El extraño preso de la celda 14 de Salamanca (Severiano Delgado, 2005)

Heraldo de Aragón, 24-12-2005

Hace ahora 68 años, el 5 de diciembre de 1937, ingresó en la prisión provincial de Salamanca un hombre alto y serio, de 41 años, identificado como Máximo Uriarte Ortega, de Portugalete, de profesión traductor. Venía como detenido gubernativo a disposición del cuartel general del Generalísimo, y con la instrucción verbal de quedar sometido a aislamiento riguroso en su celda, de donde no podría salir bajo ningún concepto, ni tampoco recibir visitas de otros presos.
Para habilitar una celda en la que Máximo estuviera solo. fue vaciada la número 14, ocupada hasta entonces por 12 o 13 hombres, como el resto de las del pabellón celular, lo cual causó sensación entre los presos que abarrotaban la prisión provincial. Se corrió la voz de que había ingresado en la cárcel “un pez gordo» pero nadie sabía de quién se trataba.
El tiempo transcurrió, fueron muchas semanas y meses, hasta que, a finales de 1939 al preso Ie fue permitido salir una hora diaria al patio”’chico» de la prisión, siempre solo y a hora distinta que el resto de los presos. No obstante, en la hacinada cárcel era imposible moverse por los pasillos sin que nadie le viera, Y algunos le reconocieron: era el aragonés Joaquín Maurín Juliá secretario general de Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Por alguna misteriosa razón, las iniciales de su partido son las mismas, pero al revés de las de la afiliación que le otorgaron en Salamanca. ¿Cómo había Ilegado hasta la prisión salmantina?
El principal dirigente del POUM había nacido en Bonansa (Huesca) en 1896 y había estudiado Magisterio en la capital oscense donde participó con Ramón Acín, Felipe AIaiz y Francisco Carrasquer en el republicanismo radical y en la CNT.
Tras la Revolución Rusa de 1917, Maurín pasó al comunismo leninista, promoviendo desde dentro de la CNT la adhesión de ésta a la III Internacional y a la Internacional Sindical Rojal. Al fracasar  en el intento, se integró en el Partido Comunista de España (PCE).  Más tarde, promovió una escisión, fruto de la que nació, en 1930. el Bloque Obrero y Campesino, un partido que se declaraba comunista pero que criticaba con dureza el estalinismo.  En 1935, el BOC se fusionó con la Izquierda Comunista de España dirigida por Andreu Nin, la única organización realmente trotskista entonces existente. dando lugar al POUM. Tanto en el BOC como en eI POUM Joaquín Maurín fue elegido sin discusión secretario general. Cuando estalló la guerra el 18 de julio de 1936, Maurín se encontraba en Santiago de Compostela asistiendo al primer congreso del POUM gallego.. Cuando Ilegaron las noticias del golpe militar contra la República, abandonó la ciudad y se refugió en un hotel en La Coruña, con el nombre de Joaquín Julió Ferrer.
Desde allí, pudo ponerse en contacto por carta con su esposa Jeanne, francesa que se encontraba pasando el verano con su familia en París en compañía del hijo de ambos, Mario. Jeanne tenía muy buenos contactos con el Gobierno francés debido a que su hermano Boris Souvarine era entonces alto dirigente del Partido Socialista francés y amigo del presidente Léon Blum.

A las puertas del pelotón

El Gobierno francés envió por correo a su consulado de La Coruña la autorización de repatriación al Francia de Maurín en tanto que esposo de una ciudadana francesa, pero el documento llegó cuando Maurín ya había salido de la ciudad gallega. El 31 de agosto, con la idea de llegar hasta Zaragoza por tren. Antes de salir mandó a Jeanne una postal de despedida escrita en tales términos que ésta dio por descontado que su marido estaba a las puertas del pelotón de fusilamiento, informando de ello a la dirección del POUM.
A los pocos días, la noticia de la muerte de Maurín se extendió por toda Cataluña  y el resto de la zona gubernamental, sucediéndose los homenajes al -según creía todo el mundo- dirigente asesinado. El POUM denominó columna Maurín a su milicia en el frente de Huesca v nombró a Andreu Nin secretario político del partido (no secretario general, cargo que se da por terminado con Maurín).
Mientras tanto, Maurín había logrado llegar a Zaragoza. pero el enrarecido ambiente de la ciudad le llevó a tomar el camino de Jaca con el  ánimo de pasar a Francia o a  la zona republicana si las circunstancias lo permitieran. pero fue detenido en Panticosa y trasladado a Jaca. Mantenía la documentación a nombre de Joaquín Julió Ferrer y dijo ser un traductor profesional residente en Barcelona al que las hostilidades bélicas le habían pillado de turismo por el Pirineo. Era el 8 de septiembre de 1936.
Oculto bajo su nueva personalidad, pasó en la cárcel de Jaca doce meses, hasta finales de agosto de 1937. Durante ese tiempo, fue testigo de una treintena de sacas de presos, en las que fueron asesinadas alrededor de 250 personas.
Uno de los reclusos, el albañil Vicente Constante Arán, de Navasa, reconoció a Maurín por haber hecho con él el servicio militar pero no lo delató en ningún momento ni siquiera cuando fue incluido en la saca del 17 de septiembre de 1936 junto con otros ocho hombres.
A comienzos de septiembre de 1937 fue puesto en libertad como otros presos por falta de motivos para mantenerlo detenido por más tiempo. Tomó el camino de Hechos pero cuando alquiló habitación en la fonda, fue a encontrarse con que el único policía de servicio era uno que lo había detenido en Barcelona años antes en el transcurso de un tiroteo del que Maurín había salido herido en una rodilla. El policía le reconoció al momento, y además la cicatriz en la rodilla no dejaba lugar a dudas. Una vez establecida su verdadera identidad lo trasladó a la comandancia militar de Jaca, dirigida por el capitán Rosi, el cual le autorizó a escribir una postal a su mujer en París. Esa postal le salvó la vida.

