Ellos y nosotros (Andreu Nin, 1912)

Artículo publicado en el Baix Penedès el 31 de agosto de 1912. Traducción de Ernest Benito.


El gran Costa tenía razón al señalar el caciquismo como una de las plagas más calamitosas que han minado la vida nacional. Amo y señor de los pueblos, de las vidas, de las haciendas de los ciudadanos; el caciquismo ha hecho revivir en nuestros días la historia ominosa del feudalismo. Con justicia, pedía el coloso pensador de Graus que cada pueblo ahorcara a su cacique Hoy ya no existe en los pueblos civilizados. Sólo a España le corresponde el triste privilegio de conservarlo, quedando, en esto, como en tantas otras cosas, detrás de los demás.

En España, el cacique ha actuado siempre con la complicidad de los gobiernos de la monarquía. Sin este digno consorcio, la vida de estos se haría imposible y el
caciquismo moriría reducido por inacción.

Este es uno de los más poderosos argumentos para demostrar que la monarquía descansa sobre fundamentos de podredumbre. Le falta la base inconmovible de la
voluntad popular y se tambalea. Existirá el caciquismo siempre que haya un pueblo lo bastante indigno, degradado o inconsciente para aguantarlo. Por este motivo no creo en su resurrección en pueblos como El Vendrell, donde existe una masa perfectamente capacitada. A lo sumo puede aparecer, como una reacción a los momentos en que se le presenta la muerte definitiva y quiere erguirse con las desesperadas convulsiones de un epiléptico. A pesar de todo, es en vano. El caciquismo está, afortunadamente, muerto y bien muerto, “in etermum” en nuestra villa. Durante años y años, El Vendrell ha elegido a los hombres del partido republicano para el gobierno municipal. Largas épocas, ¡demasiado largas!, estuvieron gobernando los hombres del caciquismo. El fracaso más estrepitoso coronó con su obra nefasta. El pueblo los expulsó del consistorio. El recuerdo desastroso de su gestión está demasiado vivo para que el pueblo pueda otorgarle su confianza.

Mirad, por otra parte, la obra de nuestros municipios republicanos: honrada, desinteresada, ejemplar…Como en la antigua y venerable democracia griega, su
gestión puede ser llevada a la luz del sol, en las salas y en la plaza pública. Y el pueblo, que ha visto en los consejeros republicanos una firme garantía de la recta y honrada administración de sus bienes, les ha atorgado su absoluta confianza en sucesivas elecciones. Cada nueva y esplendorosa victoria, ha consagrado la gran obra realizada,en el municipio, por los concejales republicanos. Hoy, gracias a ineptitud de un alcalde por Real Orden, está obstruida momentáneamente, la obra del bello ideal de la democracia, que Pau Martorell, el entrañable amigo, calificada como “República Vendrellenca”.

Ellos, los caciques, no pueden decir igual: perdida la confianza del pueblo, han utilizado todos los medios lícitos e ilícitos, han movido todos los resortes oficiales,
para reconquistar una arbitraria hegemonía perdida para siempre. No han observado que este es un método contraproducente para adquirir la confianza popular. Actúan como inadaptados, en un medio social que no les es propicio. Llevan una carga muy pesada y les será muy difícil poder desprenderse de ella.

Por una parte, una historia desacreditada, por la otra, unos ideales conservadores y disminuidos que chocan con las corrientes liberales de nuestro tiempo. En vano
invocan el orden, la paz y la tolerancia, presentándolo como la plataforma de su futuro gobierno. El pueblo no los escuchará, porque ha visto el orden, la paz y la tolerancia convertida en realidad durante el largo y fecundo gobierno municipal republicano.

El día que los caciquistas de toda clase y condición, agrupados en extraña mezcla en lo que han llamado “coalición de derechas vendrellenses”, que ha unido en el odio común a los republicanos a hombres que se había combatido siempre, a desperdicios del viejo caciquismo, a conservadores liberales y carlistas avergonzados. El día que estos hombres, repito, nos muestren que están al lado del pueblo, cosa imposible, por no decir paradójica, entonces creeremos en el triunfo.

La confianza del pueblo es nuestro único apoyo, como lo es el de todas las verdaderas democracias. Nosotros no recurrimos a trampas indignas ejercidas desde las esferas oficiales. Por este motivo, si nos preguntan, ¿quién somos? Nosotros mostraremos al pueblo, la más gloriosa ejecutoria de nobleza. Si lo preguntáis a ellos, os mostrarán a … ¡la guardia civil!

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Día publicada: enero 5, 2019
Escrito por: Nin, Andreu
Categoría: Andreu Nin
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