Fragmentos de los Diarios de un revolucionario, 1936-1947 (Víctor Serge)

Estos fragmentos se publican por gentileza de Claudio Albertani, autor de la edición crítica de los Diarios de un revolucionario (1936-1947) [UACM/BUAP, México, 2021, 698 páginas. Traducción de Claudio Albertani y Francesca Gargallo, ilustración de cubierta de Vlady].  Continuar leyendo «Fragmentos de los Diarios de un revolucionario, 1936-1947 (Víctor Serge)»

Los diarios de un hombre que nunca se rindió (Claudio Albertani, 2022)

Victor Serge, Diarios de un revolucionario (1936-47), UACM/BUAP, México, 2021. Edición crítica Claudio Albertani. Traducción: Claudio Albertani y Francesca Gargallo; cubierta de Vlady.

Victor Serge es un autor difícil de clasificar. Un revolucionario, sin duda, pero también un gran escritor. Hijo de exiliados rusos, nace en Bruselas el 31 de diciembre de 1890 con el nombre de Víctor-Napoleón Llovich Kibalchich y muere, igualmente en el exilio, en la Ciudad de México, el 17 de noviembre de 1947. Transita a lo largo de su vida por las principales corrientes del movimiento obrero: el socialismo reformista, el comunismo anarquista, el individualismo, el anarcosindicalismo y el bolchevismo, para finalmente arribar a un socialismo humanista de corte libertario y antitotalitario.

Su larga trayectoria militante comienza a los quince años en la Joven Guardia Socialista de Ixelles, entonces un barrio obrero de la capital belga, y prosigue en las filas libertarias, tras la lectura del folleto de Kropotkin A los jóvenes. Todavía adolescente, viaja a París donde se relaciona con un grupo de ilegalistas radicales, la Banda Bonnot, que pregonan la guerra a muerte contra la sociedad. Pronto, queda atrapado en hechos sangrientos y, a pesar de ser inocente, es condenado a cinco años de prisión en uno de los procesos más sonados de la Bella Época.

Liberado en 1917, se refugia en Barcelona donde colabora con la prensa anarquista y comienza a firmar sus artículos con el seudónimo que le conocemos: Víctor Serge. Mientras tanto, había estallado la revolución rusa y decide ir a la tierra de sus ancestros, pero el viaje no es fácil en plena guerra mundial. Llega  a principios de 1919, después de muchas aventuras y una prolongada estancia en un campo de concentración francés. Se establece en Petrogrado y se adhiere al partido bolchevique, a pesar de sus convicciones libertarias.

Combatiente en la guerra civil, fundador de los primeros servicios de información de la Internacional Comunista, agente clandestino en Europa, Serge vive el fracaso de la revolución y la progresiva degeneración del régimen soviético. Se codea con los líderes del naciente Estado soviético, pero el anarquismo no acaba de morir en él. Y ve con asombro, luego con horror, la revolución convertida en una prisión, “la prisión más grande del mundo”.

Opta entonces por la literatura y no por gusto estético, sino por la necesidad apremiante de dejar un testimonio. Encarcelado una primera vez en 1928, es liberado y luego deportado a Oremburgo, ciudad al pie de los Urales, antesala del gulag, el sistema concentracionario soviético. Hacia la primavera de 1936, poco antes de los procesos de Moscú,  logra salir de la URSS, por un “milagro incomprensible” y la providencial intervención de Romain Rolland, el famoso escritor, compañero de viaje del comunismo soviético. Vuelve entonces a Europa occidental, junto a su esposa, Liuba Rusakova, y a sus dos hijos, Jeannine y el futuro pintor Vlady.

Es precisamente en 1936, cuando comienzan los Diarios de un revolucionario (1936-47) que publica la UACM en colaboración con la BUAP, en una edición crítica, acompañada de cientos de notas, un diccionario de personajes, un álbum de fotos y bocetos de Vlady. Descubiertos por quien esto escribe, y publicados por primera vez en 2012 en Francia, los Diarios, hasta ahora inéditos en español, son la continuación ideal de las célebres Memorias de un revolucionario, aunque el registro de escritura es más personal e íntimo.

Serge redacta muchas páginas sobre el tema que le obsesiona, la revolución que se devora a sí misma, pero escribe también sobre arte, literatura, historia, antisemitismo… Registra asimismo los principales acontecimientos del momento y apoya sin titubeos la revolución española, trágicamente estrangulada por Hitler, Stalin y Mussolini. En 1941, llega a México donde pasará los últimos seis años de su vida dedicado a la redacción de algunas de sus obras más importantes: las citadas Memorias, las novelas El caso Tulayev, Los últimos tiempos y Los años sin perdón, además de Vida y muerte de León Trotsky -la primera biografía del fundador del Ejército Rojo-, poemas, ensayos, artículos periodísticos y una copiosa correspondencia.