Canje de presos

En efecto nada más recibirla, Jeanne Maurín empezó a mover todos los hilos de que disponía para salvar la vida de Joaquín o para que fuera canjeado por alguna personalidad nacionalista presa en la zona republicana. Jeanne logró entrar en contacto con mosén Ramón Iglesias Navarri, primo de Maurín y comandante-jefe de los capellanes castrenses del Ejército de Franco. Tan pronto mosén Iglesias supo que su primo estaba detenido en Zaragoza. viajó a la capital aragonesa. En el transcurso de las conversaciones entre las autoridades militares con mando en plaza y el coronel capellán, se acordó que una buena salida sería poner a Maurín a disposición del cuartel general de Franco, en Salamanca, para que él decidiera. Mosén Iglesias partió hacia Salamanca donde habló con el diputado zaragozano de la CEDA Ramón Serrano Súñer, cuñado del general Franco, para pedirle que le ayudara a salvar la vida de su primo. El fruto de aquellas conversaciones entre Serrano Súñer y mosén Iglesias Navarri fue que Maurín saliera de Zaragoza y el 5 de diciembre de 1937 ingresara en la prisión provincial con la personalidad de Máximo Uriarte Ortega, de Portugalete.

Primer alivio

Uno de los funcionarios, de ocultas convicciones republicanas fue el primer alivio de Maurín: al cabo de algún tiempo empezó a dejarle salir un rato por la noche, cuando todos los presos estaban encerrados. Aquí, Maurín dio de nuevo muestras de su enorme cultura y sus grandes dotes de conferenciante, hablando a los funcionarios sobre literatura, geografía, historia, y tantos otras temas que conocía de sus años como profesor en el Liceo Escolar de Lérida.
Cuando ingresó en prisión, el doctor Filiberto Villalobos reconoció enseguida a Maurín, pues lo había tratado en el Congreso, pero mantuvo el secreto de la identidad de «Máximo». Villalobos hablaba mucho de su íntimo amigo Miguel de Unamuno. fruto de aquellas charlas, Joaquín se puso a escribir un ensayo sobre el filósofo bilbaíno.
Para mantener el equilibrio mental, Maurín se pasaba el día leyendo y escribiendo. Se leyó todos los libros que pudo de la biblioteca carcelaria, y cuando terminó el ensayo sobre Unamuno (titulado «Unamuno o la paradoja: Don Quijote en el siglo XX»), comenzó una serie de cuentos infantiles, pensando sobre todo en su hijo Mario, pero que pronto desembocaron en una rememoración de su propia infancia en Bonansa, en recuerdos de su vida familiar con Jeanne y Mario, fantasías basadas en ilusiones, y tantas cosas que puede escribir un hombre durante tanto tiempo solo en una celda sin saber si al día siguiente van a venir a por él para fusilarlo.
La aparición del jefe del POUM salmantino, Manuel Sánchez, en la cárcel en marzo de 1941 hizo mucho bien a Maurín, quien desde la liberación de Filiberto ViIlalobos no tenía a nadie de confianza con quien conversar. Seguían las charlas nocturnas, de vez en cuando con los funcionarios en el centro de vigilancia, y las conversaciones esporádicas con algunos presos, pero Maurín realmente tenía necesidad de contarle a alguien que él no se había vendido al fascismo,  que él no había hecho nada para salvar la vida, que su situación era fruto de la casualidad y la única persona a la que se podía confiar era Manuel Sánchez su compañero de partido, con el que forjó una estrecha amistad que duró hasta la muerte de Maurín.
Mientras, seguía escribiendo incansable. Retomó una narración iniciada en Jaca sobre los misterios del museo del Prado, añadiéndole nuevos capítulos, e inició una especie de autobiografía novelada, con mucha ficción, que continuaría redactando en las diferentes prisiones por las que pasó. Esas narraciones constituyen su obra de ficción más voluminosa titulada ‘Algol».

A disposición de la Justicia

En 1941, Ramón Serrano Súñer ya no estaba al frente del Ministerio de la Gobernación, ocupando el cargo el general Valentín Galarza, antifalangista, el cual sustituyó a los hombres de Serrano por otros de su confianza. Se acabó la situación «privilegiada» de la que disfrutaba el aragonés. El general Galarza, naturalmente, no sabía nada de Máximo Uriarte Ortega, de Portugalete ni tenía idea de qué pintaba a aquellas alturas el secretario general del POUM en la prisión salmantina.. Por tanto el 10 de octubre de 1941 dispuso que “Joaquín Maurín Juliá o Maurín Ferrer» debía ser puesto a disposición de la Justicia militar.
Y así, en efecto, el 5 de mayo de 1942 Maurín fue trasladado a la prisión de Barcelona, tras haber permanecido en la prisión de Salamanca cuatro años, cinco meses y tres días.
Una vez en Barcelona, Maurín fue condenado en agosto de 1944 a 30 años de cárcel. Por aquel entonces su posición política ya era radicalmente anticomunista. En octubre de 1946 contando ya 50 años de edad fue puesto en libertad condicional. En julio de 1947 consiguió el pasaporte y se instaló en Nueva York con Jeanne y Mario. Allí, para ganarse la vida organizó una agencia literaria, la American Literary Agency, y en 1961 consiguió la nacionalidad estadounidense. Murió en Nueva York en 1973.

 

  Edición digital de la Fundación Andreu Nin, enero 2007

Sobre el autor: Delgado, Severiano

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