Algunos elementos para sacar lecciones del legado del POUM (Alfons Bech)

Intervención de Alfons Bech en el debate sobre el legado del POUM para nuestros días. Agullana de la Frontera, 4 de febrero de 2012 .

 

La primera cuestión que debemos ver es la diferente situación que existe hoy en España y el mundo, respecto a la de los años 30.

En el proceso de revolución española que comienza con la caída de la monarquía, hay una situación en Europa donde la crisis del sistema capitalista se debate entre las salidas extremas de la lucha de clases: o la revolución obrera, o el fascismo y aplastamiento de las organizaciones sindicales y políticas de la clase trabajadora.

Hoy estamos en una fase de crisis sistémica del capitalismo, que tiende a profundizarse y que en Europa conduce a un enconamiento de las fuerzas principales, burguesía y clase trabajadora. Este enconamiento se sitúa en la perspectiva de un choque, de un cambio relativamente brutal, importante, de la relación de fuerzas que resultó después la segunda guerra mundial y de las conquistas obreras y de libertades de los años de crecimiento económico, lo que se ha llamado «estado de bienestar». En el corto plazo la crisis está siendo pagada por la gente trabajadora. O se da un cambio en la relación de fuerzas que, a través de importantes acciones masivas y generales, imponga a España y en Europa que la crisis sea pagada por los más ricos, empezando por la banca, o bien hay un retroceso de carácter histórico en condiciones materiales y laborales, y los derechos y libertades.

Dentro de esta situación quien lleva la iniciativa pues, es la burguesía. La clase trabajadora se encuentra disuelta como clase política. Después de retroceder en sus luchas y su organización en el período de globalización que va desde los 80 hasta hoy, estamos en una situación defensiva. La gente trabajadora actúa en política dentro de frentes interclasistas, en determinados momentos muy amplios, como se vio en las manifestaciones contra la guerra en Irak, o por el derecho de Cataluña a decidir. También en las luchas contra los recortes a los servicios públicos esenciales y a la democracia, necesita la suma de movimientos más amplios y de carácter popular, como el 15M, o asociaciones de tipo vecinales y de usuarios, o de las mujeres que luchan por sus derechos, empezando por el de a igual trabajo igual salario (1).

Por lo tanto podemos decir que la lucha actual en España se parece más al período de ascenso de la reacción, de preparación del bienio negro, que de ascenso del movimiento. En España, en Cataluña, en las principales autonomías (con la positiva excepción del País Vasco), en las principales ciudades, gana la derecha. Ligado a las derrotas electorales se hunde la mayor fuerza de la izquierda reformista, el PSC y el PSOE. Pero aún así sigue siendo la fuerza más implantada entre la clase trabajadora por parte de las izquierdas. Izquierda Unida y las coaliciones con las que forman grupo parlamentario, han subido y recogido una pequeña parte del descontento del gobierno Zapatero, pero no representan todavía una alternativa por si solas ni, sobre todo, tienen una gran incidencia entre la clase obrera. Mucho menos aún las otras fuerzas anticapitalistas que están fuera de los parlamentos.

El primer elemento de reflexión para sacar conclusiones sobre la lucha que el POUM llevó en aquellos años podría ser la de la unidad de las filas obreras, como se vio con la Alianza Obrera de los años 33 y 34. Es decir, ante el ascenso de la derecha, ¿cómo organizar un frente único obrero que haga frente a los problemas más urgentes e inmediatos como hoy son luchar contra el paro, contra los recortes de los servicios públicos, los sueldos, los derechos ciudadanos y democráticos? Como decía Nin: «Proponiendo honradamente el frente único con fines precisos y concretos».

Un frente único obrero que debería convencer y movilizar desde los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT, a los minoritarios, a la coalición ICV-EUiA, IU, a Bildu y Amaiur, y también a amplios sectores socialistas descontentos con el papel jugado por el gobierno Zapatero en su último tiempo. Crear organismos unitarios en empresas y barrios, Ateneos, cooperativas, espacios abiertos, donde fusionar a través la acción y creación, la potencialidad de la juventud profesional, de la gente trabajadora que tiene mentalidad socialdemócrata y que aún quiere reformar el sistema capitalista, con la gente que quiere ir más allá, porque ya está convencida de que es necesario otro sistema.