Los Diarios refrendan a Serge como un gran escritor y un auténtico genio del retrato: cientos de personajes, desfilan por sus páginas, pintados con palabras eficaces y precisas. Son sus amigos, las víctimas de múltiples totalitarismos, pero también sus enemigos, los verdugos de las revoluciones fracasadas del siglo XX. Y está su nueva compañera, la futura arqueóloga Laurette Séjourné, a quien ama perdidamente y con quien entrelaza una relación más bien borrascosa. Pero, de igual manera, está Liuba, “la gran enferma”, que permanece atrapada en Francia y terminará sus días en una clínica psiquiátrica de Aix-en-Provence con el alma destrozada.

Imperdibles se antojan las conversaciones sobre las culturas indígenas de América con el entonces desconocido antropólogo Claude Lévi-Strauss, y con André Breton, el papa del surrealismo. La parte mexicana es la más larga y tal vez la más suculenta del libro. Contra todo oportunismo, Serge disecciona la izquierda estalinista de Vicente Lombardo Toledano y David Alfaro Siqueiros. La visita a la cárcel de Lecumberri, donde encuentra a Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, es aterradora.

En el campo opuesto, se yergue un manípulo de militantes antitotalitarios que mantienen su protesta contra todo despotismo y no consienten en denunciar ciertos campos de concentración para silenciar otros. Poderosa la silueta de Otto Rühle, el marxista libertario, antiguo adversario de los bolcheviques que hace las paces con Trotsky y lo defiende en el contraproceso de Coyoacán. Serge establece con él y su esposa Alicia Gerstel -psicóloga, educadora, pionera del feminismo- una relación de complicidad y cercanía espiritual que sólo interrumpe la muerte de ambos (Rühle fallece e, incapaz de seguir viviendo, Alicia se suicida un mismo día de marzo de 1943).

El escritor es también un gran paisajista y, poseído por una curiosidad insaciable, se lanza al descubrimiento de México. Lo recorre como puede: en tren, en autobús, en auto y a pie observando y registrando todo con la mirada desprendida del etnólogo, pero también con empatía, especialmente hacia el indio, a quien compara con el mujik, el campesino ruso.

Las ruinas de Tula, un día de muertos, una cantina de Cuernavaca, Amecameca, un burdel de la ciudad de México… Destaca la descripción del recién nacido volcán Paricutín, a donde Serge acude, intrigado por el cataclismo telúrico; él, que es un experto de cataclismos humanos. Entre la lava incandescente, encuentra al Dr. Atl, el pintor de volcanes, antaño anarquista, ahora antisemita y simpatizante nazi, a quien describe como un aventurero del Renacimiento italiano.

Los Diarios evidencian también las múltiples dificultades que enfrentan Serge y sus amigos: el aislamiento, la falta de trabajo, la pobreza extrema, el doble exilio. Otto Rühle, uno de los grandes marxistas del Siglo XX, sobrevivía vendiendo las postales que él mismo pintaba. Y es que, en plena guerra mundial, cuando México es aliado de la URSS y la izquierda está fagocitada por el mito soviético, ellos reman a contracorriente, son ardientes libertarios, convencidos de la necesidad de repensar la naturaleza misma de ese “socialismo” que asesina a sus mejores hijos.

Página tras página, emerge entonces otra historia de México, “una historia de la que fuimos exiliados”, según la acertada expresión de Rafael Mondragón. Cronista de una época de duelos y desastres, en 1942, Serge esquiva un intento de asesinato y, todavía vigoroso, aunque probado por las adversidades, muere en noviembre de 1947, en un taxi. No ha cumplido los 57 años. Ataque cardiaco, reza el reporte médico, pero su hijo Vlady siempre pensó que fue envenenado por agentes de Stalin.

En la época de la “conciencia oscura” (y la nuestra, ¿cómo llamarla?), he aquí los diarios de un hombre “eternamente dislocado” (David Huerta), gozoso escultor de una vida plena, trágica, que no cede lugar al pesimismo ni a la derrota.

 

Entrevista a Rafael Miranda Redondo por Jean-Pierre Duteuil. México y la cuestión de la autonomía (ESPACIOS LIBRES)

Organisation Comuniste Libertaire. Courant alternatif, No 272. Verano 2017. Mensuel anarchiste-comuniste. Reims, France (1)

La discusión con Rafael Miranda que publicamos a continuación aporta una mirada suplementaria sobre la situación política y social mexicana, mas particularmente en Chiapas. Nos encontramos con Rafael en San Cristóbal de las Casas desde donde anima la Cátedra Interinstitucional Cornelius Castoriadis (CICC) (2) en torno a las cuestiones de la autonomía y de su puesta en práctica por los movimientos sociales.

