron nunca. Vivía pendiente de todo lo que ocurría en España y en el mundo y su gran pasión era discutir sobre los problemas del movimiento obrero de nuestra época. La llegada de La Batalla -y, estos últimos años, de Tribuna Socialista- era para él, como para todos nosotros, un gran acontecimiento. Magdalena se sentía fuertemente ligado a su partido, a nuestro partido, al que perteneció desde 1935 hasta su muerte.

Magdalena tenía una inmensa confianza en la clase obrera y, reconfortado por las luchas de los mineros de Asturias, estaba convencido de que se acercaba el fin del franquismo. Pero, desgraciadamente, él ya no tendrá la suerte de ver la aurora radiante de la liberación.

Hasta el último momento dio pruebas de una gran entereza. Cuando vio que se acercaba la hora de la muerte, insistió cerca de sus hijos para que le enterraran civilmente. Y sus hijos le prometieron que atenderían a sus deseos. Los mineros de Mieres y de Sama, los hombres que hacía poco habían librado una gran batalla contra la patronal y estaban preparando ya la próxima, escoltaron su cadáver hasta el cementerio y las flores rojas de los proletarios de la mina se acumularon sobre la tumba de uno de los hombres mas representativos del POUM en Asturias.

Asturias. Marzo de 1964.

El texto de homenaje y recuerdo de Mario Guzmán, que antecede, iba acompañado, en el número de julio de 1964 de La Batalla, de la siguiente nota sin firma.

ASTURIAS RINDE HOMENAJE A MARCELINO MAGDALENA

Hace unas semanas, poco antes de que se iniciara el nuevo movimiento huelguístico de los mineros y de los metalúrgicos de Asturias, falleció en Mieres, corazón de la zona minera, nuestro compañero Marcelino Magdalena, miembro del Comité Central del POUM.

En una conmovedora carta, recibida unos días después, nuestros compañeros de Asturias nos decían: «Hace solamente unas horas acudimos a acompañar por última vez a nuestro entrañable Marcelino Magdalena. El entierro fue suspendido por ser de carácter civil. Mejor dicho, se prohibió al inmenso gentío, todo el pueblo de Mieres y trabajadores de las localidades próximas, acompañar al cadáver por las calles, como es costumbre en la villa. Las autoridades sólo permitieron que se formara una larga caravana de coches. Estos coches, atestados de camaradas y amigos, siguieron la carroza fúnebre hasta el cementerio, donde se dio tierra al cadáver. El resto del público se fue alejando en pequeños grupos y haciendo las criticas que ya os podéis suponer. Con la Iglesia hemos topado, Sancho. Pese a todo, los mineros se concentraron para rendir el último homenaje a Marcelino Magdalena, dirigente del POUM y una de las figuras más destacadas del movimiento obrero astur».

En otro lugar de este mismo número [de La Batalla], el compañero Mario Guzmán, otro combatiente de Asturias, otro dirigente del POUM, habla de Magdalena, de su vida y de sus luchas. ¿Qué podemos agregar nosotros en estos momentos de dolor? Sólo una cosa, que nos parece esencial y que ahora ya podemos decir. En el curso de los últimos años, Magdalena estuvo en su puestos y no perdió el contacto con nosotros. Sus cartas fueron siempre optimistas. Como tantos otros, se sentía orgulloso de ser un proletario de Asturias y estaba seguro de que se acercaba la hora de la victoria sobre la dictadura franquista.

El POUM rinde homenaje a Marcelino Magdalena, revolucionario abnegado, militante ejemplar, educador de muchos de los jóvenes que estos días aparecen en Asturias como la gran esperanza del movimiento obrero revolucionario español.

Sobre el autor: Guzmán, Mario

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