Es decir, hoy en día necesitamos construir los puentes necesarios, una especie de alianza entre gente revolucionaria y otra que quiere reformas, pero reformas de verdad, para luchar juntos y poder vencer los primeros enemigos, la burguesía bancaria, especulativa y monopolista, para hacer que la crisis la paguen los más ricos. Una alianza donde la izquierda consecuente, marxista, empieza de muy bajo y necesita aun que se hagan muchas experiencias para ir convenciendo y determinando, sin imposiciones.

La creación de este tipo de alianzas es una tarea que excede la responsabilidad de las pequeñísimas fuerzas de los revolucionarios socialistas. Pero si la izquierda que se considera revolucionaria no sirve para este objetivo inmediato, entonces no es una izquierda útil. Y seguirá siendo marginal (2).

¿Y la lucha contra el reformismo? se preguntarán algunos. Hoy la lucha contra el reformismo tiene un nombre: lucha contra el social-liberalismo. Y desenmascarar su papel sólo lo podemos hacer en la lucha contra la derecha burguesa, contra sus representantes políticos: el PP, CiU, PNV. Luchando contra los gobiernos de derechas luchamos también contra la colaboración que hace el social-liberalismo ayudando a la estabilidad de los gobiernos de derechas. El POUM tenía mucho cuidado en atraer a los obreros socialistas y anarquistas, por encima de las ideologías. La lucha contra las alas conservadoras y pro-burguesas dentro del movimiento obrero sólo se puede dar y vencer en el marco de reunir fuerzas para conseguir victorias contra la derecha (3).

En realidad ningún revolucionario o anticapitalista deberíamos hacer ascos a la gente que sinceramente quieren este tipo de reformas. Es sólo una diferencia ideológica. Importante pero que puede cambiar, y lo hará, si nosotros estamos a su lado en los momentos más duros de la crisis. El 90 ó 95% de la gente trabajadora, campesina, profesional, del mundo de los artistas y de la cultura, creen de verdad que el sistema capitalista es «el mejor sistema posible». Sólo que ahora ven que ya ha ido demasiado lejos, que el poder del sector de las finanzas debería recortarse, que se deberían poner normas internacionales por parte de los gobiernos elegidos, y que todo ello permitiría «volver a la normalidad».  No se dan cuenta que «la normalidad» del sistema capitalista son las crisis, los choques brutales producidos por la esencia misma del sistema que es la apropiación por una poca gente de toda la riqueza social, que es la explotación máxima de la fuerza de trabajo.

Hoy, que los capitalistas mundializan y crean las condiciones para una explotación realmente global de la mano de obra y los recursos de la naturaleza, la envergadura de la lucha es tan grande que la lucha por reformas parece revolucionaria. Y, en parte, es verdad: la lucha consecuente para arrancar reformas importantes dentro del sistema capitalista, puede representar un debilitamiento del poder de la burguesía y un estímulo para la lucha por el poder de la clase trabajadora en alianza con las clases populares más productivas y democráticas.

Al igual que es verdad, como lo veía el POUM en los años 30, que no podemos ver la lucha en Europa sólo país por país, sino que necesitamos una perspectiva europea y una lucha también europea, unas alianzas europeas, unas reformas europeas y una revolución europea. La confluencia y colaboración entre las fuerzas transformadoras y anticapitalistas europeas, como el Partido de la Izquierda Europea y la Conferencia Anticapitalista Europea, sería un paso adelante que animaría muchos otros actores, como los sindicatos, a preparar acciones conjuntas de la clase trabajadora europea.

La lucha por reformas, sobre todo algunas como el control de los bancos y mercados financieros y por una banca pública, el control de la especulación inmobiliaria y urbanística, el control sobre la deuda pública, sobre las servicios públicos, sobre las cuentas públicas, la exigencia de una democracia real ya …ponen en cuestión la forma concreta de poder del actual régimen salido del pacto de la transición española y que ha reafirmado la derecha más reaccionaria durante los cuarenta años siguientes. Por eso los primeros pasos al salir de la crisis en favor de la gente trabajadora, en reformas radicales democráticas y el derecho de los pueblos catalán y vasco a la autodeterminación, podrían ser los puntos donde concentrarnos hoy en día.

Es así como debemos ir sacando las lecciones de los gobiernos burgueses, social-liberales, como el de Zapatero o el tripartito y de la participación en este último de ICV-EUiA. Como intentaban hacer Andreu Nin y el POUM respecto a su participación en el gobierno de la Generalitat, debemos analizar el carácter de clase de cada gobierno, los objetivos concretos por los que se ha de entrar, o no, en el momento concreto de la historia. La izquierda socialista revolucionaria debemos contribuir a sacar las lecciones para no repetir los errores del pasado y para preparar verdaderos gobiernos de la gente trabajadora y de las izquierdas plurales.