Jean-Pierre Duteuil  ¿Cuál es el estado de las cosas con el movimiento zapatista, las comunidades indígenas, el movimiento cultural…? ¿Cuál es su relación de fuerza con el poder?

Rafael Miranda Redondo. Lo que ocurrió en los últimos 20 años en Chiapas tiene una relación con el trabajo que había sido hecho durante varios decenios por la teología de la liberación. Los zapatistas son en su origen una estructura militar bastante formal, estricta y rígida. Cuando llegaron a Chiapas desde 1980 (las Fuerzas de Liberación Nacional llegan a Chiapas en 1979, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional fue creado el 17 de noviembre de 1983 en la Selva Lacandona) entraron en contacto con todas las comunidades indígenas que estaban mas o menos ligadas a la teología de la liberación e hicieron uso del trabajo que había sido hecho anteriormente. El movimiento zapatista tenía al inicio un perfil bastante tradicional por su mezcle de foquismo (teoría revolucionaria inspirada del Che Guevara que consistía en la creación de múltiples núcleos de guerrilla) latino americano y de marxismo., pero enseguida tuvo una evolución en contacto con las comunidades rurales indígenas, tzotziles, tzeltales, tojolabales, choles y mames -de la familia lingüística maya- principalmente y también de zoques vinculadas con la diócesis de San Cristóbal.

Enseguida tuvieron lugar los eventos de 1994 con la toma de San Cristóbal y de Ocosingo por el EZLN. Esas ciudades de Chiapas fueron tomadas de manera simbólica de hecho, visto que el EZLN no tenia verdadera capacidad militar, lo que si permitió a los zapatistas aparecer en los medios. En el curso de algunos años ellos han logrado, gracias a ese trabajo, introducir en la agenda política internacional los derechos humanos de los pueblos indios, lo que es evidentemente muy positivo…

Pero una parte de su proyecto quedó un poco en el rezago: la parte de crear un mundo diferente una sociedad alternativa. Los militares retomaron rápidamente las ciudades ocupadas y lograron una presencia en todo el territorio del Estado de Chiapas. Fue entonces cuando los zapatistas se replegaron en el trabajo por hacer al interior de las comunidades –construir sistemas de salud y de educación alternativos…rechazaron todos los proyectos que provenían de los gobiernos local y federal, con el fin de evitar hacer alianzas con esos poderes.

Una cooperación internacional entró en juego, con un numero importante de grupos solidarios quienes se pusieron como meta crear redes para reforzar el movimiento. Se crearon estructuras alternativas de salud que funcionaban con voluntarios venidos del exterior mismos que en ocasiones permanecían en esas funciones por muchos años.

Personalmente, por ejemplo, participé a la puesta en operación de pequeñas granjas para producir lombrices de composta y apoyando así el proyecto de las mujeres para producir café cultivado orgánicamente.

Las comunidades indígenas de Chiapas, no obstante estuvieron ligadas por décadas a la teología de la liberación, no hacían realmente política en el sentido de buscar una vida alternativa. Para ellas se trataba mas bien de mantener una cultura tradicional mezclada con los valores católicos. No había entonces en su historia una gran tradición política. Pero con los zapatistas se abrió un espacio de discusión en el cual tiene lugar una socialización de los debates y es a partir de aquí que se desarrollo una cultura política en sentido mas tradicional. Cosa que también introdujo algunos problemas. Por un lado ese proceso introdujo una estructura jerárquica al interior de la cual están aquellos que saben hablar en público, que señalan mas o menos lo que hay que hacer, mientras que los demás asumen, es una vieja historia. Por otro lado los primeros zapatistas, los que vinieron de otras regiones del país, no eran para nada católicos, podemos incluso decir que son o por lo menos eran ateos mientras que la gran mayoría de las bases zapatistas son decidida y fuertemente católicas…cosa que trae consigo evidentemente problemas de diverso tipo, en particular en lo que se refiere al rol de las mujeres.

En función de la ausencia de una verdadera cultura política en las comunidades indígenas, los programas que el gobierno continuó ofreciendo trajeron consigo fuertes divisiones: hubo, por un lado, comunidades que perduraron siendo muy militantes y con los zapatistas; por otro lado algunas comunidades empezaron, o continuaron según el caso, haciendo alianzas con el gobierno para beneficiarse de las ayudas sociales…Pero a pesar de ello, incluso con esos acuerdos, el poder federal, hasta el día de hoy, no puede intervenir directamente en la “zona autónoma zapatista” ( que comprende algunas poblaciones en las montañas y la selva); lo que ocurre en Chiapas hasta el día de hoy tiene un parecer con lo que algunos han llamado guerra de baja intensidad: el ejercito está presente, pero las comunidades pueden tomar decisiones y emprender acciones sin que el ejercito intervenga; es solamente cuando ellas quieren moverse que los problemas emergen.

