Artículo publicado en el número 148 de La Batalla, enero 1965
Mientras que el film Y llegó el día de la venganza despierta actualmente considerable interés en los Estados Unidos y en Francia, críticos de diversos países no han vacilado en tildarlo de simple folletín. Si se tratase de objeciones de orden técnico o de interpretación, las críticas podrían explicarse. Pero, lo que en general, se pone en tela de juicio es el argumento mismo del film, por considerarlo inverosímil, lo que demuestra un desconocimiento absoluto del carácter que ha tomado, a veces, la lucha antifranquista.
El argumento de la película es simple. Manuel Artíguez (Gregory Peck), refugiado en Francia desde el final de la guerra civil, realiza durante años incursiones audaces en el interior de España, entre otros motivos a fin de conseguir fondos para ayudar a sus amigos encarcelados allí por razones políticas. Su enemigo mortal, el capitán de la Guardia Civil Viñolas (Anthony Quinn), decide prepararle una encerrona y, aprovechando que la madre de Artiguez esta moribunda en un hospital, manda a éste un agente provocador para incitarle a que haga una última visita a su madre. Pero un cura de alma generosa (la Iglesia trata de ponerse a tono con la nueva fisonomía del mundo) advierte, tras diversas peripecias, a Artíguez de que su madre ha muerto ya y de que toda la operación está montada por Viñolas para cazarle. Al cura (Omar Sharif) le repugnan los procedimientos utilizados por Viñolas. Pero, conscientemente, Artíguez acepta el reto. Va a España, logra entrar en el hospital donde yace su madre muerta tras algunos combates espectaculares con la Guardia Civil que rodea el edificio, pero, finalmente, cae acribillado a balazos. ¿Se trata de un hecho político?, preguntan los periodistas a Viñolas, muy satisfecho de su éxito. No, responde el capitán, Artiguez era sólo un bandido. Pero él, que sabe a que atenerse, se pregunta a si mismo. ¿Por qué vino sabiendo lo que le esperaba? ¿Por qué?
¿Por qué? El film de Fred Zinnemann está inspirado en hechos reales y apenas novelados, pese a lo que digan los críticos mal informados. Especialmente en la muerte del cenetista Sabatér, del que la prensa habló a su tiempo. Pero Sabatér no es un caso aislado. Otros hombres del mismo temple perdieron su vida en acciones similares. Son casi desconocidos del gran público pero muchas organizaciones obreras antifranquistas los tienen. Por nuestra parte, queremos aprovechar la oportunidad de este film para recordar la memoria de nuestro joven militante Antonio Franquesa, muerto en condiciones tan trágicas por lo menos como las de Artiguez. Ahora bien, en este caso se trata de un hecho real y no de un folletín.
En momentos en que atravesar la frontera pirenaica ilegalmente representaba una acción heroica, en el decenio 1940-1950, Antonio Franquesa, recién salido de la cárcel de Barcelona, donde estuvo preso a pesar de su extrema juventud por ser militante del POUM, se transformó rápidamente en un guía excelente. ¡Cuántos y cuántos antifranquistas perseguidos, sin distinción de tendencia, logró salvar de la cárcel o del pelotón de ejecución con sus travesías! Con una audacia que rayaba casi la temeridad, burlaba constantemente las encerronas preparadas por la Guardia Civil, a la que, muy a menudo, hacia frente. En una de estas operaciones, Antonio Franquesa cayó gravemente herido. Llevado a cuestas por sus compañeros, durante horas, a través de la montaña, fue salvado milagrosamente. Casi invalido a consecuencia de las heridas recibidas, con el rostro marcado por las trazas de las balas, su primera obsesión, una vez recuperadas las fuerzas, fue la de reanudar su anterior actividad, aún a sabiendas de que, físicamente disminuido, acabaría fatalmente por caer. Ni las presiones, ni los consejos le hicieron cambiar de actitud. y, finalmente, ocurrió lo inevitable. Artíguez, en el film de Zinnermann, paga con su vida la visita al hospital donde se hallaba su madre muerta. Franquesa pagó con la suya al querer abrazar a dos hijitos, a los que adoraba. Aún sabiendo que su casa en España estaba estrechamente vigilada, no vaciló en ir a visitar a los suyos. Pudo salvarse, de momento, a causa de esos prodigios de audacia muy peculiares en él. Pero, señalada su presencia, acorralado, fue finalmente herido en un tiroteo con la Guardia Civil. Incapaz de marchar, perdiendo la sangre en abundancia, tuvo todavía el coraje suficiente para pegarse un tiro en la cabeza, evitando así el caer prisionero y una muerte seguramente más terrible. Así murió un héroe más del POUM.
Era en 1950. Desde entonces, otros militantes han caído, silenciosamente, sin despertar el menor eco en la gran prensa de información. No, Y llegó el día de la venganza no es un folletín. Artíguez es el símbolo a pesar de deformaciones explicables, de docenas de hombres que siguieron un camino similar. Es un homenaje, consciente o no, a la lucha antifranquista. y es una critica evidente de la Guardia Civil. En estas condiciones, nada tiene de extraño que el film haya sido prohibido en España y que el gobierno franquista, según la revista norteamericana Life, haya hecho presiones sobre el gobierno norteamericano para que impidiese su proyección. Sobre la empresa productora, la Columbia Films, añade Life, pesa la amenaza de un boicot en España.
El cronista de la revista norteamericana termina su artículo con las reflexiones de un turista que visitó recientemente nuestro país: En España, la lucha no está, ni mucho menos, terminada .