La muerte de Largo Caballero ( Ignacio Iglesias, 1946)

Artículo publicado en La Batalla, nº 13, 5 de abril de 1946

Largo Caballero ya no existe. Su fuerte y sana complexión no pudo resistir las vicisitudes y sufrimientos de estos años últimos. Una cruel enfermedad contraída en los campos de concentración hitlerianos produjo este final luctuoso frustrando así las esperanzas que con fervor anidábamos los que aún esperábamos verle ocupar su puesto en esta lucha común contra el régimen franquista.

Con él desaparece uno de los más destacados elementos dirigentes del movimiento obrero español. Figura primera en la UGT y en el PSOE, al frente de los cuales estuvo durante muchos años, puede decirse que su intensa actividad política y sindical se confunde con la de ambas organizaciones. Sobre todo á partir de 1917, el nombre de Largo Caballero aparece íntimamente ligado al del PSOE. y en particular al de la UGT.

En representación de sus organizaciones ocupó los más altos cargos, especialmente con la República. Y siempre supo mantener una conducta honesta y simple, de acuerdo con sus orígenes y su clase. Es este ejemplo de honradez lo que ha hecho que, por encima de toda diferenciación de partido u organización, Largo Caballero recogiera la simpatía y adhesión personal de la casi totalidad de los trabajadores de España.

Nosotros, a pesar de las diferencias que nos distanciaban a veces -por algo nos encontrábamos en dos organizaciones distintas- jamás dejamos de reconocer su honestidad, tan preciosa en estos tiempos de degeneración y venalidad. Y nunca olvidaremos, amén de los servicios que en su larga carrera de militante prestó a la clase trabajadora, su postura digna cuando la crisis ministerial de mayo de 1937 y durante la represión contra nuestro Partido.

En aquel entonces, resistió personalmente a la presión estalinista y se negó rotundamente a hacer de Noske. Los interesados en machacarnos política y físicamente lo zancadillearon alevosamente, hasta obligarle a dimitir de la Presidencia del Gobierno, para colocar en su lugar a un hombre de paja dispuesto a todo con tal de hallar halago a su vanidad: el doctor Negrín.

Largo Caballero se vio perseguido y calumniado no solo por la reacción, sino asimismo por los que decían luchar por la causa de los trabajadores. Y después de haberle desplazado del Gobierno aprovechando del aparato policíaco y militar le apartaron de la dirección del PSOE y de la UGT. Cuando quiso dirigirse públicamente a los trabajadores españoles su voz fue prohibida.

Es muy posible, casi seguro, que los calumniadores de siempre, los que hasta aún ayer lo denigraron implacablemente por lo que en él había de sano e incorruptible, por negarle a ser instrumento ciego y propiciatorio suyo, le cubran hoy de incienso. Y necrologías dulzonas e insinceras cubrirán las páginas de sus periódicos. Pero lo que fue y representó Largo Caballero no lo podrán tergiversar.

Comprendemos el dolor que en estos momentos embarga el corazón de todos los que fueron sus correligionarios. Y lo compartimos sin reserva alguna, conscientes de lo que su pérdida significa. Por eso el POUM inclina respetuosamente sus banderas ante el cadáver de Largo Caballero.

Sobre el autor: Iglesias, Ignacio

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