JPD: Muy al principio del surgimiento zapatista ¿hubo una participación de la gente de las comunidades indígenas en las operaciones militares o es que estas solo fueron desarrolladas por personas del exterior?

RMR: Los zapatistas llegaron del norte del país a Chiapas provenían de una tradición allegada al maoísmo. Algunos miembros de las comunidades indígenas que a su vez se reconocían de esta ultima tradición y que también profesaban la teología de la liberación pudieron participar desde el principio de la rebelión adhiriendo al zapatismo. En la toma de San Cristóbal su primer discurso difundido por la radio era un poco inquietante: todo el mal venía del exterior, eran los extranjeros quienes habían traído consigo todos los vicios…Algunos lugares comunes que lindaban con el delirio y que hacían pensar un poco a Sendero Luminoso en Perú. Pero todo eso se matizó rápidamente, los zapatistas formaron un grupo de base compuesto por indígenas muy politizados y que representa a varios miles de personas –en torno a las 3000 – que participan de manera muy activa. Además de eso están los simpatizantes que asisten a las manifestaciones y que también se cuentan por varios miles aunque estos no están vinculados de manera orgánica al movimiento. Son estas mis impresiones de lo que he podido extraer de mis conversaciones con quienes son parte del movimiento.

JPD: Decías que el apoyo internacional había frenado un poco al gobierno en su voluntad de intervenir. Pero en la masacre de 45 personas que rezaban en la iglesia de Acteal, en diciembre de 1997, dejó que los paramilitares actuaran sin hacer nada.

RMR: Es una historia un poco confusa, son los paramilitares que actuaron y ellos no estaban necesariamente en vinculo directo con el gobierno federal. Se trataba de un grupo local y todo parece indicar que tenían un conflicto local con la comunidad de las víctimas, no se conoce bien la historia. En todo caso es cierto que el gobierno federal no intervino. De la misma manera como ocurrió en 2014 en Guerrero, con la desaparición de 43 estudiantes en Iguala: entre otros, por acción u omisión, el alcalde de esa población, que es cómplice de los narcos, dejó que estos actuaran. Y los medios de comunicación, entre los cuales solo unos pocos son independientes, también compartieron esa complicidad.

JPD: Los zapatistas van a presentar a una mujer a las elecciones presidenciales de 2018 para relanzar la dinámica…

RMR: Es bastante irónico porque ellos estuvieron siempre en contra de las elecciones, además de que los zapatistas no cuentan con credencial de elector…Entonces ¿por qué han lanzado está idea al aire? Las comunidades indígenas que tradicionalmente estuvieron –y en importante medida siguen estando- ligadas al partido en el poder (3) tienen el habito de votar. Justamente se trata de la política clientelar que hizo que estas comunidades no tuvieran cultura política consistente: desde la revolución mexicana los gobiernos les han dado dinero, dadivas y concesiones lo que ha creado en sus lideres una cultura clientelista.

No olvidemos que las comunidades zapatistas son notoriamente minoritarias en Chiapas. La mayoría de los indígenas votan por el PRI (4) y/o por su apéndice el Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

Esa decisión de presentar una candidata a la elección presidencial es sin duda una especie de provocación para relanzar el debate sobre: ¿qué quiere decir crear una sociedad distinta y de ser crítico respecto a las instituciones? Esa decisión desde donde lo analizo me parece aceptable no obstante ha generado también conflictos internos, a raíz repito de que los zapatistas han siempre vociferado en contra del sistema de representación y por lo tanto resulta contradictorio.

La cuestión consiste también en que en México para el gobierno priista mientras mas gente vote es mejor, siempre con la sospecha, por momentos fundada, de que los resultados son manipulados. En el país hasta las elecciones recientes, el nivel de participación nunca superó el 40%, las abstenciones son masivas lo que corresponde en parte mayoritaria, no es el caso de los zapatistas, a un desinterés por la cosa pública. La gente se interesa en lo que sucede en su entorno inmediato y no piensan en un mundo diferente.

El presidente es elegido por el pueblo y debe en principio tener una mayoría en el parlamento para poder gobernar. Ahora bien el PRI ha gobernado durante ochenta años sin interrupción y la oposición es algo relativamente reciente: durante mucho tiempo existió una izquierda ya sea de tipo ML estalinista por lo tanto marginal, o si no de personas que abandonaron en PRI para crear otras formaciones, como López Obrador que lanzó a MORENA en el 2014.

