“Estalinistas y alborotadores”: la campaña contra el POUM (1) ( Pelai Pagés, 2007)

Artículo publicado en el número 93 de Viento Sur , septiembre 2007.

 

Los hechos de mayo de 1937, en plena guerra civil, no representaron sólo un momento fundamental en la evolución de la España republicana. Fueron además, y sobre todo, el pretexto que utilizaron los estalinistas para desencadenar la más intensa represión política contra el POUM. Hoy, después de la apertura de los archivos de Moscú -y a pesar de que haya quienes quieran negar las evidencias- adopta una nueva dimensión la sospecha según la cual los acontecimientos de mayo respondieron a un plan diseñado meticulosamente desde Moscú para poner freno definitivo a la revolución española y, al mismo tiempo, desembarazarse del partido que más molestias e impedimentos representaba para la política que Stalin estaba desarrollando en España. Como intentamos demostrar en este artículo, el POUM se convirtió en una auténtica obsesión para Stalin y para los estalinistas de todos los pelajes. La necesidad de eliminarlo aparece en muchos de los documentos enviados desde España a Moscú antes y después de mayo de 1937. Sólo falta la constatación final y definitiva de que, ciertamente, la provocación de mayo se coció en el Kremlin. Porque a la vista de los resultados finales, hubiese sido la eventualidad más lógica.

Ciertamente, entre los meses de diciembre de 1936 y mayo de 1937 se produjo la campaña sistemática que desarrollaron el Partido Comunista de España y el PSUC en contra del POUM y que, tras los hechos de mayo de 1937, culminó con la persecución del partido de Nin y Maurín y su eliminación de la escena política republicana. La fecha de inicio coincide, no por casualidad, con la exclusión del POUM del gobierno catalán, merced a las presiones ejercidas por el PSUC, el partido de los comunistas catalanes. Ciertamente, a estas alturas de la guerra, existían ya numerosos puntos de desacuerdo y fricción entre el POUM y los estalinistas españoles y catalanes. Sería largo hacer un inventario de todos ellos, pero cabe recordar, ni que sea a vuela pluma, la política de defensa de la revolución que mantuvo el POUM desde el primer momento del estallido de la guerra, en un momento en que, en cambio, los comunistas y el propio Stalin habían apostado ya por el mantenimiento del “orden republicano” en aras a mantener la “unidad antifascista”: la revolución debía supeditarse a las necesidades de la guerra.

El POUM, por otra parte, había surgido en 1935 como una clara alternativa al proceso de degeneración que estaban sufriendo los partidos comunistas y la propia Unión Soviética desde que Stalin se hizo con el control del poder. Su propia existencia, el hecho de que el POUM acogiera en su seno a muchos de los fundadores del comunismo en España, era, pues, una afrenta clara al estalinismo. Además, desde que se inició la guerra, en julio de 1936, el POUM no había renunciado a criticar a la URSS y a Stalin en todo aquello que consideraba criticable: desde su posicionamiento cuando se iniciaron los procesos de Moscú, que acabaron con la vieja guardia bolchevique, la actitud inicial soviética de firmar y cumplir escrupulosamente el Pacto de No Intervención en la guerra de España, el cambio de posición soviética, cuando empezó a enviar armas a la España republicana, que a su vez inició el intervencionismo político de Stalin en España, muchos fueron los elementos que permitieron al POUM ser crítico con la URSS. Por todo ello, muy pronto se habían iniciado también las réplicas por parte de los comunistas, que desde el primer momento rehusaron a llevar a cabo una discusión en el terreno de las estrategias y tácticas políticas que ambos defendían, y cayeron en el insulto, el ataque indiscriminado y la calumnia en la perspectiva de proceder a la eliminación, pura y simple, del disidente. En definitiva, se trataba de aplicar los mismos métodos que se estaban desarrollando en la URSS y desde el primer momento aparecieron las insinuaciones que pretendían relacionar el POUM -y, naturalmente, a los trotskistas- con el fascismo internacional. No es tampoco casual que el día 17 de diciembre de 1936, el mismo día en que se resolvía la crisis del gobierno catalán, con la exclusión definitiva del POUM, el periódico Pravda de Moscú, el órgano del Partido Comunista de la Unión Soviética, publicaba un aserto, que luego el consulado soviético de Barcelona negó en una parte -en la que se refería a los anarquistas- según el cual “en lo que concierne a Cataluña, la eliminación de trotskistas y anarquistas ha comenzado y continuará con la misma energía que en  la URSS”. Era el punto de partida del segundo asalto que los estalinistas planteaban llevar a cabo contra el POUM : la campaña de calumnias, en la que se identificaba al POUM con el fascismo internacional se intensificó desde finales de 1936 y en los primeros meses de 1937, desde todos los ámbitos posibles con el objetivo de eliminar físicamente al partido: Mundo Obrero, Treball, Claridad, Ahora, Frente Rojo…, la totalidad de la prensa controlada por los estalinistas españoles participó activamente en la campaña.

