André Léo: del socialismo utópico a la Comuna de París (Ana Muiña, 2021)

Texto publicado en la revista Trasversales nº 55, junio 2021. Ana Muiña es la autora del libro Del socialismo utópico a la Comuna de París, publicado por La linterna sorda.

André Léo (Victoire Léodile Béra, 1824-1900) es una de las grandes escritoras del siglo XIX, en todas sus obras hay aportaciones considerables, novedosas y vigentes. En la Asociación Internacional de Trabajadores (Primera Internacional) la consideraban «uno de los primeros escritores socialistas de Francia», según queda registrado por «los ciudadanos redactores» de ‘L’Égalité’, el diario alentado por Bakunin en Ginebra, al presentarla como colaboradora, en febrero de 1869.

Su relevancia es comparable, o incluso más sobresaliente, a George Sand en el plano literario, tanto por la cantidad y la calidad de sus novelas y relatos (cerca de una treintena) que le dieron gran notoriedad en su época, como por la fuerza y el lirismo con los que expresa la originalidad de su pensamiento, plasmado en ensayos teóricos de envergadura. Destaca el último que publicó antes de fallecer: ‘¡Cortemos el cable!’ (1899), una crítica brillante al pensamiento religioso y un llamamiento a la emancipación individual y colectiva, que ha permanecido inédito en castellano hasta hoy, traducido con esmero por Luis M. Sáenz, un conocedor de esta pionera, como lo refleja en su texto «André Léo siempre decía lo que pensaba». Las teorías que fue argumentando en sus escritos tuvieron un fuerte impacto en su época, sobre todo las relativas a «la revolución sin la mujer». «Una vez más, las mujeres no tienen nada que ganar en el futuro inmediato de esta revolución, porque el objetivo actual es la emancipación de los hombres y no de las mujeres», escribía André Léo, desalentada pero firme, en plena Comuna de París, el 8 de mayo de 1871, en el periódico que cofundó ‘La Sociale’. Estas reflexiones se retomaron con vigor un siglo después, con el movimiento de liberación de las mujeres del Mayo del 68 francés, cuando miles de jóvenes, que de seguro no la conocían (Simone de Beauvoir ni la cita en sus obras), inundaban las calles sentenciando que «la revolución no se hará sin las mujeres».

Escritora, novelista, ensayista, militante, André Léo fue, sobre todo, periodista. Aunque para ella, todas estas formas de acción eran inseparables. Fundó periódicos y escribió unos 150 artículos con un estilo directo y conciso, esforzándose por hacerse entender. Los primeros, que sepamos, datan de 1850.

Figura política incómoda, crítica, castigada con el olvido por su franqueza, Léo, como tantas otras mujeres que iniciaron las propuestas más radicales del XIX y que, además, se resisten a ser fácilmente etiquetadas, cuesta «redescubrirla» en todo su itinerario vital, literario e insurreccional. Nuestras pioneras se han ido perdiendo en la espumadera de la Historia. A estas alturas, nos seguimos preguntando ¿dónde están las mujeres que participaron en las comunidades socialistas utópicas? ¿Y en las revoluciones de 1848? ¿Por qué las comuneras parisinas, que tanto aportaron a esa experiencia autogestionaria, han quedado marginadas como simples «pétroleuses» (petroleras o incendiarias)?

Aproximarnos a esclarecer algo más estos interrogantes, con investigaciones nuevas, tanto de contenido como de imágenes, es lo que ha motivado la reciente edición y publicación del libro ‘André Léo. Del socialismo utópico a la Comuna de París’ (La linterna sorda, en su colección ‘Lo que no debe decirse’, dedicada a las figuras pioneras del periodismo de combate). Esta obra recorre los movimientos socialistas utópicos en Francia y las mujeres que los compusieron, pone voz a las revolucionarias francesas de 1830 y 1848 y a sus periódicos, como ‘La Femme Libre’, de 1832; indaga sobre el origen de una nueva palabra que aparece en esa época, el «socialismo», que será puesto en práctica en el falansterio de Boussac. Léo, en su juventud, estuvo vinculada al llamado «socialismo utópico», en torno a una publicación famosa, aunque hoy desconocida, ‘La Revue Sociale’, a la Asociación de Boussac (situada en La Creuse, el centro sur francés) y a su fundador, el filósofo y tipógrafo Pierre Leroux. Esta Comunidad agrícola, tipográfica y artesanal, muy desconocida, tuvo gran importancia por sus propuestas colectivistas y ecológicas. George Sand, Pauline Roland, Franz Liszt, Frédé ric Chopin, Charles Baudelaire, Iván Turguénev, Aleksandr Herzen, Gustav Courbet, Adèle Esquiros… simpatizaron con este ideario.

La escritora, tras años de exilio en Suiza, por su deseo de formar pareja con Grégoire Champseix (1817-1863), editor de la ‘Revue Sociale’ y revolucionario –muy admirado años después por otro pensador de Poitiers, Michel Foucault–, regresa con Grégoire y sus dos hijos gemelos, André y Léo, a Francia a finales de 1860 o 1861. Se instalan en París, en el popular barrio de Batignolles, lugar donde se forma la primera Sección de la Internacional obrera en Francia, de la que Léo, poco después, sería su Secretaria. Traba amistad de por vida con sus vecinos de edificio, la familia de sabios anarquistas Reclus. En esa década de los sesenta tendrá una actividad febril, escribiendo y formando organizaciones de obreras. Participa activamente en la Comuna de París, en 1871. «Cuando las jóvenes, las mujeres, las madres luchen junto a sus hijos, sus maridos, sus padres, París no tendrá ya pasión por la libertad tendrá el delirio. Y esos soldados engañados se verán obligados a reconocer que a lo que se enfrentan es… a un pueblo entero», advertiría con razón. Pone en evidencia que esta revolución, roja en sangre y negra en luto, olvidara a las mujeres, a las comuneras. Y para repararlo, en este libro hemos realizado un despliegue gráfico sin precedentes, con grabados, carteles, insignias, fotografías y retratos de las obreras parisinas que animaron la revuelta y combatieron en las barricadas. Podemos apreciar a tra vés de las fotografías y las fichas de las comuneras presas, la valentía y la dignidad de las mujeres del pueblo, mirándonos directamente a los ojos y dándonos ejemplo para no decaer.

Toda la vida de André Léo estuvo girando en ese estado de rebeldía permanente frente a las injusticias sociales, del que hablabasu gran amigo, el sabio y geógrafo EliséeReclus. Todo su impulso personal y político estuvo motivado por la necesidad delcambio social y el cambio de mentalidad. Hemos rescatado una carta inédita suya, meses antes de fallecer, que describe las dos pulsiones vitales de esta mujer inteligente y de gran corazón: el desaliento y la esperanza.

Léo murió sola, olvidada, el 20 de mayo de 1900, hace ahora exactamente 121 años. Hasta el último momento apostó por la Idea colectivista de la Asociación de Boussac y del anarquismo. En su testamento de última voluntad, donaba lo que tenía, una pequeña renta «a favor de la primera comuna de Francia que quisiera ensayar el sistema colectivista, tomando un terreno comunal,trabajado en común con el reparto de sus frutos entre las personas más pobres de  París». Pero su último anhelo también se convirtió en una decepción después de muerta, al no haber «ningún lugar en la ciudad de París que reivindique el beneficio del legado de madame Champseix».
Ella hacía tiempo que lo sabía. En una carta dirigida a su amiga Louise Michel, en prisión, afirmaba que «la humanidad en este momento de crisis parece descender al fango».

Sobre el autor: Muiña, Ana

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