El colectivo en el que me encuentro trata de luchar contra ese vacío de cultura política en México, en el espacio privado y en el público, creando foros, debates, para trabajar en el sentido de poder pensar en instituciones diferentes –entiendo por institución cuerpos de valores- en espacios que son anteriores a lo propiamente político. La autonomía es justamente lograr construir una relación distinta con la institución -que no es solamente aquella del Estado mexicano y si aquellas que están en el origen de cada persona. Por ejemplo en lo que respecta a la creencia: en México la religión fue impuesta por los españoles que vinieron a colonizar el país; luego vino el sincretismo no obstante es algo que fue impuesto, hay sin duda mucho que hacer en ese campo…Es necesario que las personas se interroguen sobre sus instituciones y eso es complicado.

JPD: ¿Las comunidades indígenas aportan una cuota de personas que participan a la gestión de los Estados federal y local, funcionarios etc.?

RMR: Muy escasamente. En el curso de los años 1950s fue creada en las comunidades la figura del maestro bilingüe. Esos mismos profesores por el contexto en el que estaban se convirtieron en medida importante en caciques, en la medida en que eran los intermediarios entre la comunidad indígena, de la que ellos hablaban la lengua y el Estado. Frecuentemente esos profesores se convirtieron en los empresarios del único y prolífico negocio de alcohol por comunidad.

A menudo desde fuera de México se piensa en las comunidades indígenas como lugares en donde no hay contradicción ni conflicto. En realidad cuando se tiene contacto con una comunidad uno se da cuenta de que hay en su interior muchas contradicciones. La idea angelical de que todos los indígenas son buenos no lleva a ningún lado…

JPD: Conocimos ese tipo de análisis en Francia a propósito de los Kanak (pueblos originarios de Nueva Caledonia, “Colectividad sui generis” dependiente de Francia) sobre todo en los años 1980, en particular sobre la idea de que kanak significa “hombre” y “hombre libre” en hawaiano…

RMR: Si el nombre de una comunidad puede significar “hombres verdaderos” …estamos ahí en otra dimensión: ¿cómo delante de una realidad de este tipo podemos evitar caer en el etnocentrismo, el nacionalismo, el chauvinismo o el angelismo que profesa: nosotros somos los buenos y los otros son los malos?. ¿Cómo hacer avanzar la idea de que una sociedad puede ser capaz de autoconstituirse sin que para hacerlo tenga que negar al otro?

Incluso si encuentro a los zapatistas un poco leninistas (¡no se puede tener todo en la vida!) simpatizo con ellos y reconozco su trabajo: han hecho un esfuerzo importante para evitar las jerarquías. Pero, por ejemplo, respecto a lo que tiene que ver con la situación de la mujer en el interior de las comunidades zapatistas sigue habiendo muchas interrogantes.

JPD: ¿Qué es una comunidad zapatista en relación con una comunidad indígena tradicional?

RMR: Hay en la “zona zapatista” un gobierno autónomo, los caracoles. Es un consejo, la Junta de Buen Gobierno a su vez supervisado por el mando militar (Comité Clandestino Revolucionario Indígena. Comandancia General) , en el que se toman las decisiones importantes que conciernen a la comunidad. No necesariamente todos los miembros de los caracoles pertenecen al EZLN como estructura, ni debemos pensar que, como ocurre con otras estructuras de ese tipo, su existencia significa la democracia. A menudo las decisiones son negociadas con antelación…Hay todo tipo de situaciones pero es mejor estar consciente de ello. Es necesario trabajar a partir de esas experiencias sin simular que es la democracia, que todo está de maravilla etc. Hay siempre los lideres y numerosos factores que reproducen la división entre dirigentes y ejecutantes. Es necesario tratar de entender que todo ello tiene que ver con procesos inconscientes que hacen que, en las comunidades , las personas tienen tendencia a abandonar la posibilidad de tomar ellos mismos las decisiones respecto a sus vidas.

JPD: Porque es complicado, fatigoso para cualquiera estar siempre sobre la pista: hay un deseo de que alguien decida por ti, te sientes un enano frente a los problemas que se presentan…

RMR: Otro ejemplo que muestra que todo no es idílico en Chiapas, como algunos quieren hacernos creer, es la cuestión de la religión. Hubo en las comunidades indígenas, durante decenios luchas enormes por la entrada de religiones nuevas (protestantes, evangélicos variopintos y también musulmanes) lo que les hizo pasar de una dependencia a otra. Una conversión masiva al protestantismo estuvo en el origen de algunas expulsiones: en San Cristóbal todo un barrio (La hormiga) esta compuesto de gente que fue expulsada de las poblaciones vecinas, en particular de San Juan Chamula, debido a su conversión al protestantismo. Eso mismo tiene lugar en el presente de manera mas pacifica, pero en los años 1970s se quemaban las casas de los convertidos. Incluso si podemos explicar –cosa que hacen los marxistas ortodoxos locales inspirados del homo economicus- esas divisiones como ligadas a intereses económicos divergentes, ver más arriba los caciques que manejan el negocio del alcohol, eso no impide que el todo se manifieste por la vía de una fuerte intolerancia…