Termino con una frase que decía un revolucionario anarquista, un ferroviario, Buenaventura Durruti. Más o menos decía así: «renunciemos a todo, menos a la victoria». Este es el espíritu que creo que nos debería animar al dar elementos de reflexión y debate sobre la historia del POUM. Aun la clase trabajadora de Catalunya y del estado español no conoce su experiencia ni, por tanto, ha hecho suyas las lecciones que se pueden extraer. Tengamos toda la paciencia para hacer estos debates, abramos los mismos, renunciemos si es necesario a muchas cosas con tal reunir más fuerzas, más partidos, más tendencias ideológicas. Pero no renunciemos a la victoria de la verdad y de sacar unas lecciones que, aunque no vencieron en aquellos momentos, hoy pueden ser muy útiles para las luchas actuales y el futuro.

Notas
(1)    La insurrección del Alto Llobregat fue la última chispa del período ascensional del movimiento obrero revolucionario. Pero ya con anterioridad, una serie de derrotas parciales anunciaron la proximidad del periodo de descenso. Hoy este descenso es innegable. Económicamente, la clase obrera se halla en una situación desastrosa. La crisis de trabajo se acentúa cada día, tomando proporciones aterradoras… Hoy la burguesía es más fuerte, no sólo que durante la primera época de la República, sino aún que en los últimos años de la monarquía. Como consecuencia de ello, a la política prudente de ayer ha seguido el ataque descarado en toda línea… Para ello es necesario…impulsar la tendencia a la unidad de acción que se manifiesta entre los obreros pertenecientes a organizaciones distintas (Ferrol, Cartagena, etc.) proponiendo honradamente el frente único con fines precisos y concretos, mediante el acuerdo directo con las masas o con las organizaciones reformistas si los obreros siguen teniendo confianza en las mismas. A.Nin: La actual etapa de la revolución y la táctica que se impone. Julio de 1932

(2)    Es evidente que en los momentos actuales, las clases explotadas de nuestro país tienen un interés vital en impedir el triunfo de la reacción. Los obreros, sean socialistas, comunistas, sindicalistas, anarquistas, católicos o que no pertenezcan a ningún partido, están todo igualmente interesados en defender sus salarios, sus organizaciones de clase amenazadas por la reacción, la libertad de prensa, de reunión y de coalición….La comunidad de estos intereses dicta imperiosamente la necesidad de la acción común. La fórmula para obtenerla es el frente único; pero el frente único sincero, honrado, que no sea una simple maniobra partidista destinada a servir intereses mezquinos y de capillita. Con los intereses de la clase trabajadora no se puede jugar. A. Nin: Reacción y revolución en España. Enero de 1934.

(3)    Lo que se opone momentáneamente a ello (a la victoria) es la disgregación de nuestras fuerzas, tanto en el terreno sindical como en el político. La existencia de organizaciones distintas no sólo no constituye un peligro, sino que es el resultado natural de la lucha de tendencias inevitables que plantean los problemas estratégicos y tácticos de la revolución. El peligro empieza cuando estas organizaciones se niegan a aunar sus esfuerzos para una acción común sobre la base de un programa aceptable para todos y con fines concretos e inmediatos. A.Nin: Reacción y revolución en España. Enero de 1934.

(4)     La constitución de la Alianza Obrera en Cataluña es uno de los acontecimientos más importantes que se han producido en el movimiento obrero internacional durante esta última década. Después de tantos años de hablar de frente único, hemos conseguido convertirlo en una bella realidad en Catalunya y disipar la atmósfera de desconfianza que se había creado alrededor por la absurda política seguida en este aspecto por el estalinismo.
La trágica experiencia de Italia y Alemania ha infundido a las masas trabajadoras el convencimiento profundo de que sólo la unidad de acción de la clase obrera puede evitarle una hecatombe igual a la que han sufrido sus hermanos de dos países…. ¿Qué que creo que hará el Partido Comunista oficial? Lo que ha hecho en Alemania y que ha conducido a la catástrofe al proletariado de este país: desgañitarse hablando del frente único y sabotear prácticamente su realización práctica. A.Nin: Significado y trascendencia de las Alianzas Obreras (entrevista de Ángel Estivill para el diario Adelante, título de Pelai Pagés). Enero de 1934.

Sobre el autor: Bech, Alfons

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