Pero, a pesar de ello, los agentes enviados directamente desde Moscú, para dirigir la campaña contra el POUM, consideraron excesivamente moderada la actitud que tanto el PCE como el PSUC llevaron a cabo contra el POUM. Entre la multitud de informes, cartas, comunicaciones que los diferentes agentes estalinistas que operaban en España enviaron a Moscú, sorprenden aquellos que se referían al POUM, sobre todo por la importancia que Moscú concedió a la lucha contra este partido y contra los “trotskistas”. En una primera etapa -justamente la que lleva de diciembre de 1936, inicio de la campaña de calumnias, hasta los hechos de mayo de 1937- la obsesión de los agentes soviéticos pasaba por destacar los peligros que implicaba no desarrollar con contundencia un ataque sistemático contra el POUM que le apartase tanto de los cargos de responsabilidad política como de la relación que mantenía con el conjunto de las fuerzas del bloque antifascista, en especial de los anarquistas.

En un primer informe, anónimo, que recoge las conversaciones mantenidas con Escrich, el secretario del Comité Provincial de Valencia del Partido Comunista, durante los días 30 de enero, 3, 8 y 13 de febrero de 1937, se insiste de manera especial en eliminar al POUM de la representación municipal de la capital del Turia, que en aquel momento era también la capital de la República (2) . El informe empieza explicando que los comunistas aceptaron entrar en el consejo municipal de Valencia, a pesar de que en él había “dos trotskistas”, Eduardo de Sirval, “hermano del famoso escritor muerto en Asturias” y susceptible de ser influenciado por los comunistas y “un sencillo trabajador” -Josep Grimalt Pérez, taxista de profesión, que era el secretario de organización del POUM valenciano-. Según Escich, en la conversación mantenida el día 30 de enero, el POUM valenciano -que contaba con cerca de 400 miembros- se hallaba en plena oposición a la dirección catalana, hasta el punto que se plantearon absorberla, lo cual para el delegado internacional “no era correcto” y en cambio “era peligroso” porque “conducía a la formación de una fracción trotskista en el seno del partido”. En conversaciones posteriores siempre se confiaba en la actitud que podía mantener Eduardo de Sirval contra el POUM, pero inexorablemente siempre fallaba : “vaciló y prácticamente se negó a intervenir para presentar la declaración contra el POUM y salir de la formación.” Escrich lo atribuye a que Sirval está muy ligado personalmente a los poumistas locales, “con los cuales le es muy difícil romper”, se escribía el 3 de febrero. Y esta actitud se seguía manteniendo en los días 8 y 13 de febrero. Era claro que los estalinistas pretendían aprovecharse de las discrepancias políticas que algunos poumistas de Valencia mantenían con la dirección.