De nuestra discusión me parece que hay dos cosas interesantes que emergen. Por un lado la que tiene que ver con la autonomía: de qué manera los zapatistas y los movimientos sociales en América Latina en general, tienen dificultades para pensar la autonomía como algo que no solo tiene que ver con la resistencia pero que la trasciende. De otro lado de qué manera relanzar la acción política y social desde otro punto de vista, de qué manera integrarla a la vida de todos los días. En Francia, en Europa tuvo lugar con el Mayo del 68 un esfuerzo por criticar el modo tradicional de entender el militantismo y hacer también la crítica de la vida cotidiana. No se trataba para los militantes de ser revolucionarios solamente cuando salían de casa, ellos debían aplicar en todas las esferas los valores revolucionarios –en los barrios, en la casa, en las fábricas, en la familia etc..

Esto es algo que personalmente he valorado de manera muy positiva de los movimientos sociales en Europa: la critica de la vida cotidiana, los movimientos autónomos en Italia, la Internacional Situacionista…y la manera como Socialisme ou barbarie o Castoriadis abordaron la división entre quien dirige y quien ejecuta, cosa que tiene que ver, justamente, con una militancia no separada de la vida cotidiana.

Desde que empecé a interesarme por el trabajo por la autonomía, tuve siempre deseos de ver, en el contexto de América Latina y de México, un esfuerzo por ir más allá de esta especie de estereotipo de la militancia inspirada del marxismo-leninismo que profesa que “nosotros somos revolucionarios profesionales y no es grave si nos convertimos en burócratas porque de todas formas los fines justifican los medios…

Siempre reflexioné sobre de qué manera lanzar esta crítica, de qué manera luchar no solo frente a aquello que es, aquello que existe, sino de hacerlo también y sobre todo en el sentido de aquello que será. Es en la cultura y la tradición libertaria que ha habido mayor reflexión sobre estos asuntos. Y dese este punto de vista, en particular pensando al contexto de América Latina en particular, hay algunas cosas que no hemos hecho. Debido a que hubo siempre muy poca apertura intelectual respecto a los nuevos movimientos y una fuerte imposición del marxismo-leninismo. Las criticas posmodernas (dichas “decoloniales”) olvidan la critica que ejercen los momentos en el que el “instituyente” ( aquel que perturba al instituido, en los términos de Castoriadis y de René Lourau) (5) , se hace institución y por ese medio deja de ser lo que es.

No es una casualidad que, a un cierto punto, esas personas pudieron ponerse de acuerdo y trabajar juntos aquí estando influenciados ya sea por la teología de la liberación o por el marxismo tradicional. Con algunos compañeros hemos discutido sobre el relanzamiento en América Latina de esos debates en torno a la cultura política y algunos –como Vlady (Serge) o Claudio (Albertani)- han emprendido acciones en esa dirección pero no han llegado hasta las ultimas consecuencias de dicha crítica. La mayor parte de los grupos sigue viviendo el militantismo de manera tradicional. De primer orden es fundamental analizar la manera como la burocracia, incluso cuando ella no está ligada jurídicamente a la propiedad de los medios de producción, puede convertirse en un sector dominante…

Hay entonces dos cuestiones que deben ser discutidas.

De un lado la crítica de la militancia separada de la vida cotidiana: la revolución no es solamente la toma del Palacio de Invierno es también el cambio radical de las significaciones que ordenan la vida cotidiana. No existe verdaderamente esta preocupación en América Latina, en todo caso en lo que yo he podido observar de las prácticas militantes, desde los años 1980s, en Guatemala, en Nicaragua con los sandinistas etc.

Por otro lado está no solamente el fenómeno burocrático sino de la manera como esta cultura política se ha materializado en el mundo de los intelectuales y universitarios “comprometidos”. Los movimientos sociales se expresan a menudo gracias a la intermediación de movimientos intelectuales de izquierda, cosa que ha evolucionado en el sentido de un callejón sin salida. No sé si sucede también en Francia pero aquí hay esta especie de moda, posmoderna, que viene llamada pensamiento “decolonial” con un regreso a lo identitario como si lo identitario pudiera ser algo esencial y fijo…Esa clase de elaboraciones son producto de los medios universitarios, digamos comprometidos, que se han aplicado a trabajar en esa dirección. Hay personas que están ligadas al movimiento zapatista y que reivindican esta historia de decolonización como antes reivindicaban el post-estructuralismo de Foucault o de Lyotard. Seguramente porque no tienen en la mira la transformación radical de la sociedad sino que se apoyan sobre un concepto de ideas totalmente débiles respecto a lo que es el compromiso político. Creo que sobre este tema hay puntos en los que coincidimos…

JPD: Es un punto fundamental e histórico del movimiento anarquista, soldar los fines con los medios…Un elemento muy específico, en Francia, hizo posible que esta cuestión fuera abordada en Mayo de 68: el hecho de que, no obstante el estalinista del PC había sido el prototipo hegemónico del militante revolucionario desde 1917, la crítica al estalinismo siempre fue visible y abanderada por una oposición de izquierda. En especial la oposición trotskista: no obstante tener una cierta similitud con el estalinismo, esa corriente introdujo elementos de crítica al fenómeno burocrático. Hubo desde muy temprano debates ( Victor Serge, Boris Souvarine…) sobre la burocratización pero también sobre la relación entre el presente y el futuro –por lo tanto también sobre la vida cotidiana. Es fácil encontrar un sinnúmero de abordajes, algunos con carácter embrionario, en las oposiciones al estalinismo. Y es evidente que en el movimiento militante, justo antes del 68, para todos los grupos, anarquistas y trotskistas, la cuestión de la adecuación entre aquello que vivíamos y aquello que queríamos se planteaba. Por ejemplo, fue gracias a los militantes de esos grupos (Boris Fraenkel, Jean-Marie Brohm, los estudiantes anarquistas…) que fue relanzado el estudio de Wilhelm Reich. Y es claro que cuando empiezas a abordar ese tipo de problemas, tocas con tu mano la relación de la adecuación entre la vida cotidiana y el proyecto político, la relación entre los fines y los medios. Podemos sumar a todo ello una fuerte tradición anticlerical. Había ya en el espíritu de la época la posibilidad de expresar una inquietud relacionada con la inadecuación entre fines y medios y fue en ruptura frontal con el PCF…Cosa que no necesariamente ocurrió en los países limítrofes; España estaba bajo el yugo fascista; Italia ultracatólica, tenía un PC un poco mas independiente de Moscu cosa que hacía mas complicada una disidencia separatista: en Alemania todas las experiencias nacidas del espartakismo habían sido barridas… Respecto al postmodernismo, coincido con lo que dices, hay realmente un trabajo de fondo que debe hacerse para posicionarse en contra de ese abordaje ideológico.

RMR: Aquí en Chiapas, en particular en el movimiento ligado al zapatismo, está en curso todo un debate con las camaradas feministas, a partir de experiencias muy contrastantes. Los zapatistas han puesto en juego un esfuerzo importante para visibilizar la cuestión de la mujer no obstante no solamente la Iglesia Católica sino que también las costumbres y tradiciones de los grupos indígenas no van precisamente en el sentido de la emancipación.

Es importante tener en cuenta el contexto institucional en todas las experiencias. Estoy cercano a un grupo de mujeres (la Colectiva Cereza) que trabajan en el reclusorio de aquí de San Cristóbal: esas militantes feministas, algunas de origen español, se formaron políticamente en el periodo del post-franquismo…pero antes era el obscurantismo total en España! Es entonces importante tener en cuenta el contexto del que proviene la gente…No es lo mismo cuando se ha crecido en una sociedad en la que los derechos y la sexualidad, la autonomía son mas o menos reconocidos que hacerlo en otra mucho mas tradicional. Hay entonces aquí en Chiapas un enorme trabajo por hacer sobre esas cuestiones, en virtud de que las mujeres de comunidades rurales han crecido al interior de culturas muy tradicionales.

Este examen nos lleva al debate sobre el relativismo. De un lado no podemos aceptar todo, no podemos decir solamente: “Todo esta bien, es su cultura”; y del otro no podemos intervenir de modo casi imperialista en nombre de “lo universal”.

JPD: No podemos intervenir en ese terreno mas que cuando realmente estamos en él –cuando vivimos ahí o somos aceptados totalmente, es decir en una relación que tiende a ser igualitaria. Lo que realmente cuenta es la relación que se tiene con la comunidad. Se puede ser relativista pero se debe evitar ser hyper-relativista. ..La frontera nunca está perfectamente delimitada. Lo importante es realmente que la cuestión este siempre presente y en el núcleo de la relación y no de buscar siempre definir la línea que delimita.