El 20 de febrero era el vicejefe del servicio de inteligencia militar soviético en España, el comandante Nikonov, quien en su análisis sobre la situación militar que se vivía en la España republicana, tras la caída de Málaga, hacía una referencia a las milicias del POUM, con un tono claramente provocativo:

“Aún peor (se acababa de referir a las milicias anarquistas) es el pequeño grupo de trotskistas contrarrevolucionarios, principalmente en Cataluña y en parte del País Vasco, que están desarrollando una vil actividad y propaganda antisoviética contra el VKP(b) -Partido Comunista (bolchevique) de Toda Rusia-, sus dirigentes, la URSS y el Ejército Rojo. Con la connivencia de los anarquistas ortodoxos, los trotskistas (POUMistas) tenían al comienzo de la guerra su propio regimiento especial, con dos mil fusiles en el frente de Cataluña, que ha crecido ahora hasta 3.200 hombres, y han recibido además armas para todos. Ese regimiento es la unidad más podrida de todo el ejército republicano, pero aún así se ha mantenido hasta ahora y recibe suministro, dinero y municiones. No hace falta decir que es imposible ganar la guerra contra los rebeldes si no se liquida esa escoria dentro del campo republicano.” (3)

Más incisivo, a nivel político general, era el informe “Sobre la situación política de España”, que el encargado de negocios Marchenko enviaba al ministro soviético de Asuntos Exteriores, Maxim Litvinov, el 22 de febrero de 1937 (4) . En él se destacaba que “actualmente el POUM no es peligroso porque cuente en sus filas algunos miles de personas, sino porque intenta atraerse a su órbita de provocación capas significativas de la CNT, actuando a través de anarquistas extremistas”. Ponía de relieve, especialmente, la influencia que el POUM mantenía en la juventud anarquista, clara alusión a la constitución del Frente de la Juventud Revolucionaria, que las juventudes del POUM y de la FAI habían constituido en Barcelona, el 14 de febrero de 1937, y se criticaba al PSUC, cuyo periódico “publicó un artículo, en el cual se elogiaba a Trotsky como salvador de Petrogrado”. Y mientras “los trotskistas utilizan el más mínimo pretexto para atacar al partido comunista, la prensa comunista no lleva a cabo una tarea sistemática para desenmascarar al POUM”. Finalmente se hacía una significativa referencia a las discrepancias que habían existido en el POUM, entre la sección valenciana y la dirección, para poner de relieve que “el comité provincial del Partido Comunista de Valencia maniobró de manera tan incorrecta que, a pesar que los trotskistas de Valencia representan una fuerza insignificante, el Partido Comunista salió derrotado en la lucha, resultó aislado del resto de organizaciones del Frente Popular y tuvo que salir manifiestamente de la formación del consejo provincial y municipal”. La conclusión a que llegaba Marchenko era que estas actitudes eran “el resultado de la infravaloración del peligro trotskista por parte de algunos camaradas”.

En marzo de 1937 existen, como mínimo, dos referencias directas al POUM en sendos documentos. El primero, es la carta que el embajador de la URSS en España, entonces Ivan Gaikis, mandó el 21 de marzo de 1937 al vicecomisario popular de Asuntos Exteriores Nikolai Nikolaevich Krestinsky, a propósito de las declaraciones que había realizado el cónsul soviético en Barcelona Antonov-Ovseenko, en contra de los anarquistas. Las críticas de Gaikis en contra del cónsul ruso en Barcelona se debían, básicamente, al “perjuicio político que causan tales polémicas, especialmente cuando tienen lugar en este período en que se agrava la lucha entre partidos en España, en la que los anarquistas y, bajo su protección, los trotskistas locales están intensificando sus ataques contra la Unión Soviética. La interferencia del consulado no hace más que aportar ayuda a nuestros enemigos” (5) .

Dos días más tarde, el 23 de marzo de 1937, el secretario general de la Internacional Comunista Georgi Dimitrov, enviaba a Kliment Voroshilov, un informe “de nuestro confidente político en España” -presumiblemente André Marty- que había sido escrito a principios de mes. En él, por primera vez, se ponía de relieve la preocupación soviética por las buenas relaciones que el POUM mantenía con el Partido Socialista: “Se inició un flirteo sistemático y cada vez más descarado entre los socialistas españoles y los trotskistas (POUM). Se puede apreciar el crecimiento de una sucia campaña de los
socialistas de otros países, junto con los trotskistas y la GESTAPO, contra la KOMINTERN, contra la URSS, contra el Partido Comunista de España. Al mismo tiempo, se produjo la advertencia de la Segunda Internacional y la de Ámsterdam en relación con el envío de algunos alimentos a los obreros españoles. A continuación, los censores eliminaban en los artículos de Frente Rojo todos los ataques a los trotskistas, especialmente los argumentos que muestran su labor contrarrevolucionaria y el sabotaje fascista que está haciendo esa gente en España.” (6)

A principios de abril de 1937 la preocupación de los agentes estalinistas se concentraba en la actitud favorable que mantenía el POUM con la izquierda socialista y Largo Caballero, en un momento en que el PCE había iniciado también su campaña de acoso y derribo contra el presidente del gobierno de la República. En un informe “estrictamente confidencial” firmado por “Kitaiets” el 7 de abril de 1937 y dirigido a “G.M. y D.Z.” se hablaba del proceso de polarización de fuerzas que se estaba produciendo en el seno del Frente Popular y, en general en el campo republicano, entre dos bloques particulares: “el primer bloque puede proceder del POUM a través de los anarquistas-extremistas hasta la dirección de la CNT y desde allí a la dirección de la UGT, más Caballero, más algunos elementos reaccionarios del ejército” (7) . Este bloque tenía su plena configuración en torno a una serie de cuestiones fundamentales, que iban desde la “lucha contra el comunismo y, en particular, contra la influencia del Partido Comunista en el ejército”, “la lucha contra la influencia de la URSS”, “la demagogia relativa a la revolución socialista y contra la república democrática”, “la lucha contra la centralización de la dirección militar y la formación de un ejército único” o la propaganda “de la colectivización en el campo y el socialismo en la ciudad”. Según el autor del informe “el POUM y las organizaciones anarquistas principales no sólo pusieron fin a los ataques contra Caballero y el gobierno, sino que coquetean con él, asumiendo parcialmente su defensa contra los ataques imaginarios de los comunistas”. Esta situación, en parte, se debía a los errores cometidos por el Partido Comunista. Y para enderezar la situación se aconsejaba una aproximación hacia los anarquistas “a través de una serie de concesiones tácticas (la cuestión nacional en Cataluña, concesiones en relación con el papel de los sindicatos en la industria, en la cuestión sobre la ayuda a los campesinos)”, puesto que de lo que se trataba era conseguir “el aislamiento político del POUM y de sus socios”.

También a principios de abril de 1937, un nuevo informe firmado por “K”, presumiblemente el mismo Kitaiets, se refería, con tono de preocupación, a una “serie de intentos de coquetear con los socialistas de izquierda por parte del diario trotskista La Batalla” y, en concreto, se refería a un artículo que publicó Juan Andrade el día 1 de abril dedicado a las relaciones entre los partidos socialista y comunista (8) .

Que los agentes estalinistas seguían paso a paso todos los movimientos que realizaba el POUM durante estos meses, nos viene corroborado por un nuevo informe, que desde Barcelona mandó “Malkov” a “A.P. Rozengolin”, el día 9 de abril de 1937 (9) . En él se informaba del mitin que el POUM había celebrado en el teatro Olimpia de la ciudad condal el día 9 de marzo de 1937, con asistencia de unas 4.500 personas. Además de recoger frases sueltas de algunos de los participantes en el mitin, como Pere Bonet o Andreu Nin, se apuntaban algunas “observaciones”, respecto al mitin, como que entre los asistentes había “algunas decenas de miembros del PSUC (con la finalidad de informarse)” y que en su inmensa mayoría los asistentes tuvieron un comportamiento muy activo, aplaudiendo con entusiasmo a los oradores. Se hacía hincapié, además, “de un crecimiento sinuoso de la acción y actividad [del POUM] en cuatro puntos básicos”: el establecimiento de una unión del POUM con los anarquistas; la intensificación de la lucha contra el PSUC “gracias a la atracción en esta lucha activa contra el PSUC de sus camaradas anarquistas”; la política de descrédito de la URSS, “empezando por el estalinismo, pasando por la burocracia estalinista hasta la equiparación del cam. Stalin con Nosk[e].”; y finalmente, “una demagogia increíble”, “llama al pueblo, al proletariado revolucionario, a los combatientes de la revolución, para que no permitáis que os roben vuestra revolución”.