RMR: La relatividad del relativismo, eso me recuerda un debate de Castoriadis con el MAUSS (6) (Mouvement anti-utilitariste dans les sienes sociales. Publica una revista del mismo nombre cuya razón de ser es el rechazo de disociar lo político, lo ético y lo científico criticando el economicismo y el hyper-racionalismo). Claudio (Albertani) también ha incursionado en esta reflexión. Como ha ocurrido con otras muchas personas, él tuvo algunos desencuentros con los zapatistas. Ocurre en particular cuando se trata de trabajar la cuestión de la mujer y de su lugar dentro de las comunidades7. Alguna vez asistí a la Universidad de la Tierra (también llamada Centro Indígena de Formación Integral –Cideci- situado en las montañas en torno a San Cristóbal), invitado por una colega y amiga, Marcos se presentó –con tres horas de retraso respecto a la hora prevista para el evento y sin hacer la mínima alusión al retraso – e hizo algunos comentarios un poco críticos respecto al trabajo llevado a cabo por las militantes feministas en las comunidades: hacía referencia a la complejidad que acabamos de enunciar…

Aquello que nosotros -en el colectivo de trabajo en torno a los escritos y la obra institucional de Castoriadis- tratamos de hacer es entrar en la discusión de esos procesos – por ejemplo con el grupo de trabajo que interviene en el reclusorio y con las mujeres que han logrado su liberación. Castoriadis decía que el trabajo importante no tiene lugar en la esfera de lo propiamente político, sino mas bien en el “Infra-poder”, el lugar en donde las personas envisten de sentido las cosas con el afecto, la representación y la intención inconscientes, por la vía de la transferencia etc. Es en ese campo en el que estoy comprometido, una versión que es recibida de manera variada y por momentos contrastante al interior del área zapatista; por ejemplo todo ello entra en contradicción con las posturas posmodernas que razonan en términos “decoloniales” y para quienes la política en sentido noble es la fuente de los totalitarismos. Ellos sustentan la idea de que las identidades son fijas (por ejemplo en el decolonialismo)- cuando las identidades fijas, esenciales, no existen y esa idea termina creando mas un refugio que una dinámica de cambio social.

JPD: Si miramos bien las luchas, nos damos cuenta de que todas ellas han construido una identidad, un sentimiento de pertenencia…pero que son diferentes de lo institucional y sobre todo que están continuamente en evolución. El movimiento obrero europeo constituyó lo que llamamos una “cultura obrera” que no era institucional. Lo que es necesario ver enseguida, son las vías de reproducción de la dominación…

RMR: Cuando el instituyente se convierte en institución…

JPD: El posmodernismo toca todos los aspectos de la realidad social, no solo lo “colonial”. En lugar de buscar el “Infra-poder” como Castoriadis, ese aspira a fragmentarlo, y entonces finalmente a no verlo, sino a multiplicarlo por una explosión de macropoderes…y por lo tanto a crear otros. Se trata de una visión pixelizada de la realidad social que oculta una visión de conjunto y la separación de los colores. Eso conduce a relaciones de culpabilización porque no nos encontramos en la “buena caja”. Eso divide la extrema izquierda. Eso borra de hecho la realidad del colonialismo para conducirlo a una cuestión de raza, de sexo o de color de piel que divide.

La identidad es también algo que se escoge privilegiando lo adquirido ante lo innato. Es una elección de lucha, una voluntad de construir un mundo otro…gracias a la lucha, pero también gracias a la fiesta y a la no-esencialización de las pertenencias etc. Todo ello tiene consecuencias para la manera de vivir en general –las mujeres, los hombres, las relaciones de producción, el trabajo, la lengua etc.

RMR: Muchos zapatistas apuestan a la resistencia al Estado. Hay que hacerlo, pero también ir mas allá y comenzar a construir el mundo que va a estar en lugar de este Estado que no queremos. Esos debates hay que plantearlos en América latina visto que ellos no han sido considerados verdaderamente: pasamos del marxismo- leninismo al pensamiento posmoderno.

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Notas

(1) Titulo en francés, fuente original: Mexique: autour des communautés indiennes et zapatistas

(2) https://www.youtube.com/channel/UCEkrfuOrUA24PNeGRZfRKAA
http://vimeo.com/channels/formacionenalteridad
http://www.agorainternational.org/cicc.pdf

(3) La entrevista tuvo lugar en 2017 cuando todavía el presidente era un miembro del Partido Revolucionario Institucional –PRI- que estuvo en el poder, salvo un corto periodo de alternancia con el Partido de Acción Nacional –PAN- , durante 90 años)

(4) O al menos así fue durante las décadas anteriores a la reciente victoria en Julio de 2018 del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).

(5) cf. Cornelius Castoriadis: Imaginnaire radical, societé instituante et societé institué en L’inatitution imaginnaire de la Societé o René Lourau L’instituant contre l’institué.

(6) Gracias al esfuerzo coordinado por Juan Manuel Vera este debate fue publicado en castellano por Trotta en 2007.

(7) De particular interés es el texto de Cippi Martinelli, medico responsable del Caracol de Oventic, durante 20 años: Eternamente Straniero, publicado en 2018 por BFS edizioni y que estará disponible en breve en castellano.