La preocupación de los agentes de Stalin, llegados a España, sobre la incidencia que el POUM tenía en la vida política de la República era más que evidente. Estaba claro que el POUM, más que ningún otro partido, representaba la antítesis de los valores políticos, ideológicos y éticos del estalinismo. La oportunidad -en esta ocasión, evidentemente, la eventualidad no fue casual- para desmadejar el conflicto llegó a raíz de los acontecimientos luctuosos ocurridos en Barcelona a partir del 3 de mayo de 1937. Los hechos de mayo, la guerra civil en el seno de la guerra civil, resultado de una provocación estalinista, en un momento en que los ánimos estaban especialmente caldeados entre las diferentes organizaciones del bloque antifascista, ofreció la oportunidad para recolocar al POUM en el ojo del huracán. En ningún momento se planteó que el responsable de los enfrentamientos fuese el penoso Eusebio Rodríguez Sales, el comisario del Orden Público de la Generalitat catalana, y militante comunista, que con sus guardias de asalto protagonizó el ataque contra el local de la Telefónica de Barcelona, con el que se iniciaron los hechos. En ningún momento se planteó que la provocación protagonizada por Rodríguez Sales tuviera sus orígenes más allá de nuestras fronteras.Pero es harto sospechoso el hecho de que inmediatamente después de haber terminado los enfrentamientos, la prensa comunista culminó su propaganda previa señalando al POUM como responsable de los enfrentamientos y ya empezó a hablar de una organización de espionaje al servicio de Franco y del fascismo. El mismo día 9 de mayo, dos días después de la pacificación de las calles de Barcelona, José Díaz, el secretario general del PCE, en un mitin pronunciado en Valencia, iniciaba con contundencia su ataque señalando la responsabilidad del POUM en la preparación de los hechos de mayo y su ubicación como un “partido fascista”. Si hasta ahora se había hablado sólo de una organización que, por sus ataques a Stalin y a la URSS, por su política revolucionaria, hacía el juego a Franco y al fascismo internacional, a partir de ahora se habían “descubierto” las pruebas según las cuales el POUM no era más que una organización quintacolumnista, de espionaje, al servicio de Franco. El paso para llevar a cabo el intento de exterminio contra el POUM estaba servido.

Notas

1/ He tomado prestado para el título de este artículo el subtítulo de un apartado de la introducción “El POUM durante la guerra civil: la obsesión del estalinismo”, que he escrito para el libro de Max Rieger:
Espionaje en España, próximo a aparecer en las Ediciones Espuela de Plata de Sevilla. Al mismo tiempo, parte de este artículo tiene su origen en dicha introducción.

2/ Esta documentación se encuentra depositada en el antiguo archivo de la Internacional Comunista, ahora rebautizado como el Centro Ruso para la Conservación y el Estudio de Documentos de la Historia Contemporánea, CRCEDHC. Este primer documento en el Fondo 495, Inventario 74, Expediente 207. Una parte han sido publicados en Radosh, R., Habeck M. R. y Sevostianov, G. (eds.) (2002). España traicionada.Stalin y la guerra civil. Barcelona. Planeta.

3/ En Radosh, R., Habeck M. R. y Sevostianov, G. (eds.) op. cit., Pág. 178.

4/ CRCEDHC, Fondo 495, Inventario 74, Expediente 207.

5/ Radosh, R., Habeck M. R. y Sevostianov, G. (eds.) (2002). op. cit. Pág. 201-202.

6/ En Radosh, R., Habeck M. R. y Sevostianov, G. (eds.) (2002). op. cit. Pág. 211-212.

7/ CRCEDHC, Fondo 495, Inventario 74, Expediente 207.

8/ CRCEDHC, Fondo 495, Inventario 74, Expediente 207. El articulo de Juan Andrade al que se refiere al texto era “Discrepancias socialcomunistas” y fue publicado en La Batalla, del día 1 de abril de 1937.

9/ CRCEDHC, Fondo 495, Inventario 74, Expediente 211. No hemos podido identificar a ninguno de los dos personajes, ni al autor ni al receptor del informe.

Sobre el autor: Pagès, Pelai

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